"LOS NIÑOS DE LA GUERRA CUENTAN SU VIDA, CUENTAN TU HISTORIA"
Una exposición que durante este mes de noviembre ha recibido múltiples visitas en este estupendo entorno que es el primer piso del Luzzy.
Desde 2010, en que la Asociación Memoria Histórica de Cartagena llevó a este mismo lugar la exposición sobre "LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA EN CARTAGENA", la mesa-
debate sobre ese mismo tema y la conferencia-homenaje a Miguel Hernández, el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy no había vuelto a albergar ninguna de nuestras actividades.
Este año, de nuevo, nos ha abierto sus puertas, las puertas de un edificio público del que expresamos nuestra satisfacción por haber podido utilizar.
Agradecemos a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena las facilidades que nos ha dado para la celebración de esta exposición, a la Asamblea Regional, el apoyo
recibido para su realización, a David Martínez Noguera, concejal de Educación, Cultura e Igualdad, su presencia y participación en las actividades, a María López Montalbán, Vicepresidenta de la Asamblea Regional, su apoyo y presencia en la inauguración de la exposición, y a Patricio Hernández, coordinador de Cultura del Ayuntamiento, su continua disposición para las gestiones que han sido necesarias para llevar a cabo esta empresa, una empresa próxima a culminar, y cuyo balance final consideramos altamente positivo.
La exposición, inaugurada el 4 de noviembre, con una gran asistencia de público, no se ha limitado a exponer una serie de paneles con fotografías y documentación para su visita, sino que a lo largo de estas semanas de duración, se ha extendido a una serie de actividades que, del mismo modo, han gozado de una gran receptividad por parte del público, como las dos
partes del homenaje a Federico García Lorca en el 80º aniversario de su asesinato, el concierto "EXILIO Y LIBERTAD" y la charla-coloquio "LOS NIÑOS DE LA GUERRA". Unas actividades interesantísimas y cuya repercusión ha sido enorme.
De relevante importancia los dos días que pasó en Cartagena Araceli Ruiz, la nonagenaria que salió de Gijón en 1937, huyendo de los horrores de la guerra, y que ha venido a nuestra ciudad, no sólo con la idea de participar en una
conferencia, sino de encontrarse con alumnos y alumnas de 4º de la E.S.O. y de 2º de Bachillerato para compartir con ellos los más relevantes detalles de la experiencia de su vida.
los IES Santa Lucía, Los Molinos, Politécnico, Juan Sebastián Elcano, Jiménez de la Espada e Isaac Peral, de Cartagena, así como María Cegarra y Sierra Minera de La Unión, fueron los centros que acudieron , con un número superior a 600 alumnos y alumnas, al encuentro con Araceli, a lo largo de tres sesiones durante los
días 17 y 18, que vino acompañada de Dolores Cabra, secretaria general de AGE (Asociación Archivo Guerra y Exilio), que en colaboración con la Fundación Nostalgia ha promovido esta exposición que, con carácter itinerante, recurre las ciudades de España y de los países europeos, y que se aspira llegar con ella a la ONU.
Araceli Ruiz, que consiguió volver a España en 1980, tras una azarosa aventura que la llevó desde España a distintas repúblicas de la antigua Unión Soviética, e incluso a Cuba, que pudo acceder a la formación de grado universitario gracias a su estancia en Rusia, que padeció durante la II Guerra Mundial los horrores y
padecimientos propios de un segundo conflicto bélico, que ejerció los más diversos trabajos durante esa época, que marchó a Cuba, como traductor, durante la crisis de los misiles y guarda un emocionado recuerdo del Che, que gracias a este último pudo encontrarse con sus padres tras casi treinta años de forzada separación, ha expuesto ante los chavales y chavalas de los centros de Educación Secundaria la riqueza de sus experiencias, ha comparado el éxodo que sufrieron los "niños de la guerra" a la
crisis de los refugiados del siglo XXI y ha pedido a su joven público que, como semilla del futuro que son, aprendan de los horrores y los errores del pasado y luchen para que situaciones como éstas no se vuelvan a repetir.
Han sido dos días intensos los de su estancia en Cartagena, dos días durante los que, aparte de las cuatro charlas impartidas al alumnado de los IES, ha visitado la ciudad, cambiado impresiones con miembros de la Asociación Memoria Histórica de Cartagena, así como con otras
asociaciones memorialistas de la región, como la Asociación Memoria Histórica de Murcia y el Ateneo Villa de Archena, que se desplazaron a nuestra ciudad para entrevistarse con ella.
