lunes, 30 de junio de 2014

"Los nietos del franquismo heredan incoscientemente el sufrimiento de sus padres y de sus abuelos

Clara Valverde le saca los colores al sistema de salud, a los gobiernos y a la sociedad en general por ignorar los problemas psicológicos de los nietos de la Guerra Civil Española.

Afirma que años de silencio y de esconder las emociones pueden generar en las siguientes generaciones inseguridad, miedo, rabia no canalizada, anorexia o toxicomanía.
"En todos los países se habla de la transmisión generacional del trauma de la violencia política menos en España".

Homenaje en el Fuerte de San Cristóbal (Pamplona), prisión por la que pasaron cerca de 5.000 presos republicanos, en mayo de 2014 / Foto: Óscar Rodríguez

eldiario.es / ELENA CABRERA / 29-06-2014

Un mes después del golpe de Estado de Pinochet, en Chile ya había organizaciones que prestaban ayuda psicológica a las víctimas de la dictadura y a sus familias. En España, la medicina recetada en altas dosis es la del silencio, para prevenir la inquietud de los hijos de aquellos que fueron atravesados por la Guerra Civil, especialmente en los vencidos pero también en los vencedores.
¿Y los nietos, los que nacieron en el tardofranquismo y la democracia y vivieron ajenos, como si nada hubiera pasado? Son los herederos de penas y dificultades no resueltas,adiestrados en el no preguntar para no remover, programados para no hurgar. Esquistados psicológicamente, bloqueados emocionalmente. Ataques de ansiedad, inseguridad, miedo, rabia no canalizada, anorexia o toxicomanía pueden leerse en clave de transmisión generacional del trauma. De hecho, se lleva haciendo así desde los años 60 en otras sociedades dañadas por violencias políticas. Salvo en España.
Clara Valverde, escritora sobre biopolítica y resistencia, presidenta de la Liga Síndrome de Fatiga Crónica, profesora de enfermería y colaboradora de eldiario.es, ha abordado enDesenterrar las palabras (Icaria, 2014) con claridad y precisión qué nos pasa, porqué nos pasa y qué deberíamos hacer para afrontarlo.
¿Cuál es el cuadro de síntomas de una persona traumatizada por las vivencias de sus abuelos durante la Guerra Civil y la Represión franquista?

Los nietos de la violencia política 'heredan' o 'absorben', a través de la comunicación no verbal, que tiene más fuerza que la verbal, la carga inconsciente del sufrimiento de sus padres y de sus abuelos. La situación se complica para esta generación porque la conexión con la situación original se ha perdido. Esto hace que la generación de los nietos lleve una carga en el inconsciente a la que es más difícil acceder, porque los años de silencio y de comportamientos que han servido para esconder las emociones dificultan la comprensión de las manifestaciones del trauma.
Estas manifestaciones son variadas: miedo a hablar directamente a los que están en el poder (jefes o cualquier otra figura de poder), la queja sin acción, la polarización (blanco/negro) y necesitar un enemigo común, confusión, repetición, autoritarismo, fobias, obsesiones, etc.
¿Cuál es la diferencia con la generación anterior?
Los hijos aprendieron a callar y a no saber qué hacer con las emociones de sus padres traumatizados. Pero ellos aún tenían alguna conexión a los eventos traumatizantes.
¿Cuál sería tu principal crítica al sistema de salud público respecto al tratamiento de los traumas transgeneracionales de la Guerra Civil?
Que no saben que existe la transmisión generacional. ¡Es que ni lo han mirado en Google! No se han formado a los profesionales de la salud mental en este país sobre este tema que es central a todas nuestras vidas y a nuestra salud. ¿Cómo pueden pensar que hemos pasado por un siglo XX tan violento y que no nos ha dejado secuelas?

Homenaje en el Fuerte de San Cristóbal (Pamplona) en mayo de 2014 / Foto: Óscar Rodríguez

Respecto a la recuperación de la memoria histórica, ¿crees que hay una ausencia de testimonios?, ¿crees que se ha escuchado más a los muertos que a los vivos?
Sí, no hemos oído las historias. Todos tenemos historias de nuestras familias en relación a la violencia política del siglo XX pero, la mayoría de la gente, ni saben las historias de sus propias familias ni las de los otros. Todas esas historias necesitan ser contadas. Los muertos no puede hablar, pero sus hijos y sus nietos, sí.
Y los vivos también tenemos que hablar de cómo todos estos años de silencio y miedo nos han afectado, sobre todo a nuestra generación, la de los nietos de la Guerra Civil.
El movimiento memorialista trabaja por la recuperación y la reparación. En tu libro nos hablas de la elaboración, que debería ser la base de la reparación. ¿Crees que se viene haciendo la reparación, digamos, sin base?
No se está haciendo nada de reparación. La reparación es cuando los gobiernos piden perdón por lo hecho, reparan con compensación económica, cuando se ocupan de los desaparecidos, cuando dan importancia a toda la historia y al sufrimiento que se ha vivido. Y esto no lo están haciendo los gobiernos.
El movimiento memorialista está haciendo lo que puede: intentando que se sepa sobre la historia, intentando que se abran las fosas. Pero no tienen los recursos ni el apoyo ni de los gobiernos ni de la sociedad. Es una vergüenza. Lo poco que se ha hecho en este país ha sido por el trabajo del movimiento memorialista. Los gobiernos han abandonado al pueblo y han intentado e intentan que se olvide la historia.
¿Cuáles serían las diferencias entre elaborar y reparar?
Reparar es, como decía antes, el acto de los gobiernos de ocuparse de que se haga justicia. Da igual cuántos años hayan pasado. Elaboración es el proceso de hacer consciente lo inconsciente que hemos heredado de nuestros padres y abuelos, del trauma transgeneracional de la violencia política del siglo XX. En el último capítulo del libro, mi coautora, Elena Álvarez Girón, y yo damos ideas de cómo hacerlo individualmente y grupalmente.

