LA CASA NEGRA
Memoria Histórica de Cartagena
Blog de la Asociación Memoria Histórica de Cartagena
miércoles, 14 de mayo de 2025
sábado, 11 de febrero de 2023
150º ANIVERSARIO DE LA PROCLAMACIÓN DE LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA:
“Nadie trae la República, la traen todas
las circunstancias…
…Saludémosla como el sol que se levanta
por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria”.
Con estas palabras de Castelar evocamos
el momento esperanzador que supuso el umbral al nacimiento de un nuevo régimen el
11 de febrero de 1873.
Era lunes ese 11 de febrero en que el diario
“La Correspondencia de España” dio la
noticia de la abdicación de Amadeo I de Saboya. Enseguida se agolparon en las
calles de Madrid los federales pidiendo la proclamación de la República
mientras que en el seno del gobierno de Ruiz Zorrilla (Partido Radical) las
opiniones del Presidente y de los progresistas (apoyados por el Partido
Constitucional del General Serrano) se inclinaban a constituir un gobierno
provisional que organizara un plebiscito para que el pueblo español eligiera la
forma de gobierno y los ministros de procedencia demócrata, con el apoyo de
Nicolás María Rivero, Presidente del Congreso, abogaban porque el Congreso y
Senado, en reunión conjunta constituyeran una Convención que decidiera la forma
de gobierno. De ser así, la mayoría de ambas cámaras –que era republicana- se
decantaría por la proclamación de la República, mientras que si el gobierno
provisional organizaba la consulta, la proclamación de la República no
sucedería de manera inmediata.
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AMADEO I DE SABOYA |
Mientras una multitud que exigía la
República, se manifestaba ante el Palacio de las Cortes, siendo disuelta por la
milicia nacional, en el interior del edificio, el Presidente Ruiz Zorrilla
pedía a los diputados de su propio partido que aprobaran una suspensión de, al
menos, 24 horas, para poder restablecer el orden y que no tomasen ninguna
decisión hasta que oficialmente llegara el escrito de renuncia del rey. Se
trataba de una estrategia dilatoria; el presidente intentaba ganar tiempo, pero
su propio Ministro de Estado, Cristino Martos, se dirigió a la Cámara para
decir que en cuanto la renuncia formal llegara “aquí no habrá dinastía ni monarquía posible, aquí no hay otra cosa
posible que la República”.
Declarándose las Cortes en sesión
permanente por la moción de Estanislao Figueras, al día siguiente amenazaron
los jefes de distrito republicanos con que si no proclamaban la República
antres de las tres de la tarde iniciarían una insurrección, y en el mismo
sentido se recibió un telegrama de los republicanos de Barcelona.
Una vez leída la renuncia de Amadeo I, y
ante la ausencia del presidente del Gobierno, el ministro Martos anunció que el Gobierno
devolvía sus poderes a las Cortes, con lo que estas se convertían en Convención
y asumían todos los poderes del Estado y se presentó la siguiente moción por
parte de los diputados republicanos y radicales:
“La Asamblea Nacional
asume todos los Poderes y declara como forma de Gobierno de la Nación la
República, dejando a las Cortes Constituyentes la organización de esta forma de
Gobierno, interviniendo a continuación el hasta entonces Presidente de
Gobierno, Ruiz Zorrilla, que manifestó: “Protesto y protestaré, aunque me quede solo, contra
aquellos diputados que habiendo venido al Congreso como monárquicos
constitucionales se creen autorizados a tomar una determinación que de la noche
a la mañana pueda hacer pasar a la nación de monárquica a republicana”.
Subió entonces al
estrado Emilio Castelar que pronunció un discurso que pasaría a la Historia y
que fue respondido con una enorme ovación por parte de la cámara:
“Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia
de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado
con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las
circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de
la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia
fuerza en el cielo de nuestra Patria”.
258 votos a favor de la República y
32 en contra. Eran las tres de la tarde del 11 de febrero de 1873.
