viernes, 28 de enero de 2011

Respuesta a la petición de retirada de medalla de oro a Franco (2009)

Añade el Sr. Martínez Muñoz que el buen nombre y el honor de la ciudad no puede ir por más tiempo ligado al nombre del dictador Francisco Franco Bahamonde.
Es necesario reparar ya esta afrenta y por ello para el grupo municipal socialista hay razones contundentes para revocar o en su caso declarar nulo el acuerdo del pleno extraordinario de 18 de mayo de 1945, presidido por el alcalde D. Manuel López de Andujar, por el que se creó la medalla de oro de la ciudad y se decidió por unanimidad poner la primera medalla a Francisco Franco Bahamonde, como expresión de respeto, gratitud y lealtad inquebrantable a su persona, con motivo de la venida y abastecimiento de las aguas del río Taibilla, obras que se desarrollaron durante la Segunda República, y a las que contribuyeron en su finalización los presos políticos, que trabajaron como esclavos y que el verdadero motivo de su venido fue surtir a la base naval.
Después de varios desprecios el Generalísimo tuvo a bien venir a recoger la medalla de oro, que se le impuso en este mismo salón, remozado al efecto, el 7 de abril de 1957.
Insiste una vez más en el cumplimiento de la ley 552/2007, y pone un ejemplo tan evidente, porque creen que el Partido Popular necesita una didáctica muy clara, para que entienda que mantener los símbolos franquistas sólo lo defienden los franquistas.
Por ello, les preocupan las palabras del Sr. Cabezos en este pleno el día 1 de diciembre de 2008, cuando dijo que “la peor época de este país es desde el siglo XIX en adelante, es decir, desde las guerras carlistas, pasando por la Segunda República y llegando a la Guerra Civil. De ahí solamente se puede hablar de asesinatos, de gobiernos incompetentes, de demostrar lo que es capaz el ser humano de uno y otro bando”. Como se puede comprobar. el Grupo Popular condena el gobierno democrático de la Segunda República, a la vez que omite condenar 40 años de dictadura, gobiernos corruptos, humillaciones, vejaciones, violaciones, torturas, procesos y fusilamientos que nos causaron los denominados salvadores de la patria.
Le parece bien que el Sr. Cabezos se manifieste públicamente contrario a la dictadura de Castro, pero no entiende su silencio elocuente sobre la dictadura de Franco.
La petición de revocación se sustenta en tres motivos esenciales:
primero, es conforme con el precepto legal de obligado cumplimiento para el Ayuntamiento, a tenor de lo dispuesto en el artículo 15.1 de la ley 552/2007;
segundo, es imposible encontrar en la historia de España una sola persona en la que conste en su currículum más crímenes y deméritos que los que se dan en este personaje siniestro. Es un insulto para los Concejales demócratas mantener la máxima distinción de este sátrapa. Concurre en Francisco Franco Bahamonde multitud de hechos, cada uno de los cuales sería motivo por sí para revocar la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad.
Está previsto en el artículo 28 del Reglamento actual de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Cartagena, revocar la concesión cuando se den, al menos en el titular, algunos de los casos siguientes: condena por algún hecho delictivo, realización de actos contrarios al municipio de Cartagena, realización de manifestaciones contrarias al municipio de Cartagena.
Son innumerables los hechos delictivos de su excelencia, como máximo responsable de la rebelión contra el gobierno democrático de la Segunda República y como Jefe de Estado de la dictadura española. Por el delito de rebelión fue condenado por el gobierno legítimo de la república y por organismos internacionales, aunque por suerte para él, y por desgracia para los demócratas, como ustedes y nosotros, no fue procesado ni cumplió ninguna condena.
Entre las condenas internacionales citamos la resolución 39 (I) de la Asamblea General de la ONU de 12 de diciembre de 1946, que decía “De acuerdo con su origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen fascista basado en el modelo de la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini, y en su mayor parte establecido con resultado de la ayuda recibida de los mismos”; o la declaración del Consejo de Europa, de 17 de marzo de 2006, que condenó a la dictadura franquista (recomendación 1.736) con la siguiente mención “65.Psiquiatras militares efectuaron experimentos sobre presos para identificar los genes rojos”.
Es el máximo responsable del genocidio de Cartagena, entre los años 36 y 45, en El Carmelo murieron 1.304 personas de ambos bandos de la guerra civil; la ciudad fue bombardeada en 117 ocasiones, varios cientos de personas tuvieron que exiliarse y al menos 30 cartageneros murieron en los campos de concentración nazis, ante la declaración de apátridas del gobierno de Francisco Franco. Acabada la guerra, al menos 11.424 cartageneros fueron sometidos a expediente de depuración político profesional; 4.976 fueron condenados a pena de muerte o prisión, de los que 225 fueron condenados a muerte, otros 49 murieron en las cárceles por enfermedad, malos tratos, palizas o suicidios. Su excelencia, no se caracterizó precisamente por su benevolencia y magnificencia de los cartageneros; sancionó el fusilamiento de 180 personas entre las que se encontraban los funcionarios de este ayuntamiento, D. Francisco Blázquez Sánchez, fusilado el 29 de mayo del 41, D. José Corbalán Madrid, fusilado el 4 de abril del 40, D. Diego Soriano Blanco y D. Juan Rodríguez Díaz, fusilados los días 8 y 13 de noviembre de 1939.
Como ejemplo de las manifestaciones contrarias al municipio de Cartagena, se pueden citar, por no extenderse, algunas de las frases que Francisco Franco dirigió a los congregados en la plaza del Ayuntamiento, denominada en aquel momento plaza del Generalísimo, por lo que cabe preguntarse que si fuimos capaces de retirar de la plaza el nombre de su excelencia qué inconveniente hay para retirarle la medalla de oro. Como decía desde el balcón principal del Palacio Consistorial, una vez que el Alcalde, D. Miguel Hernández Gómez, le impuso la medalla de oro de la ciudad“vosotros habéis visto en vuestra tierra la virtuosidad del Movimiento Naciona, no volverán a la España aciaga” Miles de cartageneros probaron en sus propias carnes la virtuosidad del Movimiento Nacional. En cuanto a su desprecio al sistema de partidos políticos cree recoger el sentir de todos los concejales demócratas al afirmar que se alegra por España de que no se cumpliera su vaticinio.
