Reproducimos el artículo redactado por Manuel Cañada (denominado como Militante de los campamentos de la Dignidad) y publicado por nuestros compañeros de la Asociación de la Memoria Histórica de Extremadura.
Badajoz,
agosto de 1936, la alondra ensangrentada.
No cesará la alondra
ensangrentada en su furioso canto.
Hoy es el día del jamás y el nunca,
ah país del dolor, Extremadura.
(Antonio Gamoneda)
La matanza de Badajoz en un periódico francés. |
Han pasado 80 años desde la matanza de Badajoz, desde el crimen más vil de la historia
de Extremadura. Y sin embargo, todavía, hablar de ello en esta tierra sigue
siendo un tabú. Todavía mandan el silencio y la prudencia, todavía no se ha ido
todo el humo, “todavía está todo todavía”. ¿Cómo es posible que el
olvido siga ocultando el asesinato de miles de personas, el genocidio más
brutal que ha sufrido nuestro pueblo?
14 de agosto de 1936. Badajoz es una ciudad sitiada,
atemorizada, a punto de sucumbir. Desde hace días padece el bombardeo
sistemático de la aviación y, tras la caída de Mérida, las columnas del
ejército sublevado le han puesto cerco.
Al oeste, el gobierno portugués colabora
abiertamente con los golpistas y en el interior de la población la cárcel es un
hervidero: en ella están los guardias civiles sediciosos a los que el pueblo
trabajador de la provincia de Badajoz derrotó y desarmó en los primeros días,
tras el levantamiento militar. En la frontera de Caya aún puede verse una
bandera emblemática de la UHP (Uníos Hermanos Proletarios), pero el pánico ya
ha prendido. Llegan noticias de las andanzas criminales que prodiga la Columna
de la Muerte y el éxodo ya ha comenzado.
Campamento de refugiados de Badajoz próximo a la frontera, publicada el 11 de Agosto (Arquivo
do Diário de Noticias) / ARMHEX.
Lo cuenta Mario Neves, el corresponsal
de El Diario de Lisboa en su crónica del 11 de agosto: “Un largo hormigueo
negro e interminable de mujeres y niños” va llegando al paso fronterizo
huyendo de la catástrofe que todos presienten. “Tan sólo las milicias
populares defienden la ciudad, sin que lleguen ni la artillería ni la aviación
que Madrid promete diariamente. Es natural que la ciudad caiga de un momento a
otro en manos de los rebeldes. En cuanto se acerque la columna de Castejón,
bien pertrechada y provista de municiones, Badajoz tiene sus horas contadas”.
Badajoz es el primer rompeolas de todas
las Españas. Todos los ojos están puestos en sus murallas, en estos campesinos
que han osado enfrentarse al feudalismo de los señoritos, que le han dado vida
al sueño de la reforma agraria. Pero Badajoz no se rinde, este ejército de
yunteros, de lavanderas, de ferroviarios, de costureras, de albañiles, de
maestras, de mecánicos, de criadas de servir, de médicos, de trabajadores de
toda clase, ha decidido resistir. Hay que defender la República, hay que
retrasar el avance de los fascistas hacia Madrid.
El 16 de febrero, con
la victoria del Frente Popular en las urnas, se ha roto el dique de la presa de
agua, viva y sonora, subyugada durante décadas. Ya no más dilaciones, trabajo,
laicismo, democracia, tierra y libertad, grita el pueblo, que ha soportado
durante tanto tiempo el desprecio y la altanería de las clases dominantes. “La
carne y la sangre viva, el trabajo, el sudor, las lágrimas y el hambre, salían
al encuentro de la bisutería, de las barras de carmín, de los polvos, el
colorete, los tés danzantes, las rentas artificiales, las trampas y la
hipocresía”. Así describe José Herrera Petere una manifestación espontánea
en la Gran Vía madrileña celebrando el triunfo del Frente Popular.
Ocupaciones de tierras en Badajoz / ARMHEx |
Y en Extremadura, el 25 de marzo toma cuerpo la
utopía milenaria. Al
fin, la tierra para quien la trabaja. A las cinco de la mañana de aquel día, un
ejército pacífico de jornaleros, a lomos de burros y pertrechados de
subversivas azadas, le quita las legañas a las boicoteadas leyes de reforma
agraria y dispara a la tierra con sus arados en 280 pueblos, comenzando a
labrar más de 3.000 fincas. Los terratenientes y sus caciques jamás les
perdonarán aquella insolencia, el propósito de vivir dignamente, sin
servidumbre ni amos.
