jueves, 31 de mayo de 2012

Protesta de ARICO y familiares de asesinados en la Guerra Civil Española a las puertas del ayuntamiento de Calatayud.

Concentración enfrente de la casa consistorial Calatayud (Zaragoza)


Arico 29 mayo 2012

Ayer por la tarde se concentraron unas 35 personas enfrente de la casa consistorial de Calatayud en protesta a la negativa del alcalde de la ciudad José Manuel Aranda a la colocación de un memorial que recogiera los nombres de los vecinos de la comarca de Calatayud asesinados durante la Guerra Civil Española por los militares sublevados. Se desplegó  una pancarta de 4 por 2,5 metros que serian las medidas del memorial que se tenía previsto colocar en el cementerio; en dicha pancarta figuran los nombres de los 448 asesinados y desaparecidos que hemos podido documentar.
Terminando el pleno, en el apartado de ruegos y preguntas tomó la palabra la concejala Julia Olivas Agustín, quien hizo una  emotiva defensa a la colocación del memorial con los nombres que recuerden a los que fueron asesinados en la guerra civil española, ya que uno de sus abuelos está entre ellos.
También tomó la palabra María Dolores Delgado Nuño en representación de la Agrupación de Familiares Pro Exhumación de Republicanos del Valle de los Caídos, la Agrupación de Familiares Asesinados y Desaparecidos durante la Guerra Civil Española en el Barranco de la Bartolina de Calatayud y la Agrupación de Familiares Asesinados y Desaparecidos durante la Guerra Civil Española en el Cementerio de Calatayud quién apoyó con vehemencia la construcción del memorial, no entendiendo el porqué de la negativa ya que éste serviría para recordar a los desaparecidos.
Por último habló Encarna Callejero Becerril de Calatayud, haciendo referencia al mismo tema y defendiendo la misma postura que las anteriores.
El alcalde les respondió lo mismo que en la última reunión  poniendo las mismas escusas; no obstante indicó que estaba dispuesto a reunirse de nuevo con ARICO y los familiares y tratar de llegar a un acuerdo.
Terminado el pleno y una vez en la calle,  José Manuel Aranda se acercó al lugar de la concentración; allí Julia Olivas le indico en la pancarta el lugar donde aparecía el nombre de su abuelo. Tras charlar un rato con los allí presentes, el alcalde propuso que se solicitara una nueva reunión para tratar otra vez sobre el tema.

El asesino del tricornio. La interminable represión fascista en Extremadura.



El capitán de la Guardia Civil Manuel Gómez Cantos, el exterminador. Foto tomada de la web Protagonistas de la II República y de la Guerra Civil en Cáceres.


«Eres más malo que Gómez Cantos»

Dicho popular extremeño.
Nombrar al que en 1936 era el sanguinario capitán de la Guardia Civil en Villanueva de la Serena (Badajoz), es aún hoy, 73 años después, sinónimo de muerte y miedo. Dejó una huella indeleble no sólo en los republicanos, a los que fusiló y masacró inmisericordemente, a veces incluso por diversión, sino también en el propio cuerpo de la Guardia Civil y en la Falange, pues fusiló a algunos de sus propios subordinados y miembros de esa organización paramilitar especializada en la represión.

Antes de llevar tricornio, Manuel Gómez Cantos hizo carrera en el Ejército. Dejó de joven su ciudad natal gaditana de San Fernando para estudiar en la Academia de Infantería de Toledo. Tras ocho años, en 1920 obtuvo el pase a la Guardia Civil como primer teniente. Al estallar la guerra, ya tenía una hoja de servicios llena de tachas disciplinarias: borracheras en acto de servicio, palizas a la población civil, escándalos en prostíbulos, deudas...


Villanueva de la Serena, 1915. Foto tomada de "Rincones Extremeños", página web de la Diputación de Cáceres, Archivo y Biblioteca.
Al frente de la Guardia Civil en Villanueva de la Serena, el día en que Franco se sublevó contra la República, se negó a acatar las órdenes de las autoridades militares de Badajoz que le conminaban a permanecer fiel a la legalidad. .Enseguida se sumó, con las tropas a su mando, al levantamiento militar, se dirigió al Ayuntamiento y apresó al alcalde y a todos los concejales de izquierda que gobernaban el Consistorio y que habían conseguido sus puestos en unas elecciones democráticas celebradas en febrero. Era la mañana del 19 de julio del 36.

