miércoles, 19 de enero de 2022

ENRIQUE RUANO, VÍCTIMA DE LA TRANSICIÓN

 



Recuerdos de 1969: en España hubo grandes disturbios estudiantiles. El ambiente políticamente  convulso había nacido en un contexto internacional marcado por el mayo del 68 francés y en medio de esa situación conflictiva protagonizada por obreros y estudiantes contra la dictadura de Franco, tuvo lugar el asesinato de Enrique Ruano, el 20 de enero. Tan pronto se conoció la muerte del joven estudiante de derecho, se desencadenó una serie de hechos que convirtieron ese año de 1969 en una referencia histórica de España, que iba a cambiar el rumbo de todo lo que vendría después.

En su testimonio “Peleando a la contra”, el sindicalista José Luis Úriz nos narra cuando estudiaba ingeniería de telecomunicaciones en Madrid y fue detenido por el inspector Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño. Mientras golpeaba a Úriz, otro policía que participaba en el interrogatorio le dijo al torturador: «ten cuidado que se te va a ir la mano otra vez y lo vas a matar», y respondió según el relato de Úriz: «no importa, hacemos como con Ruano, lo tiramos por la ventana y decimos que se quería escapar».

Enrique, miembro del Frente de Liberación Popular, uno de los grupos que luchaban en España contra el franquismo, fue detenido el 17 de enero con otros tres compañeros en un bar próximo a Plaza de Castilla: su novia Lola González Ruiz, Abilio Villena Pérez y el cura José Baíllo. La versión de la Dirección General de Seguridad dice que se le detuvo por arrojar en la calle propaganda de "las comisiones Obreras", y trasladado a comisaría.

La noche de la detención fueron los cuatro trasladados a la Puerta del Sol, donde pasaron tres días sin que los dejaran dormir, a base de violentos interrogatorios.

Al día siguiente de la detención, la policía registró la habitación de Enrique en el domicilio familiar de los Ruano y se llevaron documentación y cartas personales, y a pesar de que era su novia, Lola González, la que llevaba unas llaves de otro piso en el momento de ser detenida, la policía quizás porque él ya tenía antecedentes por haber sido detenido el año anterior en una manifestación, decidió que los acompañara Enrique a registrar ese piso en el tercer día de la detención.

 


Lola escribió más adelante: “Se sabían mi vida de arriba abajo. Me pasearon por todo Madrid para que les dijera de dónde eran las llaves que llevaba en el bolsillo. Las tenía yo, no Enrique. Iban a llevarme a mí…”. Pero finalmente vio cómo se llevaban a su novio para registrar la vivienda. Le habían estado interrogando en la sala contigua, sin dejarle dormir.

Así fue llevado a un edificio de la calle del Príncipe de Vergara —entonces General Mola— de Madrid, para efectuar un registro de la vivienda, y allí, siempre según la versión oficial, se arrojó por una ventana del séptimo piso. Lo custodiaban en ese momento los inspectores de la Brigada Político Social Francisco Luis Colino Hernández, Jesús Simón Cristóbal y Celso Galván Abascal.

 

La familia consiguió que el Tribunal Supremo ordenara reabrir el caso en 1994. Sólo en 1996, 27 años después, fueron encausados los tres policías que se encontraban con Enrique Ruano cuando éste cayó

El abogado José María Mohedano afirmó que ahora se sabe que uno de los policías le disparó antes de arrojarle por la ventana del séptimo piso. Posteriormente, serraron el hueso de la clavícula para que no apareciese la bala y falsearon la autopsia.




 

“La modélica transición” no es más que una falacia que se ha convertido en verdad a base de haber sido repetida de manera continua durante años; no puede considerarse modélico este período de nuestra historia reciente cuyo relato encumbre impunemente tantas víctimas de antifranquistas como se cobró. Los historiadores cifran las víctimas de la violencia policial entre la muerte de Franco y la proclamación de la Constitución del 78 entre 600 y 700, lo que descarta la existencia de una sociedad libre de temores,

Para todas esas víctimas tardías de la violencia del régimen exigimos Verdad, Justicia y Reparación.

 

sábado, 8 de enero de 2022

CARMEN CONDE Y EL EXILIO INTEIOR

 


 

Se cumplen veintiséis años después de la muerte de Carmen Conde, cartagenera, maestra, poeta, inspectora de estudios del orfanato de El Pardo, fundadora, junto con su marido, Antonio Oliver, de la primera Universidad Popular y de la revista Presencias, a quien la sociedad cartagenera no perdonó sus inclinaciones republicanas y que publicó con seudónimo en la década de los cuarenta (una de sus etapas más productivas), para continuar después encargándose de la asesoría literaria de la editorial Alhambra, en la sección bibliográfica del CSIC y en la sección de publicaciones de la Universidad Central de Madrid.



Carmen Conde fue denostada durante muchos años tanto por las personas afines a su ideología como por las opuestas a ella; fue una representante de lo que llamamos “exilio interior” una denominación bajo la que se agrupa a quienes quedaron en España durante el franquismo sin llegar a exiliarse y cuya producción artística y cultural, siendo ajena o contraria al régimen de Franco, convivía, sin embargo, con la sociedad de los vencedores.



La poeta cartagenera, repudiada por su tierra natal por su condición republicana y despreciada por los antifranquistas por considerarla colaboradora del régimen, fue recuperando gradualmente el puesto que se merecía en el mundo de la Literatura Española, y tras la publicación de sus obras poéticas más importantes (Ansia de la Gracia, Mujer sin Edén...) resultó una pionera en el campo de la escritura para el público infantil y trabajó en obras de teatro en radio y televisión y como directora de revistas para niños. La contradicción de su vida quedó patente en el momento de su candidatura a la Real Academia de la Lengua, al enfrentarse en 1979 su candidatura a la de Rosa Chacel, representante del exilio exterior, y triunfando en este duelo, convirtiéndose en la primera mujer en ingresar en esta institución, ocupando el sillón k y pronunciando su discurso de ingreso con el título “Poesía ante el tiempo y la modernidad”.



Lo más destacado de la vida de Carmen es su afán por destacar en el mundo de la Literatura y su manera de compaginar su fortísima vocación con otras inquietudes, como la puesta en marcha de la Universidad Popular de Cartagena o su lucha por la mejora de las condiciones pedagógicas en las escuelas de la región y por su apoyo a la República.

La Universidad Popular de Cartagena empezó a tomar forma en 1931, cuando Antonio Oliver vislumbró junto a Manuel Mas Gilabert y Ginés Arlés García la posibilidad de crear una UNIVERSIDAD PARA EL PUEBLO que permitiera aproximar la cultura a las clases populares.



Carmen se consagró, desde el principio, a la tarea de la U.P. a la que definió como el medio de unir la escuela del niño con el hogar y destacó el propósito de instruir a los adultos de la clase obrera haciendo que, junto al hijo, en plena edad escolar, el padre no fuera un analfabeto, una barrera, sino que se convirtiera en el mejor sostén espiritual del hijo.



Desde la Asociación Memoria Histórica de Cartagena, en el aniversario del fallecimiento de Carmen Conde, y en el mes en que se cumplen los 42 años de su ingreso en la Real Academia de la Lengua, queremos rendir homenaje a esta poeta, a esta republicana que tanto luchó por la extensión de la cultura a las clases populares, que apoyó sin reservas a la República y que durante tantos años hubo de sufrir las consecuencias derivadas de ese exilio interior que le tocó vivir.