lunes, 18 de junio de 2012

“La ocupación, hijo; la ocupación”

Hace 75 años, las hordas franquistas entraron a sangre y fuego en Bilbao

Iñaki Anasagasti, Senador EAJ/PNV




 Domingo, 17 de Junio de 2012 

HACE 75 años, las hordas franquistas entraron a sangre y fuego en Bilbao. Los que tenemos más de 35 años y hemos vivido en la villa recordamos cómo la dictadura nos hablaba de la “liberación de Bilbao”. Y así todos los años desde1937 a1977. Cuarenta años escuchando aquella cruel matraca que incluso tenía un puente dedicado “ala Victoria” de su sublevación sobre el poder legítimamente constituido, el puente del Arenal. Hace 75 años quitaron de la peor manera al alcalde elegido democráticamente, D. Ernesto Ercoreca, su poder popular para entrar a la fuerza en su despacho. Lo hizo un joven de la derecha monárquica llamado José María de Areilza que dijo aquello de se trataba de una victoria militar, con fusilamientos y asesinatos. Cuadros de alcaldes franquistas hoy ornan uno de los pasillos del Ayuntamiento. Para mí, algo incomprensible.
Sin armas, sin antiaéreos, sin provisiones, el legítimo Gobierno vasco de Aguirre había decidido abandonar Bilbao y dejar un retén de tres consejeros: Leizaola, Aznar y Astigarrabia, que dan la orden de volar los puentes pero salvar las industrias de Bizkaia. Prieto quería una Bizkaia arrasada y el Gobierno vasco, no. Aquellos hombres pensaban en Euzkadi y, aunque habían perdido la guerra, no querían la miseria para la población que quedaba ni que nuestra industria pesada se fuera a otros lugares. Y es Leizaola quien salvaría tambiénla Universidadde Deusto. Los dinamiteros asturianos habían hecho ya los boquetes para meter la dinamita. De haberla activado, hubieran volado un símbolo, una universidad, una biblioteca invalorable. Hoy es el día en el quela Universidadde Deusto no ha reconocido aquella visión de largo alcance de Leizaola. En vida no le hicieron Doctor Honoris Causa (sí a Mario Conde), a quien fuera lehendakari, universitario y creador dela Universidad Vascay salvador de esa casa. El rector Oraá tuvo el gesto de nombrarle en el discurso del 125 aniversario pero seguiré recordándoles la deuda que tienen con un hombre de bien, valiente y con visión de futuro que hizo por ellos lo que ellos no han hecho nunca por él. Honrar, honra.
Hace poco, el hijo de uno de los comandantes del Ejército vasco a quienes les tocó el duro trago de entregar la villa me recordaba lo siguiente: “Quienes llevaron a cabo esta defensa de Bilbao fueren sus gudaris y milicianos en Artxanda y los comandantes y capitanes Gabino Artolozaga Unanue (comandante del batallón Irrintzi), Luis Erauzkin Otazua (comandante del batallón Ibai Zabal), Bittor Erkiaga Alastra ( comandante del batallón Itxas Alde), Eugenio Caminos Anasagasti (capitán del batallón Itxas Alde) y Andrés Ordorika Asua (intendente del batallón Itxas Alde)”. Y me decía con sentimiento: “Siempre he pensado que el alcalde Iñaki Azkuna debería ofrecerles un café en el salón árabe a mi ama y a los familiares vivos de los demás para que las nuevas generaciones sepan que muchos gudaris murieron defendiendo Bilbao y que el Bilbao que ahora tenemos existe porque nuestros padres no permitieron que se quemara y destruyera. Mi aita, cuando bajo el franquismo llegaba la fecha y se conmemoraba la liberación de Bilbao, siempre me decía lo mismo, enardecido: La ocupación, hijo; la ocupación. Mi aita fue juzgado por auxilio a la rebelión, cuando los que se habían rebelado habían sido los militares españoles. Y eso es lo que este pueblo ha sufrido. Ocupación, mentira y represión”. Absoluta razón.
Un 18 de junio de 1937, el Ayuntamiento de Bilbao se trasladaba a un local de la margen izquierda ante la inminente llegada de las tropas fascistas y, en las gacetillas de los periódicos, las Consejerías de Justicia y Cultura llamaban a los alcaldes y maestros para ultimar la evacuación de los niños de las escuelas de Euzkadi.
En mayo, cuatro mil niños habían sido llevados a Inglaterra y en abril Mola había bombardeado Otxandio, Durango, Ugao, Galdakao y Gernika. Era el terror. “Si no os rendís, arrasaré Bizkaia”, había dicho aquel asesino. Una semana antes de estas dos fechas, la vida bilbaina transcurría con normalidad pese a los avisos de la prensa en los que se informaba a la población de las alarmas áreas. Un solo toque largo significaba peligro y dos toques largos anunciaban la normalidad. Las seis páginas de El Liberal se vendían a 15 céntimos y en los diez cines de la capital vizcaina se proyectaban las películas de siempre: Te quiero y no sé quién eres, en el Trueba, yLa Diosadel fuego, en el Olimpia. Mientras tanto, en el Coliseo, se celebraba la velada homenaje al frente popular franco-belga.
Los bilbainos se sentían algo tranquilos tras su Cinturón de Hierro de80 kilómetrosque, distando 20 de Bilbao, se extendía desde las cercanías de Plentzia hasta el puerto de Zierbena. El 18 de junio, la redacción del periódico Euzkadi se trasladaba de sus locales de Correo17 aotros más seguros, mientras que las gacetillas continuaban anunciando la retirada -previa presentación de bonos- de carbón y piensos en Barakaldo y de leña en la entonces Lejona.
El mismo día 18, los italianos tomaban Algorta, cruzaban la ría y atacaban Portugalete, mientras que las tropas franquistas ocupaban el Pagasarri, envolviendo Bilbao por el este y el sur. No había nada que hacer. El Gobierno vasco se trasladaba a Turtzios yla Juntade Defensa de Bilbao quedaba integrada por el general Gamir y los consejeros Leizaola, Aznar y Astigarrabia. Cerca de 200.000 vizcainos emprendían el camino del exilio, dejando tras de sí 75.000 muertos entre ambos bandos. Los combates para la toma de Bilbao habían durado casi 80 días. Artxanda era un cementerio.
Un decreto -firmado por el general Franco- avisaba a la población de que tenían que saludar todo el día con el brazo en alto, es decir, ante la bandera y cuando sonaran el Legionario, el Oriamendi, el Cara al sol y el himno español. La posición -por si lo ignoraban- era con el cuerpo vertical formando un ángulo de cuarenta y cinco grados con el brazo extendido y la mano abierta. Por si fuera poco, José María de Areilza, alcalde de Bilbao, hablaba del “coro espeso, cerril y grosero del nacionalismo vasco” y dejaba bien claro que “se ha acabado la horrible pesadilla, siniestra y atroz, llamada Euzkadi. Bilbao ha sido conquistado por las armas; nada de pactos y agradecimientos póstumos. Ley de guerra, dura, viril, inexcusable”. De esa manera nos liberaron…
Mientras, el lehendakari Aguirre redactaba su Manifiesto de Turtzios:
“He llegado con las tropas vascas hasta el límite de Euzkadi. He permanecido entre ellas admirando el temple de nuestro pueblo, cuyo espíritu no será jamás vencido. Y antes de salir de Euzkadi protesto en su nombre ante el mundo del despojo que con los vascos se verifica en pleno siglo XX privándonos de nuestra Patria, a la que tenemos derecho por ser nuestra y porque la amamos entrañablemente. Y protestamos doblemente, porque para verificar el despojo ha necesitado el fascismo español de fuerzas mercenarias y extranjeras y de elementos de guerra alemanes e italianos. Con absoluto descaro invocan nuestros enemigos el derecho de conquista. Lo negamos para siempre. El territorio habrá sido conquistado; el alma del Pueblo Vasco, no; no lo será jamás.
Hemos obrado noblemente; nuestra conducta no ha variado ni siquiera a última hora. Hemos dejado intacto Bilbao y sus fuentes productoras. Hemos dado libertad a los presos con generosidad que es pagada por el enemigo con persecuciones y fusilamientos. Ningún despojo es imputable al Ejército vasco.

