El próximo martes, día 26 de Junio, a las 19:30 h. en la "Junta de Inicitiavas" de Caborana (Aller / Asturias)
27 Junio 2012
El Valle de Aller está en Asturias, en la que se
conoce como cuenca minera del Caudal, limita con Mieres y con Pola de
Lena, y junto con Morcín y Riosa forman la Montaña central.
Es un concejo que en 1936 tenía censados 24.000 habitantes, y está conformado por 17 parroquias y 167 pueblos y caserías. Sociológicamente está partido en dos: el Alto Aller, fundamentalmente ganadero, y el Bajo Aller (Moreda, Caborana, Bóo) esencialmente minero. Esto se reflejó en las elecciones de Febrero de 1936, donde la derecha (Candidatura Contrarrevolucionaria, que con este expresivo nombre se presentó, encabezada por Melquíades Álvarez, agrupaba al PLD, CEDA y Sindicato Católico), obtuvo 5.500 votos (55%) y el Frente Popular 4.500 (45%). La derecha ganó las elecciones en al Alto Aller, pero en la parte baja del concejo arrasó el Frente Popular, contrarrestando los resultados que había obtenido la derecha. Estos datos son importantes, pues la represión fascista a partir del 21 de octubre de 1937 –aunque se extendió por todo el concejo- fue más dura y criminal en las poblaciones mineras.
El Valle de Aller fue un coto del Marqués de Comillas pretendiendo implantar una sociedad católica al modo de los planteamientos ideológicos del Papa León XIII en 1891. Creó la Sociedad Hullera Española que agrupaba un sinfín de minas y quiso hacer alli un emporio católico implantando las Escuelas Cristianas, una Iglesia que serviría de centro social católico, y un poblado donde residían los mineros con sus familias y los ingenieros, eso sí manteniendo la distancia jerárquica que separa a unos y otros. Creó y potenció el Sindicato Católico lo que unido al caciquismo agrario y municipal –dominando los resortes de poder local y provincial- hacia que el concejo fuera la representación misma de las ideas ultramontanas y reaccionarias. De ahí que se haya extendido durante decenios, hasta hoy, que Aller “estaba bajo la capa del Obispo”. El Sindicato Católico, cuyo presidente fue durante sus existencia hasta 1937 el católico y falangista Vicente Madera Peña, tuvo durante la década de los 20 más afiliados que el Sindicato Minero de Asturias (SMA, fundado en 1910 por Llaneza, socialista). Decaería durante la República hasta quedar en unos cientos, cuando había alcanzado 3.000 afiliados.
El enfrentamiento entre el SMA y el SC fue permanente. El momento más trágico el 11 de abril de 1920, cuando los miembros del Sindicato Católico perpetraron una matanza en un bar socialista, asesinando a tiros, junto con la Guardia Civil, a 14 personas e hiriendo a más de 80. Nadie fue condenado por tales hechos.
Estos son los antecedentes. Tras la Revolución de Octubre de 1934 la represión que realizó Lisardo Doval “el Chacal”, y Nilo Tella, supuso que cientos de alleranos fueran presos, o muertos en los montes los que andaban escondidos. En esta ocasión las personas de derechas denunciaron a sus vecinos como revolucionarios. Todas las muertes que se produjeron fue consecuencia del enfrentamiento armado, no murió ni un solo guardia civil, pues declinaron cualquier enfrentamiento con los mineros en los cuarteles del concejo que fueron tomados uno tras otro por los mineros en armas. La cárcel para cientos de alleranos se prolongó hasta la amnistía de marzo de 1936.
Durante la primavera de 1936, la derecha Allerana se reunía en las casas de los caciques, e instruía militarmente a los jóvenes de la JAP y de Falange preparando ya el golpe militar que darian el 18 de Julio de ese año. Tras el golpe en el concejo de Aller no hubo guerra propiamente dicha, pues los combates se ceñían a los puertos (San Isidro, Vegará y Piedrafita). El 21 de octubre de 1937 caen los frentes en Asturias con la huida de Belarmino Tomás y el Consejo de Gobierno. Más de 15.000 milicianos quedaron abandonados en los montes de Asturias. En el valle de Aller se produjo una represión sistemática, bien planificada por los quintacolumnistas, algunos de los cuales estaban camuflados en el Ayuntamiento y en los comités del Frente Popular.
