viernes, 19 de junio de 2015

Un campo de trabajo del franquismo: noticia de su vida cotidiana

Al lado de Buitrago, un municipio en el vértice norte de Madrid con una brillante historia con raíces en el Medievo, se levanta el muro de contención de uno de los embalses más importantes de España: el embalse de Riosequillo
Al lado, el Canal de Isabel II abrió a principios de los noventa un complejo de piscinas al que acuden miles de ciudadanos en los veranos caniculares de la región. Allí se divierten los jóvenes, conviven las familias alrededor de las viandas y los juegos, los chavales chapotean en las aguas, corren sobre la hierba y los menos jóvenes (en edad de jubilación o post jubilación) se sientan a contemplar la cordillera carpetana que parece vigilar el valle y que tiene en las cumbres de Somosierra y de la sierra del Rincón sus alturas más notables.
rico1Pues bien, al lado de ese espacio gobernado a partir de julio por la diversión, hubo, entre 1945 y 1958, un lugar de penalidades y trabajos forzados: un destacamento penal o campo de trabajo habitado (es un decir) por presos políticos republicanos dedicados a levantar el muro de contención, a construir la presa y a redimir condena. Pocos, en el pueblo, recuerdan esa historia. Quienes la recuerdan por haberla vivido son ya muy viejos, casi nonagenarios, y prefieren olvidar (muchos años de silencio han ocultado, que no cicatrizado, la herida); los hay que la conocen por referencias familiares más o menos próximas, pero miran hacia otro lado de la historia; y la inmensa mayoría de los vecinos y comerciantes nada sabe, nada conoció y si alguien oyó hablar de ello en algún momento de la vida, prefirió hacerse el sordo. (En la imagen Julián Pérez, "El inglés", a la puerta de su casa en Villavieja. Foto M. Rico)
Dos son las excepciones que conozco. La primera, el protagonista de un reportaje aparecido en el periódico Senda Norte de noviembre de 2007. una de las referencias informativas de esa comarca. La segunda, un viejo habitante del pueblo de Villavieja del Lozoya, de nombre Julián Pérez, a quien se conoce en el pueblo como "El inglés". El protagonista del reportaje, llamado Bonifacio, hace un par de alusiones al campo de trabajo. Una de ellas, más que ilustrativa: "En la segunda mitad de la década de los cuarenta comenzó la construcción de la presa del embalse de Riosequillo. En la obra, al igual que se había hecho en la perforación de los túneles del ferrocarril, se destinó un destacamento de penados que vivían en barracones al pie de la presa", contaba.
rico2Con Julián Pérez, al amparo de la chimenea de su casa en un extremo del pueblo, hablé largo y tendido de su vida en el campo de trabajo. Era un día laborable de octubre de 2014 en el que el valle y sus alrededores vivían el esplendor otoñal. En el que la soledad de los pueblos se hacía más presente que en cualquier otra época del año. "El inglés", apodo que le viene de sus ojos intensamente azules y, seguro, de un cabello que fue rubio antes de la vejez, nació en 1936, carecía de memoria de la Guerra Civil y entró a trabajar en el destacamento penal en 1950 con catorce años de edad. Un aprendiz en un lugar inhóspito, pensado para la redención de penas de presos políticos republicanos mediante el trabajo esclavo, un invento que venía de la Alemania del nazismo, atemperado por el redentorismo de la iglesia católica de entonces. Él no era preso, formaba parte de los trabajadores que complementaban la labor de los presos, trabajadores que se desplazaban a diario y a pie desde pueblos como Gandullas, Villavieja, Gascones, pequeñas localidades de la zona, hoy casi deshabitadas.(En la imagen, presa construida por presos políticos).
En mi conversación pude hacerme una idea de lo que fue la cotidianidad en los barracones. Y supe que él no era el único adolescente que allí trabajaba (su padre estaba en la fragua): "Había más chicos de mi edad", me dijo. "Incluso el hijo del encargado, llamado Domingo Arranz Mansilla, trabajaba con los presos". Supe, a lo largo de la conversación, que el destacamento tuvo alrededor de un centenar de prisioneros, algunos con largas condenas de cárcel o con penas de muerte conmutadas. Que antes de que Franco ordenara la construcción del barracón que los "acogería", vivieron hacinados en un garaje de Buitrago (cien presos en un garaje en los años cuarenta: no es difícil hacerse a la idea) y que, desde el garaje, situado en el casco urbano, eran conducidos cada mañana, en fila y vigilados por numerosos agentes de la Policía Armada (la policía nacional de Franco), a la presa, ubicada a varios kilómetros del pueblo Después, hacia 1948, los policías armados fueron sustituidos por guardias civiles.
rico3Mientras Julián me contaba todo aquello, yo imaginaba los inviernos de la sierra norte y casi podía ver, en blanco y negro, la fila de presos cruzando el pueblo, caminando carretera adelante hacia las obras del embalse y pensaba que probablemente nadie saliera de las casas a contemplar la escena, que quizá los miraran tras los visillos, que haber vivido, aunque fuera como testigos, aquella experiencia, lejos de ser   un acicate para la memoria había sido una vacuna contra ella, un "mandato" de olvido de la propia dictadura, una muestra de sus formas de escarmiento de cualquier veleidad democrática. (En la imagen: presos republicanos trabajando en la red ferroviaria).
En 1947, o quizá en 1948, según Julián, los presos fueron trasladados del garaje al barracón al pie de la presa. Ya no había caminatas hasta el embalse: la mano de obra esclava tenía corto y directo acceso a andamios, zanjas y cantera. Poco a poco, llegaron, de la lejana Andalucía ("la mayoría de los presos eran andaluces", me dijo Julián Pérez) algunos familiares de los condenados que se construían miserables chabolas en las cercanías del destacamento: gentes desarraigadas de su medio familiar, sumidas en la incertidumbre, viviendo una forma prolongada de la condena del cabeza de familia. En ese microcosmos de la abyección, la vida cotidiana se desarrollaba de una manera precaria, casi en el límite de la supervivencia. Supe, en esa conversación con "El inglés", que en el campo no sólo se trabajaba para la construcción del embalse: "Allí se hacían las celsas para las bóvedas del Valle de los Caídos", me dijo Julián. Supe también que con él trabajaba el hijo del encargado y que había un carpintero llamado Ángel, procedente del pueblo de Navaluenga. La vida cotidiana del campo, como en tantos otros campos de concentración que hemos visto en el cine, contaba con un preso que era médico y que fue "designado" médico del destacamento para atender tanto a los presos como a los trabajadores "civiles". Pregunté a Julián por las razones de su condena y me contó que había sido acusado de atender y curar a varios integrantes del maquis en la provincia de Almería.   
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Zona recreativa de Riosequillo. Al lado de este lugar hubo un destacamento penal del franquismo
Los presos vivían (es un decir) en barracones, carecían de servicio y de duchas, la cocina era atendida por algunos de ellos y la comida era escasa por no decir miserable. Si uno visita hoy la zona donde se encontraban sus instalaciones (al pie del muro de contención de la presa) no verá un sólo vestigio que indique que allí se levantaron. Al contrario de lo que ocurrió con los de otros campos de Europa, han desaparecido: el franquismo tuvo muchos años a su disposición para borrar las huellas de su vesania mientras en los campos de Centroeuropa la derrota del nazismo y la entrada en ellos de los aliados lo impidió. No hay placa que recuerde a los artífices de la presa, casi todas las historias del embalse omiten a quienes la levantaron, las memorias del Canal de Isabel II lo silencian y sólo referencias puntuales en libros como Esclavos por la patria, de Isaías Lafuente dan testimonio de ello..  
Julián era casi un niño, era trabajador civil y no preso, y su versión está muy lejos de ser rotundamente antifranquista. Es la de quien recuerda y, ya se sabe, la memoria de la infancia a veces dulcifica el pasado. Pero su relato suple, en gran medida, la falta de material gráfico sobre la vida cotidiana en los destacamentos penales, en concreto en el de Riosequillo: no hay fotografías, no hay fragmentos de película, el No-Do de aquellos años no recogió una sólo imagen de su vida cotidiana. Julián Pérez es una fuente oral enormemente valiosa que me ha servido para trabajar en mi última novela, aún inédita, Por él he sabido cómo el aparato de la dictadura discriminaba favorablemente a determinados presos: "Había dos condenados por estraperlo que vivían aparte de los presos republicanos, tenían casa alquilada y contaban con mujer y criada", me dijo "El inglés". También llegó a conocer algunos episodios de fuga consumada: "un catalán que trabajaba en la cantera, que se escapó por la noche y al que no encontraron nunca" o "un preso que no trabajaba" -Julián lo calificó como "un señor", seguramente estraperlista- que se perdió por la carretera Nacional I y años después escribió al director del destacamento "invitándole a pasar las Navidades en Francia". La obligatoriedad de asistir a la misa que celebraba Domingo Martín Ramos, un "cura de Burgos" según Julián, o la obligada "celebración" del día de la patrona de los presos son anécdotas, entre las muchas que me contó, que nos hablan de otro mundo, de un mundo enterrado que debe de emerger para bien del equilibrio emocional colectivo..Y para reconciliarnos con los principios de justicia universal, acabando con el empeño de olvido de la única derecha de la Unión Europea que no ha condenado el régimen dictatorial bajo el que estuvo su país.
La prodigiosa memoria de mi interlocutor no dejó casi nada en el olvido: nombres (Juan Arranz, el encargado, Mariano Ballestas, el aparejador…), escenas de lo más variopinto dentro y fuera del campo, los sueldos de los trabajadores "civiles" (4,75 pesetas al día los aprendices,  5,75 los "pinches"), la misérrima asignación a los presos para evitar la inanición de sus familias (1 peseta diaria). Un microcosmos en blanco y negro al que algún día espero que se acerque nuestro cine, o nuestro teatro, o nuestra narrativa. Es la gran deuda que tenemos los creadores con un mundo criminalmente enterrado debido, entre otras razones, a que en él no hubo apenas presos escritores, o fotógrafos que, aunque fuera de modo clandestino, recogieran aquella terrible realidad. Termino con una pregunta: ¿y si algún día, de manera imprevista, alguien encontrara, en una vieja tienda de revelado, una película con fotografías hechas en alguno de los más de cien campos de trabajo que salpicaron nuestra geografía o, sin ir más lejos, en el destacamento penal de Riosequillo? Una inquietante hipótesis. O una parte esencial del engranaje de una posible y verosímil novela. ¿O no?   

