Vista del Puerto de Cartagena A la izda. el Crucero Ligero Miguel de Cervantes
Crucero Ligero Miguel de Cervantes
Hoy
20 de Noviembre, no sólo es un día para celebrar la desaparición
física de genocidas y fascistas como Francisco Franco, sino para
recordar con cariño a luchadores por la Revolución Social de la talla
politica y humana de Buenaventura Durruti, muerto en Madrid el 20 de
Noviembre de 1936 combatiendo contra los fascistas. ¡¡Memoria y Honor a los hijos del Pueblo!!
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Buenaventura Durruti dirigente de la CNT -_FAI |
DURRUTI, ASCASO, GARCÍA OLIVER
Historia de tres amigos de la dulce libertad: si se hicieron anarquistas, no fue por casualidad.
Buenaventura Durruti, Ascaso y García Oliver, llamados Los Solidarios, que desprecian al poder.
Buscados y perseguidos por el campo y la ciudad, si acabaron en la cárcel, no fue por casualidad.
Buenaventura Durruti, Ascaso y García Oliver, tres hojas de trébol negro contra el viento del poder.
Siguiendo con su costumbre de burlar la autoridad, si cruzaron la frontera, no fue por casualidad.
Buenaventura Durruti, Ascaso y García Oliver, la negra sombra del pueblo contra el brillo del poder.
Después de una temporada, se volvieron para acá; si temblaron los burgueses, no fue por casualidad.
Buenaventura Durruti, Ascaso y García Oliver, tres balas negras de plomo apuntando hacia el poder.
(Chicho Sánchez Ferlosio)
La
asociación no entiende que las administraciones no conmemoren el 19 de
noviembre, el día que por primera vez en España se celebraron unos
comicios con sufragio universal.
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19 de
noviembre 1933, el día que por primera vez en España se celebraron unos
comicios con sufragio universal. |
León noticias. com / 19-11-2011
El
19 de noviembre de 1933 se celebraron en España elecciones generales.
Por primera vez en unos comicios que elegían el parlamento del Estado
las mujeres tuvieron la oportunidad de ejercer su derecho al voto,
cumpliendo así su derecho al sufragio con anterioridad a otros países
europeos como Francia, Italia o Bélgica.
Se
trató de la aplicación de los principios de igualdad de género que
fueron plasmados en la Constitución de la Segunda República, aprobada en
1931 que en su artículo 52 dice: “El Congreso de los Diputados se
compone de los representantes elegidos por sufragio universal, igual,
directo y secreto”.
Por
ello, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica
entiende que no es comprensible que una democracia no celebre el
aniversario de su primera existencia electoral. Algo que, según la
asociación, tiene que ver con el trabajo que han hecho ciertas élites
políticas y académicas para que la mayoría de la sociedad crea que la
democracia llegó por primera vez a España tras la muerte de Franco, con
la reinstauración de la monarquía.
“Aquel 19 de noviembre de 1933 las mujeres se acercaron a las urnas
para ejercer un derecho del que habían carecido por años de
discriminación y que perderían con el golpe de Estado del general Franco
y durante toda su dictadura militar. La Constitución republicana supuso
un cambio fundamental en la existencia de las mujeres que pasaron a
convertirse en ciudadanas de pleno derecho, ocupando por primera vez
cargos de responsabilidad política en esos años”.
La ARMH lamenta que ninguna institución del Estado no conmemoren esa
fecha y rindan homenaje a los hombres y mujeres que hicieron posible la
posibilidad que tuvo nuestra sociedad de hacer su transición a la
democracia durante los años de la Segunda República. Muchos de los
hombres y mujeres que hicieron posible esa oportunidad histórica
tuvieron que huir del país, fueron encarcelados o asesinados y se
encuentran todavía hoy en fosas comunes.
“Es tiempo además de que la sociedad española acabe con la patológica
relación que mantiene con el pasado reciente, sin rememorar sus
conquistas sociales ni sus avances políticos, algo que debilita nuestra
cultura democrática y desmerece el esfuerzo de todos los hombres y
mujeres que durante generaciones han luchado por la conquista de
libertades universales y más justicia social”.
Luis Miguel Pérez Adán
Director (INCIS) Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas
Cartagena 21 Noviembre 2011
Este bombardeo realizado por la “Legión Cóndor” alemana
sobre Cartagena el 25 de noviembre de 1936, unido a los que se habían
desarrollado en Madrid y el que se produjo dos días más tarde sobre
Alicante fueron el principio de una nueva estrategia de guerra aérea que
no sólo contemplaba los objetivos militares sino que buscaba sembrar el
terror entre la población civil.
La
ciudad sufriría hasta 1939 un centenar de bombardeos más realizados
fundamentalmente por la aviación Legionaria Italiana desde sus bases en
las Islas Baleares. Pero en la memoria histórica de la ciudad el llamado “Bombardeo de las Cuatro horas” quedó como un terrorífico recuerdo colectivo, que setenta y cinco años después todavía no esta esclarecido.
Con
este documental se pretende mostrar cuales fueron la claves en cuanto a
su preparación, desarrollo y ejecución, sus consecuencias y su
importancia para el resto de la guerra en Cartagena.
El
Aula de Humanidades “Ángel Márquez” conjuntamente con el INCIS
(Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas) y los demás
colectivos que lo configuran les invita al estreno de este documental
que tendrá lugar:
viernes 25 de noviembre de 2011, en el Centro Cultural CajaMurcia en c/ Puertas de Murcia, a las 20:00 horas.LL
LA MATANZA DE ATOCHA 1977
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Monumento a los abogados asesinados, situado en la plaza Antón Martín,(Madrid)
La Matanza de Atocha de 1977 fue un atentado terrorista cometido por extremistas de derecha en el centro de Madrid la noche del 24 de enero de 1977, en el marco del llamado terrorismo tardofranquista. Cinco sindicalistas fueron asesinados, marcando la transición española iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco.