La Asamblea Nacional, reasumiendo
todos los Poderes, declaró la República como forma de gobierno de España. Hace
hoy 150 años.
miércoles, 5 de octubre de 2022
APROBACIÓN DE LA LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA EN EL SENADO (6 de octubre de 2022)
domingo, 11 de septiembre de 2022
ECUENTRO EN CARTAGENA CON EL GUERRILLERO ANTIFRANQUISTA QUICO
El pasado 8 de septiembre en "el soldadito de plomo" tuvo lugar el encuentro con Francisco Martínez "Quico" que, junto con Esperanza Martínez "Sole", recibió el pasado mes de junio, en nombre de la Guerrilla Antifranquista, el premio a la Memoria Histórica de la Región de Murcia 2022, otorgado por nuestra Federación Regional.
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David García presentó a Quico en nombre de la Memoria Histórica de Cartagena. |
Durante el acto relató que siendo niño aún, no le quedó más remedio que ayudar, como enlace, a los huidos que decidieron coger las armas, una vez sus poblaciones fueron tomadas por la banda franquista. Posteriormente le tocó cogerlas a él para salvar su vida y defender a la República. Una vez terminado su periplo guerrillero cambió las armas por la palabra, la disuasión y el consenso. Y en esta tarea continúa a sus casi 97 años.
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Su charla derivó en un debate muy enriquecedor. |
Quico, que luce una memoria envidiable, dice de sí mismo que debe de conservar la salud <<por imperativo legal>> para poder contar todo aquello silenciado por el franquismo y por la democracia. Dentro y fuera de España, su mayor lucha fue por visibilizar la dignidad de “los que se quedaron en silencio” y todavía espera, más allá de la simple afirmación moral como víctima del franquismo, el reconocimiento jurídico apropiado al conjunto de La Guerrilla Antifranquista, sus enlaces y puntos de apoyo, como organizaciones y personas que lucharon por la libertad y la democracia.
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Tras el encuentro firmó ejemplares de su segundo libro CAMINOS DE RESISTENCIA. |
sábado, 16 de julio de 2022
LA TRAICIÓN DEL 18 DE JULIO
El día del Trabajo, como tal, era para el franquismo el
18 DE JULIO, el día, para el régimen, de la FIESTA NACIONAL, considerada como
aniversario del golpe de estado cuyo fracaso inicial dio lugar a la guerra del
36; la paga extraordinaria de verano se llamaba “paga del 18 de julio” aunque en
realidad, el golpe de estado de los militares traidores tuvo lugar el 17 de
julio, y se venía preparando desde mucho antes pero comenzó a madurar con la
victoria en las elecciones del FRENTE POPULAR; golpe de estado esperado y
temido que, no obstante, sorprendió a las jerarquías republicanas, confiadas
extrañamente, a pesar del ambiente golpista que se venía mascando durante todos
esos meses. Así ocurrió con el Presidente del Consejo de Ministros Casares Quiroga, que desoyó las
advertencias de Azaña, Presidente de
la República. Tampoco quiso atender la petición del socialista Indalecio Prieto, el día 14, tras los
asesinatos del Teniente Castillo y el diputado conservador Calvo Sotelo, de
armar a los trabajadores, pues el cuartelazo se veía venir; y no sólo no
accedió a ello, sino que ordenó cerrar las sedes de grupos cercanos a los
anarquistas y los carlistas y de retirar los periódicos Ya y Época, así como
suspender durante 8 días las sesiones parlamentarias.
Lo cierto es que el día 10 el Consejo de Ministros había sido informado de la conspiración y el Servicio de Inteligencia había elaborado una lista con más de 500 nombres de implicados en el potencial golpe, pero pensaron que lo mejor era repetir la estrategia que había dado resultado en el pronunciamiento de Sanjurjo: esperar a que los golpistas dieran el primer paso para empezar entonces las detenciones.
No sabemos qué habría ocurrido de actuar de otra manera,
lo cierto es que el día 1 ya
había presentado Mola (“El Director”)
su informe reservado; el 4, Juan March le había entregado a Luca de Tena un cheque en blanco para
financiar el avión que este último compró con el asesoramiento de Juan de la Cierva el día 5 (el Dragon Rapide) y el día 7, por orden del
“Director” llegó Fanjul a Madrid con
el nombre de los oficiales comprometidos en el golpe.
Mientras que el
día 16, (la Virgen del Carmen) Franco
celebraba el santo de su hija Carmencita, tenía lugar, por orden suya, el
asesinato del general Amado Balmes
Alonso, por oponerse a la sublevación que se estaba preparando.