jueves, 18 de junio de 2015

"Los hijos de los presos franquistas redimían en los reformatorios las penas de sus padres"

Así describe la escritora Almudena Grandes el horror vivido por miles de hombres y mujeres que sufrieron siendo menores el horror de los reformatorios franquistas. Los periodistas Monteserrat Armengou y Ricard Belis , arropados también por el exjuez Baltasar Garzón, presentaron este martes en Madrid, la versión en castellano del documental 'Los internados del miedo'


Baltasar Garzón, Montserrat Armengou, Ricard Belis y Almudena Grandes durante la presentación en Madrid del documental 'Los internados del miedo'. /Blanquerna
Baltasar Garzón, Montserrat Armengou, Ricard Belis y Almudena Grandes durante la presentación en Madrid del documental 'Los internados del miedo'. /Blanquerna
MADRID.- Maltratos físicos y psíquicos, abusos sexuales, explotación laboral, prácticas médicas dudosas...esto es lo que se denuncia en el documental Els internats de la por (llamado en castellanoLos internados del miedo el documental que presentaron este martes los periodistas de TV3 Montse Armengou y Ricard Belis.
La presentación y visualización del documental tuvo lugar en el centro cultural Blanquerna (que recientemente cumplió su primera década difundiendo la cultura catalana desde la madrileña calle Alcalá) y estuvo presidido por el exjuez Baltasar Garzón y la escritora Almudena Grandes, ambos muy comprometidos siempre con la defensa de la Memoria Histórica. "Los hijos de los presos franquistas redimían en los reformatorios las penas de sus padres", declaró la premiada escritora, autora de obras sobre la Guerra Civil y el franquismo, como El corazón helado o la última La tres bodas de manolita,cuya protagonista, como señaló, es también uno de los crudos testimonios del documental. 