Un comando ultraderechista penetró en un despacho de abogados en derecho laboral de Comisiones Obreras (CC OO) y militantes del Partido Comunista de España (PCE), situado en el número 55 de la calle de Atocha,
abriendo fuego contra los allí presentes, matando a cinco personas y
dejando cuatro heridos. El Tribunal que dictó sentencia el 4 de marzo de 1980
consideró que los procesados Francisco Albadalejo (secretario del
Sindicato Vertical del Transporte Privado de Madrid y vinculado a FE de las JONS),
José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Leocadio Jiménez Caravaca
constituían un "grupo activista e ideológico, defensor de una ideología
política radicalizada y totalitaria, disconforme con el cambio
institucional que se estaba operando en España". El fallo condenó a José
Fernández Cerrá y Carlos García Juliá a un total de 193 años a cada uno
de ellos, y a Francisco Albadalejo, a un total de 73 años.
El periódico italiano Il Messaggero indicó en marzo de 1984 que neofascistas italianos habían participado en la matanza,[1] algo que fue probado en 1990, cuando un informe oficial italiano relató que Carlo Cicuttini, un neofascista italiano próximo a la organización Gladio (una red clandestina anti-comunista dirigida por la CIA),
había participado en la matanza. Cicuttini había escapado a España
donde adquirió la nacionalidad española, después del atentado de Peteano
de 1972, hecho con Vincenzo Vinciguerra.[2]
En la actualidad hasta en 23 pueblos de la Comunidad de Madrid,
existen calles y plazas, recordando a las víctimas de Atocha del número
55
Vitoria 3 Marzo 1976
Vitoria: vanguardia de la lucha contra la dictadura
El
14 de noviembre de 1975, el primer Consejo de Ministros presidido por
Juan Carlos aprobaba el Decreto de Congelación Salarial. El 20 moría
Franco. En diciembre, tan sólo en Madrid, más de 150.000 trabajadores
estaban en huelga. Los primeros días de enero las empresas en huelga
aumentaron, pararon Renfe y Metro, las cuencas mineras, etc.
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5 trabajadores asesinados |
Trabajadores asesinados por la Policia franquista
La
burguesía tenía tan poca confianza en sí misma, sobre todo al calor de
los acontecimientos revolucionarios que se desarrollaron en Portugal con
la Revolución de los Claveles, que su máxima prioridad en aquellos
momentos era poner a resguardo los frutos de la explotación de la clase
trabajadora durante la dictadura. La evasión de capitales adquirió
cifras dramáticas en aquellos años. Sólo entre enero y mayo de 1976
salieron del país 60.000 millones de pesetas. Esta fuga descapitalizó la
industria: así, mientras en 1973 la formación bruta de capital crecía
un 12,5%, en 1975 se contrajo en un -4%, siendo aún peor en 1976 donde
el INI, que invirtió 115.000 millones, representaba un 30% de la
inversión total.
La clase trabajadora sufría las consecuencias de
esta crisis. La inflación en 1976 llegó al 20% y sólo el pan subió cerca
de un 40% en el primer trimestre del año. El desempleo, que afectaba
apenas a 300.000 parados en 1973, superaba en 1976 el millón de
personas. La clase trabajadora respondió a esta situación con una lucha
heroica.
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Represión Policial |
Represión Policial
En
Vitoria, desde el mes de enero de 1976, cerca de treinta empresas se
habían ido declarando en huelga coordinando sus acciones, eligiendo
democráticamente en asamblea a sus propios representantes, cuestionando
así la falta de libertades. Los trabajadores exigían una subida lineal
igual para todos de 6.000 pesetas al mes, cien por cien del salario en
caso de enfermedad o accidente, jubilación a los 60 años con el jornal
real, reducción de la jornada laboral, ni un despedido, ni un
represaliado, no al Sindicato Vertical, etc.
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Entierro de los Trabajadores |
Entierro de los trabajadores (Alava 3 Marzo 1976)
Lo
que caracterizó el movimiento de Vitoria fue la coordinación de las
empresas en lucha a través de la elección en asamblea de comisiones
representativas de fábrica que, junto a los jóvenes, las mujeres, los
barrios, crearon una estructura de poder obrero que dirigía y organizaba
la lucha, las cajas de resistencia, etc. A medida que fueron saliendo
más empresas a la huelga, la antigua COV fue modificándose y adaptándose
a la nueva situación. La COV convertida en Coordinadora de Comisiones
Representativas era el germen de una nueva estructura que trascendía el
marco de la empresa. El debate entre las distintas tendencias fue
intenso. Arturo lo refleja en el capítulo dedicado al 3 de Marzo. Esa
etapa significó un impulso en la lucha ya que se consiguió aprobar la
realización de una primera asamblea de todos los trabajadores en huelga
el 22 de enero. El régimen, que se sentía arrinconado y herido de muerte
tras cuarenta años de dictadura, de dominación y de opresión, sólo
podía morir matando.
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3 Marzo 1976 Huelga General |
El 3 de Marzo de 1976
El día 3
de marzo de 1976 toda la clase obrera de Vitoria secundó la huelga
general convocada por las Comisiones Representativas de las empresas en
lucha. El éxito de la jornada fue abrumador.
A las 5 de la tarde
en la Iglesia de San Francisco de Vitoria se convocó asamblea general
para toda la clase obrera de Vitoria. Una hora antes la iglesia estaba
ya repleta, la ciudad absolutamente paralizada y recorrida por
barricadas. Desde todos los barrios obreros miles de jóvenes, mujeres y
trabajadores abandonan sus casas para acudir a la cita común.
La
policía se concentra en el mismo lugar, irrumpe en el lugar de la
asamblea, rompe los cristales y dispara al interior botes de humo. La
gente se echa al suelo e intenta protegerse. En el exterior la noticia
corre como el fuego: la policía ha cercado la iglesia, ha lanzado botes
de humo en su interior y va a asfixiar a miles de obreros. La gente
espontáneamente se organiza para liberar a sus compañeros. En el
interior, los que ya no pueden más, salen extenuados y medio asfixiados
al exterior. La policía ha organizado pasillos para recibir a los
trabajadores que intentan salir a porrazos, culatazos y finalmente
organiza una masacre.
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Fraga y Martín Villa con los heridos |
Mientras el Gobierno, la patronal, el
ejército y la policía se felicitaban por la masacre, la clase
trabajadora sacaba lecciones de dichos acontecimientos. Más de cien mil
personas, el pueblo entero de Vitoria, asistieron al funeral y
recorrieron las calles de la ciudad desde el Gobierno Civil hasta el
hospital donde estaban los heridos, homenajeando a los obreros muertos.