Tercero, la concesión no se ajusta a la legislación vigente, que cree que puede ser lo más importante y definitivo para solucionar este caso, tal y como consta en la exposición de motivos del reglamento actual de Honores y Distinciones, del que el ayuntamiento no dispuso hasta el año 1971, ajustado a la Ley de Bases de Régimen Local de aquellos años, por lo cual era requisito fundamental disponer del citado reglamento que además requería ser aprobado por el Ministerio de la Gobernación.
Es fácil concluir que el Ayuntamiento no estaba facultado para conceder la Medalla de Oro a Francisco Franco, por lo que se trata de un acto nulo de pleno derecho, de acuerdo al apartado e) del párrafo primero del artículo 62 de la ley de Procedimiento Administrativo del Régimen Jurídico Común que declara la nulidad de pleno derecho de los actos dictados prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente establecido o de las normas que contienen las reglas esenciales para la formación de la voluntad de los órganos colegiados.
Por lo que procede la revisión de oficio del acto nulo de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 102 de la Ley de Procedimiento Administrativo, que tal y como dispone es de aplicación pese al tiempo transcurrido. Por todo lo expuesto, hay motivos contundentes para que el buen nombre de la ciudad no siga ligado al de Francisco Franco Bahamonde, por lo que se propone que se revoque o se declare nula la concesión de la Medalla de Oro de Cartagena, que el pleno acordó el 18 de mayo de 1945.
Respuesta del Gobierno Municipal
Por el Equipo de Gobierno interviene el Sr. Cabezos Navarro, Delegado de Régimen General, manifestando que gracias al Sr. Martínez Muñoz y tras cinco o seis minutos de un discurso un poco espeso, le ha de decir que ha dormido hasta los muertos. El Sr. Martínez Muñoz ha dicho que Franco ha muerto, y los alumnos de la LOGSE se lo agradecen, porque no lo sabían, y los que lo sabían, también. Todos recuerdan con vergüenza las palabras de Arias Navarro, cree que es la sensación de vergüenza que tuvo el pueblo español cuando escuchó sus palabras diciendo aquello de “Españoles, Franco ha muerto” y lo dijo llorando. Cree que es la sensación más indigna o poco digna de un gobernante, y no porque los hombres lloren, que también lo hacen, sino por como lo dijo. Al margen de esa anécdota, y puede asegurar que nunca escucharán de su boca ninguna palabra en favor del carnicero de Málaga ni del Sr. Franco.
Piensa de los dos, para no ser políticamente incorrecto, que eran dos auténticos machos de cabras. Tiene clarísimo que todos los que están en este salón son demócratas y no tienen nada que ver con Franco. El se alegró cuando murió, y se alegró porque tenía 10 años y no fue al colegio. Pero hoy mismo en Cartagena puede asegurar que no se está preocupado por la figura de Franco, ni de la figura de otros muchos gobernantes que llenan las plazas y los pueblos de este país, que fueron indignos, que fueron unos sinvergüenzas, que fueron unos impresentables, pero lamentablemente esa es la historia de España, de todos los españoles, incluido Franco.
Hay gobernantes o monarcas que tenían que desaparecer de la historia de España, pero forman la historia de España. Qué persona más indigna fue Fernando VII y así se podría hacer una larga lista de nombres impresentables, que ojalá nunca hubieran gobernado este país, pero la historia está ahí, y él se queda con el día a día, con trabajar para lo que necesitan los cartageneros, porque a los cartageneros lo que pasó hace 63 años les trae una higa; porque lo que les preocupa es que se haga la peatonalización, que se esté trabajado por la mejora del transporte, por la mejorar del servicio del taxis, o de lo otras muchas cosas de las que se ha estado hablando aquí esta mañana.
Pero Franco, puede asegurar que les queda muy lejos, a pesar de su repulsa y de la de todos. Los que están aquí, la mayoría, pertenecen a la generación de la reconciliación y el pacto hacia el futuro, lo cual comparte plenamente y se queda con las palabras de Miguel Primo de Rivera y Urquijo, que le parece el mejor discurso que se hizo en ese inicio o camino hacia la transición; se queda con ese espíritu y supone que los que hoy le acompañan también. No hay que mirar hacia el pasado, a lo sumo nos podemos quedar con alguna serie que sale en la 1TV y que es estupenda y maravillosa, y podemos revivir los años 60 y70.
Tenemos que mirar hacia el futuro. Las personas que miran hacia el pasado continuamente es que tienen poca fe en el futuro, y este gobierno no está entre esos, pues creen en el presente y en el futuro de Cartagena, y es lo que están haciendo, trabajar por el futuro de Cartagena y de los cartageneros. Mirar hacia atrás no sirve de nada. Hay que dejar el pasado, que pasado está, con sus malos hechos y sus malos comportamientos.
El Sr Martínez Muñoz se comporta como Concejal de oposición hablando en este caso de cosas que pasaron hace 50, 60, 70 años, y la verdad es que cree que es una pérdida de tiempo. El Sr. Martínez Muñoz hace unos discursos espesos, y se pueden decir cosas más fuertes sobre Franco y sobre su dictadura en menos tiempo.
Tiene claro que en este gobierno, el de Cartagena, no se puede gobernar con gestos. Se está preocupado en gobernar y no mirar hacia atrás, porque con gestos no se come. Cree que es hora de gobernar y no de mirar hacia atrás, por lo que le pide al Sr. Martínez Muñoz que a partir de ahora haga un esfuerzo, porque con esa oposición realmente poca ayuda a gobernar, ni a su partido ni a los que están aquí. No a la urgencia de la moción.
Sometida a votación la URGENCIA fue DESESTIMADA por SEIS
VOTOS A FAVOR (Grupo Socialista, QUINCE VOTOS EN CONTRA (Grupo Popular) y DOS ABSTENCIONES (Grupo Movimiento).
Ciudadano).