"Los internados del miedo cuesta, es contundente y duro. Responde a la verdad, una verdad que aún se sigue ocultando y desconociendo", aseguraba el exmagistrado, que fue el primero en tomar la palabra. "En este conjunto de sociedades que forma España todavía la sensibilidad política suficiente para asumir el pasado y la memoria", lamentó Garzón varias veces durante su coloquio, destacando la existencia de negacionistas que hablan de "teorías no comprobadas" asegurando que muchas, "nunca existieron".
'Los internados del miedo'
'Los internados del miedo'
"En este conjunto de sociedades que forma España todavía la sensibilidad política suficiente para asumir el pasado y la memoria", lamentó Garzón
Los internados del miedoabarca el tema de los reformatorios franquistas en manos de órdenes religiosas y el de los preventorios antituberculosos, y las atrocidades que allí, con el beneplácito del régimen y a espaldas de la sociedad, pasaban. Durante todo el franquismo y bien entrada la democracia centenares de miles de chicas y también chicos se dejaron su juventud en estos centros del horror. Entre los duros testimonios que se presentan en el reportaje se encuentra el de Encarnación Cotet,  y el de la escritora que sacó a la luz, en su obra Las desterradas hijas de Eva, el horror de estos centros, Consuelo García del Cid, ambas entrevistadas varias veces por este medio. 
"Quiero agradecer a Blanquerna, que es un espacio donde han intentado varias veces imponer el silencio, y hoy hemos venido a romperlo"
"Era caridad a cambio de adoctrinamiento político y religioso", asegura la voz en off que va narrando los hechos. Las distintas historias se suceden y se unen, dejando claro que lo que se pretendía, como justamente una monja aseguró a una de las víctimas era "terminar con las ramas para que no lleguen a tronco", en definitiva, la idea fija de reprimir a los hijos de los vencidos, de los "pecadores". 
"Quiero agradecer a Blanquerna, que es un espacio donde han intentado varias veces imponer el silencio, y hoy hemos venido a romperlo", aseguró visiblemente emocionada, la autora Montserrat Armengou. "Es necesario que el Estado y la iglesia pidan perdón", finalizaba diciendo Ricard Belis, antes de la visualización por parte de los allí presentes del documental que denuncia y "da voz a los que nunca la tuvieron". 

La Asociación de Memoria Histórica de Murcia (MHMU-Tenemos Memoria) cerró el curso con un acto reivindicativo en el Moneo contra la anti-memoria institucional

Las personas invitadas denunciaron la inutilidad  de la actual Ley de Memoria Histórica y propugnaron acciones contra el olvido de las víctimas de la barbarie franquista.

En la mesa, de izquierda a derecha, Juan Enrique Serrano, Víctor Peñalver, Pedro Mª Egea Bruno, María Jesús García (moderadora), Josefa Martínez y Floren Dimas.
Diego Jiménez/Murcia.-  Si hubo algún detalle que pusiera en evidencia la oportunidad de una jornada memorialista en Murcia, para denunciar el olvido de la represión y la barbarie fascistas en nuestro país y en la Región de Murcia en particular, fue el cálido aplauso que el numeroso público asistente al Moneo tributó al veterano luchador socialista José Fuentes Yepes, que está próximo a cumplir el siglo de vida y que se hallaba presente en la sala. El acto fue organizado el pasado martes, día 16, por la Asociación para la Recuperación y Defensa de la Memoria Histórica de Murcia (Tenemos-Memoria), y conducido con notable agilidad y acierto por la vicepresidenta de este colectivo, María Jesús García Ruiz.

En la mesa se encontraban Josefa Martínez López, de la Asociación de Memoria Histórica de Cartagena; Pedro María Egea Bruno, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Murcia; Floren Dimas, pionero en la investigación memorialista en la Región de Murcia;  Víctor Peñalver, joven investigador de la represión franquista en el Noroeste murciano (concretamente de los prisioneros que trabajaron en el embalse del Cenajo), y Juan Enrique Serrano, profesor asociado de Ciencias Políticas y doctorado por la Universidad París I Panthéon-Sorbonne.

Turno de intervenciones

Tomó la palabra en primer lugar Josefa  Martínez, quien, tras afirmar que las asociaciones memorialistas existen porque son necesarias,  enfatizó que  “hijos e hijas de represaliados por el franquismo tienen aún hoy los labios sellados por el miedo a la represión”, mientras que los  nietos y nietas de esas personas represaliadas “sienten vergüenza”. Las raíces de muchas de esas personas han sido borradas por el franquismo, mientras que los “verdugos de ayer tienen en sus descendientes a los cancerberos de la Historia”.  Tras exponer los fines que persigue la asociación memorialista cartagenera, dijo que este colectivo está conectando con los centros de Secundaria para intentar introducir actividades memorialistas en el currículo escolar. Terminó postulando la necesidad de la coordinación de las asociaciones memorialistas de la Región.

El investigador Floren Dimas recalcó que existe una “amnesia social” sobre la Memoria republicana, favorecida por un Estado que, con todas sus herramientas, “silencia, oculta, tergiversa” el relato histórico de la lucha por la democracia en el siglo XX. Tras recordar que en otros países de Europa que sufrieron el fascismo y el nazismo “no hay leyes de Memoria histórica, porque son innecesarias”, dijo que en España se han realizado “políticas anti-memoria”, con el afán de las instituciones de que ésta quede recluida en el ámbito estrictamente familiar. Por ello advirtió que las asociaciones memorialistas, si no cuentan con el apoyo institucional, “lo tienen difícil” y deben de huir de reducir su actividad exclusivamente a esos ámbitos familiares. Afirmó que “la impunidad en España está conectada con el presente”, mientras que en países como Alemania y Francia están siendo juzgadas por crímenes de lesa humanidad personas de más de 90 años.