Durante los 10 días siguientes, hasta que huyó al cercano pueblo de Miajadas, mató a un concejal, hirió al alcalde y mandó a 60 personas a la cárcel. Poco después, cercado por varias columnas de milicianos, mandó colocar una bandera blanca en un torreón. Creyendo que se rendía, los milicianos fueron hacia donde estaba Gómez Cantos, quien entonces ordenó de repente a los tiradores de dos ametralladoras que dispararan a quemarropa:
230 milicianos fueron abatidos. La fechoría, que ha pasado a la historia con el nombre de la emboscada de Villamesías y que revela su carácter taimado, a los ojos de sus superiores, fue vitoreada como una hazaña.


Campesinos republicanos de Miajadas, presos y custodiados por la Guardia civil.Foto de la galería de Jaume d'Urgell, del periódico www.lademocracia.es.

Los historiadores también le sitúan en la entrada de las tropas franquistas en Badajoz y las posteriores matanzas en la plaza de toros. Se sabe también que estuvo al frente de la represión de jornaleros y pescadores en Marbella (Málaga), donde murieron 100 personas desde que cayó la ciudad, en menos de un mes.


Badajoz, 1929. Foto tomada de "Rincones Extremeños", página web de la Diputación de Cáceres, Archivo y Biblioteca.
Dos años más tarde de estos “trabajos” volvió a Villanueva de la Serena, cuando toda la comarca estaba ya bajo control de los “nacionales”. Vino para hacerse cargo de la delegación de Orden Público en Badajoz. Una vez en esta ciudad, se dirigió a la cárcel para recoger al grupo de 60 vecinos que detuvo en Villanueva de la Serena en el 36. Quedaban 33 entre rejas, y se los llevó con él para hacer una entrada triunfal en Villanueva.

Allí, el 8 de septiembre de 1938, Gómez Cantos organizó en la plaza del pueblo un "juicio popular", en realidad una farsa, que terminó con la condena de ejecución sumaria para todos. Un camión salió de Villanueva con los 33 detenidos, dejando atrás los vítores de los más exaltados del pueblo y las lágrimas silenciosas de los familiares.
Una escena tristemente repetida en la carrera de Gómez Cantos. Imagen tomada de La aventura de la Historia
Tras 14 kilómetros, en las proximidades de Medellín, el camión se detuvo y los detenidos fueron conducidos a una loma cercana. Allí fueron fusilados, ante la atenta mirada de algunos vecinos de Medellín y un reducido grupo de falangistas de Villanueva.

Allí siguen hoy enterrados, en una fosa común pendiente de excavar, en algún lugar del Cerro de las Fuentes. Sus familiares aún están buscándoles.



Fosa común excavada en la zona controlada por Gómez Cantos. En alguna de ellas están los restos de un campesino tiroteado por Gómez Cantos, "casi de broma, por una apuesta" en palabras del coordinador del Proyecto de Memoria Histórica de Extremadura, Cayetano Ibarra. La foto está tomada del blog de la Siberia Extremeña.
Acabada oficialmente la guerra, Gómez Cantos fue nombrado comandante y gobernador civil de Pontevedra, provincia en cuyas cunetas dejó también, como no podía ser menos, a muchos republicanos a los que “paseaban” de noche.

Pero volvió a regresar a Extremadura, esta vez con los galones de teniente coronel, para protagonizar sus dos más sonadas matanzas. Al frente de la Comandancia de Cáceres, en 1942 fue nombrado responsable de las fuerzas encargadas de la persecución de los huidos, el maquis. Todo lo que hizo no fue sino reafirmar su fama de sanguinario. Él decidía y su lugarteniente, el capitán Emiliano Planchuelo, mandaba el pelotón de ejecución.

Prisioneros republicanos extremeños amarrados en cuerda de presos. Foto tomada de la web Todos los Rostros.
El 28 de agosto de 1942 en Alía (Cáceres), hizo una lista con 30 nombres elegidos al azar y los convocó en el cuartelillo «para arreglar papeles». Pretendía, en realidad, aterrorizar a la región, que nadie diera apoyo al maquis. Todo el pueblo, vigilado por un cordón de guardias, vio la masacre. Entre los asesinados hubo mujeres. Su delito, al decir de Gómez Cantos: «Algo tenían que saber».