martes, 25 de enero de 2011

Tiburones de Acero. La Guerra Submarina en El Levante Español (1914-1918) Autor: Ángel Del Río Pellón y Luis Miguel Pérez Adán


Edición: Primera
ISBN: 978-84-936502-6-1
Nº Paginas: 480
Tamaño: 16X23
Encuadernación: Rústica
Sinopsis: Durante la Primera Guerra Mundial las costas del levante español fueron escenario de una historia muy desconocida: la actividad de submarinos alemanes que, operando desde refugios secretos, acosaban el tráfico marítimo de esta parte del Mediterráneo. Fue un hecho del que quedó poca constancia por las consecuencias que pudo tener para España. Las autoridades de Marina consentían, o miraban para otro lado, cuando los submarinos del Káiser se reabastecían en los puertos españoles sobre todo en el de Cartagena. Los numerosos hundimientos en estas costas reflejan la intensa actividad desarrollada por estos “Tiburones de Acero” lo que provoco grandes dificultades a la diplomacia española que apunto estuvo de perder la beneficiosa neutralidad mantenida en este conflicto, una historia en la que se mezclan los momentos bélicos con un entramado de agentes secretos de los países contendientes que estuvieron actuando en nuestro país, dando lugar a intrigas donde los espías tenían como decorado las ciudades y costas levantinas.

sábado, 22 de enero de 2011

II Jornadas por la Memoria Histórica de Cartagena

Presentación del libro  


La Represión Franquista en Cartagena (1939-1945)

en el salón de actos de la UNED organizado
por la Asociación Memoria Histórica de Cartagena.


Autor: Pedro Mª Egea Bruno
Profesor de la Universidad de Murcia.  Historiador
Reedición de la publicación de 1987
El autor, Pedro Mª Egea Bruno con
Enrique J. Nicolás, Presidente MHC





Cuando la ciudad de Cartagena fue oficialmente ocupada, ya tenía perfectamente organizada la maquinaria jurídica para controlar la situación:
Los tres juzgados militares permanentes que se ubicaron en las Escuelas Graduadas de la Calle Gisbert se sumaron a los establecidos por las Autoridades de Marina, que además de un Consejo de Guerra Permanente, llegaron a dar vida a 57 juzgados instructores a las tres semanas de la ocupación.
La culminación de etapa más sangrienta, con las últimas ejecuciones, llevadas a cabo el 13 de enero de 1945, no supuso el final de la ruptura entre vencedores y vencidos, radical diferenciación reflejada incluso en los hábitos más cotidianos de la vida ciudadana.
En Octubre del 45 se cerró, de un modo más aparente que real, la represión, con un indulto total a los penados por delitos de rebelión militar, aunque por una serie de excepciones permaneció en las prisiones el 75 por ciento de los reos políticos.
Pero los cauces para reprimir cualquier intento de subvertir el nuevo orden siguieron abiertos.
Con estilo magistral, Pedro Mª Egea Bruno nos pone en contacto con la realidad del miedo y el silencio del día a día de los primeros años de la represión en Cartagena, del ambiente tenso en que no era de extrañar la aplicación de castigos infamantes, como el corte de pelo y empleo de aceite de ricino, y en cuyo fondo latían una serie de condicionantes religiosos derivados de la implantación del Nacional catolicismo. El resultado final no pudo ser otro sino el de la profundización en la ruptura.

Firma de ejemplares por el autor, al final del acto




 
Para conseguir ejemplares del libro ponerse en contacto:
Correo: amhdct@homail.com

viernes, 21 de enero de 2011

Crímenes del fascismo en la Guerra Civil Española . El bombardeo de Granollers de 1938.

Crímenes del fascismo en la Guerra Civil Española . El bombardeo de Granollers de 1938.

Caricatura de Mussollini engullendo a Franco, que apuñala a Granollers. Publicada en el libro Contro il fascismo. 50 anni di immagine satirico-politica nell mundo. Ed. Fratelli Fabbri. Torino, 1976. Fuente: Revista Foragitats
Capital de la comarca del Vallés Oriental (Barcelona), Granollers ha visto cómo la guerra ha ido aumentando los problemas y las dificultades de la ciudad, en especial a causa de tener que acoger a gran cantidad de evacuados y refugiados de muchos lugares del país que han huido de sus lugares de origen ante el avance de las tropas franquistas.
La ciudad no ha sido hasta ahora bombardeada pero muchos creen que no puede tardar mucho en serlo, ya que a pocos kilómetros la población de Mollet del Vallés ya lo fue en enero y la misma Barcelona sufre durísimos ataques aéreos desde marzo. El cerco se va estrechando.
Sin embargo hoy, 31 de mayo de 1938, es día de mercado como todos los martes. Muchos de sus 14.000 habitantes han empezado hace horas a trabajar, el que más y el que menos está ocupado en sus actividades cotidianas, otros hacen cola para conseguir el sustento diario, los niños están entrando en las escuelas, unos pocos miran los periódicos angustiados al leer las noticias de la guerra…