El Pueblo Vasco mira al futuro con ilusión; su alma nos pertenece. Nuestra conducta es la suya. Volveremos a recobrar el suelo de nuestros padres para restaurar el idioma escarnecido, la ley ultrajada, la libertad arrebatada. ¿Qué prometió jamás el fascismo a Euzkadi? Nada, pues puesta su planta sobre Bilbao ha derogado no solo la autonomía conquistada, sino hasta el Concierto Económico, viejo resto de libertades históricas que fue respetado hasta en los tiempos de la monarquía. Protesto también de este postrer despojo, interpretando el sentimiento sordo del pueblo sojuzgado, a quien no se le permite hablar.
Mi pueblo emigrado tropieza con el mar, encontrándose ante un doble peligro. No quiero pensar que los pueblos amigos o enemigos han de permanecer en silencio. ¿Tan grave es que un pueblo defienda su libertad? Pues por defenderla, por ser dignos dela Patria, centenares de miles de vascos pasan hoy momentos de angustia y privaciones. No quiero creer que del mundo ha desaparecido la sensibilidad.
El Gobierno vasco sigue en su puesto, lo mismo en Euzkadi que donde quiera que se encuentre. Él es el Gobierno legítimo de los vascos porque interpreta el sentir de un pueblo que no ha sido vencido, sino temporalmente avasallado y ultrajado. Y el afecto de nuestros compatriotas les acompañará hasta el día de la victoria.
El presidente del Gobierno de Euzkadi”.
Ocurrió hace ahora 75 años.
http://www.deia.com/2012/06/17/opinion/tribuna-abierta/la-ocupacion-hijo-la-ocupacion

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