Campesino extremeño custodiado por la Guardia civil. Foto tomada de la misma web que la anterior.
No satisfecho, ese mismo verano quiso repetir el brutal escarmiento en Castilblanco, a 22 kilómetros de Alía. La lista esta vez era de 90 nombres. Sólo la presencia en el pueblo de un cura navarro que había hecho la guerra con los requetés y llegó a comandante castrense, torció sus planes.

En Mesas de Ibor (Cáceres), en abril del 45, no hubo cura que se le interpusiera. Un grupo de maquis había tomado el pueblo varias horas y desarmado a los cuatro guardias civiles. Gómez Cantos, encolerizado, acusó a sus subordinados de ser unos cobardes y decidió fusilarlos inmediatamente.
Plaza de Mesas de Ibor. Foto tomada de la web oficial de esta localidad cacereña.
Al ser colocados frente al paredón, él personalmente les arrancó las botonaduras de las guerreras, les quitó los uniformes, que mandó quemar, y les colocó los grilletes. Pero cometió el error de negarles la confesión antes de ser ajusticiados.

Al negarles los auxilios espirituales antes de que cayeran desplomados tras la ráfaga de sus propios compañeros, Gómez Cantos no podía ni imaginar que aquélla sería su última matanza.
Zona del sur de la provincia de Cáceres afectada por la ofensiva republicana de inicios de agosto del 36. La imagen es de elaboración propia de Julián Chaves, de cuya página web está tomada.
A la Iglesia de entonces, la misma que había hecho la "cruzada" del lado de Franco, aquello le pareció imperdonable. La presión de las autoridades eclesiásticas, en especial el obispo de Cáceres y el Cardenal Primado de España Pla i Deniel, logró procesar a Gómez Cantos, quien fue expulsado del cuerpo y condenado a prisión.Tras el consejo de guerra al que sería sometido en 1945, en el que para nada se habló de las masacres de republicanos que había cometido, ni siquiera llegó a cumplir entero el año de prisión a que fue condenado por «abuso de autoridad».Lo cierto, como demuestra su foto de anciano, es que fue oficial de la Guardia Civil hasta el final de sus días.

En su última fotografía conocida, Gómez Cantos parecía un anciano bonachón. No refleja al verdadero personaje, el sanguinario exterminador. Foto tomada de la página web de Mesas de Ibor.
Su capítulo en la historia lo recordará siempre como un sanguinario exterminador, sembrando la muerte y el miedo por donde pasaba. Fue un criminal que gozó siempre de la impunidad que le conferían sus galones.

Pero murió de viejo, como Franco, y en su cama.

Dicen que en sus
últimas borracheras desvariaba. Se creía un héroe.



Para realizar esta entrada me he basado en la página web La emboscada de Villamesías
También en el artículo de Ildefonso Olmedo, Un criminal con tricornio. El guardia civil más sanguinario, escrito en la edición digital del diario El Mundo. Y por último en el artículo de Julián Chaves, Guerra civil en Cáceres. La batalla de Villamesías.

La ARMH quiere que las calles dedicadas a las víctimas del franquismo lleve el nombre de Jerónima Bla

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha aplaudido la decisión adoptada esta mañana por el Ayuntamiento de Ponferrada de retirar de las calles del municipio los símbolos de la dictadura, por tratarse de "una medida que democratizará los espacios públicos y que dejará de rendir homenaje a quienes organizaron o ejecutaron el asesinado de cientos de bercianos, muchos de los cuales todavía se encuentran desaparecidos, en fosas comunes a lo largo y ancho de la comarca". Sin embargo, discrepa de la nominación de una calle con carácter genérico a favor de "la memoria histórica", manteniendo su reivindicación de que se le dedique a Jerónima Blanco.