Ese mismo día 16,
Manuel Machado se encontraba en Burgos, con su mujer, celebrando el santo de su
cuñada y no pudieron volver a Madrid por perder el último autobús. Pilar de
Valderrama (Guiomar) se encontraba en Estoril desde mucho antes, y el día 13 de
junio había escrito para felicitar a Antonio, hermano de Manuel, nuestro llorado
poeta Antonio Machado, para felicitarle en su santo y pedirle “que saliera de
Madrid” ante “las noticias alarmantes que de allí llegaban”.
También el día 16, en Cartagena, el
Comandante del Lepanto, don Valentín
Fuentes, se dirigió extrañado a Capitanía: De madrugada había recibido
orden de zarpar hacia Barcelona, y cuando ya se encontraba a punto de hacerlo,
una motora vino dando contraorden: había que regresar al muelle; y después, a
las 8 de la tarde, nueva orden de partir hacia el Sur para comunicar a Madrid
su situación cuando se encontrara a 30 millas y esperar instrucciones del
Ministro de Marina. Al llegar a Capitanía, a pedir alguna explicación, inquieto
porque era la primera vez que recibía una orden así, se extrañó porque varios
oficiales y marineros se encontraban instalando un sistema supletorio de luz, y
a pesar de lo avanzado de la hora estaba allí todo el personal de oficinas y
con la pistola al cinto. Al preguntar lo que pasaba al Vicealmirante Márquez, éste, después de pedirle que no se
preocupara, le preguntó “¿Es usted creyente?” y ante la respuesta afirmativa le
dijo: “Hoy es la Virgen del Carmen. Récele y confíe en ella”.
¿Qué ocurrió para que, a pesar de tanto indicio de un
posible golpe no se tomaran medidas? El Ministro
de Marina, José Giral, había ordenado a los jefes de las bases navales que
evitaran las campañas de propaganda y comunicaran el grado de confianza que
tenían en el personal a su mando, pero concedió los permisos de verano, porque
las informaciones que le proporcionaron no las consideró alarmantes.
Y así, el día 17,
la insurrección de las tropas de Melilla con el arresto del Delegado de
Gobierno, la destitución de todos los mandos republicanos y el fusilamiento del
alcalde, que podía haberse quedado en un pronunciamiento fallido, aunque no lo
fue, sorprendió al presidente Azaña en la sede de verano del Jefe del Estado, el
palacio de El Pardo, y hubo de dirigirse rápidamente al Palacio Real a reunirse
tanto con Casares Quiroga como con
los líderes de los partidos fieles al gobierno republicano.
Por todas partes señales de que algo se estaba preparando, pero quienes tenían que haberlas interpretado no lo supieron o no lo quisieron hacer.
El país, ahora, estaba dividido entre golpistas y fieles
al gobierno legítimo. El pueblo en armas se dirigió a defender los derechos que
en el breve período de gobierno republicano había llegado a conseguir. Comenzó
así una guerra atroz que dio lugar a una feroz dictadura cuyas víctimas, a 47
años de la muerte del dictador no han obtenido todavía su reconocimiento; por
ello, desde las asociaciones memorialistas, continuamos clamando por la VERDAD,
JUSTICIA Y REPARACIÓN.
lunes, 11 de julio de 2022
12 DE JULIO DE 1873: CARTAGENA, CAPITAL DE ESPAÑA
El Partido Demócrata, el Partido Progresista y la Unión Liberal fueron los tres grupos políticos que protagonizaron la revolución de 1868 que dio fin a la monarquía de Isabel II, y apenas llegado el triunfo de la Revolución, el primero apostó decididamente por la República Federal como forma de gobierno para sustituir a la monarquía. De este modo, el partido de Pi y Margall pasó a denominarse Partido Republicano Democrático Federal y se presentó a las elecciones que convocó el Gobierno Provisional, obteniendo muy buenos resultados.
Los republicanos federales criticaron duramente el
proyecto de nueva constitución que no establecía claramente la separación entre
iglesia y Estado y porque consideraban que el poder ejecutivo de un monarca
constitucional no era compatible con el principio de la soberanía nacional expresada
por el sufragio universal y en la fórmula de juramento de la Constitución se
manifestó la división interna del partido en que los 16 diputados del sector intransigente votaron
en contra, expresando que acatarían todo lo que se derivase del sufragio, pero
nada que emanara de la corona, y los principios
republicanos que dieron origen a esta división dieron lugar con los años al
sueño de esa República Federal por la que se escribieron aquellas gloriosas
páginas de nuestra historia nacidas de la insurrección de julio de 1873.