Homenaje a las Brigadas Internacionales en el 77 aniversario de la Batalla del Jarama / Foto: Óscar Rodríguez


¿Políticas desde arriba habrían servido?
Sí, tendrían que haber empezado políticas de verdad y reparación desde 1978 o antes. Se deberían haber empezado comisiones de verdad y reparación y sobre todo dejar de repetir el mito de que las heridas hay que cerrarlas sin limpiar. Las heridas que no se limpian, se pudren y causan la muerte.
¿Cómo afecta la reprivatización de la memoria histórica a la gestión del trauma?
Pues echa más tierra sobre las palabras, sobre los sentimientos, sobre las historias. Nos aleja más de lo que necesitamos hacer y cronifica nuestros síntomas y daños.
Contamos aquí el rechazo de la industria turística a la memorialización de los lugares de represión. En tu libro recuerdas las placas en las calles de Colonia delante de las casas de los judíos que se llevaron a campos de concentración. En España tenemos que convivir, en cambio, con otro tipo de placas. ¿Crees que una memorialización sistemática ayudaría a paliar la transmisión generacional del trauma?
Bueno, la memorialización sistemática en sí no paliaría los aspectos nocivos del trauma transgeneracional. Pero es necesario hacerlo. El esconder y negar la historia es peligroso, es injusto y nos lleva a un estado de locura como el que vivimos.
En los colegios la Guerra Civil Española se estudia como un conflicto cerrado y luego muchos se dan cuenta de que está muy lejos de cerrarse. ¿Crees que seguirá abierto mientras haya trauma heredado?
Claro. Hay que hablar de cómo somos, de por qué somos así, de lo que aprendimos de nuestros padres y abuelos. Todo lo que callaron y transmitieron por lo no verbal nuestros padres y abuelos nos frena. Necesitamos hablar. Vivimos en un país en el que todo el mundo habla todo el rato pero no se habla de lo que pasó, de todo el sufrimiento y todas las pérdidas que causaron la violencia política. No se habla de lo importante. Se habla por hablar. Se hace ruido. Vivimos con un silencio enfermizo, mortífero.
En un momento del libro pones en relación la drogadicción, en especial el uso de heroína inyectada (tan presente en la generación de los hijos y, aunque en menor medida, en la de los nietos) con la transmisión generacional de la violencia del siglo XX en España. ¿Eres la primera que ha establecido esta relación?
Esta relación está en las investigaciones en otros países. En Francia se ha hecho mucha investigación sobre este tema. Y de ahí podemos extrapolar. No hay, en el Estado español, ningún estudio sobre la relación entre la drogadicción y la transmisión generacional del trauma de la violencia política. Ni sobre la drogadicción ni sobre ningún otro síntoma.

Carta de un nieto para ser introducida en una botella en un acto frente al Fuerte de San Cristóbal / Foto: Óscar Rodríguez

¿Cómo debería empezar a estudiarse?
Los profesionales de la salud mental en el Estado español primero necesitan saber que existe la transmisión generacional del trauma de la violencia política. Luego necesitan hacer su propia elaboración y formarse sobre este tema. Y luego deberían investigar sobre cómo nos afecta. Esto urge.
¿Sabes si existe extrañeza fuera de España ante la falta de estudio del trauma heredado por la Guerra Civil?, ¿hay interés internacional en este aspecto de nuestra historia?
Sí, en casi todos los países del mundo, si no todos, se habla del trauma transgeneracional de la violencia política. Menos en el Estado español. Hay mucho interés sobre lo que no se está haciendo en España y por qué. En congresos internacionales sobre este tema se habla de cómo no se habla en España de esto. El problema es que en España no hay interés. Y eso explica mucho de cómo somos ahora y cómo aguantamos tanto maltrato y abuso de nuestros gobiernos.
En otros países se habla de que en el Estado español han pasado 75 años desde el fin de la Guerra Civil y casi 40 desde la muerte de Franco y que aún la gente no sabe que están afectados por la transmisión generacional.
Necesita nuestra sociedad que se promuevan terapias para el diálogo como las del psicólogo e investigador Dan Bar-On. ¿Habría alguien dispuesto a hacerlo?, ¿quién debería hacerlo?
Yo ya lo he hecho en talleres. Creo que hay gente dispuesta. Todos y todas deberíamos hacerlo. Tú y yo y los que lean esto. Sobre todo no esperar a que venga alguien a organizárnoslo, como se tiende a hacer en este país. Esperar a que otro lo haga. No, tenemos que hacerlo. Nuestra vida depende de esto.
¿Y qué pasa con los hijos de los nietos? ¿El trauma generacional puede pasar también a bisnietos?
Si los nietos, que son la generación más dañada mentalmente en la transmisión generacional del trauma de la violencia política, siguen negando sus historias, sus manifestaciones y sus síntomas, pues sí, pasarán el trauma a sus hijos.

El Valle de los Caídos acoge una escuela de verano para nostálgicos de Primo de Rivera

Patrimonio Nacional evita pronunciarse sobre estas jornadas porque “las actividades que se organizan dependen de la comunidad benedictina”


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Falangistas en el Valle de los Caídos