Jeronima Blasco


BierzoDiario / 28-05-2012
La asociación argumenta su postura en que "son las víctimas quienes merecen el homenaje de una sociedad que desde las instituciones tanto se han olvidado de ellas", y recuerda que hace más de tres años solicitó al consistorio una calle para esta mujer, asesinada junto a su hijo de tres años, después de que su marido huyera antes de que fuera ilegalmente detenido, como representante de todas las víctimas de la dictadura franquista.
La ARMH exhumó sus restos en el verano de 2008 y pidió una calle que el equipo de gobierno ponferradino se negó a concederla. Ahora, considera que en el cumplimiento de sus objetivos debe luchar por el reconocimiento público para las víctimas. "Siempre para ellas, y en ningún caso otorgar a la memoria histórica la representación de personas con nombres y apellidos, cuyas biografías fueron arrasadas por los golpistas en una zona donde nunca se enfrentaron dos ejércitos".
33 años de retraso
Con respecto a la retirada de los últimos vestigios del régimen franquista, la asociación no deja de subrayar que el Ayuntamiento de Ponferrada —gobernado 16 años por el PSOE y otros tantos por el PP— ha tardado treinta y tres años en adoptar la decisión de que en sus calles no permanezcan símbolos "que rinden homenaje a quienes orquestaron un golpe de Estado para asaltar el poder de forma violenta y asesinaron a cientos de personas, entre ellos numerosos representantes políticos, cometiendo el peor delito con el que se puede agredir a un ser humano y que es: detenerlo ilegalmente, torturarlo, asesinarlo y esconder su cadáver para multiplicar la tortura a sus seres queridos".
Para la ARMH, el acuerdo aprobado esta mañana por la corporación no es sino "el principio del fin de una realidad que maltrata a las víctimas, al obligarlas a soportar la presencia pública de los verdugos, sus líderes o sus símbolos, además de que el mantenimiento de ese patrimonio antidemocrático se lleva a cabo con los impuestos que pagan las víctimas".
http://www.bierzodiario.com/index.php?option=com_content&task=view&id=8682&Itemid=28

miércoles, 30 de mayo de 2012

Excavaciones en la fosa común de La Pozona (Asturias)


Monolito a las víctimas de franquismo La Pozona (Asturias)




29.05.12 - 00:15 - M. VARELA. | Felechosa

La asociación estatal Foro por la Memoria, responsable de la excavación de la fosa común de Cabacheros en noviembre de 2009, ya tiene todos los permisos administrativos para comenzar las excavaciones en la fosa de La Pozona, que podría albergar cerca de un centenar de cuerpos y que se encuentra ubicada entre las localidades de Felechosa y El Pino. El inicio de los trabajos está ahora a la espera de la financiación, que depende de las subvenciones del Gobierno central en el capítulo referente a la recuperación de la memoria histórica.
Los trámites para comenzar las excavaciones se iniciaron hace ya seis meses. La Dirección General de Carreteras del Principado de Asturias ya autorizó el inicio de la excavación y, en unos días, se espera recibir el permiso municipal actualmente en tramitación. La Pozona se encuentra en una orilla de la travesía de la localidad allerana de El Pino. Los historiadores hablan de cientos de cuerpos trasladados en camiones a ese lugar. 

Homenaje a los Hermanos Quero, héroes de la guerrilla urbana antifascista de Granada



 
Asociación Granadina Verdad, Justicia y Reparación, - 29 mayo 2012


Próximo viernes, día 1 de junio de 2012, en la ciudad de Granada


Programa de actividades:
1ª. 18:30 horas. Concentración en homenaje y desagravio a los hermanos Quero y a todos los represaliados del franquismo, en la portada de la antigua prisión provincial de Granada (avenida de Madrid).

2ª. 19:30 horas. Conferencia a cargo de Jorge Marco Carretero*, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid y autor de la monografía “Hijos de una guerra. Los hermanos Quero y la resistencia antifranquista” (Comares, 2010), en la Sala de Conferencias “La Bombonera” del Complejo Administrativo Triunfo (cuesta del Hospicio, s/n).

Organiza y convoca: Unidad Cívica Andaluza por la República en Granada (UCAR-Granada).
Colaboran: Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica (AGRMH),Ateneo Republicano de la Alpujarra, Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía (IULV-CA), Partido Comunista de Andalucía (PCA), Plataforma Cívica por la República de Granada, Unión de Sindicatos de Trabajadores de Andalucía (USTEA) y Asociación por la Verdad, Justicia y Reparación de Granada.

La "Lista de Seixas". El Shindler portugués.





"Yo no soy fascista, yo no soy de izquierda, pero veo que lo que Franco viene haciendo es una injusticia".

Fotografía de portada y cita del Teniente Antonio Augusto de Seixas. La foto está tomada de la web Tenente Seixas


Finales de agosto de 1936. La columna de la muerte de Yagüe ha dejado sus huellas en Almendralejo, Mérida, Zafra y otras localidades de la Vía de la Plata donde, según el dirigente socialista Julián Zugazagoitia, dicen que "les han dado a los campesinos la reforma agraria, proporcionándoles un pedazo de tierra sin renta y para siempre".