Tras la abdicación de Amadeo de Saboya,
proclamada la República el 11 de febrero de 1873, este primer intento
republicano de nuestra historia fue una experiencia corta, caracterizada por la
inestabilidad, de tal modo que en sus primeros 11 meses de existencia se
sucedieron cuatro presidentes.
Llegado a la presidencia, tras el vacío
de poder creado por la marcha de Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall,
apoyado por los sectores moderado y centrista del partido, pretendía que las
Cortes Constituyentes elaboraran la nueva Constitución Republicana Federal, pero
los republicanos intransigentes no querían esperar y querían instaurarla de
abajo arriba.
La respuesta de los
intransigentes a la política de «orden y progreso» del gobierno de Pi y Margall
fue abandonar las Cortes el 1 de julio, alegando como motivo inmediato un bando
del gobernador civil de Madrid limitando las garantías de los derechos
individuales.
Tras el abandono de las
Cortes, exhortaron a la inmediata y directa formación de cantones, lo que iniciaría la
rebelión cantonal
Tres días después de estallar la
Revolución del Petróleo, de Alcoy, promovida por la AIT, que en los días
posteriores se extendió por las regiones de Valencia, Murcia y Andalucía, tiene
lugar el 12 de julio la insurrección de Cartagena.
Aunque no hubo un centro organizativo de la rebelión y cada cantón realizó sus propias proclamas, los sublevados «más allá de las lógicas particularidades locales» perseguían unos mismos fines: «la sustitución de todo tipo de autoridades gubernativas o jurisdiccionales, la abolición de impuestos especialmente impopulares (los consumos o el estanco del tabaco y de la sal), la secularización de las propiedades de la Iglesia, las reformas sociales favorables a la gran masa de desposeídos que no tenían otro bien que su fuerza de trabajo, el indulto por delitos políticos, la desaparición del ejército regular y su sustitución por tropas milicianas o la creación de juntas y comités de salud pública, como órganos de gobierno de naturaleza popular».
A las cinco de la
madrugada del 12 de julio, siguiendo las instrucciones de la “Junta
Revolucionaria de Salvación Pública” comenzó la insurrección en Cartagena. La
señal fue un cañonazo desde el castillo de Galeras, al tiempo que un grupo de voluntarios al mando de Cárceles
invadió el ayuntamiento, instalando en los bajos la «Junta Revolucionaria de
Salvación Pública» mientras otros grupos ocupaban las puertas de la muralla de
la ciudad. Al día siguiente llegó a Cartagena el gobernador civil de Murcia Antonio Altadill acompañado del diputado federal murciano Antonio
Gálvez Arce, conocido como Antonete.
Poco después la Junta izó
la bandera roja en el Ayuntamiento y proclamó el Cantón Murciano, nombrando a
continuación a Antonete Gálvez comandante general de las fuerzas del
Ejército, Milicia y Armada. En el Manifiesto que hizo público esa misma tarde
del 12 de julio la «Junta de Salvación Pública», constituida «por la voluntad
de la mayoría del pueblo republicano de esta localidad» justificó la
proclamación del Cantón Murciano como un acto de defensa de la República Federal.
El gobierno centralista consideró la
rebelión cantonal como un movimiento «separatista» por el Gobierno de la
República, pero la rebelión únicamente buscaba reformar la estructura del
estado, sin querer en ningún momento romper la unidad de España.
Para poner en marcha el
Estado Federal, la Junta revolucionaria de Cartagena emprendió entonces un
revolucionario programa de reformas. Se abolió la educación religiosa, al
tiempo que se expropiaban los bienes de la iglesia y el estado para uso del
cantón. A nivel legal, se eliminó la pena de muerte y se permitió el divorcio,
dos medidas largamente esperadas por los sectores más progresistas. En el
ámbito laboral se restableció la jornada laboral de 8 horas. Una bajada de los
impuestos de importación y el fin de los monopolios terminaron de completar el programa radical.
Asimismo se empezó a
publicar un diario, llamado El Cantón Murciano, para publicitar entre el pueblo
las medidas emprendidas por la Junta. La ciudad acuñó también su propia moneda,
con la plata requisada a los ciudadanos más pudientes y la extraída de las minas de La
Unión.