Cuando Fraga se presentó allí, uno de los obreros heridos le espetó:
“qué, ¿vienes a rematarnos?”. Se secundaron movilizaciones en todo el
Estado y todo Euskadi se paralizó el día 8 por la mayor huelga general
desde los años treinta, con más de medio millón de obreros en paro.
Fueron concedidas prácticamente todas las reivindicaciones de los
trabajadores y durante aquellos años la clase trabajadora en todo el
Estado obtuvo las mayores subidas salariales en cuarenta años. Las
luchas de Vitoria dieron un golpe de muerte a la dictadura franquista.
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Homenaje a los obreros asesinados 1976
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Artemio Precioso 206 Brigada Mixta |
Memoria Histórica de Cartagena Marzo 2012 A
las 11 de la noche del sábado 4 de marzo de 1939, la mayoría de los
jefes militares de la base y guarnición de Cartagena se declaran
opuestos al Gobierno del doctor Negrín e inician la toma del control
de todas las unidades e instalaciones. Encabezan la sublevación
Fernando Oliva, jefe de Estado Mayor de la base, Gerardo Armentia y
Arturo Espa, Jefe y segundo jefe del regimiento de artillería de
costa, Norberto Morell, jefe del Arsenal; Vicente Ramírez,
jefe de Estado Mayor Mixto... Previamente, han intentado que el
general de Ingenieros Carlos Bernal, jefe de la Base, encabece la
sublevación; al no tener resultado, Vicente Ramírez toma el mando, a
la espera de encontrar alguien más cualificado, de mayor graduación
o de prestigio. El sargento Calixto Molina hace de enlace entre los
militares y los civiles (falangistas, franquistas o ambas cosas a la
vez y revueltas), trabajo que tiene encomendado
desde semanas antes, desde que muchos "desilusionados" y
muchos "realistas" van socavando el espíritu de resistencia
con la argumentación de que hay que acabar pronto con la guerra
fratricida. Las figuras más destacadas, de entre los civiles, son
Antonio Bermejo, médico odontólogo; Antonio Ramos Carratalá,
director de la Caja de Ahorros; José Sánchez Rosique, etc. Todos
ellos se encuentran, en el momento de la rebelión, en la
cárcel local, a donde han ido a parar una vez conocidas sus
actividades antirrepublicanas. La flota republicana, fondeada en el
puerto, está al mando del almirante habilitado Miguel Buiza, y
conserva una parte muy importante de las unidades navales con que se
contaba al principio de la guerra.
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Almirante Miguel Buiza |
Pero Buiza hace tiempo que piensa
en desentenderse de la guerra y sigue con atención los movimientos de
los casadistas y anti-Negrín. El día 27 de febrero, el jefe
de Gobierno había citado en la base aérea de Los Llanos a todos los
jefes militares para conocer su opinión sobre la evolución de la
guerra; asistía Buiza y, desde entonces, no ha dejado de estar
pendiente de la actitud de los militares partidarios de finalizar la
guerra. De hecho, el día 2 de marzo, el Almirante reunió a los jefes
de los buques a su mando y les puso al corriente de lo que se gestaba.
« No habría otro Cavite», parecía ser la consigna entre gran parte
de la oficialidad y la marinería. Buiza se consideró libre de actuar
«en conciencia» cuando, desde la Agrupación de Ejércitos, le
informaron que el movimiento anti-Negrín no cuajaba.
El
detonante inmediato de la sublevación surgió cuando Negrín, que
estaba perfectamente al corriente de lo que se entretejía en Cartagena,
nombró para sustituir al general Bernal al teniente coronel Francisco
Galán, comunista, a quien se le ordenó tomara posesión inmediata de
su destino, con la ayuda de la 206 Brigada, muy curtida en el combate,
que mandaba Artermio Precioso. El nombramiento fue considerado como un
«golpe comunista» y como gesto inamistoso. Los militares intrigantes
decidieron no aceptar a Galán, y cuando llegó a Cartagena fue
detenido. La evolución de los acontecimientos en la ciudad, que cayó
prácticamente entera en manos de los insurrectos, y las instrucciones
insistentes del mismo Negrín, en el sentido de evitar cuanta sangre
se pudiese, hicieron que Galán negociara y aceptara dimitir, a su
vez, mientras Precioso iniciaba su tenaza sobre los cuarteles y baterías
sublevadas.
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Antonio Ramos Carratalá (Conspirador) |
Al
mediodía del 5 de marzo, las dudas se disiparon sobre la Flota y
Buiza ordenó la salida de la rada. Galán iba a bordo, después de un
forcejeo dramático entre Bruno Alonso, comisario socialista de la
Flota, y los oficiales que retenían a Galán. Tras una última
vacilación en alta mar, los buques republicanos se internaron en
aguas de África, yendo a parar, por instrucción de las autoridades
francesas, a la base de Bizerta. Los sublevados recurrieron al general
retirado Rafael Barrionuevo como jefe de la insurrección, y éste
inició desde el primer momento un diálogo radiotelegráfico
ininterrumpido con el Cuartel General de Franco en Burgos, hasta caer
en manos de la 206 Brigada. Gerardo Armentia, republicano de convicción,
comprobó pronto cómo la revuelta no era simplemente «pacifista»,
sino que
se enmarcaba en un ámbito netamente nacionalista y franquista. Después
de saber que muchos de los que la habían empujado resultaban
franquistas, acusó claramente la decepción y murió enfrentándose
con los primeros combatientes de la 206 Brigada que entraron en el
Parque de Artillería. Con esta excepción, ninguno de los otros jefes
militares o de los cabecillas civiles acabó malamente.
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General retirado Rafael Barrionuevo. |
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Del
lado nacionalista, pronto se organizó una operación de desembarco,
con las noticias excesivamente optimistas
que recibían de Barrionuevo. Según se acercaban los buques
nacionalistas a las aguas de Cartagena, para desembarcar en la
ensenada próxima de Portman o si se terciaba, entrar en la ciudad
desde los propios muelles interiores, las baterías que llenan las
alturas circundantes iban pasando a control de las fuerzas
republicanas. El «Canarias» no osó acercarse demasiado, pero el
mercante «Castillo de Olite», que actuó incomprensiblemente, fue
echado a pique, produciéndose una verdadera mortandad. En tres días
escasos Cartagena volvió a poder de la República, cuando ya nada podía
modificar el curso de la guerra. La transición a la paz, sin embargo,
era ya bastante más difícil.