Entrada de las tropas de Yagüe en Guareña (Badajoz).
Tras el horror de la doble matanza en Badajoz, la columna de la muerte de Yagüe marcha hacia Madrid, pues ha conseguido unirse a las tropas de Mola que bajaban desde el norte. Pero aún queda una bolsa republicana en la zona de Llerena, Jerez de los Caballeros y Villanueva del Fresno, entre otras localidades, hasta la frontera portuguesa.Las tropas franquistas que se han quedado, unidas a las patrullas paramilitares falangistas, comienzan a dedicarse a la conquista de esta zona y a la represión de sus gentes. Las gentes de estos pueblos deben huir para intentar salvar sus vidas y las de sus familiares. Sólo tienen dos posibilidades: atravesar la zona franquista e ir hacia levante a zona republicana, o atravesar la frontera e internarse en el vecino Portugal.

Ya en septiembre, se forman dos columnas. La primera, de unas 8000 personas, decide la primera opción. Pasarán tristemente a la historia con el nombre de “La Columna de los 8000”, con trágico final para la gran mayoría de ellos, pues fueron masacrados cuando estaban cerca de la libertad, a pesar de no ser más que civiles con un exiguo armamento. Fue una
encerrona sólo comparable a las de las carreteras de Málaga a Almería y de Barcelona hacia Francia. Esta tragedia olvidada merece una entrada propia que escribiré después de ésta. (*)


Columna de refugiados extremeños. No me ha sido posible averiguar si pertenecen a la Columna de los 8000 o a quienes fueron a refugiarse a Barrancos.

Otra columna de unos 1.000 extremeños y algunos andaluces deciden cruzar la frontera portuguesa. Portugal entonces se encontraba bajo la dictadura de Salazar y apoyaba tanto moral como económica y militarmente el alzamiento franquista. Su frontera era muy vigilada, ya que la temible PIDE (policía fronteriza) acampaba en los pasos fronterizos para evitar el asentamiento de “bandas de comunistas”.Todo republicano español detenido en dicho país era inmediatamente entregado a la policía española que, sin necesidad de juicio, aplicaba normalmente la pena capital.
Postal propagandística franquista, exaltando la amistad con los regímenes fascistas europeos, entre ellos el portugués, que les ayudaron a derrotar a la República.
Estas mil personas son perseguidas y disparadas por los franquistas. A su llegada a la frontera les esperan los guardias de frontera portugueses que, en principio, no les dejan traspasarla, aunque tras ver el peligro que estas personas corren, les dejan atravesar el pequeño río Ardilas, frontera natural entre los dos países, dejando que se sitúen en su ribera portuguesa.
Meandro del río Ardila en el entorno del castillo de Noudar. La parte española se corresponde con la parte interior del meandro y la portuguesa con la exterior. La zona de Coitadinha se sitúa en la parte derecha del meandro en la zona llana que se ve al lado del río. La fotografía y el texto que la acompaña están tomadas de la web "Vegas Brujas".
La comarca pertenecía a la administración militar comandada por el Teniente Augusto de Seixas y por el Teniente Oliveira Soares de la Guardia Nacional Republicana. Los falangistas y los soldados franquistas siguen disparando desde lado español contra el lado portugués. Los refugiados extremeños y andaluces tienen que refugiarse tras las piedras para no ser alcanzados por las balas disparadas desde el lado español.

En ese momento, el teniente Oliveira Soares monta en su caballo y se dirige al galope a las posiciones españolas para asegurar a los soldados y a los falangistas que, si se vuelven a repetir los disparos desde el otro lado de la frontera, responderán abriendo fuego con sus ametralladoras.
El fuego cesa. Algunos supervivientes recuerdan que hubo mujeres que se acercaron al teniente Oliveira Soares y querían besarle las botas, llorando agradecidas por haberles salvado.

El abrazo de dos dictadores, Franco y Salazar, agradeciéndose mutuamente la guardia de la frontera común frente a "rojos y comunistas".
Hasta ese momento, la práctica habitual en Portugal es la de devolver a España a los refugiados civiles que cruzan la frontera, lo que en realidad es como condenarlos a muerte, ya que, en su mayor parte son fusilados de inmediato. A que los refugiados no sean devueltos a España contribuye en buena medida la repercusión internacional que, gracias a los periodistas extranjeros, tiene el conocimiento de los sucesos acaecidos durante la toma de Badajoz.