Esta mujer infatigable se ha entrevistado con Rosa Peñalver, presidenta de la Asamblea Regional, ha concedido entrevistas a la prensa y la televisión, y ha finalizado sus actividades con la conferencia que impartió el viernes, día 18, por la tarde en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy.
Araceli ha partido de regreso a Gijón fatigada pero satisfecha, agradeciendo la oportunidad de su encuentro con tanta gente joven "Son el futuro
- repetía entusiasmada- ellos son los que tienen que cambiar las cosas".
Antes de su partida, ha destinado al memorial en honor a los republicanos fusilados el ramo de flores que recibió de esa gente joven, esos muchachos y muchachas de cuya compañía tanto ha disfrutado, que siguieron con enorme atención su relato, que le hicieron innumerables preguntas y pugnaron por quedarse con un recuerdo fotográfico de ella.
Folleto entregado por la Asociación en la exposición.
ASOCIACIÓN
MEMORIA HISTÓRICA DE CARTAGENA
EXPOSICIÓN
LOS NIÑOS DE
LA GUERRA CUENTAN SU VIDA
CUENTAN TU
HISTORIA
CENTRO CULTURAL RAMÓN ALONSO LUZZY
Esta exposición pretende recoger la historia del colectivo
de casi tres mil niños evacuados de la España leal hasta la Unión Soviética
durante la guerra civil, cuyas vidas y familias se vieron truncadas por las
crueles circunstancias posteriores.
Es un relato
en primera persona estructurado sobre dos ejes:
Las fotos
conservadas por el Centro Español de Moscú, o conservadas por los propios
niños, recientemente recuperadas por AGE y por la Fundación Nostalgia, y
depositadas, catalogadas y digitalizadas por el Arxíu Nacional de Catalunya.
Los
testimonios escritos de los propios niños recogidos en numerosas memorias, unas
publicadas, otras inéditas todavía, y el fondo documental conservado por los
niños y por el Centro Español de Moscú que recoge además numerosos testimonios,
correspondencia, informes de los maestros, etc. recuperados por la larga y
fructífera labor de trabajo entre estas cuatro entidades: Centro Español de Moscú, Archivo Guerra y Exilio, Fundación Nostalgia y
Arxiu Nacional de Catalunya
Esta propuesta no quiere reducirse a rememorar la fraternidad con la
que el pueblo ruso acogió a los niños evacuados de España durante la guerra
civil.
Para el público español, el enorme desconocimiento de estos hechos ha
sido hasta muy recientemente la norma social. Sólo las personas más o menos
cercanas a los hechos que se recuperan han podido hasta la fecha tener como
algo de su propia historia la historia de estos niños evacuados y sus
posteriores avatares. La exposición pretende incorporar este retazo de nuestra
reciente historia a la memoria colectiva y a la historia real de nuestra actual
ciudadanía.
En vista de estos factores es más importante profundizar en la visión
histórica, frente a otra más ideologizada, procurando dar una imagen centrada
en el drama personal y los durísimos condicionantes que las guerras en las que
forzosamente se vieron involucrados estos niños, y sobre el sentido de
identidad, y reducir a menor expresión, siempre inevitable, los aspectos más
tradicionalmente políticos o ideológicos.
ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS:
La guerra civil española de 1936-1939
estalló en medio de una Europa azotada por la crisis económica y la agitación
social producto de la radicalización de posturas de clase, en las que un
proletariado politizado se enfrentaba a una burguesía que se debatía entre la
impotencia y la inacción en el seno de unas democracias parlamentarias
debilitadas. La guerra civil española fue la primera explosión de esa profunda
crisis en la que estaba inmersa Europa que conduciría a la segunda guerra
mundial.
Esto explica, en gran parte, el impacto que
produjo en los distintos sectores de la opinión pública y entre los
intelectuales, así como las posturas tomadas por los gobiernos de otros países
que llevaron a una internacionalización temprana del conflicto.
La guerra presentó el carácter de guerra total.