Arremetió duramente contra las dos leyes que mantienen en la impunidad a los autores de crímenes fascistas, la de Amnistía, de 1977, y la Ley de Memoria Histórica de 2007, deZapatero, a la que calificó de “ley de beneficencia”, y que hoy se halla incluso sin consignación presupuestaria. Ambos textos, en opinión de Floren Dimas, dejan sin efecto los principios de Justicia Universal.

El catedrático Pedro María Egea centró su intervención en las investigaciones que aún están por realizarse, como los 14.000 sumarios existentes en el Archivo Naval de Cartagena. Sugirió que las asociaciones memorialistas creen grupos de trabajo y de investigación, pues hay muchos temas pendientes: cárceles, hambre, bombardeos, la represión sobre las mujeres, los conventos de Murcia convertidos en campos de concentración y que albergaron a 4.000 presos… Su afirmación de que “hay que borrar de las calles la sucia basura fascista” y su propuesta de una “jornada popular de limpieza de estos símbolos fascistas” provocaron aplausos del auditorio.

Egea Bruno denunció la complicidad del obispado con el terror franquista así como la desaparición del archivo del Gobierno Civil, por parte de la propia Universidad franquista.

Terminó proponiendo una larga lista de tareas a realizar por las asociaciones memorialistas: el papel desempeñado por las Brigadas Internacionales en Murcia; los esclavos del franquismo; las sentencias del TOP, que afectan a 176 murcianos; los niños robados del franquismo; las persecuciones a colectivos como los gitanos, los gays y los insumisos; recopilación de  las fuentes orales… Informó de que las universidades de Extremadura y Santiago ya están impulsando proyectos de investigación sobre la memoria histórica.


Público asistente, en notable número, al acto

Por su parte, Víctor Peñalver, que empezó afirmando la utilidad del estudio de los expedientes de Responsabilidades Políticas, pues son fuentes de primera mano para acercarse al conocimiento de la realidad sociopolítica del momento, denunció las “estratagemas” que hay que utilizar para abordar el estudio de estos temas sobre la Memoria. A título de ejemplo, dijo que el estudio de la represión ejercida sobre los prisioneros políticos en la construcción del Cenajo hubo de abordarla como un trabajo sobre las infraestructuras hidráulicas de España. Se preguntó por qué sigue ahí la placa conmemorativa de la inauguración por el dictador de esa presa en el año 1963. Citó los lamentables comentarios en contra de las víctimas del franquismo vertidos por  algunos dirigentes del PP  (como Rafael Hernando, actual portavoz), que no merecieron en su día el revuelo mediático que ha acompañado el caso del concejal madrileño Zapata. Para terminar, propuso erigir un monolito en la capital de la Región a los 420 murcianos fallecidos en el Holocausto y dijo que “más que de Memoria Histórica hemos de hablar de reivindicación de la Justicia”.

Juan Enrique Serrano puso fin al turno de intervinientes de la Mesa. Este joven politólogo afirmó que la “Ley de la Memoria Histórica es un recurso político muy peligroso”, pensada para “apuntalar el régimen de 1978 y el bipartidismo”. Serrano cree que se da una “convergencia real PP-PSOE” sobre estos temas, pero la Ley les ofrece la oportunidad de desempeñar a cada partido un rol distinto, diferenciándose ante el electorado.

Puso en duda de que en países como Alemania y Francia, que sufrieron el nazismo, haya hoy atisbos de que exista algo similar a la Memoria Histórica de aquí, y lanzó una afirmación destinada a levantar la polémica en el auditorio: “No hay una sola Memoria, hay varias”.

Enfatizó que el primer objetivo, hoy, ha de ser derogar la Ley de Amnistía de 1977, tras lo que afirmó que, para trabajar en este campo memorialista, “hay que ser astutos”, abordando asuntos tales como la historia de la discriminación de género, Murcia y los refugiados, homenajes a los militares republicanos que defendieron la legalidad, los deportados de Mauthausen, la cárcel vieja…

Un momento del coloquio 

Terminadas las exposiciones, se dio paso a un animado coloquio.

domingo, 7 de junio de 2015

La orden franquista de Alfonso X El Sabio

Cristina Calandre Hoenigsfeld | Un reducto de fascistas, franquistas, golpistas, opudeistas, monarquicos y reclamados por la justicia argentina


