miércoles, 29 de junio de 2011

El precio de la memoria

El problema de fondo es que la Transición española surge de un pacto, no de una ruptura con la dictadura
Los padres de la Constitución

Gonzalo Boye. Público, 27 jun 2011  Cuando Baltasar Garzón lleva más de un año suspendido por intentar investigar los crímenes del franquismo, resulta conveniente recordar que, si bien su situación es única, lo realmente grave es el motivo de su persecución: la excusa es que ha tocado un tema tabú (la desmemoria sobre el franquismo), y la causa es su investigación de la corrupción. Tanto la excusa como la causa son graves y reflejan el mantenimiento de una situación indignante.
Tal cual decía hace escasas semanas el magistrado José Antonio Martín Pallín, “este proceso constituye una especie de aviso a navegantes en el sentido de ‘no saque usted demasiado la cabeza o el pecho porque puede pasarle como a Garzón”. Pues bien, hay temas en los que conviene no dejarse avasallar y sacar la cabeza, porque es hora de comenzar a revisar no sólo la Historia sino, incluso, el actual marco constitucional.
Represión Policial


La investigación pretendida por Garzón se encuadraba exclusivamente en el ámbito jurídico y, por tanto, tenía y tiene sus límites, que son los establecidos por el ordenamiento en su conjunto; aparte de esos límites, la misma debía ajustarse a determinadas normas procesales, que en todo momento fueron respetadas. Lo incomprensible es el resultado: una investigación judicial cuestionada y cuestionable en contra del investigador.
Por sorprendente que parezca, al mismo tiempo que a Garzón se le somete a proceso, surgen una serie de posicionamientos que pretenden reescribir la Historia, ya sea desde la perspectiva de la justificación de lo sucedido, sobre la base del “y tú más malo aún”, o desde una pretendida equidistancia, lo que en materia de derechos humanos es imposible, porque esa supuesta equidistancia es tanto como la negación de la justicia.
Lo más preocupante es que determinadas instituciones estén generando materiales divulgativos que no sólo adulteran la Historia, sino que parecen servir de plataforma para justificar comportamientos que en cualquier Estado de derecho serían considerados terribles crímenes; surge así un proceso revisionista de la Historia como el que en algún momento, y por sectores marginales, se ha pretendido desarrollar en torno al nazismo, intentando restar culpa a Hitler o presentándolo como una víctima de su propio régimen.


martes, 28 de junio de 2011

¿Qué hacer con los símbolos franquistas?

Vuelve el debate sobre los monumentos de carácter apologético: mantener, retirar o reinterpretar

Este monumento conmemorativo de la batalla del Ebro en Tortosa es el más grande de los que hay en Catalunya V. Llurba






 Cultura | 27/06/2011 – NÚRIA ESCUR

En 2004 el Parlament de Catalunya decidió por unanimidad retirar los símbolos franquistas | Jordi Guixé: “La simbología franquista se erigió para honrar valores fascistas y autoritarios” | Entre placas de viviendas, símbolos o monumentos quedan todavía más de 3.000 | Ricard Vinyes: “Derribar un monumento no es acabar con el patrimonio”
El ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, anunciaba recientemente que las familias que lo soliciten podrán exhumar los restos de parientes fallecidos en las fosas comunes del Valle de los Caídos. Pero seguirá en pie su Gran Cruz. En las dictaduras que ocuparon el siglo XX, especialmente en las de carácter totalitario, la simbología tuvo un papel importante, definitivo, en las políticas de memoria, propaganda y construcción. En las sociedades europeas que sufrieron el fascismo, la simbología de carácter apologético fue luego eliminada de los espacios públicos aunque algunas construcciones emblemáticas han sido preservadas o convertidas en centros de interpretación.
¿Qué hacer con esos monumentos? ¿Retirarlos, mantenerlos, derribarlos o reinterpretarlos? Un debate que vuelve a la palestra con reflexiones como Asalto a la memoria. Impunidades y reconciliaciones, símbolos y éticas (Los Libros del Lince): una crítica razonada, recién publicada, sobre leyes y actitudes que construyen lo que su autor ha querido llamar el “modelo español de impunidad”. Su autor, el historiador Ricard Vinyes, profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona, se pregunta, por ejemplo, entre otras cosas ¿por qué el Estado mantiene en pie el Valle de los Caídos sin intervención que limite su existencia como parque temático centrado en el triunfo del crimen político? ¿Existe algún modo de mantener la memoria histórica más allá de la simple ocultación de ciertos monumentos?
Los monumentos forman parte del universo simbólico de una sociedad. Es decir, un sistema de comunicación de principios morales. Y –como explica Vinyes– está hecho con expresiones destinadas a articular un relato que actúe de tótem ético para la sociedad: ensalzar valores sintetizados bajo esculturas, lápidas, monumentos, edificios, conmemoraciones, condecoraciones…
“Por este motivo, cuando la sociedad sustituye una dictadura por el Estado de derecho (o al revés) los símbolos que constituyen ese universo del régimen dictatorial pierden su semántica, su contenido, su sentido; quedan como restos muertos que sólo pueden interpretar los iniciados si bien pueden generar, aún, numerosos conflictos”.
En octubre del 2004 el Parlament de Catalunya decidió por unanimidad retirar todas las placas, monumentos y símbolos franquistas. Para la mayor parte de los expertos consultados, retirarlos no es un gesto arbitrario. “Se retira la expresión de unos valores que la sociedad –o una parte– ya no quiere y rechaza”. Estas sustituciones se producen en todo el mundo cuando la sociedad se dota de valores distintos a los que imperan. “Que eso cuase conflicto depende de cuál haya sido el proceso social en el que se ha producido el cambio de régimen”, añade Vinyes.