Afectó a toda la población y constituyó para Alemania un teatro de ensayo de
principios y técnicas militares que luego utilizaría en los años de la segunda
guerra mundial, en especial los bombardeos a ciudades abiertas. En este marco,
los niños fueron los primeros afectados, pues nada más estallar la guerra miles
de hogares se deshicieron porque los padres se incorporaron al frente, tuvieron
que huir, sufrieron la cárcel o fueron fusilados. El desamparo en el que
quedaron ante estas situaciones se acentuó en las zonas cercanas a los frentes,
en donde pronto hicieron mella los bombardeos, la escasez de alimentos y las
enfermedades derivadas del hacinamiento y las malas condiciones higiénicas.
Refugios e interminables colas de personas en espera de víveres se convirtieron
en imágenes cotidianas de estos niños de la guerra.
Las consecuencias de una guerra en la
demografía de un país no sólo tienen su reflejo en las muertes violentas ocasionadas
por las operaciones militares, los accidentes o la represión. La guerra lleva
consigo otros azotes que inciden fuertemente en la población civil. El hambre,
la falta de higiene, de atención sanitaria, las enfermedades; son plagas que
afectan sobre todo a los niños- A esto debemos unir los traumas psicológicos
que sufrieron muchos de los niños y niñas, las secuelas de los accidentes
bélicos y las enfermedades contraídas por la carencia de lo más elemental. Todo
ello afectó en mayor grado a los menores de la zona republicana obligados, por
la propia evolución de la guerra, a continuos desplazamientos a otras zonas del
país o a la evacuación al extranjero ''. Desde el principio de la guerra las
ofensivas del ejército de Franco llevaron a un repliegue continuo de unidades
militares republicanas y de contingentes de población civil a zonas todavía
controladas por el gobierno de la República.
Las consecuencias de estos movimientos de
población los sufrieron en mayor medida las mujeres y los hijos de los
combatientes. En los grandes núcleos urbanos de Madrid, Valencia y Barcelona se
habilitaron refugios para acogerles sostenidos por asociaciones humanitarias o
por aquéllas creadas por los propios grupos políticos y sindicales. También
desde los primeros días se empezaron a producir contingentes migratorios. La
primera salida de población hacia la frontera con Francia se produjo a fines de
agosto de 1936 con el inicio de la batalla final de Irún. Eran en su mayoría
mujeres, niños y ancianos. En octubre de 1936 al comenzar el asedio de Madrid,
se creó, por un decreto de la Presidencia de la República, un Comité de
Refugiados integrado por distintas instituciones y partidos políticos, con la
misión de organizar la evacuación de población civil.
Esta primera evacuación desde Madrid se
dirigió hacia zonas de Levante. Unos niños iban con sus madres, hermanos,
abuelos..., pero otros ya partían solos al cuidado de miembros de distintos
organismos de ayuda.
Las sucesivas derrotas que a lo largo de
1937 sufrió el ejército republicano, sobre todo en el frente norte, condujeron
a evacuaciones masivas de niños procedentes de diferentes lugares de España
tanto a la región mediterránea de Levante y Cataluña como al extranjero. Con el
fin de canalizar todos los problemas derivados de la evacuación, el Ministerio
de Instrucción Pública creó, en el mes de marzo, la Delegación Central de Colonias
que contemplaba todos los aspectos del proceso desde la salida de los niños de
los puntos de origen, hasta su instalación en colonias colectivas o en régimen
familiar en los lugares de acogida, así como las cuestiones derivadas de su
necesario mantenimiento y educación. A la vez que se producía este asentamiento
de niños en colonias en diversos puntos de la España republicana, a lo largo de
1937 se organizaron una serie de expediciones hacia varios países. En unos
casos fueron los gobiernos los que se ofrecieron a acogerles, pero la ayuda
vino en gran medida de asociaciones humanitarias, grupos religiosos (los
cuáqueros) y organismos políticos y sindicales apoyados en cada caso por
amplios sectores de la opinión pública. La ofensiva del ejército de Franco
sobre el frente norte en la primavera de 1937 con los continuos bombardeos y
bloqueo de las poblaciones aceleró el
proceso de las evacuaciones. Como recuerda Alberto Onaindía:
“Era
tanto el horror que causaban, sobre todo en los ancianos, mujeres y niños,
estos bombardeos aéreos contra ciudades abiertas, que los padres de familia
demandaban y urgían a las autoridades del Gobierno de Euzkadi adoptar una
política de evacuación, con el fin de poder salvar la vida de los no
combatientes”.