Un reducto de fascistas, franquistas, golpistas, opudeistas, monarquicos y reclamados por la justicia argentina.
nuevatribuna.es 1 Junio 2015
La Segunda República derogo el 26 de julio de 1931 la orden civil de Alfonso XII, creada en 1902, para premiar los méritos en los campos de la ciencia, la cultura, la docencia y la investigación, según se explica por temas de austeridad. La firma Alcalá Zamora.
Nada más tuvo lugar la derrota de la República, el gobierno franquista, a propuesta de su ministro Pedro Sainz Rodríguez, creo la Orden civil de Alfonso X el sabio (BOE 16-4-1939). Fue firmada por dictador Francisco Franco, y hace referencia a los académicos y el Instituto de España, que tendrán derecho a su automática concesión.
Este ministro ya había colaborado con Franco, con su participación en el golpe del 18 de julio de 1936, participando en la compra de más de 40 aviones y material de guerra, unos días antes, a la Italia fascista, según investigaciones del prestigioso historiador, Ángel Viñas.
Posteriormente, fue este ministro el que firmo, junto a Franco, el decreto ilegal que supuestamente derogaba a la junta para ampliación de estudios (BOE 20-5-1938) institución científica que siguió activa en las ciudades republicanas de Madrid, Valencia y Barcelona, hasta el final de la guerra civil el 1 de abril de 1939.
Por un real decreto firmado por el ministro de educación, Javier Solana, en septiembre de 1988 (BOE 8-9-88)se unifican ambas ordenes, lo cual es una irregularidad, ya que la orden civil de Alfonso XII, había sido derogada por la II República. No se hace, por otro lado, referencia a su origen franquista de abril de 1939, que se mantiene vigente.
Observando la lista que va desde el año 1939 al 2014, en sus principales categorías, decir que el collar lo ostenta el dictador Francisco Franco y el Rey Juan Carlos I. Felipe VI es el actual Gran Maestre, y el ministro de educación, Wert, el gran canciller.
En las categorías de Gran Cruz y Cruz, sobresalen la gran cantidad de académicos de las Reales Academias, de franquistas, monárquicos, nacional católicos, falangistas, del Opus Dei.
En un breve recuento tenemos:
Falangistas:
Fraga Iribarne, Pilar Primo de Rivera, Camilo Alonso Vega, Suanzes, Utrera Molina, José Solis Ruiz, Lain Entralgo, Antonio Tovar, Enriquez de Salamanca, Juan Velarde Fuertes (actual director de la real academia de ciencias morales), Fernández Suarez, José María Peman, José Pemartin Sanjuán, Esperanza Aguirre…
Opus Dei:
José María Escrivá de Balaguer, su fundador, J.M Albareda (secretario general del CSIC), Lopez Rodo, Dr. Rodríguez Candela (del CSIC, que fue el encargado de depurar a mi abuelo, el Dr Luis Calandre Ibáñez) Luis Suárez( Hermandad Valle de los caídos, y Real Academia de la Historia)…
Nacional Católicos:
Marcelino Oreja Aguirre (Real Academia Ciencias Morales)…
Varios de los nombrados, están reclamados por la justicia argentina, por crímenes contra la humanidad (Utrera Molina, suegro de Gallardón), Fernández Suárez (Academia Ciencias Morales y Políticas).
Igual que se derogo en 1976, la orden imperial de los yugos y la flecha, urge derogar esa orden franquista de abril de 1939, de Alfonso X el sabio, que luego fue incluida en el decreto ley de 1988 de Javier Solana, pues la Ley de la Memoria Histórica de diciembre de 2007, en su artículo 15, dice que se tienen que retirar insignias que enaltezcan el franquismo, y aquí tenemos donde elegir.
Aprovechemos los nuevos aires de cambio del régimen monárquico-franquista a uno republicano que se avecina, para desmantelar todo este entramado franquista, vigente, que incluye a las ocho reales academias, a su Instituto de España, a sus condecoraciones, sus privilegios, subvenciones, su inutilidad social y a su protector, que según el artículo 62 de la Constitución, es el rey.

"En los campos de concentración nazis vi lo peor y lo mejor del ser humano”

El último superviviente español del campo de concentración de Sachsenhausen (Berlín, Alemania) pone palabras a la barbarie que sufrieron miles de presos políticos españoles durante la Segunda Guerra Mundial.

El último superviviente español en el campo de Sachsenhausen (Alemania).- MANUEL TORI

FALAISE (FRANCIA).- este año se cumple el 70 Aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, y todavía hay quien puede poner palabras a la barbarie.Pedro Martín (París, Francia, 1925) nació de una pareja de españoles emigrados al país galo a principios de los años ’20. Hoy, nueve décadas después, es el último superviviente español del campo de concentración de Sachsenhausen (Berlín, Alemania).

Años ’20. Francia sale de la Primera Guerra Mundial y necesita mano de obra: “Mi padre, Francisco Martín, de Oropesa (Toledo, España), trabajaba en diferentes fábricas”, explica hoy su hijo. Manuela Aparicio, su madre, del mismo pueblo, dará a luz cinco pequeños: “No teníamos nada y necesitábamos mucho. Mi padre trabajó duramente para seguir adelante”.

Pedro tenía 14 años cuando Alemania atacó a Francia en 1940: “Lo supe al salir de la escuela. Los alemanes apuntaban hacia París, así que, con mucho miedo, dejamos nuestra casa y nos mudamos fuera de París donde vi, por primera vez, a los nazis”. En plena calma tensa, la familia Martín Aparicio volverá en autobús a la capital gala, recién ocupada. Pudiendo realojarse en su propia casa.

1942. Pedro hace deporte en un gimnasio a las afueras de París: “Iba 3 veces por semana con mi primo Julio. Una tarde, por equivocación, cogí su mochila pensando que fuese la mía. Vi fichas y documentos que lo asociaban a la Resistencia”, detalla Martín. Julio, riñéndole, le ofrecerá una única solución: “Ahora que sabes a qué me dedico, lo harás conmigo”. Ahí mismo, Pedro pasará a la luchar contra los nazis.

Si Pedro se encargará de las actividades de propaganda para la población civil, Julio se dedicará a los atentados y a los sabotajes. “Lo pillaron tras colocar una bomba en un restaurante de París. Lo fusilarán, junto a su padre, mi tío Miguel Martín López”, explica hoy su sobrino entre pausas y ojos humedecidos.

Hay que estar en la sombra: “Permanecí quieto, en casa, sin contactar con otros resistentes. Mi padre, que ya imaginaba algo, nunca me dijo nada”, confiesa el parisino. “A las 3 semanas volví a cumplir órdenes para el ejército secreto de la Resistencia”. ¿El objetivo? Robar medicamentos en las bases alemanas de la capital gala, abundantes de material logístico: “Si queríamos realizar ataques, teníamos también que asegurarnos las curas”.
'Chivatazo' a la Gestapo

Una noche de marzo de 1943. Son las 23:00 horas, y en un puente de París hay 19 camiones listos para marchar hacia Italia:“Pedro, tenemos que saber qué llevan”. La operación se desarrollará sin contratiempos, y una vez cumplido el objetivo, Pedro vuelve a casa. Pero hay problemas: “Robert, un vecino que informaba a los nazis por dinero, les contó todo lo que presuponía sobre mí. La Gestapo de París me llevó a un lugar que nunca reconocí”.
"Tenía que resistir porque dar un solo nombre significaba dar el de todos. Me pegaron y torturaron durante 5 días en un zulo a las afueras de París"
“En el interrogatorio me torturaron y me partieron la cara a la altura del pómulo. A cada pregunta contestaba No sé, no lo conozco. Tenía que resistir porque dar un solo nombre significaba dar el de todos. Por ello, me pegaron y torturaron durante 5 días en un zulo a las afueras de París. Después, me metieron en un cuarto con otras 20 personas”. Tras un mes y medio, a le avisan de que tomará rumbo hacia Alemania. Es el 28 de abril de 1943.