 El Diario.es, 29/06/2014
Irene Castro
Uno de los invitados es Juan Velarde, miembro del patronato de FAES y exvocal del Tribunal de Cuentas, para hablar sobre Cataluña y las “consecuencias económicas de planteamientos secesionistas”
Los organizadores dicen que tienen autorización para hacer un vía crucis y que las conferencias se realizarán en un espacio fuera del recinto de Cuelgamuros
Nuevo desfile de ultras en el Valle de los Caídos. El recinto público situado en la sierra de Madrid ha albergado este fin semana a ultras nostálgicos de José Antonio Primo de Rivera que celebran una escuela de verano. Los asistentes se han alojado en la Hospedería y han realizado actividades, como un vía crucis por el Valle de los Caídos para el que los organizadores aseguran tener autorización. No obstante, la Plataforma 2003 afirma que las conferencias se celebran en un lugar fuera del recinto.
Mercedes Fórmica; arquetipo de la mujer en la Sección Femenina es uno de los títulos de las conferencias organizadas por Plataforma 2003 -que reivindica la figura del falangista José Antonio Primo de Rivera- para la 13ª edición de su escuela de verano. El programa incluye otras actividades, como un visionado de  JA., duquesa blanca, princesa roja o la asistencia a varias homilías durante las jornadas (26 y el 29 de junio).
Un miembro del patronato de la fundación FAES y exvocal del Tribunal de Cuentas, Juan Velarde Fuertes, es el encargado de la ponencia bajo el título  Cataluña: consecuencias económicas de planteamientos secesionistas. Velarde, uno de los hombres fuertes de la fundación que preside José María Aznar, fue vocal en el órgano encargado de fiscalizar a los organismos públicos y asesoró  a Mariano Rajoy en la elaboración del programa económico del PP para las elecciones generales de 2011.
El programa de la Plataforma 2003 incluye otras conferencias del entorno de Falange, como Manuel Parra Celaya, que ocupó el número tres en la candidatura de esta formación en las elecciones europeas.
La ley de de memoria histórica dedica un apartado al Valle de los Caídos. El artículo 16 de esta norma prohíbe la celebración de “actos de naturaleza política” o de “exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo” en cualquier parte del recinto, que se rige “estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos”.
Los organizadores aseguran que las jornadas no se desarrollan en el Valle de los Caídos, sino fuera del recinto, en otro punto de El Escorial. No obstante, el programa de la escuela de verano solo precisa que se celebra en la Hospedería del Valle de los Caídos, con pensión completa durante tres días por un importe de 180 euros.
Patrimonio Nacional se lava las manos
La Plataforma 2003 sí reconoce haber solicitado permiso para el vía crucis “por el itinerario monumental”. “Siempre se tiene que pedir permiso, aunque sea para rezar. Es un territorio de Patrimonio Nacional”, expresa la persona que atiende el teléfono en la organización.
Patrimonio Nacional se lava las manos y evita pronunciarse: “Las actividades que se organizan en el Valle de los Caídos dependen de la comunidad benedictina, que es absolutamente soberana”. “Nosotros no tenemos nada que decir”, añade el departamento de prensa del organismo que depende de Presidencia del Gobierno.
A pesar de que las jornadas incluyen varias misas en la capilla de la Hospedería, en la basílica en la que están enterrados Francisco Franco y Primo de Rivera e incluso una “oración ante el sepulcro de José Antonio”, los responsables de la comunidad benedictina también desconocen el desarrollo de las jornadas, aunque confirman que las peticiones de grupos para el uso del recinto se cursan a través de Patrimonio Nacional.
Visita de la hija de un golpista
La de este fin de semana es la 13ª edición de la escuela de verano de la Plataforma 2003, que no siempre se celebra en el Valle de los Cáidos. Hace tres años el título de las jornadas, que se celebraron en Burgos, fue El legado de José Antonio. Los asistentes recibieron la visita de la hija del general Juan Yagüe, uno de los hombres fuertes del ejército golpista de Francisco Franco, que contó “muchas anécdotas de su padre”, según relata  la crónica elaborada por la propia Plataforma 2003.
Un año más tarde las jornadas volvieron a celebrarse en el Valle de los Caídos. Como en la ocasión anterior, la temática se centró en el falangista Primo de Rivera con conferencias como José Antonio y las dos medias Españas, aunque abrió el espectro a asuntos de actualidad, como la reforma laboral. La crónica de aquellas fechas revela que Patrimonio Nacional tenía conocimiento de la celebración de esas jornadas, a pesar de que ahora niegan tener algo que ver con la gestión del lugar: “Nos encontramos un Toyota de Patrimonio Nacional, ya tenían conocimiento de que íbamos a recorrer el vía crucis, y nosotros disponíamos de todos los permisos y la autorización escrita para poder hacerlo”, explicó la Plataforma 2003.
“Un total de 45 joseantonianos” disfrutaron de la última edición de la escuela de verano “hospedados en el Valle” con un programa muy similar al de este fin de semana y en el que también participó el miembro de FAES, Juan Velarde. Uno de los puntos fuertes de las jornadas fue la ponencia  Supremacía social de lo espiritual, pronunciada por Jaime Suárez. La conclusión fue que la Plataforma 2003, organizadora de este evento, asume  “la afirmación de José Antonio (Primo de Rivera) de la supremacía absoluta de lo espiritual”.

domingo, 29 de junio de 2014

La ARMH busca en Argentina ayuda ante "La falta de recursos en España"


EL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE (EAAF), QUE HA ACTUADO EN MÁS DE 30 PAÍSES, COLABORARÁ CON ESPAÑA PARA LOS ANÁLISIS DE ADN DE REPRESALIADOS
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Una antropóloga de la EAAF trabaja con restos humanos.

leonoticias.com 30 Junio 2014
A falta de recursos, colaboración internacional. El análisis del ADN de los restos de represaliados del franquismo que son exhumados es un paso tan fundamental para recuperar la memoria como el propio hallazgo de los restos. Pero también es una de las partes del proceso más costosas y, ante las dificultades por la escasez de recursos, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) se ha lanzado también a la búsqueda de colaboración internacional para lograr su objetivo último: devolver a las familias los cuerpos de quienes fueron asesinados en la guerra civil y en la posterior etapa del franquismo.
La ARMH estrechará su colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la más prestigiosa organización no gubernamental dedicada al análisis de restos humanos en conflictos bélicos, que surgió como un grupo de trabajo para tratar de dar luz a la tragedia de la dictadura argentina. El reconocimiento a su labor ha llevado a esta organización a trabajar en otros escenarios en todo el mundo como Bosnia, Angola, Timor Oriental, Polinesia francesa, Croacia, Kurdistán Iraq, Kosovo o Sudáfrica, pero también en Chile, Guatemala o Perú.
En total, 30 países, entre ellos España, con quien ya ha realizado colaboraciones puntuales en el pasado, a través de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Ahora, se estrechará su relación con la EAAF, después de que el Gobierno haya suprimido la ayuda que cada año concedía a la ARMH en los Presupuestos Generales del Estado, merced a la Ley de la Memoria Histórica. “Este grupo de referencia mundial en la búsqueda e identificación de desaparecidos siempre han estado muy pendientes del caso español” ha señalado el vicepresidente de la ARMH, Marco González.
El caso de ‘El Cesterín’
Además, el Equipo Argentino de Antropología Forense ya ha tenido experiencias que le han acercado a España, ya que el colectivo fue el encargado de la identificación de víctimas españolas durante la dictadura argentina, entre finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX. El grupo está inmerso también en el caso abierto por la fiscalía argentina contra el franquismo “ofreciendo su apoyo para hace identificaciones genéticas puntuales”.
Algunas de esas colaboraciones pasadas tuvieron como resultado la identificación de Antonio González Fernández ‘El Cesterín’, cuyo cuerpo fue hallado después de que sus descendientes, ciudadanos argentinos, promovieran una maquinaria administrativa desde la Corte Suprema Argentina para comenzar los trabajos de exhumación en la localidad berciana de Villanueva de Valdueza, donde murió fusilado sin conocerse el motivo.
“Es un privilegio”
Sin embargo, Marco González ha aclarado que “no hay un convenio cerrado”, pero sí “un intercambio de ayuda en cuestiones de análisis genético”. “Para nosotros es un privilegio. Es el equipo de trabajo que más destaca en la búsqueda de desaparecidos, inmersos en este tipo de casos”, comenta el vicepresidente de la ARMH que, no obstante ha recordado que en Argentina “la búsqueda está judicializada”, no como en España, donde todavía es una “asignatura pendiente”.