Los bombardeos de las ciudades vascas en la
primavera de 1937, en especial de Guernica el 26 de abril, atrajeron la
atención de la opinión pública internacional en la que empezó a calar el lema
insistentemente repetido entonces de «Ayudad
a los niños de España». Así, en colaboración con la política que el
gobierno de la República y los gobiernos autónomos vasco y catalán desarrollaban
en este ámbito, se crearon comités de ayuda en distintos países. Uno de éstos
fue el «Comité d'Accueil aux Enfants d'Espagne» con sede en París. Se creó por
iniciativa de la Confédération Genérale du Travail y tuvo sus primeras
reuniones en noviembre de 1936. Actuaba en contacto con el gobierno español y
atendía a los niños desde el punto de partida hasta el lugar de destino. Los
niños iban en grupos acompañados por maestras y personal auxiliar. El primer
destino eran los campos de selección (camps de triage) donde se les distribuía
para su posterior emplazamiento en familias o en colonias colectivas. También
servían para acoger a los niños en tránsito hacia otros países como Bélgica o
Suiza.
En colaboración con el gobierno autónomo de
Euzkadi, el Comité participó en sucesivas evacuaciones de niños vascos entre
marzo y octubre de 1937 desde los puertos de Santurce y Bilbao y, tras la caída
de esta ciudad, desde Santander. Una primera expedición fue la que se organizó
en marzo de 1937 en la que 450 niños vascos fueron alojados en la colonia «Casa
Dichosa» de la isla de Olerón en Francia. En los meses siguientes fueron varias
las expediciones de niños procedentes de distintas zonas de la España
republicana a Francia, que fue el país que acogió en todo momento un mayor
número de refugiados españoles y entre ellos de niños. Además de Francia otros
países recibieron a niños refugiados. El 21 de mayo de 1937 partió del puerto
de Santurce una expedición a Gran Bretaña integrada por cerca de 4.000 niños
vascos. Para acogerlos se creó el «Basque Children's Comittee» presidido por la
duquesa de Atholl.
También a Bélgica, Dinamarca, Holanda y
Suiza fueron niños. Otros países como fue el caso de Suecia sostuvieron varias
colonias en suelo francés.
Junto a estas expediciones específicas
organizadas por el gobierno autónomo vasco y motivadas por la caída del frente
norte, se llevaron a cabo otras evacuaciones de niños procedentes de distintos
puntos de España y también de Euzkadi.
A la Unión Soviética fueron cerca de 3.000
repartidos en cuatro expediciones. La primera salió de Valencia el 21 de marzo
de 1937 con 72 niños de los que 50 procedían de Madrid. En agosto inauguraban la
primera Casa de Niños Españoles en Moscú. La segunda expedición partió del
puerto de Santurce el 13 de junio. La formaban 1.495 niños en gran parte
vascos. La tercera salió del puerto de El Musel (Gijón) el 24 de septiembre con
1.100 niños, casi todos asturianos, vascos y santanderinos que estaban alojados
en orfanatos. La evacuación de estos niños fue organizada por la Consejería de
Instrucción Pública del Consejo de Asturias y León. Una cuarta se formó a
finales de octubre de 1938 con 300 niños procedentes de Aragón y de la zona
mediterránea. Una última expedición a la que vamos a referirnos es la de los
llamados «niños de Morelia». Constituyeron el primer contingente de refugiados
que llegó a México. Con el apoyo del gobierno presidido por Lázaro Cárdenas. El
continuo avance del ejército de Franco a lo largo de 1938 fue agravando el
problema de las evacuaciones. Las caídas de los distintos frentes replegaban a
grandes contingentes de población hacia un territorio en poder del gobierno de
la República cada vez más menguado. Estas continuas oleadas de refugiados
desbordaban todas las previsiones en cuanto a acogida e instalación y, como es
lógico, afectó duramente a los niños. Muchas colonias de Levante y Cataluña
tuvieron que convertirse en meros refugios donde el hacinamiento de sus
moradores impedía desarrollar la labor asistencial y educativa para la que
habían sido proyectadas. Por otra parte, en las ciudades y sobre todo en
Barcelona, se endurecieron las condiciones de vida, lo que se tradujo en un
considerable aumento de las enfermedades infantiles.