La Porxada de Granollers tras el bombardeo. El monumento más emblemático de la ciudad ,se construyó hacia finales del siglo XVI. Concebida inicilamente como lonja de grano, era el lugar donde tenía lugar el mercado de la localidad. Fuente: ADN.es Barcelona
Pasan cinco minutos de las 9 de la mañana cuando, sin previo aviso, una tormenta de fuego y destrucción se abate sobre la ciudad. Cinco aviones de la Aviazione Legionaria Italiana al servicio de Franco dejan caer su carga mortal sobre los indefensos habitantes de Granollers.
Sólo tardan un minuto en sembrar el terror. Ni una sola de las sesenta bombas que arrojan cae sobre los objetivos que pueden tener algún valor militar o estratégico: las vías del tren y la estación, la nave industrial donde se reparan motores de aviación, la central eléctrica, el puente sobre el río Congost…incluso el campo de aviación de La Garriga-Llerona situado a escasos cinco kilómetros de la población.
Por el contrario las bombas caen, desde una altura aproximada de 3000 metros, sobre las calles y las plazas del centro de Granollers: la plaza de La Porxada, donde se celebra el mercado, la plaza de Les Olles, la calle de Anselm Clavé…

Plano de Granollers. En rojo, los impactos del bombardeo del 31 de mayo de 1938. Fuente: Revista Foragitats.
Desprovista de defensa antiaérea y no funcionando las alarmas, la capital vallesana es cogida totalmente desprevenida.
El número de víctimas fue elevadísimo y aunque las fuentes difieren sobre el mismo parece ser que no bajó de 224 muertos y más de 700 heridos, muchos de los cuales tuvieron que ser evacuados a otras localidades para su hospitalización. Algunos cadáveres quedaron tan destrozados que no fue posible su identificación, ni siquiera el sexo o la edad. Buena parte de los heridos iban a a fallecer en las próximas horas o días.

En un principio el ataque se atribuyó a la aviación alemana, pero diversos archivos italianos a los que los investigadores han tenido acceso confirman que fueron aviones italianos los autores de la salvaje masacre.

Imagen del bombardeo de Granollers, tomada por uno de los aviones que participaron en el mismo. El óvalo remarca que las explosiones de las bombas se produjeron en el centro de la población, sin alcanzar ni uno solo de los posibles objetivos militares. Fuente: Revista Foragitats
La mayoría de los ataques aéreos que sufrió Cataluña durante la Guerra Civil fueron perpetrados por L’Aviazione Legionaria, nombre que recibió la aviación italiana adscrita al ejército sublevado. Sólo una parte relativa de los bombardeos fueron realizados por las fuerzas alemanas y españolas.
Entre la segunda mitad de agosto y principios de septiembre de 1936, la aviación italiana participó activamente en la ocupación de Mallorca, pieza clave para la estrategia militar contra Cataluña, con el claro objetivo de convertir la isla en su futura base aérea y puerta de entrada de los ataques de los sublevados en Cataluña. Una hora escasa de vuelo separaba las bases mallorquinas de sus objetivos catalanes.
La intervención de L’Aviazione Legionaria fue decisiva en el resultado final de la Guerra Civil, porqué supuso para el ejército franquista un salto cualitativo de su capacidad ofensiva.

Escuadrilla de Savoia-Marchetti SM-79, el bombardero italiano más importante de la G.C.E. y de la II G.M. Fuente: La Primera y la Segunda Guerra Mundial
El gobierno fascista italiano envió a España un total de 759 aviones, de los cuales, los más importantes fueron los Savoia SM.79, tan rápidos que no necesitaban ni los cazas de escolta para efectuar una media de tres misiones al día a plena carga. De este modelo eran los cinco aviones que dejaron caer sus bombas sobre Granollers.
Todos los diarios catalanes (La Humanitat, La Rambla, La Vanguardia, Las Notícias,…) se hicieron eco del cruel ataque. También la prensa extranjera, en especial la francesa (La Croix, L’Oeuvre, Le Figaro, Le Temps, L’Humanité) y la británica (The Times).
La aviación fascista italiana y la Legión Cóndor alemana habían inaugurado una nueva escalada belicista contra la población civil en el que la retaguardia se convertía en vanguardia.
Era éste un nuevo tipo de guerra que tenía entre sus objetivos el hundimiento moral de la población civil, algo desconocido hasta entonces. La República tuvo que enfrentarse pues a un nuevo tipo de guerra sin precedentes.

Unas personas contemplan los destrozos en los edificios de Granollers. Fuente: Revista Foragitats
Aún no se había inventado el radar, por lo que las autoridades republicanas de cada población no tuvieron otro remedio que impulsar la defensa pasiva de sus habitantes, construyendo a toda prisa refugios antiaéreos y colocando sirenas y alarmas que paliaran los efectos de tan devastadores bombardeos.
Ante la horrorizada protesta de la opinión pública extranjera, incluso del Vaticano, por los bombardeos contra ciudades indefensas, Franco no dejó nunca de afirmar en todo momento que sus ataques contra las ciudades no buscaban objetivos civiles sino militares.
De todos modos, el asunto quedó silenciado con la victoria de los franquistas: ya nunca nadie les exigiría responsabilidades por el crímen de lesa humanidad cometido en Granollers. (1)
Ni por el genocidio sistemático que ahora, ganada la guerra, se disponían a cometer contra su propio pueblo.

miércoles, 19 de enero de 2011

II Jornadas por la Memoria Histórica de Cartagena

La Represión Franquista en Cartagena (1939-1945)




ASOCIACIÓN MEMORIA HISTÓRICA DE CARTAGENA
PRESENTA EL LIBRO
LA REPRESIÓN FRANQUISTA EN
CARTAGENA (1939 – 1945)


Autor: Pedro Mª Egea Bruno
Profesor de la Universidad de Murcia.  Historiador
Reedición de la publicación de 1987