“Las pruebas de ADN han confirmado que mi padre, asesinado en la Guerra Civil, está enterrado en Los Llanos”

Armh de La Palma y el Cabildo han firmado un convenio de colaboración para la identificación de los restos de ejecutados durante el franquismo

La presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de La Palma y el titular del Cabildo han firmado un convenio de colaboración para la identificación de los restos de ejecutados durante el franquismo

La Palma Ahora, 27/06/2014 - 29 junio 2014
Esther R. Medina – S/C de La Palma
Aralda Rodríguez, la presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de La Palma, ha revelado este viernes que “los restos de mi padre, asesinado durante la Guerra Civil, según han confirmado las pruebas de ADN, se encuentran enterrados en Los Llanos de Aridane”. Esta mujer, que lleva prácticamente toda su vida buscando a su progenitor, ha comparecido en rueda de prensa en compañía del presidente del Cabildo, Anselmo Pestana, tras la firma de un convenio mediante el cual la Corporación insular ha concedido al colectivo que preside 10.000 euros para financiar los costes de identificación mediante ADN de los restos de los desaparecidos durante la dictadura franquista que ya han sido recuperados. “El Cabildo da así un pequeño pasito de justicia con una asociación que lleva años luchando por recuperar los restos mortales de quienes fueron asesinados tras el triunfo del golpe en Canarias, en el año 36, que derivó en una guerra civil en nuestro país, y en La Palma, después de una semana de lealtad a la República, hubo un enseñamiento especial con personas de nuestra Isla que el único delito que habían cometido era militar o ser simpatizantes de sindicatos o fuerzas de izquierda”, recordó Pestana.
En opinión del presidente del Cabildo, esta subvención de 10.000 euros “es una acción de justicia con quienes perdieron la vida y con sus familiares”. “Queremos colaborar mínimamente con ellos para que podamos descansar todos un poquito, y darle sepultura a estos restos con su identificación, que es lo mínimo que merece un ser humano”, añadió. “Estamos hablando de un tema en el que en nuestro país no se han dado todos los pasos que se debieran, pero que, poco a poco, la sociedad, e incluso partidos políticos que en un principio no estaban de acuerdo, ya lo ven razonable”.
Aralda Rodríguez agradeció a Pestana la ayuda otorgada a la asociación porque, subrayó, “la necesitamos para identificar unos restos que todavía no sabemos a quiénes pertenecen; nos hacen falta recursos y no podemos con todo”. Dijo que la semana pasada, ella, junto a otros miembros del colectivo, se desplazaron a Garafía y durante cuatro días estuvieron excavando en un barranco. “No encontramos nada, pero vamos por buen camino, porque nos han dicho que en esa zona hay restos, incluso nos han ofrecido una pala para ayudarnos, y queremos volver a finales de julio para quitar a esas personas”, afirmó.
Las próximas excavaciones se llevarán a cabo, además de en Garafía, en Fuencaliente y en Villa de Mazo. En La Galga ya realizaron un rastreo y “no encontramos nada, pero después nos dijeron que cuando se hizo allí una pista los restos se fueron con el escombro al barranco”.
Aralda sigue en la lucha, porque en La Palma, recordó, hay un censo de 54 personas asesinadas durante la Guerra Civil, a las que hay que sumar otras tantas que fueron ejecutadas en prisiones de Tenerife, arrojadas al mar o fusiladas en campos de concentración. “Sólo hemos encontrado ocho en los últimos años y los 13 que fueron localizados en 1994″, comentó.
La presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de La Palma confesó que “hace poco me han dicho que mi padre está enterrado en Los Llanos con cinco personas más que fueron localizadas en 1994, porque las pruebas de identificación que se hacían en aquella época no eran fiables”. “Ahora, con el ADN, mi padre apareció allí y deseo depositarlo donde yo quiera”, apuntó. “Lo siento mucho por las personas que piensan que son sus familiares, pero yo no quiero que mi padre sea uno de esos, quiero que sea uno de los que no están identificados, que los hay, a ver si puede ser”, comentó con la esperanza que nunca ha perdido. “Estoy haciendo este esfuerzo por mi padre y por todos los que fueron asesinados”, resaltó.

El penal de Bustarviejo, vestigio vivo del trabajo esclavo de los presos republicanos

Fue uno de los nueve instalados para construir el ferrocarril directo de Madrid a Burgos

Este destacamento penal fue uno de los nueve instalados en el tramo comprendido entre Chamartín y Garganta de los Montes para construir el ferrocarril directo de Madrid a Burgos