En esta situación crítica las Brigadas
Internacionales habían creado en Barcelona un Comité pro-niños españoles que,
entre sus actividades, estaba la de sostener comedores infantiles. Como
recuerda una doctora que acompañaba a las Brigadas ":... hemos visto que hay miles y miles de niños españoles que
sufren tanto por los bombardeos como por las privaciones. Sobre todo los
pequeños que han perdido sus familias y sus hogares y que se ven en el trance
de vivir en casa de refugiados, están a menudo enfermos por falta de comida y
de higiene.
Nosotros,
los médicos, hemos organizado ambulatorios para los niños en todos los Centros
en que trabajamos y los vacunamos para protegerlos de las enfermedades
infecciosas y los curamos de las afecciones de la piel, de los oídos y dientes,
etc… Cuando vamos por las calles y vemos a uno de nuestros pequeños clientes
con sus ojos brillantes, libres ya de toda inflamación y su brazo levantado
para el «Salud», nos sentimos felices de haber ayudado a un futuro ciudadano de
la España libre”.
De los refugiados que pasaron a Francia unos
170.000 eran mujeres, niños y ancianos (a primeros de marzo de 1939). De otro
lado, en ningún momento se produjo la existencia simultánea de esa cifra global
de refugiados, pues las repatriaciones fueron constantes. Entre el 1 y el 19 de
febrero de 1939 volvieron por Irún 1.114 niños y las repatriaciones en masa desde
Francia empezaron poco después de terminar la guerra civil. En agosto de 1939
ya habían regresado unas 250.000 personas, de las que una mayoría eran mujeres
y niños. Los primeros momentos en Francia fueron muy difíciles no sólo por las
condiciones materiales de la acogida, sino también por el rechazo de los
sectores más conservadores de la opinión pública hacia los «rojos» españoles.
Hubo mujeres y niños en los campos de internamiento como fue el caso del campo
de Argèles, pero la mayor parte fueron distribuidos, desde los campos de
selección, a distintos puntos del país donde eran acogidos en improvisados
refugios. Muy pronto, sin embargo, se verían inmersos en la 2ª guerra mundial y
obligados una vez más a huir bajo los bombardeos y a sufrir las privaciones que
toda guerra lleva consigo.
Aunque el Gobierno de Franco supeditó, en
las semanas siguientes a la finalización de la guerra, el retorno de los
refugiados desde Francia a los acuerdos que estaba negociando con el gobierno
francés, lo cierto es que con respecto a los niños, ya desde 1937 se había
creado, con el fin de encauzar todo lo
relativo a las repatriaciones, la Delegación
Extraordinaria de Repatriación de Menores dependiente de la Delegación
Nacional del Servicio Exterior de FET y de las JONS. Su objetivo era localizar
a todos los niños y niñas expatriados y procurar su retorno a España, pero en
esta tarea tropezó con grandes obstáculos debido principalmente al rechazo de
padres y familiares directos para hacer la oportuna solicitud de reclamación, así
como a las trabas que pusieron los gobiernos de algunos países y la propia
colonia de refugiados españoles residente en ellos. Según un informe sobre la
labor desarrollada por la Delegación de Repatriación de Menores, a la altura de
noviembre de 1949 el número global de niños y niñas que habían sido expatriados
alcanzaba la cifra de 32.037. En cuanto a las repatriaciones «perfectamente
controladas» por la Delegación ascendían a 20.266.
Los niños y niñas que retornaron a España
recién terminada la guerra civil se encontraron con un mundo muy diferente al
que habían dejado al marcharse. Siempre arrastraron el estigma de ser hijos de
«rojos» y sufrieron discriminaciones y rechazos por ello. A esto se unió el
desamparo de muchos por haber perdido a sus padres o por estar éstos
represaliados.
Hubo el caso de niños que, cuando estalló la
guerra, fueron dejados por sus padres al cuidado de familiares, reencontrándose
después en el exilio. También la infancia y adolescencia de estos niños quedó
marcada primero por haber sido «abandonados» y después porque se vieron
obligados a iniciar una nueva vida en otro país.