“Fuimos 1000 personas por convoy. En mi vagón sólo había compañeros de la Resistencia. Muchos intentaban salir del tren por la noche, pero los guardianes siempre les pillaban. Muchos de ellos no volvimos a verlos”, confiesa. “No teníamos ni agua, ni nada. Nos dieron sólo una bola de pan a cada uno, con un salchichón tan salado que no se podía comer. Además, si lo comíamos nos moríamos de sed. Y aun así, tuvimos que comerlo, aunque fuera poco a poco”.

Determinados relatos producen escalofríos: “Los viajes eran muy largos e interminables. Se paraban muchas veces. Recuerdo cuando cruzamos la frontera y la llegada a Apolda (Alemania)”. Será el viaje más largo de su vida: “En total, duró 2 días y medio”. La última parada, está a 30 km de Berlín. Es Sachsenhausen. El campo de concentración.

“Al bajar del tren, lo primero que vi fueron nuestros zapatos, que nos quitaron a la altura de Apolda. ¡Y los primeros que vi fueron los míos!”, comenta Pedro sonriente. “Fui afortunado, pero teníamos que ir deprisa. Teníamos detrás los perros de las SS”.

Martín permanecerá el campo de concentración entre 1943 y 1945: “Aquellos 2 años fueron de palizas, palizas y palizas. Había miradores, en los que uno o dos militares vigilaban, con ametralladoras, todo lo que ocurría desde las vallas electrificadas hacia adentro. Era como una ciudad, 9.000 personas trabajaban en una auténtica fábrica. Pero los obreros, en este caso, éramos esclavos”. La asquerosidad culmina en el mensaje de la entrada, Arbeit Macht Frei: “El trabajo os hará libres”.
“El triángulo verde era para los criminales comunes, el rosa para los homosexuales y el amarillo para los judíos, aunque éstos últimos iban más bien a Auschwitz"
Hay diferentes símbolos que acoplar a la ropa, según el motivo de reclusión: “El triángulo verde era para los criminales comunes, el rosa para los homosexuales y el amarillo para los judíos, aunque éstos últimos iban más bien a Auschwitz. El mío era el triángulo rojo, el de los presos políticos”, relata 70 años después. “Había más de 30 nacionalidades, pero los alemanes y los polacos, que llegaron antes, controlaban el campo para tener un trozo de pan más grande”.

“Trabajábamos 12 horas de día o de noche durante 15 días. Había 200 personas por estructura y en la nuestra construíamos aparatos para bombarderos. Quien no moría por los gases moría por los trabajos forzados y por una alimentación casi inexistente. Muchos murieron porque sólo nos daban un cacho de pan y un litro de agua al día”.

Narrar el dolor

Narrar el dolor, no es fácil: “Antes de acostarnos, nos daban el cacho de pan o media docena de patatas para comérnoslas crudas. Una noche, un compañero francés, a la izquierda, se guardó 6 patatas para coger otras tantas. Y le pillaron”, explica Pedro preanunciando, con su tono, lo peor. “Nos obligaron a salir y lo dejamos solo con el castigador del campo, con una madera entre las manos. Lo mató a palos”. Necesita parar el relato…“A palos”. El dolor se convierte en insensibilidad, para sobrevivir: “Si mataban a un compañero, lloraba muchísimo. Con el tiempo, perdí la capacidad de llorar”.
"Quien no moría por los gases moría por los trabajos forzados y por una alimentación casi inexistente"
“Recuerdo un muy buen amigo, Mario Zampetti, un chico italiano de 25 años. Un día, que nevaba, nos reunimos en la plaza del campo, como siempre, para contabilizarnos”. Al final del recuento, Mario se quedó de pie, quieto: “Se acabó, no puedo más”, dijo. “Decidió no moverse nunca más”, cuenta Pedro. “Vino la SS y le disparó. Cayó delante de mí”. Marsch! “Y nos fuimos a trabajar”, lamenta. “¿En qué pensábamos? Sin duda, en que Mario ya estaba muerto. Y nosotros, vivos. Y que teníamos que vivir”.

“En Sachsenhausen vi lo peor y lo mejor del ser humano. De lo mejor recuerdo la enorme solidaridad que muchos demostraron.José Calabaza era un chico catalán que trabajaba en la cocina, al que nunca le pedí favores y me respetaba mucho. Yo llevaba meses vomitando sangre y estaba perdiendo fuerzas. Un día me dio un trozo de pan con mantequilla, que dividí con otro compañero. Me dijo que me lo comiera, porque al día siguiente el campo sería liberado. Come esto, que te podrá salvar, me dijo. Tenía la certeza de que me hubiera muerto de hambre. Fue él quien me salvó la vida”. 

Las SS se están marchando: “Era domingo. Nos quedamos allí, sabíamos que el final de la guerra estaba cerca”. La puerta grande de hierro se está abriendo. El primero en entrar es un joven de 20 años con una ametralladora en mano: “Vimos que era ruso, saltamos todos por la ventana, aunque yo tomé la puerta. Éramos unos esqueletos, corriendo hacia él. Al tenernos delante, nos miró y se le cayó la ametralladora al suelo. De rodillas, rompió a llorar. Y nosotros, también”.
"¡Me encanta vivir!"

Pedro Martín, quien el próximo 16 de agosto cumplirá 90 primaveras, vive hoy serenamente con su amable esposa en una acogedora casa en Falaise (Normandía, Francia). En sus ratos libres no pierde la ocasión para seguir la actualidad política de España, la tierra de sus padres.