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Penal de Bustarviejo

Público, - 29 junio 2014 
ALEJANDRO TORRÚS Madrid 
Vivían apartados de la civilización. Entre peñascos y breñas, alejados de todo núcleo urbano. Eran rojos o, al menos, habían sido condenados a muerte por el régimen por “adhesión a la rebelión” aunque posteriormente esta pena sería conmutada por 30 años de cárcel por “auxilio a la rebelión” y cuando no cabía ni un preso más en las cárceles franquistas, se les ofrecía la posibilidad de redimir sus penas por trabajos forzados. Son los presos políticos del fascismo que con su mano de obra casi esclava levantaron las grandes obras públicas de las que el franquismo sacaba pecho. A mediados de los años cuarenta, había en España 121 destacamentos donde trabajaban alrededor de 16.000 presos.
El destacamento penal de Bustarviejo, una pequeña localidad del norte de Madrid, es un vestigio vivo de aquel trabajo de los presos republicanos, de un pasado de un país con problemas de memoria. Al final de un sendero de apenas un kilómetro y medio que sale de la localidad y conduce al viandante a una dehesa, se sitúa en la más absoluta soledad una estancia de piedra conocida en el lugar como Los Barracones, una estructura de planta rectangular con un patio central donde se alojaban los presos cuando no estaban trabajando. En las colinas que rodean la dehesa se situaban las cabañas y las chozas donde se alojaban las familias de los presos.
Por estas dependencias pasaron entre 1944 y 1952 una media anual de 100 presos que participaron en la obra de la línea férrea entre Madrid y Burgos construyendo dos túneles (de 395 y 248 metros), un viaducto (de 26 metros de altura, con 11 arcos de 12 metros de luz) y una estación de tren ubicada en las afueras del pueblo, a cargo de la empresa contratista Hermanos Nicolás Gómez. En total, para la construcción de esta línea férrea el régimen instaló nueve destacamentos penales en el tramo comprendido entre las localidades madrileñas de Chamartín y Garganta de los Montes.
Antonio Sin, que hoy tiene 74 años, fue uno de los niños que habitó durante “siete u ocho años” una de las cabañas para las familias de los presos. Su padre había sido enviado a Barcelona durante la Guerra Civil para cumplir con el servicio militar de la República. Una vez acabada la guerra fue condenado a muerte porque “el cacique del pueblo decía que era comunista”. Poco después, su pena fue revisada y conmutada a 30 años de cárcel, que cumplió con ocho años de trabajos forzosos y seis años de reclusión en la cárcel de Barbastro.
“Mi padre no era político ni era nada, pero le tocó hacer el Servicio Militar y el cacique local lo acusó de ser comunista. Después sería condenado a muerte y después nos vinimos a vivir a Bustarviejo porque por cada día trabajado le quitaban tres de condena”, recuerda para Público Antonio Sin, que no pudo conocer a su padre hasta que cumplió los cinco años. Después comenzaría a viajar hasta Bustarviejo en verano y en navidades para, finalmente, establecerse allí hasta que su padre redimió la totalidad de los 30 años.
“Mis padres nunca me hablaron de Bustarviejo ni del por qué estábamos aquí. Todo lo que sé lo he sacado yo de mi cosecha y de mis recuerdos, que están vivos. Creo que lo tenía como una especie de carga que había caído sobre él y que pretendía apartar de nosotros por todos los medios. Ni le preguntábamos, ni nos daba explicaciones”, recuerda Sin.
Tampoco Fernando Martínez y Juanita Ballesteros, un matrimonio que vivió en Bustarviejo para cumplir la condena de Martínez por escribir cartas al extranjero desmontando “las mentiras del régimen tras la II Guerra Mundial”, contaban a su familia nada sobre su pasado. Santiago Martín, su sobrino, recibió la noticia de boca de su tía Juanita una vez Fernando Martínez ya había fallecido. “Siempre los invitaba a acudir a Bustarviejo, donde resido, pero nunca querían venir. Me parecía raro pero desconocía la causa”, asegura Martín, cuyo tío fue condenado a trabajar en el campo como médico de presos y guardianes.
“Mi tía me contaba que los dos tenían muy mal recuerdo del pueblo. Es una zona con un clima muy duro donde hacía mucho frío en invierno. Mi tía visitaba a mi tío los fines de semana e intentaba traer algunas medicinas. Los dos pasaban el fin de semana recorriendo las casas del pueblo para atender a los enfermos”, recuerda hoy Santiago.
Trabajo para redimir el mal
Con la victoria del ejército franquista en 1939 la Dirección General asumió las responsabilidades en la gestión del sistema penitenciario y acuñó nuevas formas de explotación de la mano de obra reclusa en las que las empresas privadas pasaron a ser las beneficiarias. La fundamentación teórica del nuevo régimen penitenciaro se basó en los conceptos católicos de pecado, expiación de la culpa y perdón sustituyendo a los conceptos de derecho de delito, pena y amnistía. La fundamentación material fue el trabajo forzoso a cambio de reducción de condena como una especie de gracia condedida al preso para su rescate físico y moral a través de la reconstrucción de un país arrasado por una contienda bélica.
“El preso, en este caso, no era otro que el enemigo político en la contienda y el sistema de Redención de Penas por el Trabajo una fórmula creada para responder al problema de la cuantiosa población reclusa de posguerra, cuya manutención a cargo de la Hacienda Pública preocupada al nuevo Jefe del Estado”, escriben en su investigación sobre la represión franquista después de la Guerra Civil a través de los campos forzados de trabajo desde un punto de vista arqueológico un grupo de jóvenes investigadores de la Universidad Complutense de Madrid.
Este sistema de represión, explica a Público Álvaro Falquina, miembro del equipo de investigadores, pretendía incidir sobre la ideología y la conducta de los vencidos y debe entenderse como un proyecto de “ingeniería social”. “A través de la redención el prisionero salía del status de rojo antiespañol y se acercaba a la salida del espacio físico de la cárcel recobrando el espíritu nacional perdido”, señala Falquina, que considera la propia arquitectura del espacio del penal de Bustarviejo y “la ubicación de los familiares” tiene la función de eliminar la “identidad política republicana” y “crear una nueva conciencia de sujetos validos para el régimen franquista”.
“Un ejemplo son las casas de los familiares. Las instalan en las colinas para que siempre sea visible desde el penal. Las familias constituían las alambradas de espinos para que no se escaparan los presos. Si los familiares están presentes y los presos tienen conciencia de su presencia no se escaparán y aceptarán las condiciones que les impongan”, explica Falquina, que considera este fenómeno como una instrusión del Estado en la vida privada de las familias. “Esta es una muestra del carácter fascista del régimen”, sentencia.
Museo de la memoria
El destacamento penal ha sido reconvertido actualmente en un museo de la memoria. En 2009, a través de una enmienda que presentó Gaspar Llamazares a los Presupuestos Generales del Estado se destinaron 150.000 euros para la restauración del destacamento y de los edificios principales. “Utilizamos las fotografías antiguas para su rehabilitación y hermanamos la ciudad con otro ayuntamiento francés donde se sitúa el campo de concentración de republicanos de Septfonds, donde estuvieron cerca de 17.000 presos republicanos”, narra a Público José Manuel Fernández (IU), ex alcalde de la ciudad.

Angelina Gatell: “Los últimos testigos de la guerra no podemos callar sobre aquello”

“Mientras los huesos de los muertos estén en las cunetas no se ha terminado la guerra civil”, advierte la poeta barcelonesa


