sábado, 16 de julio de 2022

LA TRAICIÓN DEL 18 DE JULIO

 



Desde 1939 hasta 1975 no se conmemoró en España el 1 de mayo como DÍA DEL TRABAJO. En ese día se celebraba la festividad de SAN JOSÉ OBRERO y en las ciudades más importantes, a lo largo de los 36 años que discurrieron desde el fin de la guerra hasta la muerte del dictador, se celebraban eventos deportivos organizados por el sindicato vertical

El día del Trabajo, como tal, era para el franquismo el 18 DE JULIO, el día, para el régimen, de la FIESTA NACIONAL, considerada como aniversario del golpe de estado cuyo fracaso inicial dio lugar a la guerra del 36; la paga extraordinaria de verano se llamaba “paga del 18 de julio” aunque en realidad, el golpe de estado de los militares traidores tuvo lugar el 17 de julio, y se venía preparando desde mucho antes pero comenzó a madurar con la victoria en las elecciones del FRENTE POPULAR; golpe de estado esperado y temido que, no obstante, sorprendió a las jerarquías republicanas, confiadas extrañamente, a pesar del ambiente golpista que se venía mascando durante todos esos meses. Así ocurrió con el Presidente del Consejo de Ministros Casares Quiroga, que desoyó las advertencias de Azaña, Presidente de la República. Tampoco quiso atender la petición del socialista Indalecio Prieto, el día 14, tras los asesinatos del Teniente Castillo y el diputado conservador Calvo Sotelo, de armar a los trabajadores, pues el cuartelazo se veía venir; y no sólo no accedió a ello, sino que ordenó cerrar las sedes de grupos cercanos a los anarquistas y los carlistas y de retirar los periódicos Ya y Época, así como suspender durante 8 días las sesiones parlamentarias.


Lo cierto es que el día 10 el Consejo de Ministros había sido informado de la conspiración y el Servicio de Inteligencia había elaborado una lista con más de 500 nombres de implicados en el potencial golpe, pero pensaron que lo mejor era repetir la estrategia que había dado resultado en el pronunciamiento de Sanjurjo: esperar a que los golpistas dieran el primer paso para empezar entonces las detenciones.

No sabemos qué habría ocurrido de actuar de otra manera, lo cierto es que el día 1 ya había presentado Mola (“El Director”) su informe reservado; el 4, Juan March le había entregado a Luca de Tena un cheque en blanco para financiar el avión que este último compró con el asesoramiento de Juan de la Cierva el día 5 (el Dragon Rapide) y el día 7, por orden del “Director” llegó Fanjul a Madrid con el nombre de los oficiales comprometidos en el golpe.

Mientras que el día 16, (la Virgen del Carmen) Franco celebraba el santo de su hija Carmencita, tenía lugar, por orden suya, el asesinato del general Amado Balmes Alonso, por oponerse a la sublevación que se estaba preparando.

Ese mismo día 16, Manuel Machado se encontraba en Burgos, con su mujer, celebrando el santo de su cuñada y no pudieron volver a Madrid por perder el último autobús. Pilar de Valderrama (Guiomar) se encontraba en Estoril desde mucho antes, y el día 13 de junio había escrito para felicitar a Antonio, hermano de Manuel, nuestro llorado poeta Antonio Machado, para felicitarle en su santo y pedirle “que saliera de Madrid” ante “las noticias alarmantes que de allí llegaban”.

También el día 16, en Cartagena, el Comandante del Lepanto, don Valentín Fuentes, se dirigió extrañado a Capitanía: De madrugada había recibido orden de zarpar hacia Barcelona, y cuando ya se encontraba a punto de hacerlo, una motora vino dando contraorden: había que regresar al muelle; y después, a las 8 de la tarde, nueva orden de partir hacia el Sur para comunicar a Madrid su situación cuando se encontrara a 30 millas y esperar instrucciones del Ministro de Marina. Al llegar a Capitanía, a pedir alguna explicación, inquieto porque era la primera vez que recibía una orden así, se extrañó porque varios oficiales y marineros se encontraban instalando un sistema supletorio de luz, y a pesar de lo avanzado de la hora estaba allí todo el personal de oficinas y con la pistola al cinto. Al preguntar lo que pasaba al Vicealmirante Márquez, éste, después de pedirle que no se preocupara, le preguntó “¿Es usted creyente?” y ante la respuesta afirmativa le dijo: “Hoy es la Virgen del Carmen. Récele y confíe en ella”.