75º aniversario de las Jornadas de Mayo de 1937. Barricadas en Barcelona
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Este
mes se conmemora el 75º aniversario de los acontecimientos
revolucionarios de Mayo de 1937 en Barcelona, uno de los momentos clave
de la Revolución Española. Por su importancia e interés, volvemos a
reeditar un artículo publicado en mayo de 2007 El Militante en ocasión
del 70 aniversario.
Aniol Santo
1 Mayo 2012
Todo proceso revolucionario atraviesa ciertos momentos críticos en los
que la calidad de la dirección, la corrección del programa, su audacia y
la confianza en sus propias fuerzas cobran una vital importancia. En
las revoluciones las masas prueban y comprueban a sus organizaciones y
dirigentes tradicionales, y sólo sobre el terreno de la práctica una
organización genuinamente marxista puede ganar a la mayoría de las masas
para conquistar el poder.
Como hoy en la revolución venezolana, la
clase trabajadora no sólo se enfrenta a la reacción sino también a los
sectores reformistas y proburgueses en el seno del movimiento obrero.
El proletariado español durante los años treinta pudo tomar el poder no
una sino diez veces, y en todas chocó con sus dirigentes, que en los
momentos determinantes llevaban una política diametralmente opuesta a
la buscada por las masas, esto es, la transformación socialista de la
sociedad. Una de estas ocasiones, la última para que triunfara la
revolución proletaria y con ello ganar la guerra civil, fue en mayo de
1937 en Barcelona.
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Juan García Oliver y Federica Montseny |
Las masas derrotan el golpe fascista
Fue
la acción independiente y en muchos casos espontánea de los
trabajadores, sin esperar llamamientos ni directrices de sus dirigentes
que nunca llegaron, la que el 19 de julio de 1936 logró derrotar el
golpe fascista. El aplastamiento del levantamiento fascista en numerosas
zonas del Estado español abrió una situación clásica de doble poder,
que fue particularmente acusada en Barcelona y en Catalunya. Grandizo
Munis relataba así la situación "No quedó fábrica, barrio obrero,
pueblo, batallón de milicias o barco, donde no se constituyera un
Comité. En su respectivo dominio local cada Comité era la única
autoridad existente; sus disposiciones y acuerdos eran la ley; su
justicia, la justicia revolucionaria, con exclusión de toda otra. La
legislación burguesa quedó automáticamente arrumbada, no existía más ley
que la dictada por las necesidades de la revolución. La mayoría de los
comités eran elegidos democráticamente por los trabajadores, milicianos,
marinos y campesinos, sin distinción de tendencias, realizándose así la
democracia proletaria, en oposición y superación de la democracia
parlamentaria burguesa"1.
Realmente la clase obrera tenía el
control de la situación, pero aún quedaba el esqueleto del viejo aparato
de Estado burgués. En la medida que la dirección del proletariado no se
propuso llegar hasta el final la legalidad republicana, poco a poco, se
fue reconstituyendo a costa de las conquistas revolucionarias. Los
republicanos burgueses, que dejaron que se preparara el golpe de Estado
sin hacer nada y que el 18 de julio se negaron a repartir armas entre el
proletariado porque temían más al proletariado armado que al fascismo,
poco a poco fueron recuperando la iniciativa.
Es difícil concebir
una correlación de fuerzas más favorable a la toma del poder que en
aquel momento. La tarea era clara: formar un gobierno obrero sobre la
base de la coordinación de los comités aplicando una política
revolucionaria de expropiación sin indemnización de los latifundios, las
grandes empresas y la banca bajo control de los trabajadores, para
planificar la economía en beneficio de los objetivos estratégicos del
movimiento: ganar la guerra y vencer al fascismo haciendo la revolución
socialista. Sin embargo, este programa no fue defendido en la práctica
por ninguna organización de los trabajadores, ni siquiera por parte de
la CNT o el POUM cuyos comités, fundamentalmente los dirigidos por los
anarcosindicalistas, se habían hecho con el poder real de Catalunya.
A pesar de unas condiciones tan propicias, los dirigentes
anarcosindicalistas y poumistas en lugar de barrer la vieja maquinaria
del Estado burgués en territorio catalán, aceptaron compartir el poder
con los representantes de la burguesía y la pequeña burguesía agrupados
en la Esquerra de Companys: primero, en el Comité Central de Milicias
Antifascistas y, más tarde, en el restaurado Gobierno de la Generalitat,
que se encargó de liquidar definitivamente, y en connivencia con el
Gobierno Central de la República, las conquistas revolucionarias más
importantes que los trabajadores y los campesinos habían alcanzado en
los primeros meses de lucha.
Contrarrevolución en el campo republicano
Durante
los nueve meses previos a mayo de 1937 se desató por parte del gobierno
republicano una verdadera ofensiva contra el poder obrero naciente que
fue subiendo en intensidad. Las empresas colectivizadas, que habían
conseguido aumentar la producción, mejorar el nivel de vida de los
sectores sociales más desfavorecidos y mantener los precios bajo
control, eran boicoteadas por parte del gobierno y el banco central,
llegándose a invertir la situación: mientras la falta de abastecimientos
la sufrían los barrios obreros, en los barrios burgueses de Barcelona
reinaba la abundancia.
La policía, relevada de sus funciones por
las patrullas obreras pero no disuelta en su momento, fue reorganizada y
restablecida por los gobiernos de Madrid y Barcelona, prohibiendo la
afiliación de sus miembros a partidos y sindicatos y recolocando a
viejos mandos profesionales, expulsando así a los integrantes de las
patrullas obreras. El control de las calles iba pasando de manos del
proletariado otra vez a manos del gobierno republicano.
Las
milicias antifascistas en Cataluña, controladas en su mayoría por la CNT
y el POUM, que en el frente de Aragón llevaron a cabo una guerra
revolucionaria, animando a la colectivización de la tierra en los
pueblos que conquistaban, fueron desmanteladas con la excusa de la
necesidad de establecer un mando unificado de las fuerzas combatientes.