Angelina Gatell
 El Diario.es, 28/06/2014 
Miguel A. Ortega Lucas
“Mientras los huesos de los muertos estén en las cunetas no se ha terminado la guerra civil”, advierte la poeta barcelonesa, protagonista en la sombra de los últimos 80 años de nuestra historia.
Conoció “el éxodo de los republicanos”, la represión franquista y la censura como guionista y actriz en TVE y a sus 88 años mantiene viva la memoria más descarnada de un país partido por la mitad.
“Cuando ahora se protesta sobre lo que se cedió [en la Transición], yo estoy de acuerdo. Porque yo fui de cárcel en cárcel y de cementerio en cementerio”, asevera tajante.
“Molestaba”, pero no se calló nunca. Angelina Gatell (Barcelona, 1926), poetisa en carne viva, no se calló jamás: a costa de acabar siendo, como ella misma bromea, “la mujer más echada de España” durante el franquismo. Lo vio todo siendo aún niña, en la Cataluña de la guerra y las caravanas al exilio. En Valencia, de adolescente, colaboró en la clandestinidad con el Socorro Rojo Internacional; y fundó con su marido, Eduardo Sánchez, uno de los primeros teatros de cámara de España: El Paraíso. Creció como escritora, traductora, actriz y profesional del doblaje por sus propios medios: para toparse una y otra vez contra el medio único de entonces, que la vetó al no poder comprarla (y todavía, a veces, se lo recuerda). Se “cargaron” su vida, asegura. Pero la lucidez y el arrojo que sigue abanderando a sus 88 años lo desmienten en absoluto.
Superviviente es, quizás, el apelativo que más justicia puede hacer a esta mujer que se consideró siempre, y a pesar de tanto, “absolutamente libre” porque “la libertad está contigo y no te la tiene que conceder nadie, la llevas tú”. Molestaba, hace ya más de medio siglo, y sigue molestando hoy a algunos resistiéndose a olvidar en sus más recientes libros: en sus Memorias y desmemorias (Aisge, T&B Editores), por ejemplo. O en Cenizas en los labios (Bartleby), lacerante retablo poético en que levanta acta de los amores de su vida “en la ciudad que se llamó posguerra”.
¿Cómo recuerda todo aquello, hoy día?
Yo aún no había cumplido cinco años cuando se proclamó la República; y sin embargo recuerdo perfectamente ir a hombros de mi padre por las Ramblas de Barcelona aquel día, y con mi hermano mayor. Recuerdo incluso el aroma que venía del mar, el aire; con una enorme claridad. Me impresionó aquella multitud de gente, las banderas… Me tuvo que impresionar forzosamente. Siempre he tenido la convicción de que en aquel momento yo me sentí unida a algo, a alguien, y no te creas que es literatura. Yo supe que pertenecía a aquella gente.
Aquella infancia, ¿cómo fue?
Muy dura. Mi padre era charolista, curtidor (todos los hombres de mi familia fueron charolistas; las mujeres, tejedoras), e inmediatamente después de proclamarse la República se declaró el cierre empresarial en Barcelona y fue despedido. Yo comí siempre en comedores públicos, antes y durante la República. La guerra fue muy dura, pero la posguerra fue más dura todavía. Porque una guerra siempre lleva consigo algo grandioso al menos, algo de esperanza. Pero la posguerra no tenía nada de grandioso. Era la consciencia de que éramos vencidos, de que nunca levantaríamos cabeza. Por eso, cuando ahora se protesta sobre lo que se cedió [en la Transición], yo estoy de acuerdo. Porque yo fui de cárcel en cárcel y de cementerio en cementerio. Mi hijo Eduardo estuvo preso y una de las cosas que tengo muy clavadas es que no conseguimos que se hiciera un juicio para que se aclarase aquello de una maldita vez. Pero no quisieron, ni los unos ni los otros… Había mucho miedo, todavía en democracia. Un día le dije a alguien -que ha muerto hace poco-: “Es que mi hijo va a tener que arrastrar esto toda su vida”. Y ella me respondió: “Da gracias a que tienes hijo, porque otras lo tenemos muerto”.
Hoy se juzga quizás muy a la ligera todo lo de entonces; ¿cómo podía ser la vida de alguien señalado durante la dictadura?
Muy difícil. Porque ellos no olvidaron nunca a quién tenían enfrente… Yo fui Premio Valencia de poesía en 1954, por un libro llamado Poema del soldado. Sucedió que en tres años consecutivos premiaron libros de mujeres, de los primeros en España (en el 53 fue María Beneyto). Y cuando abrieron la plica… “¡Otra mujer! ¡Tres seguidas!”… Quisieron quitármelo. Pero alguien que había en el jurado, pariente de la familia Gaos, se puso brava: “Se publica”… Luego me hicieron una entrevista en Radio Mediterráneo, y dije que mi libro, de religioso –como ellos lo entendían– nada, porque yo no era creyente: era un libro imprecatorio, de exigencia de cuentas a Dios… También me ofrecieron hacer una serie de reportajes para el periódico Las Provincias, sobre el tema de la mujer en África… Sólo llegué a publicar cuatro, porque hablé de los movimientos en Ceuta y Melilla. Ya caí muy mal en Valencia. Y me negaron el pan y la sal.
Y se trasladaron a Madrid.
Lo pasé mal al principio, pero tenía muchos amigos. Y cuando empecé a tener un nombrecito como actriz y como guionista [en RNE y TVE]… firmé cierto documento [ la carta de los intelectuales al ministro Fraga, en 1963, a raíz de los crímenes sufridos por mineros asturianos y sus familias]. Un alto cargo ministerial me llamó a su despacho, donde tuvimos una conversación muy interesante en la que me sugirió que, si yo publicaba una carta diciendo haber sido engañada para firmar ese manifiesto, mi relación con TVE podría ser mucho más próspera a partir de entonces. Decliné la oferta -por decirlo suave-.Un año después, ya en el 64, TVE me aceptó el guión de una biografía novelada de Marie Curie en cinco capítulos; pero en el último momento suspendieron la emisión… La emitieron un año después de esto, pero firmada por otra persona. Lo cual me llevó entonces, cuando exigí una reparación -que conseguí-, al jefe de Programación de TVE: un hombre de espléndidos ojos verdes llamado Adolfo Suárez, que también me aconsejó que “me dejara de firmitas”. Le dije: “Perdone pero tengo treinta y ocho años, y actuaré según mi conciencia”. No volví a trabajar para TVE.
Sí que molestaba, sí…
Y aún hoy… Porque no se dan cuenta algunos de que ciertas historias no se han terminado. De que, mientras los huesos de los muertos estén en las cunetas, no se ha terminado la guerra. Hoy oí en la televisión que creían haber encontrado los restos de una muchacha desaparecida, pero no; y decía el periodista: “Una pesadilla que dura cinco años”. La nuestra dura setenta y cinco. Y es la misma pesadilla. Yo vi el éxodo de los republicanos [en la comarca del Vallés, en Barcelona]. Yo vi caer a la gente muerta por los caminos… Un día, un hombre, con los pies envueltos en trapos ensangrentados, se detuvo en la puerta de la casa en que nos refugiamos. Me dijo: “Niña, dame algo de comer, que no puedo más”. Le dimos algunas cosas, de lo poco que teníamos. Lo estoy viendo perfectamente, cómo dejó el fusil apoyado en un árbol. De repente se oyeron unos disparos. Le dijo a mi padre: “¿Oyes? Son ellos. Nos vienen siguiendo los talones, ya están aquí”. Le preguntó mi padre: ¿Qué vas a hacer? Y el hombre respondió (esto lo tengo yo clavado en el corazón desde entonces): “Me queda una bala, y será para mí”. Al irse me acarició el pelo. No sé qué fue de él. …
No sé si te imaginas lo que es eso para una niña de doce años y medio que yo tenía.
…Pues no lo sé, no…
No, no puedes. Porque no se lo imagina nadie. Aquello está todo lleno de huesos de gente que caía muerta. Los ponían al lado de la carretera, con una manta encima. Y los que venían detrás, dejaban que se alejaran un poco los familiares y cogían la manta, porque tenían que abrigarse… Por eso te digo que nosotros somos los últimos testigos de aquello, y no podemos dejar de hablar.