Las evacuaciones de niños al extranjero
durante la guerra se habían concebido con un
carácter temporal. Al cambiar la situación, regresarían a España. En este
sentido, hubo países como Francia, Inglaterra o Bélgica que facilitaron el
retorno. No fue el caso de México y de la URSS, países que no reconocieron al
gobierno de Franco. De los niños de Morelia sólo regresaron 61. Hubo presiones
por parte de los refugiados españoles allí asentados para evitar este regreso y
tampoco el gobierno mexicano se mostró muy predispuesto al mismo. Esto, sin
embargo, no se contrapesó con una fácil integración de los niños. La mayoría
sufrieron grandes dificultades para adaptarse a la vida en México. Tampoco en
el caso de los niños y niñas evacuados a la URSS los españoles allí residentes,
muchos de los cuales eran dirigentes del Partido Comunista Español, facilitaron
el retorno a lo que se unió la actitud contraria del gobierno ruso. Sólo tras
la muerte de Stalin, en marzo de 1953, se iniciaron las negociaciones con el gobierno
español para el regreso a España o para la repatriación definitiva.
La primera expedición vino en 1956. Entre
los puntos de negociación entre ambos gobiernos estaba el que no fueran
considerados por el régimen de Franco como exiliados políticos, puesto que no
habían luchado en la guerra civil. Muchos de estos niños se integraron en la
sociedad soviética como profesionales cualificados, pero hubo bastantes casos
de inadaptación y de claro rechazo hacia la sociedad de acogida.
Exilio o retorno, lo cierto es que hubo una
generación a la que la guerra marcó de forma indeleble. Es también evidente que
los hijos de los perdedores fueron los más perjudicados porque debieron sufrir
las consecuencias de la derrota sin comprender el porqué de una guerra ni haber
participado para nada en ella. Los niños que no fueron repatriados tuvieron que
asumir, no teniendo clara conciencia de ello, la condición de exiliados.
Los más perjudicados por la separación
fueron los chicos de más de diez años. Estos pre-adolescentes o adolescentes
tuvieron grandes problemas para adaptarse en el país de acogida. Con todo, la
mayor parte de los niños y niñas que no volvieron, acabaron integrándose en el
país de acogida, aprendieron la lengua, fueron a la escuela y formaron un nuevo
hogar. Los que ya adultos vinieron a España buscaron en su mundo de infancia
aquellos elementos que les ayudaran a identificar sus raíces. Eran los
juguetes: tebeos, muñecas, soldaditos, recortables... que dejaron cuando
debieron partir. Algunos de estos «niños de la guerra» se quedaron, otros
continúan viviendo en el país de acogida porque en él ha transcurrido casi toda
su vida y porque allí están sus hijos y sus nietos que se sienten ciudadanos de
ese país.
ACERCA DE LA IMAGEN A OFRECER EN
ESTA EXPOSICIÓN:
El cuanto a la imagen que los niños tuvieron de su vida en la URSS no
debe en ningún caso confundirse con su visión de Rusia, ellos siempre han dicho
que del sistema soviético y del Partido Comunista Español tienen las ideas que
sean, generalmente críticas, pero que de Rusia y del pueblo ruso tienen la
mejor imagen del mundo. Son temas diferentes y su mezcla indiscriminada resulta
siempre distorsionante. Se presentan como algo claramente diferenciado los
problemas derivados del régimen soviético y de las posiciones respecto a ellos
mantenidas por la dirección del PCE, de las que tuvieron y tienen del pueblo
ruso.
El tema de la ocupación nazi de la URSS y su participación en la
resistencia junto a los pueblos ruso y ucraniano es quizás la otra gran clave
de gran parte de sus vidas, junto a la propia de la guerra de España. Eran
hijos de una guerra y se vieron protagonistas de otra todavía más cruel. Marcó
sus vidas de forma irreversible, tanto como su exilio, y se le da un tratamiento
preciso.
El retorno fue otra clave de sus vidas y no se refiere tanto a las
cuestiones burocráticas y políticas como a la tragedia del doble exilio.
La imagen de los niños hoy, es
una referencia no tanto a los niños en el año 2016, como a su etapa última en
Rusia y España. Se describe el proceso desde los años finales de los años setenta hasta la actualidad, y se cierra con el hoy y
el recuerdo de sus vidas sacrificadas de ciudadanos españoles y ciudadanos
rusos. La memoria no es ni de olvidos y problemas de adaptación, ni de
homenajes y fotos, sino de profundas realidades y vivencias personales que
hasta hoy se evidencian.