La entrevista, prejuzgándola difícil por su dureza, ha sido finalmente extraordinaria y entrañable, como el entrevistado, que no pierde su excelente español. Las pocas lágrimas vertidas parecieron incluso poner en entredicho el tacto del entrevistador, por momentos. Sin embargo, fueron tan sólo unas relatoras sinceras la Historia, que afloran de unos ojos valientes, porquetestigos de la barbarie. Una barbarie derrotada porque seres humanos como Pedro Martín, hace setenta años, con enorme coraje y agradecimiento a la vida, volvieron a sonreír, tal como hoy. ¿El secreto?: “¡Me encanta vivir!”. 

sábado, 6 de junio de 2015

“Jardines de Yolanda González Martín”

Blog Yolanda Gonzalez 31/5/15
El Pleno de febrero de la Junta Municipal de Distrito de Latina aprobó por unanimidad la propuesta de asignación del nombre de ‘Jardines de Yolanda González Martín’ al parque municipal ubicado a la altura del número 90 de la calle Escalona (Aluche), en homenaje a la líder estudiantil y vecina del barrio de Aluche asesinada en 1980 por miembros de extrema derecha.

La joven fue secuestrada a última hora de la tarde del día 1 de febrero de 1980 en su domicilio, Calle Tembleque, cuando se hallaba sola (convivía en un “piso de estudiantes” con su novio y con otra compañera del Partido Socialista de los Trabajadores-PST), y al que los secuestradores accedieron engañando a Yolanda, mostrando carnés falsos de autoridades policiales.
A Yolanda González Martín la asesinaron asesinada por los miembros de Fuerza Nueva, Emilio Hellín Moro e Ignacio Abad Velázquez.


MJBarreiroLG 

jueves, 4 de junio de 2015

Homenaje en Bejes (Cantabria) a la guerrilla antifranquista

AGE 31 Mayo 2015

El próximo sábado, 6 de junio, a las 12,30 h. celebraremos en Bejes el homenaje anual a la guerrilla antifranquista ante el monumento a la Brigada Machado que erigió Jesús de Cos en el año 2008. Este año, debido al fallecimiento de Felipe Matarranz hace unos días, dedicaremos un  especial recuerdo en su memoria. Contaremos con la presencia de Manuel de Cos, enlace de la guerrilla, Dolores Cabra, Secretaria General de AGE y Mª Amparo Panabière, delegada de AGE en Francia. 
 Más tarde, sobre las 14 h., comeremos al aire libre (o a cubierto si lloviera) y contaremos con la colaboración de algunos músicos, así que tenemos garantizado un buen ambiente.

Os esperamos.
 
Saludos,
Mari Sol González
Delegada de AGE en Cantabria

A propósito de la inauguración del « Jardin de la Nueve » en París el 3 de junio de 2015


Comunicado de los Amigos de los Republicanos Españoles de la Región Parisina


 Amigos de los Republicanos Españoles de la Región Parisina, | 4 junio 2015

Los Amigos de los Republicanos Españoles en Región Parisina se indignan contra la decisión de  La Sra Alcaldesa de París (Madame la Maire de Paris) de  que inaugure el « Jardín de  la Nueve » de París el rey Felipe VI, heredero sucesor de Juan Carlos, rey impuesto por el dictador sanguinario  Franco a los españoles.

Los hombres de la Nueve lucharon contra el fascismo y el nazismo. Ahora bien el rey de España juró pleitesía a uno de los representantes de esas ideologías criminales, al Dictador Franco.

Un rey colocado en el poder por el dictador ne puede rendir homenaje a unos hombres que lucharon en contra de esa dictadura. Eso constituye un error, un horror, una aberración.

Su heredero es ilegítimo para los españoles, que deben poder elegir la forma de gobierno y de Estado que quieran y que se han manifestado,  desde que el padre abdicó a favor del hijo,  por el derecho a un referéndum y a un proceso constituyente, del que los despojó la dictadura franquista primero, la monarquía legalizada por la fuerza de las armas fascistas del golpe de Estado  de Franco y  por la Transición después.

Que el rey Felipe VI pueda servirse de un homenaje a la Nueve para legitimar su régimen constituye una mascarada.

El homenaje rendido el 24 de agosto de 2014 en el muelle (quai) Sully-Morland de París por la Señora Hidalgo a los últimos combatientes de la Nueve y a todos los que han combatido con ellos el franquismo y el nazismo no nos dejaba presagiar una inauguración contra natura en este nuevo lugar.

Lo lamentamos amargamente.

Vive la République !

¡ Viva la República !

Los Amigos de los Republicanos españoles en Región parisina (ARE de RP), Paris, 3 de junio de 2015.

Felipe y Letizia, en visita oficial en Francia, han asistido al homenaje de los soldados españoles de La Nueve junto a la alcaldesa de París

“Si hubieran sido americanos les habrían hecho 15 películas”, cuenta la investigadora Evelyn Mesquida

La placa en el "Jardín de los combatientes de La Nueve, liberadores del Ayuntamiento de París el 25 de agosto de 1945". / EFE