Lidia Falcón: “Me colgaron de los brazos y me rompieron el abdomen a puñetazos”

A Billy el Niño le gustaba pegar y gritar. Era el que actuaba. El comisario Conesa estaba sentado y miraba


Lidia Falcón








La Marea, 27-06-2014 
Sergi Tarín // Una bolsa de golosinas y una bebida isotónica. Con estas herramientas afronta Lidia Falcón (Madrid, 1935) el relato de los instantes más duros. Lo hace en un reservado de un céntrico hotel de Valencia. En breve está prevista su intervención en una mesa redonda de Amnistía Internacional sobre el Día Mundial de la Tortura. “Es la primera vez que voy a entrar en detalle”. Licenciada en Derecho, Arte Dramático y Periodismo y Doctora en Filosofía. Con cerca de 40 obras publicadas (entre ellas Viernes y 13 en la calle del Correo), es una referencia del feminismo español.
Tras un sorbo al líquido naranja, la mano temblorosa cae sobre la falda. “Bueno, qué se le va hacer”, libera Falcón un suspiro y se propulsa en una narración hacia las cloacas de la dictadura y dos de sus protagonistas más turbios: el comisario Roberto Conesa (implicado en el asesinato de Las Trece Rosas) y Antonio González Pacheco, Billy el Niño, de quien han solicitado su extradición a Argentina para ser juzgado por los crímenes del franquismo.
En su conferencia ha anunciado que tratará momentos temibles de su vida. ¿Son confesables en esta entrevista?
Deberían serlo y debería haberlo dicho mucho antes. Tantos camaradas que han sufrido también la tortura, hay una parte, como yo, que no lo contamos con detalles. Nos detuvieron, nos torturaron y ya está. Y que la gente imagine o piense lo que quiera. Y no sé si hemos hecho bien, pero debe ser que no queremos repetirlo por no revivirlo. Pero algunos compañeros me convencieron de que es aleccionador contarlo con detalle.
Entonces…
Teníamos una relación política y amistosa con Eva Forest y Alfonso Sastre. Vivían en Madrid y nosotros en Barcelona. Compramos un piso céntrico en Madrid porque tenía el propósito de montar un despacho en la capital. Era el verano de 1974. Teníamos que hacer obras y Eva Forest nos aconsejó que Antonio Durán, un habilísimo albañil [del Partido Comunista], nos hiciera una pequeña construcción que no podía verse por fuera porque la recubría de azulejos y parecía que no había puerta. Se abría con unas ventosas. Quedaba un hueco dentro. La verdad es que no pensaba que me sirviera, pero Eva insistió mucho. Entonces, desde Barcelona, le envié el dinero y las llaves de la casa.
¿Llegó a ver el piso?
Nunca. En agosto de ese año la Guardia Civil detuvo, a tiros, a dos etarras en el País Vasco. Al registrarlos encontraron una agenda con el 13 de septiembre marcado: “Rolando, 2:15-2:30”. Y el 13 de septiembre explosionó un carga enorme en la cafetería Rolando de Madrid, enfrente de la Dirección General de Seguridad, en la calle del Correo. Hubo 13 muertos y 84 heridos. La policía relacionó aquello con la detención de los etarras, que convenientemente interrogados explicaron que en Madrid tenían una cabeza de puente que ellos llamaban “La loca”, “la tupamara” y “Vitia” [se trataba de Eva Forest]. Y que habían estado en Madrid y ella les había alojado en pisos francos. Uno de ellos era el mío.
¿Cómo se fraguó el atentado?
La llamaron operación Caperucita Roja porque era meterse en la boca del lobo. Convenció a la cúpula etarra, que estaba en Burdeos, que después del asesinato de Carrero Blanco, que había sido una acción tan exitosa, había que hacer otra todavía más espectacular. ¿Qué podía ser? Volar la Dirección General de Seguridad en Madrid. Forest realizó una prospección, pero la vigilancia era férrea. Entonces se percató de que los policías iban a la cafetería Rolando, que estaba enfrente. Cuando llegaron los activistas de Francia, los llevó a ver la cafetería y al día siguiente colocaron la carga. Nosotros estábamos en Barcelona completamente en la inopia.
¿Cómo se produjo su detención?
El 16 de septiembre, tras interrogar a los etarras, la policía detuvo a Eva Forest. Le abrieron el bolso y, entre otras muchas, sacaron las llaves de mi casa. “Son de la casa de Lidia Falcón y Eliseo Bayo”, contestó. Inmediatamente llamaron a la Jefatura de Barcelona para que nos detuvieran. Después de registrar mi despacho sin encontrar nada, a la una de la madrugada nos metieron en dos coches. Eliseo y mi hija en uno. A mí en otro. Mi hijo, que tenía 16 años, lo detuvieron y lo tuvieron tres días en la Jefatura de Barcelona. No nos dijeron adónde nos llevaban ni porqué. Condujeron toda la noche y casi a las 10 de la mañana llegamos a Madrid, a la Dirección General de Seguridad. Como entrabas por la calle del Correo, vi la cafetería destrozada. El edificio estaba en ruinas. Entonces sí que pensé que nos matarían.
¿Relacionó su detención con el atentado?
Aún no. Pero teníamos mucha inquietud. No sabíamos nada. Ni que habían detenido a Eva. Primero me bajaron a los calabozos, que eran medievales, auténticas mazmorras, sótanos de piedra con arcos. Había arriba un tragaluz por el que veías la calle y los pies de la gente. En la primera celda estaba Eva. Con una alegría sin igual me dice: “Pero Lidia, ¿qué haces aquí? Tú no tienes nada que ver con esto”. Tampoco sabía que ella estuviera relacionada con el atentado.
¿Cuándo lo supo?
Nos subieron a interrogatorios. La primera cosa es que aparece un policía enorme, un gigante, y dice: “¡Aquí está una de las asesinas!”. Y con una guía de teléfonos me da un golpe en la cabeza. Después me llevaron al médico. Dije que había tenido una pequeña inflamación hepática aquel verano. Acto seguido me pasaron al interrogatorio con Billy el Niño y el comisario Conesa y otro que no recuerdo. Todo parecía normal. Me sientan en una silla y me preguntan por Eva Forest. Siempre es larguísimo. Hay un reloj allí y vas contado los minutos. Mientras los entretienes va pasando el tiempo. Era una ingenua porque no tenían ningún tiempo tasado. Creía que respetarían el plazo de los tres días, pero estuve nueve.
¿Cómo era Billy el Niño?
Le gustaba pegar y gritar. Era el que actuaba. El comisario Conesa estaba sentado y miraba. Otro iba escribiendo. Billy me decía que mi hija, de 18 años, también estaba en los calabozos y que allí podía encontrar novio. Fue casi lo primero, el saludo. Al cabo de horas, me puso en pie y me cogió de un brazo y me sacudió. Eso fue después lo más visible, cuando era lo menos importante, porque una parte del brazo se me puso negra. El primer puñetazo fue al hígado. Cuando intenté protegerme, me cogieron los brazos y los sujetaron para darme más puñetazos en el hígado. Esto se prolonga un tiempo que ya ni sé. Cuando se cansaron, me ataron los brazos y me colgaron de algo que tenían allí preparado para seguir pegándome. El abdomen fue lo peor. Me rompieron algún músculo, alguna capa que protege el intestino. Una de las veces me desperté en el suelo. Me estaban echando agua. Y el médico me estaba tomando la tensión y decía: “déjenla descansar”.
¿Esto el primer día?
Esto se repite y se repite. Se cansan ellos. Los tres primeros días eran continuos. Después ya eran cuatro o cinco horas y te bajaban a la celda y te dejaban allí. No te daban nada de comer ni beber. Cuando pasaron los tres días y pensaba que todo acabaría, me suben y me encuentro con el juez militar. En vez de que te sacaran de la detención y te llevaran al juzgado, el juez se personaba allí.
Dice que Billy el Niño gritaba mucho. ¿Qué le decía?
“Asesina, nos has querido matar” y “estos monstruos que quieren deshacer España”. Era un gasto inútil. No sabía nada. Yo, desde luego, me vi muerta. Cuando perdía el conocimiento era estupendo. Cuando te despertabas y veías gritando a los tres, pensabas que no tenía fin. Eran impunes. Una de las veces ya no me pudieron subir andando y lo hicieron a rastras. Y ya no me colgaron porque casi no valía la pena. No tenían donde darme.
¿Qué secuelas le han quedado?
Al colgarme de los brazos se rompieron los tendones supra espinosos. Los dolores eran grandes. Los médicos no sabían qué hacer y optaron por las operaciones. Los tengo con muchas limitaciones. He hecho cinco años de rehabilitación. La primera operación fue a los dos años: tenía rotos unos tejidos, decían que era un hernia abdominal. De esa parte tengo tres intervenciones. La última, una cicatriz que va de lado a lado.
¿Por qué se decide ahora a contar todo esto?
Porque ha pasado el tiempo. Por consejo de algunos compañeros.
¿Se plantea repetir el testimonio ante la jueza María Servini y adherirse a la querella argentina contra los crímenes del franquismo?
Tendría que haberlo hecho ya. Debo hacerlo. Muchos compañeros han insistido y me han facilitado el nombre de los abogados. Lo haré en septiembre.
[Entrevista publicada originalmente en La Veu del PV]