¿Qué ocurrió para que, a pesar de tanto indicio de un posible golpe no se tomaran medidas? El Ministro de Marina, José Giral, había ordenado a los jefes de las bases navales que evitaran las campañas de propaganda y comunicaran el grado de confianza que tenían en el personal a su mando, pero concedió los permisos de verano, porque las informaciones que le proporcionaron no las consideró alarmantes.



Y así, el día 17, la insurrección de las tropas de Melilla con el arresto del Delegado de Gobierno, la destitución de todos los mandos republicanos y el fusilamiento del alcalde, que podía haberse quedado en un pronunciamiento fallido, aunque no lo fue,  sorprendió al presidente Azaña en la sede de verano del Jefe del Estado, el palacio de El Pardo, y hubo de dirigirse rápidamente al Palacio Real a reunirse tanto con Casares Quiroga como con los líderes de los partidos fieles al gobierno republicano.

Por todas partes señales de que algo se estaba preparando, pero quienes tenían que haberlas interpretado no lo supieron o no lo quisieron hacer.


Oportunamente, Franco aprovechó como excusa el desplazamiento para acudir a los funerales del general Balmes a Tenerife, y el día 18 de julio ratificó su manifiesto por la mañana,  para salir en el Dragon Rapide a las 14,33 hacia Tetuán, pero haciendo noche en Casablanca esperando a ver cómo se desenvolvían los acontecimientos.  En la noche del 17, Yagüe se había rebelado en Ceuta y sus tropas se habían hecho con la plaza; al mismo tiempo lo había hecho en Tetuán Sánchez Buruaga. Ya con el protectorado en manos de los golpistas, y sabiendo que el día 18 Queipo de Llano se había hecho con Sevilla y Varela y Cascajo con Cádiz y Córdoba, Franco, que ya no tenía nada que temer, y con la dimisión de Casares Quiroga, incapaz de contener la rebelión, el día 19, a las 7 de la mañana, fue recibido por la Legión con los mismos honores que si de un miembro de la realeza se tratara.


Tras la dimisión de Casares Quiroga, los sindicatos, en Madrid, pedían armas porque decían que solamente ellos eran los garantes de la República; se levantaron barricadas en los barrios obreros, comenzaron algunos a fabricar bombas caseras, algunos grupos anarquistas asaltaron las armerías y grupos de socialistas se armaron con fusiles provenientes del Parque de Artillería. Azaña había nombrado a Martínez Barrios para sustituir a Casares Quiroga, pero se organizó una manifestación en que socialistas, anarquistas y republicanos protestaron contra el equipo ministerial de éste, y 24 horas después hubo de dimitir y Azaña nombró a un nuevo sustituto: José Giral, que respondió a la demanda de los manifestantes: se armó en Madrid a las milicias obreras; las sedes de UGT y CNT recibieron el armamento el día 19, el mismo día que el general Fanjul entró en el Cuartel de la Montaña a mediodía para rebelar a la guarnición y tomar la capital, pero los milicianos armados rodearon el cuartel y les impidieron salir. El día 20 había fracasado el golpe de estado.



El país, ahora, estaba dividido entre golpistas y fieles al gobierno legítimo. El pueblo en armas se dirigió a defender los derechos que en el breve período de gobierno republicano había llegado a conseguir. Comenzó así una guerra atroz que dio lugar a una feroz dictadura cuyas víctimas, a 47 años de la muerte del dictador no han obtenido todavía su reconocimiento; por ello, desde las asociaciones memorialistas, continuamos clamando por la VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN.

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