La represión sangrienta desatada tras la entrada de “los nacionales” tuvo como resultado el fusilamiento y asesinato de 807 personas, en su inmensa mayoría (más del 90%) hombres. El 70 % mineros, el resto labradores, maestros, comerciantes, y empleados y funcionarios. A estos hay que sumar 400 hombres muertos en combate, la mayoría de ellos milicianos de los Batallones 241 “Silvino Morán” y el 248 “Álvarez del Vayo”, y en menor medida en otros batallones. El total de fallecidos a causa de la sublevación militar-fascista de julio de 1936 supera las 1.200 personas en Aller. La represión en Aller fue la mayor que hubo en todo el estado, pues si en Huelva la represión –y era el dato más alto hasta la fecha- supuso el 14 por mil habitantes, en Valle de Aller fue del 33,3 por mil/hab. Si tenemos en cuenta los votantes del frente popular, los más de 800 asesinados y fusilados –sin contar lo muertos en combate- supone que de cada 1000 votantes al Frente Popular asesinaron a 177. En la fosa común de Oviedo hay 86 fusilamientos de alleranos. En Campos de Concentración y Batallones de Trabajadores esclavos estuvieron 515 prisioneros.
En cuanto a las mujeres, la represión se cebó en 440 mujeres. De estas 40 fueron asesinadas o fusiladas, 6 murieron en combate, 140 mujeres presas, 46 de ellas en la Cárcel de Saturrarán, y el resto sufrieron las incautaciones de sus bienes (represión económica), palizas y persecución sin que por ello las metieran en prisión. Este tipo de represión se puede llamar la “represión oscura”, la que no se ve ni aparece en los archivos de un modo claro.
En el concejo de Aller hay localizadas hasta la fecha 22 fosas comunes. La de Cabacheros en Felechosa ha sido exhumada parcialmente, y en agosto de 2011 antropólogos forenses de la Complutense tomaron las muestras de ADN a quienes tuvieran familiares desparecidos se tomaron 60 muestras, y en la fosa han localizado el ADN de 50 personas enterradas. En la fosa de La Pozona –entre el Pino y Felechosa- se supone que puede haber más de 100 enterrados, pues llegaban con camiones para arrojarlos a la fosa al lado de la carretera: testimonios de personas que aún recuerdan que los dejaban moribundos durante días y desde Felechosa se oían los lamentos y quejidos. Sin embargo entre fosas colectivas e individuales se calcula que puede haber más de 40 fosas, en donde hay dos o tres personas, o una sola como es el caso de Quico La Roza enterrado en la mitad de un prado en Espines de Can.
Esta es la brutal realidad represiva y genocida que Manuel Fernández Trillo, nacido en Cabañaquinta y profesor de Historia y de Derecho en el IES Rosaleda en Málaga ha recogido en este libro. Según el mismo cuenta "el trabajo se inició por un grupo de miembros de la Asociación de la Memoria Histórica de Aller. Los medios de los que dispusimos para el trabajo de investigación fueron: ninguno, la voluntad de los miembros de la Asociación y mi trabajo personal como historiador. Nadie nos apoyó en nada, es más contamos con el rechazo de parte de la población que considera que “estamos revolviendo mierda” y que debemos de dejarlo. No en vano limpiaron de “rojos” el concejo, y no pueden soportar que haya alleranos que hagamos el trabajo que estamos haciendo... y que saquemos a la luz el espiritu que animó esa brutal estrategia fascista dentro de la cual hubo reuniones donde se planteó asesinar “no solo a los hombres, sino también a las mujeres y a los hijos, porque ellas les contarán qué estamos haciendo y luego vendrán a por nosotros” según se dijo por ejemplo en una reunión de fascistas en Pelúgano en noviembre de 1937”.
Hechos como este o como el de los tres hermanos panaderos de la localidad de Cuérigo, asesinados por garrote vil en la plaza de Cabañaquinta el 10 de diciembre de 1937, después de la celebración de la misa mayor, mientras derechistas locales, el cura local militares y falangistas asistían a la ejecución.
Ahora esta memoria soterrada pero viva en las familias de las personas asesinadas o represaliadas y tambien en un amplio sector social de memoria democrática, republicana o de izquierdas, toma proyección pública en un tomo de 1.100 páginas, con más de 500 fotografias y documentos que editado en el sello “Izarren Hautsa” de la asociación de victimas del golpe de estado, de la represión y del régimen franquista Ahaztuak 1936-1977 / Olvidad@s 1936-1977.
El autor, Manuel Fernández Trillo, y algunas de las personas represaliadas o familiares de las mísmas han visto en nuestra asociación -por diferentes razones- un punto de apoyo para sacar a la luz este proyecto y han llamado a nuestra puerta, que como no puede ser de otra forma ha estado abierta para ellos como lo esta para cualquiera que al igual que nosotros defienda la Memoria Histórica Democrática y Antifascista, lo que es tanto como decir que asuma la necesidad de la lucha por un hoy y un mañana más justo y más libre para todos, algo que aquellas personas de las que habla este libro asumieron en el momento en que les tocó hacerlo pagando por ello el alto precio que en sus páginas se refleja.