Homenaje a los republicanos fusilados en Colmenar Viejo

Galería fotográfica del acto celebrado el domingo 15 de Junio en el Cementerio Viejo de Colmenar. Intervención de Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid


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Intervención de la compañera L.Carrera en nombre del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid:
Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid, - 16 junio 2014
En primer lugar agradecer vuestra presencia en este primer homenaje a los represaliados por el franquismo de Colmenar Viejo, homenaje que no hubiera sido posible sin el trabajo de los compañeros Roberto Fernández y Fernando Colmenarejo y sin la participación del 15M de Colmenar Viejo.
Hoy, una vez más, en ausencia de las instituciones del estado español, debe ser la sociedad civil organizada, la que rinda un cumplido homenaje a los que para el Foro por la Memoria son los verdaderos y principales héroes de este país, que no son otros que los represaliados del franquismo.
Hoy en particular, rendimos homenaje a los 107 fusilados por el fascismo entre los meses de abril y diciembre de 1939; cuyos restos descansan en las dos fosas comunes ubicadas en este cementerio.
Rendimos homenaje por ejemplo a: Eugenio Sanz Criado, de 37 años, jornalero de Colmenar Viejo y militante de la CNT; Martina Aparicio Bastero, de 32 años, ama de casa, o Luis Martín Moreno, de 39 años, jornalero de El Molar y militante de Izquierda Republicana, entre otros muchos.
En definitiva, ciudadanos y trabajadores que como cualquiera de nosotros luchaban por construir una sociedad mejor.
Los compañeros y compañeras a los que hoy homenajeamos, dieron su vida por las causas de la libertad y la democracia, por la justicia social, la fraternidad entre pueblos y por un mundo en paz.
Debemos tener muy presente que los compañeros y compañeras a los que hoy recordamos, se enfrentaron al fascismo pagándolo con su propia vida, y lo hicieron por un mundo mejor para ellos y también para nosotros.
Sin embargo, los represaliados del franquismo son los grandes olvidados de la supuesta democracia actual, pero ello no es casual, en la transición española hubo dos cuestiones que el franquismo consideró innegociables; una de ellas era la jefatura del estado, es decir, el sucesor designado por Franco, Juan Carlos I continuaría siendo jefe de estado con título de Rey; y la segunda de ellas la impunidad de los crímenes del franquismo, impunidad consagrada por la Ley de Amnistía del año 77.
Si las víctimas del franquismo a día de hoy siguen siendo sin ser reconocidas por el estado español, si siguen sin obtener justicia y reparación, es porque el franquismo sigue siendo legal, siendo buena prueba de ello, que la jefatura del estado ha recaído hasta el pasado 2 de junio en el sucesor designado por Franco.
Frente aquellos que dicen que la legitimidad de la monarquía española reside en el pacto constitucional del 78, desde el Foro por la Memoria decimos que esa afirmación es una falsedad. La constitución del 78, simplemente dio rango constitucional a la Ley de sucesión de la jefatura del estado del año 47, aprobada por las Cortes franquistas, ley por la que se instauraba la monarquía como forma de gobierno. De igual forma dio rango constitucional al nombramiento de Juan Carlos I como sucesor de Franco.
Como dijo el dictador cuando nombró su sucesor al entonces príncipe Juan Carlos de Borbón y Borbón: “Creo necesario recordaros que el reino que hemos establecido, nada debe al pasado, nace de aquel acto decisivo del 18 de julio, que constituye un hecho histórico transcendente que no admite pactos ni condiciones.”
Para concluir decir, que desde el Foro por la Memoria tenemos muy presente, que la mejor manera de enfrentar los problemas actuales que azotan al pueblo español en general y a la clase trabajadora en particular, es reconstruir el hilo rojo de nuestra memoria, de nuestra historia; es decir, recuperar la memoria democrática y antifascista de este país, tomar ejemplo de los compañeros y camaradas que hoy homenajeamos, porque en su legado hallaremos los instrumentos para afrontar los retos del presente y la guía que nos ha de llevar por el camino de la victoria.
¡Por el reconocimiento legal de la II República española!
¡Por la verdad, justicia y reparación para las víctimas del Franquismo!
¡Viva la República!
Cementerio Viejo de COLMENAR VIEJO, 15 de Junio de 2014
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