La gran serpiente de la reacción busca a
tientas darle forma a su rencor. Y encuentra la solución donde la encontró a lo
largo del último siglo, en el pronunciamiento militar. El 17 de julio se desata el golpe
de Estado contra la República, que se lleva preparando desde el mismo
día que venció el Frente Popular. Pero para sorpresa de todos, el golpe fracasa
parcialmente. Pensaban que sería una asonada victoriosa más que sumar a la
tradición montaraz del ejército. Pero las cuentas no les salen; el pueblo,
aunque está desarmado, ha plantado cara en Madrid, en Barcelona, en decenas de
ciudades, entre ellas Badajoz.
Francisco Espinosa, un historiador valiente y riguroso que
ha estudiado en profundidad la República, la guerra civil y la represión
franquista, evalúa la encrucijada de esos días. “Tal como quedó la
situación, la pieza clave no era otra que el Ejército de África, herencia de la larga y
temible guerra colonial”. A pesar de la resistencia popular, los militares
africanistas controlan rápidamente Cádiz, Jerez, Sevilla y las capitales
andaluzas. “El único escollo que se presenta es la provincia de Badajoz,
importante porque”, además de representar el faro de la reforma agraria
republicana, “impide el contacto entre las fuerzas de Mola y las de Queipo
de Llano y Franco”. Las columnas de Asensio y Castejón se dirigen hacia
Badajoz y a su paso van dejando un reguero de muerte.
"Amamantando a su hijo", David Seymour Extremadura. República 1936, en Don Benito. |
Fuente de Cantos, Zafra, Llerena,
Villafranca, Almendralejo o Mérida conocen de primera mano las prácticas
bárbaras de este ejército de ocupación. Para el primer escarmiento, el jefe de
la columna pide normalmente un uno por ciento de la población; estas personas
son liquidadas en pequeños grupos, dejando sus cadáveres en las salidas de los
pueblos y otros lugares de especial tránsito.
BADAJOZ, CAPITAL DEL CORAJE
El 14 de agosto la suerte de Badajoz
está echada. El bombardeo aéreo ha sido incesante desde las seis de la mañana y
los obuses siembran el terror en todos los barrios. A los republicanos les
sobra corazón, pero les faltan municiones. La defensa heroica sucumbe. A las
cuatro y media de la tarde, tras un feroz combate, la columna de Castejón entra
por Puerta Trinidad. Badajoz cae.
La batalla termina, pero ahora comienza
la escabechina, la carnicería más monstruosa que se pueda imaginar.
Detención de civiles. |
Para empezar, todos los republicanos
detenidos en la Catedral de San Juan, el último reducto de resistencia, son
fusilados en los altares. Y los arrestados in situ por toda la ciudad son
congregados en la plaza del Ayuntamiento, donde se han colocado ametralladoras
que los van eliminando por grupos. E igual suerte corre la mayor parte de los
detenidos en algunos de los refugios. Son centenares los asesinados, la sangre
corre ya por las calles Obispo y Ramón Albarrán. Pero el genocidio no ha hecho
más que empezar. Mutilación y castración de cadáveres, ametrallamientos
colectivos y saqueo indiscriminado son algunas de las hazañas del ejército
“libertador” en los siguientes días… Bares, relojerías o tiendas de ropa son
asaltados. Las violaciones y degüellos forman parte también del repertorio
preferido de los invasores.
Pero donde se va a condensar la
ignominia y la bajeza va a ser en la plaza de toros. Yagüe ha ordenado allí el
encierro de los prisioneros. Al coso taurino van a parar no sólo los
innumerables detenidos en Badajoz, sino además todos los refugiados arrestados
por la dictadura de Salazar cuando intentaban pasar a Portugal.
Multitud de testimonios nos hablan de la
humillación y de la barbarie en aquellas fechas. El poeta pacense Manuel
Pacheco recuerda el terror de esas jornadas: “Fueron unos días horribles,
yo no podía dormir, oía los disparos en la cercana plaza de toros, miles de
fusilados. En los primeros días, solamente alguno de derechas tenía que decir ese,
y rápidamente era fusilado”. Julián Zuzagagoitia, que por entonces era
ministro de la Gobernación, narra la verbena de sangre y de horror homicida que
tiene lugar: “Cientos de prisioneros fueron llevados a la plaza de toros
donde, atraillados como perros de caza, eran empujados al ruedo para blanco de
las ametralladoras que, bien emplazadas, los destruían con ráfagas implacables”.