En realidad se trataba de arrebatar a la clase obrera y a sus sectores
más conscientes la dirección de la lucha armada contra el fascismo para
rehacer el viejo Ejército burgués, restableciendo la casta de oficiales
burgueses y el viejo código militar. Esto se llevó a cabo boicoteando el
envío de armas a los frentes controlados por las milicias catalanas.
Todas estas medidas se combinaban con campañas de desprestigio,
mentiras y engaño contra las colectividades agrícolas, las empresas
ocupadas bajo control obrero, especialmente en Cataluña, y las milicias.
Paralelamente, la censura por parte del gobierno se cebó en los
sectores más radicales de la CNT y la FAI y, por supuesto, el POUM,
cuyos mítines y manifestaciones fueron prohibidos en numerosas ocasiones
y su prensa cerrada en varios momentos (incluso cuando participaban en
el gobierno de la Generalitat).
El papel del estalinismo fue
decisivo en todo este proceso. Dos factores fundamentales motivaron su
política en la revolución española. En primer lugar, la burocracia
soviética concebía la Internacional Comunista como un instrumento al
servicio de sus estrechos intereses nacionales y no como una palanca
para la extensión de la revolución mundial, para lo que fue creada por
Lenin y Trotsky. En este sentido, toda la política de la burocracia
estalinista estaba determinada por los acuerdos con el imperialismo
"democrático" de Francia e Inglaterra, gracias a los cuales estimaban
que se podría conjurar el peligro de la guerra mundial y salvaguardar
las fronteras de Rusia. Esta posición miope condujo a constreñir la
acción de los trabajadores en plena lucha contra el fascismo a una
alianza con la burguesía supuestamente "democrática", lo que dio forma a
los llamados Frentes Populares, organismos de colaboración de clase
entre las organizaciones obreras y las de la burguesía "liberal", una
estrategia en las antípodas de la teoría leninista de la revolución.
A
pesar de todos los malabarismos políticos del estalinismo, era evidente
que los capitalistas franceses y británicos temían mucho más el triunfo
del proletariado y el campesinado español, lo que podría abrir el
camino para la revolución en Francia o Gran Bretaña, que al
establecimiento de una dictadura fascista que al fin y al cabo
salvaguardaría los intereses de los grandes monopolios capitalistas,
incluidos obviamente los de sus países respectivos.
En segundo
lugar, el movimiento independiente de la clase obrera española produjo
auténtico pánico entre las filas de la burocracia y aceleró las purgas
sangrientas contra la vieja guardia bolchevique. El miedo a que el
triunfo de la revolución socialista y un régimen de democracia obrera en
suelo español condujeran a un cambio en la situación dentro de la URSS e
hiciera recobrar fuerzas a la exhausta clase obrera rusa, constituía
una amenaza demasiado peligrosa para los intereses de la casta
burocrática. Finalmente, Stalin firmó, sobre el cadáver de la revolución
española, el infame pacto con Hitler en agosto de 1939.
Estas
fueron las causas que llevaron a la burocracia estalinista a convertirse
en el más acérrimo defensor de la colaboración de clases y la punta de
lanza de la contrarrevolución en el campo republicano. Apoyándose en la
autoridad moral de la revolución de octubre y en el envío de armas de la
URSS a la República, los dirigentes estalinistas españoles, impulsados
por sus mentores del Kremlin, se lanzaron a la liquidación de todos los
elementos de poder obrero que subsistían todavía en territorio
republicano. Esto explica por qué en las Jornadas de Mayo frente al
proletariado catalán, se encontraran en las barricadas opuestas
militantes del PSUC junto con los burgueses de ERC y los reaccionarios
de Estat Català. La base comunista permanecía ajena a las auténticas
razones de esta lucha. Sólo recientemente, tras la caída del estalinismo
y después de comprobar el papel infame jugado por la mayoría de los
dirigentes de los mal llamados partidos comunistas de la URSS y Europa
del Este, convertidos en los agentes de la restauración capitalista y en
los nuevos multimillonarios de sus países, miles de honestos y
abnegados militantes del PCE han podido entender lo que realmente pasó
en aquellos años.
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Andres Nin (POUM) |
Las Jornadas de Mayo
Lunes
3 de mayo. El intento del gobierno de la Generalitat por recuperar el
edificio central de la Telefónica en Plaza Catalunya, controlado por las
milicias de CNT desde el 19 de julio, se convirtió en la gota que colmó
la paciencia del proletariado. A las tres de la tarde, tres camiones
con guardias de asalto, comandados por el estalinista Rodríguez Salas
(comisario de Orden Público), amparado por una orden del conseller de la
Generalitat, Aiguadé (ERC), intentan el asalto del edificio. Después de
varios disparos con los milicianos que custodiaban la entrada, toman
las primeras plantas. Dos horas después, Barcelona entera estaba
controlada por el proletariado. Grandizo Munis retrata el momento: "El
ruido de los primeros disparos extendió por Barcelona un latigazo
eléctrico: ‘¡Traición, traición!' (...) El grito se propagó de esquina a
esquina, hasta llegar a los barrios obreros y las fábricas, hasta las
demás ciudades y pueblos catalanes. La huelga general se produjo
inmediata, espontánea, sin otra aprobación, a lo sumo, que la de los
dirigentes medios e inferiores de la CNT. Barcelona se cubrió de
barricadas con rapidez taumatúrgica, cual si, ocultas las barricadas
bajo el pavimento desde el 19 de julio, un mecanismo secreto las hubiese
sacado de golpe a la superficie".
Martes 4 de mayo. Según relató
un testigo ocular, Lois Orr: "Para la mañana siguiente, los obreros
armados dominaban casi toda Barcelona. Todo el puerto y con él la
fortaleza de Montjuïc, cuyos cañones dominan el puerto y la ciudad, lo
tenían los anarquistas, todos los suburbios estaban en sus manos; las
fuerzas gubernamentales, exceptuando algunos cuarteles aislados, estaban
totalmente superadas en número y concentradas en el centro de la
ciudad, el distrito burgués, donde se les podía atacar desde todos los
ángulos como atacaron a los rebeldes el 19 de julio de 1936".