Cuando la ciudad de Cartagena fue oficialmente ocupada, ya tenía perfectamente organizada la maquinaria jurídica para controlar la situación:
Los tres juzgados militares permanentes que se ubicaron en las Escuelas Graduadas de la Calle Gisbert se sumaron a los establecidos por las Autoridades de Marina, que además de un Consejo de Guerra Permanente, llegaron a dar vida a 57 juzgados instructores a las tres semanas de la ocupación.
La culminación de etapa más sangrienta, con las últimas ejecuciones, llevadas a cabo el 13 de enero de 1945, no supuso el final de la ruptura entre vencedores y vencidos, radical diferenciación reflejada incluso en los hábitos más cotidianos de la vida ciudadana.
En Octubre del 45 se cerró, de un modo más aparente que real, la represión, con un indulto total a los penados por delitos de rebelión militar, aunque por una serie de excepciones permaneció en las prisiones el 75 por ciento de los reos políticos.
Pero los cauces para reprimir cualquier intento de subvertir el nuevo orden siguieron abiertos.
Con estilo magistral, Pedro Mª Egea Bruno nos pone en contacto con la realidad del miedo y el silencio del día a día de los primeros años de la represión en Cartagena, del ambiente tenso en que no era de extrañar la aplicación de castigos infamantes, como el corte de pelo y empleo de aceite de ricino, y en cuyo fondo latían una serie de condicionantes religiosos derivados de la implantación del Nacional catolicismo. El resultado final no pudo ser otro sino el de la profundización en la ruptura.
DIA: 21 Enero  2011
LUGAR: Salon de Actos de la UNED
HORA: 19.00 Horas
CARTAGENA

lunes, 17 de enero de 2011

MEMORIA DEL OLVIDO

Tras mi relato sobre Don Fernando, traigo a estas páginas este escrito que su nieta, mi prima Ángeles Soler Martínez, me envió acerca de su abuelo:
 
Pepa Martínez 17/01/2011
Eran los primeros años de la década de los sesenta y mi escasa vida transcurría entre la vitalidad de mi madre, la bondad de mi padre, tíos, primos y la casa de mi abuela María, la madre de mi padre.
Era en esa casa de pueblo con patio y jardín de crecimiento caótico, cuartos traseros llenos de polvo y olor a jazmín y caldo Maggi, donde transcurrían muchas tardes de domingo mientras mis padres iban al cine.
Mi abuela era un no parar, ni se sentaba para comer y la recuerdo siempre pelando alcachofas con los dedos agrietados y negros de tanta verdura pelada a lo largo de su vida; siempre reía y nos decía a los niños: chhhiiisss que los tites y el abuelo están comiendo; estos personajes eran para mí “los que vivían con mi abuela”, permanecían horas en sus habitaciones y comían en silencio dejando oír solamente el ruido que hacían al sorber el caldo de la ensalada.
El abuelo era tierno y tenía una triste sonrisa, casi nunca salía de la habitación y ya fuera verano o invierno, cubría su cabeza con una boina de lana negra y se abrigaba con una chaqueta de lana; desde su habitación dimanaban sus Mariiiiía, y acto seguido, mi abuela acudía con la comida, agua o cualquier cosa que necesitara; en la habitación había un gran ventanal junto al cual mi abuelo permanecía sentado en un sillón casi todo el día y era allí donde yo me sentaba cuando me colaba en la habitación sin que mi abuela se diera cuenta para que el abuelo me hiciera cocinitas con cajas de cerillas.
Los años pasaron y mis padres se fueron a vivir a Canarias, yo seguí con mi obsesión de querer ser veterinaria, que no sé de dónde la sacaría porque en mi vida había conocido uno, ni siquiera había visto otros animales que no fueran los perros sarnosos que recogía, los gatos de la prima Rosamaría y los que salvaba de las garras de aquellos niños sádicos que poblaban mis pesadillas de niña. No sé exactamente qué edad tendría cuando me enteré de que mi abuelo Fernando habría muerto, aproximadamente unos trece, edad en que la muerte es una palabra sin sentido y en la que sólo se es consciente de que los que estaban dejan de estar, así que el abuelo quedó en mi memoria junto al olor de jazmines, las cocinitas de cajas de cerillas y su sonrisa tierna y triste.
Cuando llegué a la Facultad empezó mi aprendizaje de la vida y lo primero que aprendí fue que allí me iban a enseñar justo lo que no tendría que hacer, pero también aprendí lo que era la libertad, el compañerismo, la política y el sexo, cosas que realmente son las que se aprenden en la Universidad. En mi casa nunca se habló de política. Sólo mi abuela materna, una mujer de armas tomar, se atrevía a poner verde a Manuel Fraga cuando salía en la televisión y acto seguido, mi tía cerraba las ventanas para que no la oyeran desde la calle. Fue en aquella época, principios de los setenta, cuando empecé a preguntar a mi madre, a mi padre, a mis tíos, sobre historias oídas de refilón sobre mi familia y así supe de aquellos hombres serios que sorbían el caldo de la ensalada en silencio y sonreían tristemente.
El abuelo Fernando había sido Oficial de Correos, pertenecía al Partido Socialista y fue alcalde de Cartagena durante los últimos tiempos de la guerra; era un hombre culto, honrado, y que ayudaba a la gente que lo necesitaba siendo respetado por todos los que lo conocían. Pero se ve que todo esto fue la causa de que tuviera que salir por patas cuando terminó la guerra, esa guerra fraticida en nombre de la Patria, Una, Grande y Libre y que dejó España vacía de hombres como mi abuelo.
El abuelo se tuvo que ir a Francia, pero quiso el destino que acabara en una cárcel de Orán donde meaban y cagaban en latas, comían basura, bebían agua putrefacta y trataban de conservar su humanidad. Los que consiguieron salir de allí ya nunca fueron los mismos, unos se volvieron locos para olvidar tanta locura y a otros, como a mi abuelo, se les murió el alma; volvieron a sus casas, se encerraron en su silencio y ya no hablaron ni de política ni de nada nunca más, se perdieron en el olvido.
Ahora con una Ley de la Memoria Histórica aprobada, los hay que dicen: ¿Para qué remover la memoria? Hay que dejar que las heridas se cierren, eso pasó hace mucho tiempo, miremos hacia delante. Y yo les digo que de heridas sé bastante; las heridas se cierran después de limpiar la suciedad y también les diría: Miremos hacia delante, pero sin olvidar a los que quedaron enterrados en el olvido. Les diría tantas cosas, todas las que mi abuelo Fernando, “un hombre en el sentido de la palabra, bueno”, calló para siempre y ni contó a los suyos por miedo y amargura.
Abuelos de la gris España, no os olvidaremos.
ANGELES SOLER MARTÍNEZ