El Diario.es, 3 junio 2015
La compañía de Raymond Dronne estaba compuesta casi al completo por españoles republicanos que liberaron la ciudad y cayeron en el olvido
“Eran individualistas, idealistas, valientes, y daban prueba de un valor algo insensato. No tenían el espíritu militar, eran incluso antimilitaristas, pero todos eran magníficos soldados. Si abrazaron nuestra causa, era porque era la causa de la libertad”. El capitán Raymond Dronne, que comandó la novena compañía de la Segunda División Blindada Francesa, compuesta casi en su totalidad por republicanos españoles y conocida por todos entonces por su nombre en castellano La Nueve, reflejó en su cuaderno de marcha el espíritu de unos hombres a los que la Historia olvidó pero que, en la vanguardia de las tropas francesas por su coraje, liberaron París del yugo de los nazis.
Entraron por la Porte d’Italie, cruzaron el Sena por el puente de Austerlitz y victoriosos, vitoreados por los parisinos que les recibieron en las calles con los brazos abiertos cantando la Marsellesa y que quedaron atónitos al descubrir que no eran norteamericanos, llegaron al Ayuntamiento el 24 de agosto de 1944. Hoy, en el lugar en el que acamparon junto al Hôtel de Ville parisiense, les rinde homenaje una placa en un coqueto jardín de rosas, inaugurado esta mañana de miércoles por la alcaldesa Anne Hidalgo y por los reyes, que se encuentran en visita de Estado a Francia.
“La humillación fue mayor que el hambre”
Más de medio millón de españoles cruzaron los Pirineos en 1939 huyendo de la tropas franquistas, entre ellos muchos combatientes republicanos. Los refugiados fueron hacinados en campos de concentración, en barracas donde cientos de hombres, mujeres y niños mataron el tiempo entre hambre y enfermedades. Para muchos de los que habían luchado por la República, abandonada por Francia y el Reino Unido a su suerte, “esta humillación fue mayor que el hambre que tenían”, relata a eldiario.es Evelyn Mesquida, autora de la obra de referencia sobre La Nueve.
Cientos de ellos se enrolaron en la Legión Extranjera francesa, donde llevaron su experiencia de combate tras tres años de guerra fratricida en España y donde mantuvieron viva la llama de la lucha contra el fascismo.
Los españoles combatieron en todas las batallas en las que peleó el Ejército francés. Estuvieron en Noruega, en Libia, en Túnez o en Egipto. “Eran muy competentes, mucho más que nosotros”, recuerda emocionado Roger Doré, de 91 años, uno de los pocos integrantes franceses de La Nueve, que por aquel entonces era apenas un crío de 18 años.
De los 160 hombres que componían La Nueve, 148 eran españoles. Muy pocos resistieron hasta el final de la guerra. Sólo 16 llegaron a liberar el Nido del Águila, el refugio de Hitler en los Alpes bávaros, donde recibieron la noticia en boca del general Philippe Leclerc de que la guerra había terminado.
Los demás habían muerto o habían sido gravemente heridos. Pero también aquella hazaña les ha sido negada por la Historia, que se atribuye a la compañía estadounidense Easy, inmortalizada por la serie de televisión ‘Hermanos de sangre’.
“Quizás la compañía Easy se llevó la gloria, pero si los de La Nueve hubieran sido americanos habrían hecho 15 películas sobre ellos, porque hay gestas de una dignidad extraordinaria, de coraje, de solidaridad. Ellos sí que eran combatientes por la libertad, todos ellos lo decían, su combate era por la libertad”, explica Mesquida, que ha recogido la memoria de estos hombres en numerosas entrevistas realizadas a lo largo de una década. Hoy sólo dos de aquellos españoles, Rafael Gómez y Luis Royo siguen vivos, y ninguno de los dos ha podido asistir al homenaje, impedidos por los años y por la enfermedad.
“Notables combatientes”
“Mi padre decía que los hombres de La Nueve eran difíciles de mandar y fáciles de dirigir a la vez. Difíciles porque había que explicarles por qué se les daban las órdenes, porque si no, no las obedecían. Y fáciles porque eran combatientes notables que se enzarzaban en combate de forma efectiva. Y eso daba confianza a mi padre, que no los enviaba a situaciones peligrosas inútilmente”, relata Colette Dronne-Flandrine, hija del capitán que los llevó a las puertas de París.
En La Nueve, las órdenes se daban en español, ayudados por oficiales españoles que hablaban francés, y las tanquetas fueron bautizadas con nombres de batallas de la guerra civil española, como ‘Guadalajara’, ‘Brunete’, ‘Santander’ o con los muy patrios ‘España cañí’ o ‘Don Quijote’. Era una compañía de choque, siempre en primera línea contra los alemanes, ayudados por la experiencia adquirida en la guerra en España, pero también por el idealismo de unos hombres que se presentaron voluntarios. Por eso fueron enviados en vanguardia para entrar los primeros en París. En la capital aún quedaban 20.000 soldados alemanes armados, pero las tropas de Dronne consiguieron llegar hasta el corazón de la ciudad sin pegar ni un tiro. El general Dietrich Von Choltitz optó por la rendición.
Olvidados por España y Francia
Pese a sus gestas, los españoles de La Nueve fueron condenados al olvido. En España cubiertos por el pesado manto franquista, y en Francia porque en aquellos momentos de zozobra y de profunda división entre los que resistieron y los que se unieron a Vichy, el general Charles de Gaulle optó por correr un velo y convertir a todos los franceses en los héroes de la liberación.
Su famosa frase pronunciada en el Ayuntamiento de París al día siguiente de la llegada de los españoles (“París ultrajada, París destrozada, París martirizada, pero París liberada, liberada por ella misma, liberada por su pueblo, con la colaboración de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la colaboración de toda Francia, de una Francia que lucha, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna”) se repite cada año en el aniversario de la liberación de la capital francesa. Francia había sido liberada por los franceses, y no había más que decir.
Y así había quedado en el recuerdo de los parisinos, como los dos jardineros que han cuidado con esmero las rosas del jardín dedicado a La Nueve, y que hoy se sorprendían de que hubieran sido españoles los primeros en llegar. “Nunca nos dijeron nada, ni en el colegio ni en las celebraciones de aniversario. Jamás habíamos oído hablar de estos hombres”, reconocía uno de ellos. Aunque Mesquida ha dedicado grandes esfuerzos al reconocimiento de los españoles de La Nueve, entiende las circunstancias de De Gaulle.
“Era un momento muy difícil que se le podía escapar de las manos, los americanos querían tutelar Francia hasta que hubiera unas elecciones, los ingleses también. Francia podía haber desaparecido como entidad importante, y De Gaulle, haciendo esto, une a los franceses, todos hemos participado, incluso los que no han participado”, explica la autora. El precio, sin embargo, fue el olvido de los combatientes extranjeros.
Pero si aquella traición dolió, probablemente el trago más amargo fue comprobar que la lógica de la guerra fría se imponía y que no iban a regresar a España, que nadie les iba a ayudar a derrocar a Franco. Todos ellos se quedaron en Francia y allí rehicieron sus vidas. Sus amplios conocimientos mecánicos les llevaron a trabajar en Citroën, en Renault, se casaron, tuvieron hijos. Muchos murieron sin volver a pisar España.