Es un concejo que en 1936 tenía censados 24.000 habitantes, y está conformado por 17 parroquias y 167 pueblos y caserías. Sociológicamente está partido en dos: el Alto Aller, fundamentalmente ganadero, y el Bajo Aller (Moreda, Caborana, Bóo) esencialmente minero. Esto se reflejó en las elecciones de Febrero de 1936, donde la derecha (Candidatura Contrarrevolucionaria, que con este expresivo nombre se presentó, encabezada por Melquíades Álvarez, agrupaba al PLD, CEDA y Sindicato Católico), obtuvo 5.500 votos (55%) y el Frente Popular 4.500 (45%). La derecha ganó las elecciones en al Alto Aller, pero en la parte baja del concejo arrasó el Frente Popular, contrarrestando los resultados que había obtenido la derecha. Estos datos son importantes, pues la represión fascista a partir del 21 de octubre de 1937 –aunque se extendió por todo el concejo- fue más dura y criminal en las poblaciones mineras.
El Valle de Aller fue un coto del Marqués de Comillas pretendiendo implantar una sociedad católica al modo de los planteamientos ideológicos del Papa León XIII en 1891. Creó la Sociedad Hullera Española que agrupaba un sinfín de minas y quiso hacer alli un emporio católico implantando las Escuelas Cristianas, una Iglesia que serviría de centro social católico, y un poblado donde residían los mineros con sus familias y los ingenieros, eso sí manteniendo la distancia jerárquica que separa a unos y otros. Creó y potenció el Sindicato Católico lo que unido al caciquismo agrario y municipal –dominando los resortes de poder local y provincial- hacia que el concejo fuera la representación misma de las ideas ultramontanas y reaccionarias. De ahí que se haya extendido durante decenios, hasta hoy, que Aller “estaba bajo la capa del Obispo”. El Sindicato Católico, cuyo presidente fue durante sus existencia hasta 1937 el católico y falangista Vicente Madera Peña, tuvo durante la década de los 20 más afiliados que el Sindicato Minero de Asturias (SMA, fundado en 1910 por Llaneza, socialista). Decaería durante la República hasta quedar en unos cientos, cuando había alcanzado 3.000 afiliados.
El enfrentamiento entre el SMA y el SC fue permanente. El momento más trágico el 11 de abril de 1920, cuando los miembros del Sindicato Católico perpetraron una matanza en un bar socialista, asesinando a tiros, junto con la Guardia Civil, a 14 personas e hiriendo a más de 80. Nadie fue condenado por tales hechos.
Estos son los antecedentes. Tras la Revolución de Octubre de 1934 la represión que realizó Lisardo Doval “el Chacal”, y Nilo Tella, supuso que cientos de alleranos fueran presos, o muertos en los montes los que andaban escondidos. En esta ocasión las personas de derechas denunciaron a sus vecinos como revolucionarios. Todas las muertes que se produjeron fue consecuencia del enfrentamiento armado, no murió ni un solo guardia civil, pues declinaron cualquier enfrentamiento con los mineros en los cuarteles del concejo que fueron tomados uno tras otro por los mineros en armas. La cárcel para cientos de alleranos se prolongó hasta la amnistía de marzo de 1936.
Durante la primavera de 1936, la derecha Allerana se reunía en las casas de los caciques, e instruía militarmente a los jóvenes de la JAP y de Falange preparando ya el golpe militar que darian el 18 de Julio de ese año. Tras el golpe en el concejo de Aller no hubo guerra propiamente dicha, pues los combates se ceñían a los puertos (San Isidro, Vegará y Piedrafita). El 21 de octubre de 1937 caen los frentes en Asturias con la huida de Belarmino Tomás y el Consejo de Gobierno. Más de 15.000 milicianos quedaron abandonados en los montes de Asturias. En el valle de Aller se produjo una represión sistemática, bien planificada por los quintacolumnistas, algunos de los cuales estaban camuflados en el Ayuntamiento y en los comités del Frente Popular.
La represión sangrienta desatada tras la entrada de “los nacionales” tuvo como resultado el fusilamiento y asesinato de 807 personas, en su inmensa mayoría (más del 90%) hombres. El 70 % mineros, el resto labradores, maestros, comerciantes, y empleados y funcionarios. A estos hay que sumar 400 hombres muertos en combate, la mayoría de ellos milicianos de los Batallones 241 “Silvino Morán” y el 248 “Álvarez del Vayo”, y en menor medida en otros batallones. El total de fallecidos a causa de la sublevación militar-fascista de julio de 1936 supera las 1.200 personas en Aller. La represión en Aller fue la mayor que hubo en todo el estado, pues si en Huelva la represión –y era el dato más alto hasta la fecha- supuso el 14 por mil habitantes, en Valle de Aller fue del 33,3 por mil/hab. Si tenemos en cuenta los votantes del frente popular, los más de 800 asesinados y fusilados –sin contar lo muertos en combate- supone que de cada 1000 votantes al Frente Popular asesinaron a 177. En la fosa común de Oviedo hay 86 fusilamientos de alleranos. En Campos de Concentración y Batallones de Trabajadores esclavos estuvieron 515 prisioneros.