miércoles, 12 de enero de 2011


III JORNADAS POR LA MEMORIA: "SOCIEDAD CULTURA Y EDUCACIÓN EN CARTAGENA DURANTE LA II REPÚBLICA Y EL FRANQUISMO".







CHARLA-COLOQUIO

Charla - coloquio: "El sistema educativo durante el Franquismo"
Ponente: Antonio Viñao Frago.
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia.

Noviembre, viernes 11:
Lugar: En el salón de actos de la U.N.E.D. (Calle Ingeniero La Cierva, Cartagena) a las 19,00 horas:

IMAGENES DE LA CONFERENCIA


Antonio Viñao Frago y Aroha Nicolás (MHC)

Público  asistente a la conferencia




lunes, 10 de enero de 2011

DON FERNANDO

TESTIMONIO

Pepa Martínez 10/01/2011
 
 
Campo de concentración
 
 
 
 
 
Acababa de terminar Primero de Bachiller. Todo un verano de descanso, de playa, de juegos, se encontraba esperándome ese día de junio, una vez recogidas las notas de ese curso.
Pero mi padre no estaba dispuesto a permitirme tantas horas de ocio. Se empeñó en que durante ese verano comenzara a dar clases de francés con Don Fernando, para que el curso siguiente no me costara demasiado trabajo la nueva asignatura.
Don Fernando era el suegro de mi tía Angelita y vivía muy cerca de casa.
Las clases las dábamos en una habitación con ventana al jardín, donde siempre  se encontraba el pobre hombre, porque era en la que daba más el sol; había continuamente un hornillo eléctrico en la esquina con una olla de agua hirviendo con hojas de eucalipto, pues Don Fernando estaba muy enfermo, tanto que con el calor que hacía llevaba siempre puesta la boina y tenía una eterna manta a cuadros rojos y negros, sobre  las rodillas.  Era muy buena persona; nunca se enfadaba, tenía mucha paciencia conmigo cuando me equivocaba, me repetía una y otra vez las frases hasta que lograba aprender a decirlas con la entonación adecuada, y nunca me ponía tareas para hacer en casa, como los profesores al uso.
-          No, no hay que arrastrar así las erres, eso es barriobajero, un francés bien educado, nunca habla así. Doucement!  Doucement! – me decía cuando intentaba tomar carrerilla.  Y se limpiaba con el pañuelo de cuadros la gota que le colgaba de la punta de la nariz – Trés bien!
¿Cómo sabía este hombre tanto francés?  ¿Por qué estaba tan viejo, en comparación con su mujer?  ¿Qué le pasaba que estaba tan enfermo?  ¿A qué se dedicaba?
Un día, mi prima Ángeles me enseñó un plato y una cuchara de esparto.  
-         Los hizo mi abuelo.
-         ¿Para qué?  ¿Para qué los hizo? Si con eso no se puede comer…
-         Fue cuando estuvo en el campo de concentración.
-         ¿En el campo de concentración?  ¿Tu abuelo estuvo en un campo de concentración?  ¿Es que luchó en la Segunda Guerra Mundial?
-         No.  Son de cuando estuvo en Francia.  Mi abuelo se escapó a Francia, y allí, a todos los españoles que llegaban, los encerraban en campos de concentración.
-         ¿Y por qué se escapó?
-         No sé.  Cosas de esas de la guerra.  Dice mi padre que allí, en el campo, no tenían nada, ni siquiera cubiertos.  Por eso mi abuelo se hizo esta cuchara y este plato para poder echarse la comida.
Don Fernando regresó enfermo a España tras un exilio que cerró sus labios totalmente; se trajo consigo la cuchara y el plato de esparto que él mismo se fabricó allá en Francia, también vino acompañado de una bronquitis crónica, una debilidad extrema y una amargura infinita, pero nunca hizo comentarios sobre lo que había vivido ni volvió jamás a hablar de política hasta que murió.
Había sido un miembro relevante del Partido Socialista, y alcalde de Cartagena durante el último año de la guerra.
Mi tío contaba de él muchas anécdotas, que repetía, añorante y orgulloso, ante los oídos atentos de sus hijos y sobrinos, que lo escuchaban embelesados, como quien asiste al relato de un cuento; anécdotas que siempre decían mucho sobre su bondad, su cultura, su ecuanimidad… pero nada de ello parecía haberle servido de mucho, pues al final de la contienda tuvo que escapar para evitar ser encarcelado, y quién sabe si algo más.
Las anécdotas oídas acerca de Don Fernando, al igual que las que hacían referencia a muchas otras personas con pasado republicano eran totalmente opuestas a los relatos que, en el colegio, las buenas monjitas hacían sobre los rojos, y que ayudaba a formarme la idea de que los perdedores de la guerra civil habían sido unos seres deshumanizados, sin sentimientos…  y sin embargo, todas las personas a quienes conocí, con pasado rojo, eran para mí una gente encantadora… Todas esas historias, la de Don Fernando, la de mi vecino Juan, y tantas otras, fueron quedando registradas en mi memoria de manera casi inconsciente.  Más adelante, en la época de las grandes contradicciones, las fui recuperando, e hicieron que éstas se agudizaran considerablemente.
Hoy, continúo recordando la figura de todos sus protagonistas, y entre ellas, la de este antiguo alcalde socialista, que murió como un pajarico, encontrándolo su mujer con el cuello doblado, sentado en su sillón y arropado en la manta, como si estuviera durmiendo, y recuerdo las historias que contaban sobre él y sobre todos los demás represaliados que conocí durante el corto período de mi infancia. Pienso que el conocer a estos personajes contribuyó a despertar mi interés por conocer la verdad de los hechos. Conforme pasó el tiempo me fui aficionando a la lectura de novelas históricas, pero ninguna de ellas despertó en mí jamás la atracción que me merecieron todas aquellas historias sobre estos personajes reales que en aquella época me aficioné a escuchar.