En
esas circunstancias, para formar un gobierno obrero, sólo faltaba lanzar
una ofensiva sobre el pequeño círculo en el centro de Barcelona que el
gobierno controlaba, y sobre la base de la coordinación de los consejos
obreros existentes y la extensión de los mismos a toda Catalunya,
aplicar una política revolucionaria: expropiación de los capitalistas y
latifundistas, organización de un ejército rojo para lanzar una guerra
revolucionaria contra Franco y un llamamiento internacionalista al
proletariado europeo, especialmente al francés, para impulsar la
revolución en sus países siguiendo el ejemplo español. Pero en lugar de
esto, los dirigentes de la CNT Montseny y García Oliver, que ya formaban
parte del Gobierno de coalición con los republicanos, se lanzaron al
sabotaje de la huelga haciendo un llamamiento expreso a que los
trabajadores abandonaran las barricadas. La dirección regional de la CNT
declaró el día siguiente: "La CNT y la FAI siguen colaborando
lealmente, como en el pasado, con todos los sectores políticos y
sindicalistas del frente antifascista. La mejor prueba de esto es que la
CNT sigue colaborando con el Gobierno central, (y) con el de la
Generalitat".
Miércoles 5 de mayo. Contra las indicaciones de los
dirigentes de la CNT (y también de la UGT), los trabajadores permanecen
en las barricadas desconfiando de las negociaciones. Era tal la
indignación con los dirigentes cenetistas que incluso el periódico de la
CNT, Solidaridad Obrera, era destripado en las barricadas.
La
intuición de las masas era cierta y otra vez más perspicaz que la de
sus dirigentes. Nada más conocerse los hechos sucedidos en Barcelona,
una fuerza armada de cinco mil milicianos del POUM y la CNT intenta
desplazarse desde Huesca hacia Barcelona. Sin embargo, los líderes
cenetistas consiguen detenerlos en Lleida bajo el pretexto de que el
gobierno se había comprometido a no enviar efectivos. Sin embargo, el
Gobierno de Valencia ya ha movilizado una fuerza de 5.000 guardias de
asalto en dirección a la capital catalana con el fin de sofocar el
levantamiento.
Jueves 6 de mayo. A los llamamientos a abandonar las
barricadas de la CNT, se suman los dirigentes del POUM, desaprovechando
así la última oportunidad para conquistar a las masas del proletariado
cenetista para una política auténticamente comunista.
En aquel
momento, la CNT ordena evacuar la Telefónica. Inmediatamente después del
desalojo, la policía ocupa el edificio. Después de tres días de
impotencia, el gobierno recupera la iniciativa y contraataca: guardias
de asalto toman la estación de ferrocarriles, bajo control obrero
también desde el 19 de julio, mientras las barricadas obreras se
desmantelan... el último intento de mantener las conquistas
revolucionarias fracasa abriendo el paso definitivo a su liquidación y a
una feroz represión de los obreros revolucionarios por parte del
gobierno republicano-estalinista.
La capitulación de los dirigentes anarquistas y el papel del POUM
La
revolución española fue la mejor ocasión del anarquismo para mostrar su
valía y utilidad como ideología revolucionaria. Pero la dirección
anarcosindicalista tampoco pasó la prueba de los hechos. A pesar de la
enorme fuerza proletaria de la base cenetista, a pesar de la iniciativa
revolucionaria de los comités locales de la CNT, donde se agrupaban los
líderes naturales del proletariado, esto no era suficiente. El torrente
revolucionario de las masas requiere siempre de una dirección con una
política a la altura de las circunstancias.
Los principios
fundamentales del anarquismo (destrucción del Estado, negativa a tomar
el poder porque en el ideario anarquista eso es sinónimo de
dictadura...) chocaban con el desarrollo real y concreto del proceso
revolucionario y con sus necesidades vitales para hacerlo triunfar y
consolidarlo. En la práctica, la actitud de los líderes anarquistas se
diferenció en poco (o en nada) de la de los dirigentes socialdemócratas y
estalinistas, aceptando en todos los momentos cruciales la política de
colaboración de clases y de subordinación de la revolución a los límites
de la "República democrática". Esta orientación, por más que se la
disimulara de fraseología ácrata, significaba en la práctica la defensa
del orden capitalista en territorio leal y la renuncia a la revolución
social.
Los dirigentes del POUM (Partido Obrero de Unificación
Marxista, producto de la fusión de la Izquierda Comunista y el BOC en
1935) y en especial Andreu Nin, un dirigente reconocido en el movimiento
obrero, podrían haber jugado un papel trascendental en la victoria de
la revolución.
Durante las Jornadas de Mayo, el POUM contaba con
cerca de 30.000 militantes comprometidos con la causa revolucionaria.
Disponían de una milicia en el frente de Aragón integrada por cerca de
10.000 combatientes. En los sucesos del 3 de mayo los militantes
poumistas compartían barricada con los cenetistas: en aquel momento
miles de obreros, lo mejor del proletariado catalán, miraban hacia los
militantes y dirigentes del POUM buscando una orientación
revolucionaria. Pero los dirigentes del POUM se colgaron a los faldones
de los líderes confederales y aceptaron su negativa a tomar el poder. En
consecuencia, facilitaron también las condiciones para la destrucción
de los órganos y elementos de poder obrero alcanzados en los inicios de
la revolución. Las ambigüedades y el temor a "quedar aislados" de los
dirigentes anarquistas y frente populistas, siempre marcó la actuación
del POUM. De hecho no era la primera vez que se conducían así. Mientras
el POUM participó en el Gobierno de la Generalitat hasta su expulsión en
diciembre de 1936, no tuvo inconveniente en firmar los decretos que
atacaban las colectividades y las milicias. Cuando un partido sólo
defiende una política revolucionaria en los discursos, pero en la
práctica hace lo contrario de lo que proclaman sus declaraciones
públicas, es imposible que gane la confianza de las amplias masas de la
clase obrera en el momento de la revolución. La actitud de Andreu Nin y
los dirigentes poumistas no fue casualidad, era una consecuencia de su
programa y política centrista.