Y el periodista Jay Allen, del Chicago Tribune, da cuenta también de la
vejación y del sistemático asesinato de republicanos. En una de las crónicas
revela “un ceremonial y simbólico tiroteo en la Plaza de la Catedral. Siete
líderes republicanos del Frente Popular fueron fusilados ante 3.000 personas”.
Lo que cuenta Allen no es otra cosa que el asesinato con humillación pública
incluida de, entre otros, el alcalde de Badajoz, Sinforiano Madroñero, y del
diputado socialista Nicolás de Pablo.
Imagen de archivo de la matanza de Badajoz / Diputación de Badajoz. |
“La ciénaga mortal, plaza del mundo
atravesada por hormigas blancas, es ahora sagrada y miserable y espantosa en la
púrpura”. Antonio Gamoneda, un poeta enigmático, se torna
transparente denunciando la matanza, poniéndole fecha y dirección a la
barbarie. Mortal 1936, así se llaman los diez poemas que escribe en 1993
acompañando las tauromaquias trágicas del pintor extremeño Juan Barjola. “Este
es el día en que los caballos aprendieron a llorar, el día terrible y natural
de España. El animal de sombra enloquece en las pértigas del alba”. Nos
imaginamos a los prisioneros tratados como animales, toreados, lanceados,
rejoneados al amanecer y la rabia nos estremece. Ochenta años después aún arden
las pérdidas, aún duele el sadismo de los vencedores y el dolor de los
martirizados.
“Bajo un bramido de campanas, crece
la ejecución, gime el acero y tú, Marzal, eres horrible hasta en los ojos de tu
madre. Así es la iniquidad, así es el llanto”. Al poeta ahora se le
entiende todo. Marzal es el apellido del capitán de la guardia civil, uno de
los matarifes más sanguinarios. Marzales, que os persiga por siempre nuestra
memoria. Sanguijuelas, carniceros, maestros del odio, perros cuya única
sabiduría fue el terror.
Pero, como nos enseña Hanna Arendt, para
hacer el mal no es necesario tener corazones crueles. En estos actos canallas
se trenzan la venganza y la directriz política. Se conciertan las venganzas
menudas y las venganzas concluyentes, la venganza natural de los
mercenarios y la venganza enfermiza de algunos jefes de la Guardia Civil,
derrotados y perdonados por los republicanos. Y, por último, la decisiva venganza
de los terratenientes, de quienes se consideran los dueños a perpetuidad de los
latifundios, esas tierras que una morralla de ganapanes amenaza con
arrebatarles. Pero la venganza, con ser insaciable, sólo puede llegar a este
extremo de podredumbre si tiene los parabienes oficiales, si se inscribe en una
directriz gubernativa. Y así era. La campaña de ejecuciones masivas de los
primeros meses de la guerra obedecía a una orientación clara que Yagüe expresó
con precisión, la necesidad de “purgar el país concienzudamente de todos los
elementos rojos”. Y para los militares fascistas, como nos recuerda Francisco
Espinosa, los rojos son considerados como seres inferiores carentes de todo
derecho.
El equipo de Gobierno del PP tapó en 2009 con un muro las tapias del cementerio viejo de Badajoz, donde se cometieron parte de los crímenes de agosto de 1936 / http://armhex.blogspot.com.es/. |
LA FÁBRICA DEL OLVIDO
Volvamos al inicio. ¿Si la matanza de
Badajoz es un hecho histórico de tanto relieve, si es un parteaguas en la
historia de Extremadura, por qué no forma parte del debate público, por qué
funciona todavía el veto o la auto-censura? Quizás pueda ayudarnos a explicarlo
revisar cuál ha sido el tratamiento de la matanza de Badajoz en las últimas
décadas.
14 de agosto de 1977. Algo que la inmensa mayoría de los
extremeños desconocen o no recuerdan es que este silencio pastoso actual sobre
la fecha de la matanza de Badajoz no ha sido una constante. En 1977, justamente
el 14 de agosto se convoca una manifestación a la que asisten más de 9.000
personas.