viernes, 7 de enero de 2011

II Jornadas por la Memoria Histórica de Cartagena


ASOCIACIÓN MEMORIA HISTÓRICA DE CARTAGENA
PRESENTA EL LIBRO
LA REPRESIÓN FRANQUISTA EN
CARTAGENA (1939 – 1945)
Autor: Pedro Mª Egea Bruno
Profesor de la Universidad de Murcia.  Historiador
Reedición de la publicación de 1987


Cuando la ciudad de Cartagena fue oficialmente ocupada, ya tenía perfectamente organizada la maquinaria jurídica para controlar la situación:
Los tres juzgados militares permanentes que se ubicaron en las Escuelas Graduadas de la Calle Gisbert se sumaron a los establecidos por las Autoridades de Marina, que además de un Consejo de Guerra Permanente, llegaron a dar vida a 57 juzgados instructores a las tres semanas de la ocupación.
La culminación de etapa más sangrienta, con las últimas ejecuciones, llevadas a cabo el 13 de enero de 1945, no supuso el final de la ruptura entre vencedores y vencidos, radical diferenciación reflejada incluso en los hábitos más cotidianos de la vida ciudadana.
En Octubre del 45 se cerró, de un modo más aparente que real, la represión, con un indulto total a los penados por delitos de rebelión militar, aunque por una serie de excepciones permaneció en las prisiones el 75 por ciento de los reos políticos.
Pero los cauces para reprimir cualquier intento de subvertir el nuevo orden siguieron abiertos.
Con estilo magistral, Pedro Mª Egea Bruno nos pone en contacto con la realidad del miedo y el silencio del día a día de los primeros años de la represión en Cartagena, del ambiente tenso en que no era de extrañar la aplicación de castigos infamantes, como el corte de pelo y empleo de aceite de ricino, y en cuyo fondo latían una serie de condicionantes religiosos derivados de la implantación del Nacional catolicismo. El resultado final no pudo ser otro sino el de la profundización en la ruptura.
DIA: 21 Enero  2011
LUGAR: Salon de Actos de la UNED
HORA: 19.00 Horas
CARTAGENA

miércoles, 5 de enero de 2011

El Practicante del “Lepanto”

 
Enrique Martínez Godínez en la terraza de su casa, en la calle La Palma
 
 
 
 
Pepa Martínez
Cartagena 5/1/2011
El 28 de junio de 1890 nació en Cartagena Enrique Martínez Godínez, hijo de Antonio Martínez Torres, conocido popularmente como “Antonio el Herrero”, hombre de gran cultura que simultaneaba el trabajo en la fragua con la práctica de la Homeopatía; fue, probablemente, el primer homeópata de Cartagena.
Enrique realizó los estudios de Practicante, con idea de continuar con la tradición como homeópata de su padre, como así hizo, aunque más adelante ingresó en el cuerpo de Auxiliares de Sanidad de la Marina.
Fue el 1 de abril de 1915 la fecha en que Enrique Martínez Godínez comenzó a prestar sus servicios como Aspirante a Practicante de la Armada en el Hospital de Marina de Cartagena.
Veinticuatro años después falleció a consecuencia de las torturas sufridas durante un interrogatorio en las dependencias del S. I. P., el día 25 de mayo de 1939.
Sus verdugos podrían haber dado a su muerte la misma explicación que se solía dar en otros casos similares, decir que se había debido a un suicidio, pero en lugar de ello, arrojaron al mar su cadáver, que apareció tres días más tarde en la playa del Alamillo, de Mazarrón.
¿Por qué intentaron ocultar el asesinato de esta manera tan burda? ¿Por qué falsificaron la documentación de su expediente de prisión, haciendo figurar que había sido puesto en libertad? ¿Por qué negaron su muerte durante mucho tiempo después de ocurrida?
La lectura del texto precedente podría conducirnos a suposiciones que nada tienen que ver con la realidad… creer que se trataba de algún importante dirigente político o sindical, pensar que se había destacado en sucesos de guerra, en hechos delictivos, en algún tipo de conspiración… Nada más lejos de la realidad.
El estudio de su expediente profesional no arroja ninguna luz sobre el tema: Ascendido a Segundo Practicante el 13 de noviembre de 1919, continuó prestando sus servicios en el Hospital de Marina hasta que embarcó en el Cañonero “Álvaro de Bazán” el 15 de febrero de 1921, permaneciendo a bordo hasta el 20 de febrero de 1923, en que regresó a su destino del Hospital de Marina de Cartagena.  Se encontraba entonces en posesión de la Medalla Militar de Marruecos con pasador de Tetuán. (R.O. de 10 D.O. nº 37) que le había sido concedida el 20 de febrero de 1923.
Como Segundo Practicante prestó servicios, sucesivamente, en la Enfermería del Arsenal, en la Fábrica Nacional de Torpedos y, finalmente, en el Cañonero Cánovas del Castillo, donde se encontraba, el 4 de abril de 1931, cuando fue ascendido a Primer Practicante.
Las elecciones que dieron lugar a la llegada de la República tuvieron lugar cuando todavía se encontraba en el Cánovas, esperando el momento de ser autorizado a trasladarse a Cartagena para tomar posesión de su destino, de nuevo en el Hospital Militar de Marina, lo que no ocurrió hasta el día 30 de abril.
Durante los años de la República, Enrique Martínez Godínez simultaneó su destino en el Hospital de Marina con el ejercicio de la Homeopatía. No se afilió a ningún partido político, a ningún sindicato; no perteneció a ninguna logia masónica. Era, eso sí, un republicano convencido, que había recibido con enorme alegría el advenimiento del nuevo régimen, por el progreso que suponía iba a significar para el país, pero jamás se destacó en el ambiente político.
Quizás el motivo de su detención, de su muerte, del secretismo sobre las circunstancias de ésta, habría que buscarlo en el destino que ocupara cuando estalló la rebelión del 18 de julio: Enrique Martínez había sido destinado, el 6 de junio de 1935, al Destructor “Lepanto” y a bordo de él se encontraba el día de la sublevación, a bordo del único buque cuyo comandante se mantuvo fiel a la República.
Por eso, en mi investigación, sobre las circunstancias de su muerte, he dado una gran importancia a los hechos ocurridos a bordo del Lepanto durante los primeros meses de la guerra, y éste va a ser uno de los apartados que a partir de ahora aparecerán en este blog: la investigación de las cinco causas judiciales que las autoridades franquistas abrieron en averiguación de los sucesos ocurridos en dicho buque.
En las próximas semanas podréis ir leyendo, en diferentes entregas, la relación de los hechos en boca de los  testigos y encartados en estas cinco causas. Es mi propósito, a través de estos relatos, contribuir a llevar a cabo el deseo que mi abuelo expresó en una de las cartas que envió a su familia desde la prisión: “Que se abra paso a la verdad