Los Amigos de Durruti y el grupo Bolchevique-Leninista
Sólo dos pequeñas organizaciones trataron de aportar una dirección
consecuente en medio del fragor de las Jornadas de Mayo: Los Amigos de
Durruti, una organización surgida entre los militantes de la FAI que
luchaba contra la política colaboracionista de la dirección de la CNT; y
el pequeño grupo Bolchevique-Leninista, compuesto por un puñado de
militantes trotskistas que habían roto con la política centrista del
POUM, que editaba La Voz Leninista.
El
martes 4 de mayo el grupo Bolchevique-Leninista repartió una octavilla
en las barricadas que adquiere una gran popularidad entre los militantes
cenetistas. Decía lo siguiente:
"VIVA LA OFENSIVA REVOLUCIONARIA.
Nada de compromisos. Desarmar a la Guardia Nacional Republicana y las
Guardias de Asalto reaccionarias. Este es el momento decisivo. Después
será demasiado tarde. Huelga general en todas las industrias salvo las
relacionadas con la prosecución de la guerra, hasta que renuncie el
gobierno reaccionario. Sólo el poder proletario puede garantizar la
victoria militar. ¡Total armamento de la clase obrera! ¡Viva la unidad
de acción CNT-FAI-POUM! ¡Viva el frente revolucionario del proletariado!
¡Comités de defensa revolucionaria en talleres, fábricas y barrios!
"Sección Bolchevique-Leninista de España (por la Cuarta Internacional)".
El día siguiente Los Amigos de Durruti reparten otro panfleto:
"CNT-FAI, Grupo de los Amigos de Durruti.
Trabajadores, exigid con noso-tros: Una dirección revolucionaria, el
castigo a los culpables, el desarme de todos los cuerpos armados que
participaron en la agresión. La disolución de los partidos políticos que
se han alzado contra la clase obrera. No cedamos la calle; la
revolución ante todo".
Este era el camino, pero estas dos
organizaciones eran demasiado pequeñas, sin el arraigo suficiente entre
las masas para llevarlas a la victoria. Aún así los dirigentes
cenetistas denunciaron a los Amigos de Durruti como "agentes
provocadores contrarrevolucionarios", y cientos de ellos fueron
expulsados de las organizaciones confederales y detenidos por la policía
republicana. Igual destino tuvieron muchos de los militantes del grupo
Bolchevique-Leninista.
La revolución es derrotada
La represión contra el proletariado después de la derrota se convirtió
en apabullante. Centenares de militantes de la CNT y el POUM son
asesinados por las fuerzas estalino-burguesas. Miles son arrestados,
volviéndose a llenar las cárceles de militantes revolucionarios. El POUM
fue liquidado y duramente reprimido bajo la acusación de ser una
organización trotsko-fascista, y su máximo dirigente, Andreu Nin,
torturado salvajemente y asesinado. La burocracia estalinista y su
policía política, la GPU, intentaron trasladar los mismos mecanismos
represivos que ya habían aplicado contra cientos de miles de comunistas
en Rusia al suelo español. De esta manera escribieron una de las páginas
más infames de su historia.
La consigna de "primero ganar la
guerra, después hacer la revolución" significó, en la arena de los
acontecimientos, luchar contra la revolución y crear las condiciones más
desfavorables para ganar la guerra. Después de las Jornadas de Mayo, la
contrarrevolución en el campo republicano avanzó con mucha más fuerza.
Largo Caballero fue expulsado del Gobierno por su negativa a reprimir al
POUM, formándose un nuevo gabinete encabezado por Juan Negrín,
dirigente del ala más moderada del PSOE que actuó como un dócil ejecutor
de todas las decisiones estalinistas. A partir de ese momento, los
líderes cenetistas se deslizaron con más fuerza por el tobogán de la
colaboración de clases, cediendo sus posiciones en el frente militar a
los nuevos mandos republicano-estalinistas y subordinándose a sus
órdenes. Las colectividades en Aragón fueron desmanteladas en acciones
punitivas del nuevo ejército republicano y se restablecieron las viejas
relaciones de propiedad de la tierra. Los comités obreros fueron
disueltos mientras se desarma definitivamente a los obreros en la
retaguardia. Los comités de abastecimiento fueron suprimidos y se
sustituyen por asociaciones empresariales que mercadeaban con la escasez
de producto. En definitiva, se desmantelan todas las conquistas de la
revolución.
El efecto de la derrota del proletariado catalán en la
moral y el estado de ánimo de las masas fue devastador. Los desastres
militares a partir de entonces se suceden uno detrás de otro, aunque la
heroica resistencia de los trabajadores contra el fascismo prolongó
durante dos años más la guerra civil.
Las Jornadas de Mayo de 1937
constituyen uno de los pasajes más heroicos del proletariado mundial.
Quedarán para siempre como una prueba contundente de la inagotable
capacidad revolucionaria de las masas. Hoy, setenta años después, los
sucesos de mayo del 37 son totalmente ocultados o tergiversados, como
ocurre con todos los grandes acontecimientos revolucionarios en los que
las masas anónimas de la clase trabajadora son las protagonistas. Para
los jóvenes y trabajadores que hoy queremos acabar con el sistema
capitalista, conocerlos y comprenderlos en toda su profundidad, igual
que el conjunto del proceso de la revolución en los años treinta, es una
prioridad de primer orden. No podemos cambiar el pasado, pero sí
aprender de él para cambiar el futuro.
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Francisco Sabater |
Fechas para recordar 5 Enero 1960
A finales de diciembre de 1959, Quico Sabater con 4 guerrilleros más
inicia el que sería su último viaje.
A pesar de que se sabía del intercambio de información entre las policías
española y francesa.
El Quico atravesó la frontera por Costoja.La guardia civil estaba
apostada por todos los pasos fronterizos en grupos de tres.
Había tropas de refresco apostadas en Albanya. Mientras numerosas
patrullas recorrían continuamente la zona.
Desde 1945 a 1960 los grupos de acción de Quico Sabater intervinieron en
numerosos hechos. Transporte de armas de lado a lado del Pirineo,
atentados políticos, atracos, y otros actos de propaganda antifranquista.
En estas actividades Quico vería como caerían 15 de sus hombres.
A lo largo de 16 años Francisco Sabater Llopart, fue el enemigo número 1
del régimen franquista.
