miércoles, 6 de junio de 2012

El Gobierno exige 4.000 euros de intereses a una asociación de memoria

Les pide además la devolución de una subvención concedida por el Ejecutivo de Zapatero por no haber concluido en plazo una subvención 


Aspecto del cementerio de Valdenoceda tras la exhumación de los presos a los que el Régimen dejó morir de hambre y enterró en cajas, sin nombre. Falta una última fila de cuerpos por recuperar, y que están bajo las sepulturas que se ven al fondo de la imagen.




El Gobierno de Rajoy exige a una asociación de memoria histórica la devolución de una subvención de 58.200 euros que le concedió el Ejecutivo de Zapatero y el pago de 3.927 euros más en concepto de intereses de demora por no haber logrado concluir la exhumación para la que se pidió la ayuda económica en el plazo previsto. La Agrupación de familiares de los presos fallecidos en Valdenoceda (Burgos, 61 habitantes), en un penal donde el Régimen dejó morir de hambre y frío a 156 republicanos entre 1938 y 1943, consiguió recuperar los restos de 112 reclusos, pero les quedaban otros 39. Estos últimos no los pudieron exhumar en tiempo porque estaban sepultados por nichos posteriores, y la agrupación tenía que convencer a los propietarios, familia a familia, de que les dejaran mover las sepulturas. Los presos fueron enterrados cerca, pero fuera del cementerio, y cuando este se amplió, quedaron bajo los nuevos nichos. 
“Nos llevó mucho tiempo localizar a las familias propietarias de los nichos que estaban encima de los presos, que muchos estaban en País Vasco, y convencerles. Pedimos una prórroga al ministerio de la presidencia pero dijo que no porque también estábamos fuera de plazo para pedirla. Ya solo nos faltaba el consentimiento de una familia”, lamenta José María González, presidente de la Agrupación de Familiares y nieto de uno de los presos exhumados. “He pedido unos 200 euros a cada una de las 20 familias a las que ya hemos entregado los restos identificados, pero para que no sigan corriendo los intereses, tendré que poner dinero de mi bolsillo. Y para mí es un descalabro económico. No podemos evitar la sensación de derrota, de sentir que la exhumación de los 39 que quedan allí debajo nunca va a ser posible”.
“No los fusilaban, los dejaban morir”
“Valdenoceda fue una prisión de exterminio adonde mandaban a los presos de otras cárceles a morir”, describió Isaac Arenal, uno de los pocos supervivientes de aquel penal, en marzo de 2010, cuando entregó los restos de algunos de sus compañeros exhumados a sus familiares. La agrupación recuperó, con la ayuda de forenses y arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y dos subvenciones de algo menos de 120.000 euros del Gobierno de Zapatero, a 112 presos. Ya ha devuelto, identificados con ADN, a 21 de ellos a sus familias.
En sus memorias, Ernesto Sempere, otro superviviente de aquel penal (falleció en 2007), describía así las condiciones de vida de la prisión: “Mis mejores sueños estaban protagonizados por algo tan simple como una barra de pan. Soñaba con pan. ¿Cuánta hambre puede tener una persona para que sus mejores sueños sean un simple trozo de pan?”.
“No los fusilaron, simplemente, los dejaron morir”, explicaba durante los trabajos de exhumación Jimmy Jiménez, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Justo Díaz, vecino del pueblo, también recordaba el hambre de aquellos reclusos. “Eran los propios presos los que cargaban a hombros con sus compañeros muertos desde la cárcel hasta el cementerio. Detrás del muro. Los pobres se morían de hambre. Todavía recuerdo cómo se abalanzaban sobre las patatas crudas, comiéndoselas como si fueran manzanas, cuando salían a llevar al muerto al cementerio”.

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