En la convocatoria se anudan tres
temáticas: la que motiva expresamente la convocatoria, la oposición a la
central nuclear de Valdecaballeros; la reivindicación de la autonomía extremeña
(la manifestación termina con un chaval de 15 años colgando la bandera verde,
blanca y negra, no reconocida todavía oficialmente, en el Ayuntamiento de
Badajoz); y, por último, aunque de modo implícito, el homenaje a los
represaliados en la matanza de 1936. El pueblo comienza a re-apropiarse del 14
de agosto, resignificándolo, incorporando nuevas demandas. Y, ojo al
dato: horas antes de la manifestación mencionada, el Ayuntamiento de Badajoz ha
retirado de la fachada la lápida conmemorativa de la “victoria” del 14 de
agosto.
Antigua plaza de toros, hoy derrumbada, testigo de la 'matanza de Badajoz' / ARMHex. |
El 14 de agosto de 1978, por su parte,
se convoca nada menos que ¡el Día de Extremadura! La manifestación será ahora
en Cáceres, con asistencia de 2.000 personas. Cinco años después, el gobierno
autonómico fija como Día de Extremadura el 8 de septiembre, coincidiendo con la
festividad de la Virgen de Guadalupe. Son los primeros años de la transición,
el régimen atraviesa una crisis de legitimidad y está abierto un proceso
constituyente. Los de abajo pugnan por recuperar el recuerdo de las luchas
cruciales de las generaciones oprimidas precedentes. Después, el electoralismo
y los derroteros amnésicos de la transición contribuirán a abandonar un camino
que recuperaba esta fecha tan señalada para el pueblo extremeño.
Desde entonces el poder político,
sistemáticamente, ha intentado borrar el rastro del crimen. Mencionemos sólo
tres de los hechos más significativos. En 2002 el gobierno autonómico del PSOE
derriba la antigua plaza de toros y en su lugar levanta un aséptico centro de
convenciones, el nuevo Palacio de Congresos. En septiembre de 2007, en pleno
desmelene del revisionismo histórico, Miguel Celdrán, alcalde del PP en
Badajoz, propone sustituir el nombre de la calle Sinforiano Madroñero por el de
Rodríguez Ibarra. Como se recordará, Madroñero era el alcalde de Badajoz en
1936 asesinado por los pistoleros de Falange. La argumentación que acompaña la
propuesta de Celdrán tiene un repugnante regusto a chulería fascista: “fue un
alcalde que sólo gobernó cuatro meses”. Y el tercero de los indicadores: a
principios de 2009, el Ayuntamiento sustituye la histórica tapia del
cementerio, cuyos agujeros de bala recordaban los fusilamientos, alegando
motivos urbanísticos.
Quemados, en el cementerio. |
En conclusión: el 14 de agosto de 1936 el
fascismo ahogó en sangre el proyecto de transformación social más ambicioso que
ha vivido Extremadura, el
que representaba la reforma agraria y la Segunda República. Las consecuencias
de ese genocidio han sido históricamente devastadoras y llegan hasta nuestros
días. La permanencia del latifundismo, la sangría extrema de la emigración o la
pervivencia de relaciones clientelares de poder están íntimamente vinculadas
con aquella derrota histórica de las clases populares extremeñas y españolas.
La matanza de Badajoz consiguió así su gran objetivo: inocular el miedo y la
resignación en el subconsciente colectivo extremeño, trascendiendo las
generaciones. Y la clase oligárquica en Extremadura, los grandes dueños de la
tierra, asentaron un sólido dominio que, en gran medida, aún perdura.
El planificado olvido de la matanza de
Badajoz -cuando no su repugnante negación histórica- es la demostración
de que, en las últimas décadas, ha prevalecido la memoria de los vencedores.
Pero se equivocan de raíz los olvidadores y los olvidadizos, los que apuestan a
vaciar la memoria del pueblo. Como dice Mario Benedetti: “Todo se hunde en la
niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja, el olvido está lleno de
memoria”. Tenemos memoria, tenemos lealtad a los luchadores del pueblo, tenemos
conciencia de que sólo luchando venceremos.
14 de agosto de los años venideros: No
cesará la alondra ensangrentada en su furioso canto.
Manuel Cañada.
(Militante de los Campamentos Dignidad).
Poner el cursor sobre el subrayado La gran matanza de Badajoz, 14 de agosto de 1936 para ir al enlace que os lleva al vídeo.