El febrero del 46 Quico pasó de nuevo la frontera con un importante
cargamento de armas entre sus hombres figuraban Ramón Vila Capdevila
"Caracremada". En Banyolas lugar donde había depositado el armamento, en
Ramón Vila mató a un guardia civil para salvar la vida de Sabater, el cual
pudo escapar disfrazado de pagés(campesino catalán) encima de un carro,
mientras tanto Banyolas era registrada minuciosamente por la Benemérita
(Guardia Civil).
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Quico sabater en la frontera con Francia |
Dos meses después Quico y sus hombres colocaron bombas en los consulados
de Brasil y Perú mientras el grupo de Facerias lo hacía en el consulado de
Bolivia como protesta afirmativa de estos países a la entrada de España a
la ONU.
Al cabo de un mes, en junio de 1949 Quico Sabater fue encarcelado en
Montpelier después de ser juzgado por tenencia ilícita de armas y de
explosivos. Cuando llevaba cuatro meses de cárcel moría en Barcelona su
hermano José víctima de un enfrentamiento con la policía, aún desde la
prisión francesa Quico se enteró del fusilamiento de su hermano pequeño
Manuel en el campo de la Bota después de un juicio fugaz.
En cuatro meses la policía franquista incapaz de cazar a Sabater había
eliminado dos de sus hermanos, al cabo de trece meses de condena, Quico
Salía sale en libertad, en julio de 1950.
A principios de 1955 Francisco Sabater creó los grupos anarcosindicalistas
que tenían como portavoz la publicación "El Combate" distribuida por las
barriadas obreras barcelonesas y por los pueblos y ciudades de Catalunya.
El mismo año 55 en septiembre, con motivo de la visita de Franco a
Barcelona, Quico subió a un Taxi y se identificó como policía que quería
distribuir propaganda franquista y en una especie de mortero construido
por el mismo disparó proyectiles llenos de propaganda sembrando las calles
de Barcelona con octavillas de colores en Catalán y Castellano.
Los atracos a Bancos fueron los hechos más espectaculares realizados con
el fin de recaudar fondos para ayudar a los presos, a sus familias
necesitadas y a sus compañeros, el más importante fue el del Banco de
Vizcaya de donde conseguiría llevarse 700.000 pesetas.
En una oficina del Banco Central cerca del Borne (abastecimiento
Barcelona) llegaron Sabater y un compañero en un Taxi alquilado como
siempre, mientras Quico a punta de metralleta mantenía a raya a clientes,
guardias y empleados, el otro llenaba un cesto cómo para ir al mercado, al
salir Sabater dejó un objeto inofensivo delante de la puerta con una mecha
encendida mientras aconsejaba a los de dentro (del Banco) que se tumbasen
en el suelo, se fueron con el taxista que en ningún momento sospechó nada,
ya que les esperaba con el coche en la esquina.
También en Barcelona se llevó cerca de un millón de pesetas de la Empresa
Cubiertas y Tejados desde la calle todo el mundo se lo miraba sonriendo a
través de las grandes vidrieras, creyendo que allí dentro se estaba
filmando una película de gansters.
En estos últimos años Sabater se había presentado en lugares frecuentados
por obreros como Bares y comedores de las fábricas donde pronunciaba
pequeños mítines antifranquistas.
El año 1956 y 1957, fue detenido nuevamente en Francia y encarcelado por
los motivos de siempre, tenencia ilícita de armas, explosivos y también
contrabando por el solo hecho de tener un aparato transmisor: La policía
española conectada estrechamente con la francesa influyó decisivamente en
estas detenciones.
A finales de diciembre y inicios de enero del 57 serían detenidos 47
cenetistas en diversos lugares de Catalunya acusados de colaborar con
Quico Sabater, como tanto otras veces acorralado y perseguido, Quico
consiguió escaparse de Barcelona vestido de pagés, llegó en tren a
Hostalrich y continuó a pie hasta Francia, allí aún le esperaban 8 meses
de prisión en Montpelier seguido de un confinamiento de 5 años en Dijon.
En diciembre de 1959 a las puertas de un nuevo juicio por tenencia ilícita
de armas, decidió la huída hacia adelante, y emprendió la que sería su
última incursión contra el franquismo, le acompañaban Antoni Miracle
Guitart, de 29 años, Francisco Conesa Alcaraz de 39, Roger Madrigal
Torras, de 27 y Martín Ruiz Montoya de 20 años.
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Quico Sabater asesinado por la Guardia Civil |
Es el 3 de enero de 1960, en el "Mas Clarà" cerca de Gerona, Quico Sabater
se encuentra herido rodeado de numerosos efectivos de la guardia civil, el
rodeo y el tiroteo se prolongará todo el día hasta la noche.
Quico Sabater herido en la pierna, en las nalgas y en el cuello recorre
siempre de noche unos 25 kilómetros hasta llegar de madrugada a la
estación de Fornells, a punta de pistola sube a la locomotora del Tren
correo y obliga a los dos maquinistas a que no se detengan hasta llegar a
Barcelona, pero en Massanet Massanas es preciso cambiar la locomotora de
Vapor por una de eléctrica, Quico cambia de Máquina, y los maquinistas
aprovechan para alertar a la guardia civil, a dos minutos de Sant Celoni
con la pierna ya cangrenada Quico salta del tren con la intención de
recibir asistencia médica.
En todas las poblaciones a lo largo de la línea férrea hasta llegar a
Barcelona la Guardia civil espera a Sabater, Quico sin fuerzas pide la
dirección del médico a un pagés pero se equivoca y llama a la casa de
Francisco Berenguer delante de la del doctor Barrios, Berenguer al ver el
mal aspecto de quien llama tan temprano a la puerta y observando que lleva
una metralleta escondida, se pone nervioso y se abalanza sobre Quico con
el fin de quitarle el arma, mientras tanto Martínez Collado sargento de la
guardia civil los somatenista Abel Rocha falangista notorio y Pepito
Sebina ex-legionario ya han localizado al fugitivo, largamente esperado.
En un pacto de sangre mantenido aún hoy, en un pacto de silencio mantenido
por los tres hombres el somatenista descargó su metralleta en la cabeza
del Quico después de muerto, desfigurándolo hasta el punto de que ni su
hermana pudo identificarlo.
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Carteles recordando a Quico Sabater |
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