Así, la columna de unas mil personas llega hasta el pueblo portugués de Barrancos, que los acoge como si fueran sus hermanos y a los que diariamente llevan víveres. Además, muchas familias esconden en su propia casa a varios de los perseguidos para evitar que los militares españoles los detengan y, muy probablemente, los fusilen.
Además están protegidos por el teniente Antonio Augusto de Seixas y los seis hombres que tiene a su mando. Tienen incluso que defender con sus armas a sus protegidos extremeños de las incursiones en Portugal de grupos de pistoleros fascistas españoles.
Edificio del ayuntamiento de Barrancos. Esta población portuguesa, fronteriza con Extremadura, tiene 2000 habitantes. En 1936 tenía alrededor de 3000.
Durante varias semanas son alojados en dos campos de refugiados improvisados, pues la única estructura que tenían era una especie de casa de baño, construida con chapas de cinc y trozos de encina, dividida en dos partes para separar a mujeres y hombres. Ambos se ubican en un paraje de singular belleza y que, paradójicamente, ha sido convertido en Parque Nacional.

El primero, el Campo de Refugiados de Coitadinha, es “legal” y conocido por las autoridades portuguesas, mientras que el segundo es un invento del teniente Seixas, responsable técnico de las operaciones de control de frontera, para seguir dando cobijo a los españoles sin que el Gobierno del dictador Salazar, que apoya a Franco, tenga conocimiento. La razón es que siguen llegando refugiados extremeños aterrorizados. En la finca de Coitadinha no caben más, por lo que el teniente teme que las autoridades los devuelvan y crea un segundo campo de refugiados clandestino en otra finca, la de Russianas, donde llegarán mas de cuatrocientos.




Situación de los campos de refugiados en las fincas barranqueñas de Coitadinha y Russianas que cobijaron a 1.020 refugiados extremeños y andaluces hasta que fueron repatriados por el gobierno portugués. Foto tomada de la web Gazeta de Antropología.
El mantenimiento del clandestino Campo de Refugiados de Russianas, sólo es posible gracias a los barranqueños, que durante más de un mes intentan hacer más humana y cómoda la estancia de los refugiados españoles, llevándoles comida y mantas, sin apenas tener incluso para ellos.Mientras, en octubre de 1936, las presiones internacionales contra Salazar consiguen que el gobierno portugués termine acatando las medidas del Comité de No Intervención y decide trasladar a los 614 españoles del campo de Coitadinha, negociando su repatriación con el Gobierno Republicano español sin saber que Seixas controla el campo de Russianas, que alberga a casi la mitad de la totalidad de los refugiados.Seixas, que hasta entonces aún pensaba que la paz llegaría pronto y que podrían volver a Oliva de la Frontera, se da cuenta de que eso no va a ocurrir, y visto que la negociación deja al margen a los refugiados de Russianas, se las tiene que apañar para mezclarlos con los de Coitadinhas y permitirles así subir al barco que les llevará desde Lisboa a Tarragona, puerto en poder de los Republicanos.

El buque Nyassa, en el que fueron embarcados y repatriados a Tarragona los refugiados extremeños y andaluces, junto con algunos militares republicanos que pasaron a Portugal tras la toma de Badajoz.
Como no se cuenta con ellos y no hay transporte, el propio teniente Seixas y su hijo mayor y otros familiares, tienen que conducir sendas camionetas arrendadas, corriendo él con todos los gastos, para poder trasladar a Lisboa a los refugiados de Russianas. Así, aparecen en el puerto de Lisboa los 411 refugiados de la "Lista de Seixas".

El teniente se justifica argumentando que se trata de antiguos escapados de Coitadinha que han decidido volver. El empeño de Seixas logra que los 411 extremeños de su lista también sean embarcados en el buque Nyassa, que les llevará a la ciudad de Tarragona, en la España Republicana.