lunes, 27 de junio de 2011

Marina es raíz, viento y gloria

La memoria es condición necesaria para la construcción del futuro, previene las arbitrariedades y suministra criterios morales
Marina Ginestá, la jovencísima miliciana en la azotea del Hotel Colón de Barcelona


Colectivo Puente Madera. La Verdad, 22.06.11 El Colectivo Puente Madera está formado por Elías Rovira y Javier Sánchez
El verano no ha llegado, pero ya está aquí. No ha sido el solsticio pero ya es el calor, la basca, la modorra que reblandece las neuronas y ralentiza el pensamiento y la voluntad. Hasta leer puede ser una tarea titánica. Por eso hemos abierto uno de los tomos de la serie La mirada del tiempo que hace años publicó El País, una cosa muy llevadera para este tiempo: mucho “santo” y poca letra. Ante nuestros ojos desfila, de repente, el gran teatro del mundo, o, mejor dicho, el gran teatro de España, con sus miserias y sus grandezas… bueno, no nos engañemos: sobre todo con sus miserias, porque, asfixiadas las grandezas colectivas por las botas de los militares, sólo quedaron las grandezas imperiales, que como todo el mundo sabe no son más que escoria fascista.
Ah, pero de entre todas las imágenes una nos mira a la cara, clava sus ojos en los nuestros y nos interpela: “Eh, vosotros, ¿qué hacéis? ¡Levantaos del sofá! ¡La República está en peligro!” A esa chica ya la habíamos visto otras veces. Se trata de Marina Ginestá, la jovencísima miliciana que posa en la azotea del Hotel Colón de Barcelona, el pelo mecido por la brisa, el gesto enérgico, la sonrisa confiada y la mirada cómplice. Ya habíamos visto a esta chica, militante de las Juventudes Socialistas Unificadas, pero nunca antes nos había transmitido una sensación tan abrumadora de libertad. Quizá se deba a que las páginas adyacentes se encuentran plagadas de clérigos preconciliares saludando con el brazo en alto y generales machistas y sangrientos. El caso es que, de inmediato, sentimos la necesidad de saber más acerca de ella. ¿Habría sobrevivido a la guerra? ¿La capturaron las tropas rebeldes? ¿Desapareció para siempre? Por internet nos informamos de que Marina trabajó aquellos años como periodista, que se exilió en Francia hasta que llegaron los nazis, lo que le obligó a huir a México, para pasar después a la República Dominicana y Venezuela y acabar viviendo en París, donde reside actualmente.
Marina, por lo tanto, vive. Y evidentemente vivirá para siempre en esa foto adolescente que es como una celebración exultante de la libertad y la dignidad. Este fin de semana pasado cientos de miles de personas se echaron a la calle para reclamar esa misma dignidad. Han pasado 75 años y los Junker alemanes no bombardean el corazón de nuestras ciudades, pero nuestra democracia padece ahora el acoso de sutilísimos mecanismos financieros y espurias prácticas políticas. Los totalitarismos sufren mutaciones, igual que los virus, y ahora no se camuflan tras la voz aflautada de ningún caudillo, ni tras el gesto grandilocuente de ningún fuhrercito, sino tras los formulismos tecnocráticos de los mercados. Cambia el formato, no el objetivo, que siempre es el mismo: defender los privilegios de los poderosos y ahogar la voluntad real del pueblo. Eso es la esencia de todos los fascismos. Por eso, consideramos que el movimiento del 15-M debe construirse a partir de la memoria histórica. No se puede luchar por la democracia real sin recordar a las miles y miles de personas que, como Marina Ginestá, combatieron por un mundo más justo sin pedir nada a cambio. Han sido muchos los que han padecido persecuciones, torturas, vejaciones, desarraigo&hellip defendiendo cosas muy parecidas a las que ahora se reclaman en calles y plazas. A veces, cuando los indignados abuchean a algunos políticos, no son conscientes de que quizá estén insultando a personas que ya exponían su seguridad o su bienestar individual bregando contra la dictadura mucho antes de que a ellos les cambiasen el primer pañal. No, ningún mindundi tiene derecho a zarandear a Cayo Lara.
La memoria es condición necesaria para la construcción del futuro, previene las arbitrariedades y suministra criterios morales. Cometeríamos un grave error si olvidásemos a hombres y mujeres que, como Marina Ginestá, constituyen nuestra raíz, siguen proporcionándonos el viento de la libertad y nos recuerdan que una derrota no impide seguir soñando con la gloria.
http://www.laverdad.es/albacete/v/20110622/opinion/marina-raiz-viento-gloria-20110622.html