En cuanto a las mujeres, la represión se cebó en 440 mujeres. De estas 40 fueron asesinadas o fusiladas, 6 murieron en combate, 140 mujeres presas, 46 de ellas en la Cárcel de Saturrarán, y el resto sufrieron las incautaciones de sus bienes (represión económica), palizas y persecución sin que por ello las metieran en prisión. Este tipo de represión se puede llamar la “represión oscura”, la que no se ve ni aparece en los archivos de un modo claro.
En el concejo de Aller hay localizadas hasta la fecha 22 fosas comunes. La de Cabacheros en Felechosa ha sido exhumada parcialmente, y en agosto de 2011 antropólogos forenses de la Complutense tomaron las muestras de ADN a quienes tuvieran familiares desparecidos se tomaron 60 muestras, y en la fosa han localizado el ADN de 50 personas enterradas. En la fosa de La Pozona –entre el Pino y Felechosa- se supone que puede haber más de 100 enterrados, pues llegaban con camiones para arrojarlos a la fosa al lado de la carretera: testimonios de personas que aún recuerdan que los dejaban moribundos durante días y desde Felechosa se oían los lamentos y quejidos. Sin embargo entre fosas colectivas e individuales se calcula que puede haber más de 40 fosas, en donde hay dos o tres personas, o una sola como es el caso de Quico La Roza enterrado en la mitad de un prado en Espines de Can.
Esta es la brutal realidad represiva y genocida que Manuel Fernández Trillo, nacido en Cabañaquinta y profesor de Historia y de Derecho en el IES Rosaleda en Málaga ha recogido en este libro. Según el mismo cuenta "el trabajo se inició por un grupo de miembros de la Asociación de la Memoria Histórica de Aller. Los medios de los que dispusimos para el trabajo de investigación fueron: ninguno, la voluntad de los miembros de la Asociación y mi trabajo personal como historiador. Nadie nos apoyó en nada, es más contamos con el rechazo de parte de la población que considera que “estamos revolviendo mierda” y que debemos de dejarlo. No en vano limpiaron de “rojos” el concejo, y no pueden soportar que haya alleranos que hagamos el trabajo que estamos haciendo... y que saquemos a la luz el espiritu que animó esa brutal estrategia fascista dentro de la cual hubo reuniones donde se planteó asesinar “no solo a los hombres, sino también a las mujeres y a los hijos, porque ellas les contarán qué estamos haciendo y luego vendrán a por nosotros” según se dijo por ejemplo en una reunión de fascistas en Pelúgano en noviembre de 1937”.
Hechos como este o como el de los tres hermanos panaderos de la localidad de Cuérigo, asesinados por garrote vil en la plaza de Cabañaquinta el 10 de diciembre de 1937, después de la celebración de la misa mayor, mientras derechistas locales, el cura local militares y falangistas asistían a la ejecución.
Ahora esta memoria soterrada pero viva en las familias de las personas asesinadas o represaliadas y tambien en un amplio sector social de memoria democrática, republicana o de izquierdas, toma proyección pública en un tomo de 1.100 páginas, con más de 500 fotografias y documentos que editado en el sello “Izarren Hautsa” de la asociación de victimas del golpe de estado, de la represión y del régimen franquista Ahaztuak 1936-1977 / Olvidad@s 1936-1977.
El autor, Manuel Fernández Trillo, y algunas de las personas represaliadas o familiares de las mísmas han visto en nuestra asociación -por diferentes razones- un punto de apoyo para sacar a la luz este proyecto y han llamado a nuestra puerta, que como no puede ser de otra forma ha estado abierta para ellos como lo esta para cualquiera que al igual que nosotros defienda la Memoria Histórica Democrática y Antifascista, lo que es tanto como decir que asuma la necesidad de la lucha por un hoy y un mañana más justo y más libre para todos, algo que aquellas personas de las que habla este libro asumieron en el momento en que les tocó hacerlo pagando por ello el alto precio que en sus páginas se refleja.
En su honor, en su recuerdo.
Con la memoria de sus sueños perfilamos hoy nuestro futuro.
“IZARREN HAUTSA” / AHAZTUAK 1936-1977
Con la memoria de sus sueños perfilamos hoy nuestro futuro.
“IZARREN HAUTSA” / AHAZTUAK 1936-1977
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