sábado, 1 de enero de 2011

Marinos del destructor “Lepanto”

INVESTIGACIÓN


Destructor 'Lepanto'



El ‘Lepanto’ con el esquema de camuflaje de la Marina de Guerra de 1936 (clicar para agrandar)
Josefa Martínez López  (Cartagena 1/1/2011)
Como ayuda para el trabajo de investigación que estoy realizando en torno a las circunstancias que rodearon la prisión y muerte de mi abuelo, Enrique Martínez Godínez,  en el penal naval de Cartagena el 25 de mayo de 1939, necesito contactar con descendientes o personas próximas a algunos compañeros que se encontraban con él, embarcados en el destructor “Lepanto” durante los primeros meses de la guerra civil, y con los que tenía más relación.
Una de las personas sobre quienes necesito tener información es MANUEL HERNÁNDEZ BRU, que se hallaba destinado el 18 de julio de 1936 en el Lepanto, como Auxiliar 2º de Máquinas.
Al final de la guerra marchó a Bizerta con la flota republicana, quedándose en el barco, a su cuidado, hasta su entrega a las autoridades franquistas. Los informes del S. I. P. de fecha 18 de noviembre de 1940 hacen constar su extrañeza porque no quiso regresar a España, sino que marchó al campo de concentración de Maguazi, encontrándose en la fecha citada en Túnez, trabajando para una empresa francesa de obras públicas. Según este mismo informe, parecía ser que se encontraba por aquel entonces con intención de volver a España.
Agradecería cualquier información al respecto. Para ello pueden dirigirse a la Asociación Memoria Histórica de Cartagena

QUERIDO ABUELO…

Benito Sacaluga Rodriguez
Inspector de la Escuadra de la República – Director de la Escuela Naval Popular de Cartagena – Teniente Coronel de Máquinas de la Armada – Maquinista del Submarino Isaac Peral, Comandante y Jefe de Máquinas del Acorazado Jaime I, del Crucero Libertad y del Destructor Churruca. (1.882 – 1.939)
Hola abuelo,

Espero que al leer este mensaje
te encuentres bien,
que tu nueva vida sea,
por fin,
aquella
que algún día anhelaste.

Espero que desde tu atalaya
veas latir los corazones, que
en unánime concierto
siguen prestando sus latidos
a la libertad.

Espero que lleves puesto
el uniforme,
anclado a ti,
a la profesión
que te enamoró.

Espero que hayas contado,
una a una
las lagrimas
por ti derramadas, y
que las hayas arrojado
a tu mar.
Espero que tus ojos
nos observen,
después de tanto tiempo….
y aún mirándote.

Espero que de forma
irrepetible,
sigas gobernando
los motores,
tan frágiles,
de nuestras vidas.
Espero que tus manos,
a un tiempo
fuertes y delicadas,
sigan recomponiendo
las fugas
involuntarias
de nuestra sangre,
que es la tuya.

Espero que, sentando
en la toldilla
de tu barco
escuches
nuestras voces,
clamando
día a día,
gritando desde el alma,
por tu memoria.

En ti nos cobijamos,
sabiendo
que tú,
sin habernos conocido,
nos reconoces.

Algo ya
no tengo que  esperar,
el tesón de hombres justos
y valientes
ha logrado tu cercanía,
después de
71 largos años.

Ahora, por fin
tu nombre brilla
esculpido
en plata sobre mármol,
mármol vivo que
se despega de la tierra,
para alzarse, vertical,
hacia el cielo de Cartagena.

Unido a tus camaradas
descansas.

La libertad por la que
os asesinaron,
se funde,
ahora con vosotros,
os abraza
como fiel compañera,
para recordarnos,
sin tregua,
la imposibilidad
de su abolición.

Feliz año abuelo..

….y GRACIAS