domingo, 26 de junio de 2011

Rescatar del olvido

lunes 20 de junio de 2011

Nadie escapó a la emoción que ayer se vivió en el alto de Igal-Vidángoz, donde todos los años desde hace ocho, se vive una entrañable jornada para recordar la cautividad y la represión sufrida de los 2.354 esclavos del franquismo que hicieron la carretera entre los años 1939-1941, y brindar un homenaje a ellos y a sus familiares que sufrieron castigos, penurias, y la incertidumbre de no saber de sus seres queridos.
Y como la vida pasa, los protagonistas de aquella crueldad se van marchando. Setenta años más tarde, su presencia se resiente en el alto. Ayer participaron en el acto: Luis Ortiz Alfau, de Bilbao, de 95 años, que vivió en su piel dos de trabajos forzados. Marce Melgar, compañera de José Luis Múgica, del mismo batallón que Luis, recién cumplidos los 94. De la Asociación de familiares de Fusilados y Desaparecidos de Navarra acudió Josefina Lamberto, a quien la guerra le arrebató a su padre y a su hermana, Maravillas, en Larraga, en 1936.
Resultaba del todo imposible escuchar sus testimonios y contener la emoción, emoción que marcó la mañana de ayer de forma especial en la despedida de dos luchadores por esta causa: Juantxo García de Azilu (Memoriaren Bideak) y Álvaro Fernández, (Colectiu Baix Llobregat. Dos personas que trabajaron en el mismo tiempo para rescatar esa parte de la historia silenciada, y que se han ido a la vez.
Para todos ellos los sonidos del txistu de Santi Begiristain y Kepa Vales, las notas amigas de Xabier Barriola y del cantautor, Fermín Valencia, cuya potente voz se quebró, tal vez por el recuerdo del amigo y la presencia de Josefina Lamberto. Ayer en el alto de Igal, ante unas trescientas personas, se escucharon también saludos internacionales, desde Colombia; de Cataluña se oyó la voz de familiares de Pepe Barajas, del Colectiu Republicá del Baix Llobregat, representantes de la plataforma, Lau Haizetara Gogoan, del Autobús de la Memoria, al bertsolari, Aimar Karrika, y la lectura del comunicado de Memoriaren Bideak, a cargo de Amaia Larumbe y José Mari Jimeno, en el que denunciaron la represión sufrida , la falsa democracia y expresaron el rechazo a la monarquía, sin olvidar la importante labor de los amigos, Juantxo y Álvaro. A continuación, se hizo entrega a Ana Barrena, compañera de García de Azilu, una escultura de Joseba Burusko, en nombre de Memoriaren Bideak y Hutsarte.
Tras ellos desgranaron sus dolorosos recuerdos, Luis Ortiz, Marce Melgar y Josefina Lamberto. Las hijas de Txomin Uriarte, prisionero y expresidente de Ahaztuak, de Bakio, cantaron el tango que los prisioneros entonaban cuando recobraban la libertad. Flores, agradecimientos y recuerdos de los ausentes, entre ellos del prisionero Félix Padín, que un día escribiera: "No llegaron a matarnos la moral, ni a perder dignidad. Hemos seguido tiesos". Tiesos para contar, para que no se olvide y nunca se repita.