Más adelante, como castigo por lo sucedido, Seixas es sometido a un interrogatorio militar, suspendido dos meses y obligado a pasar a la reserva. Acusado de traición, esto supone el fin de su carrera militar, Pero todos “sus” refugiados han conseguido salvar la vida.El 22 de octubre Salazar rompe relaciones con las autoridades Republicanas. Desaparecido Seixas, los extremeños huidos que cruzan la frontera portuguesa de Barrancos son devueltos a los españoles que matan inmediatamente a sus compatriotas, teniendo que ser muchas veces los propios portugueses quienes los entierren.
Fotografía probablemente de los refugiados extremeños ya embarcados en el Nyassa, pero sin haberse podido confirmar.
Este capítulo de la contienda española vive en la memoria de los que estuvieron allí, pero es casi desconocido para las nuevas generaciones de ambos lados de La Raya.

La historia del teniente Seixas y de sus valientes soldados la conocemos gracias a las Memorias que escribió su hijo, Gentil de Valadares y más recientemente al libro “Barrancos en la encrucijada de la Guerra Civil Española. Memorias y testimonio, 1936” de la antropóloga Maria Dulce Antunes Simôes. Seixas puso su conciencia por encima de las órdenes de sus superiores, comprometiendo así su carrera. Hizo “lo que tenía que hacer”.

La antropóloga Maria Dulce Antunes Simôes, con la colaboración de Francisco Espinosa y Gentil de Valadares, estudia en su contexto este suceso, sus protagonistas individuales y colectivos, insistiendo en el fenómeno de comprensión y cercanía que, ante la violencia de la guerra, une a portugueses y españoles.
Esto le costó el puesto. Pero el teniente Antonio Augusto de Seixas, cuenta también con el agradecimiento de aquellos republicanos, de sus familias, sus pueblos y de aquellos que tanto tiempo después conocemos dicha historia.En cuanto a la villa alentejana de Barrancos, que se volcó con los españoles, ofreciéndoles ayuda y alimentos, siempre le agradeceremos el enorme esfuerzo de generosidad y de valentía que consiguió salvar la vida, hace ya 73 años, a más de 1.000 extremeños que, de lo contrario, hubieran estado abocados a una muerte más que segura.


Medalla de la Comunidad de Extremadura. Solicitada, entre otros muchos colectivos, por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura, ARMHEX, para que sea concedida al pueblo luso de Barrancos como muestra de gratitud por la solidaridad mostrada al acoger a un millar de refugiados extremeños, que huían de la guerra civil y ponerlos a salvo.
Esperemos que muy en breve el agradecimiento del pueblo de Extremadura se materialice en la entrega, solicitada por varios colectivos, del mayor de sus símbolos: la Medalla de Extremadura.Moito obrigado, Irmãos



(*) Aunque sólo había previsto narrar la matanza de Badajoz en dos partes, me he dado cuenta de que el tema de la entrada de hoy y el de la “Columna de los 8000”, el próximo domingo, son consecuencias de la misma. Además, he llegado a saber de ellas investigando sobre Badajoz y, al tratarse de episodios muy graves y prácticamente desconocidos por la mayoría, no me parecía justo dejarlos de lado sin intentar darlos a conocer. Bastante tiempo han estado en el olvido…


La consulta de las siguientes webs y blogs me han ayudado en la realización de esta entrada: A la sombra del Tomate, "La medalla de Extremadura para Barrancos"; el periódico digital Hoy.es, "Barrancos, los héroes anónimos de la guerra" y "Barrancos, tierra de asilo"; Portal de la Codosera, " Carta desde la Raya"; Parque de Natureza de Noudar, "La guerra civil de España en el municipio de Barrancos"; Coordinadora de Colectivos de Víctimas del Franquismo, "Más de mil vidas en una medalla"; Anarquía y Misticismo, "La hazaña olvidada de Barrancos" y las citadas en las fotografías que ilustran la entrada.

Se presenta el libro “La recuperación de la memoria histórica en la provincia de Alicante”




31 de mayo en el Museo Histórico Municipal de Aspe (Alicante)


El Museo Histórico Municipal de Aspe acogerá este jueves, 31 de mayo, la presentación de la publicación “La recuperación de la memoria histórica en la provincia de Alicante”.
Se trata de un trabajo coordinado por Francisco Moreno Sáez, en el que han participado renombrados investigadores como Carlos Jimeno, Miguel Ors, Glicerio Sánchez, Mª Teresa Morales o Manuel Parra.
La presentación comenzará a las 8:30 de la tarde y se contará con la presencia de José Ramón García Gandía, autor de un artículo en esta publicación sobre el médico áspense Antonio Pavía Muñoz.

martes, 29 de mayo de 2012

Virgilio Leret Ruiz. Una vida al servicio de la República


Un libro de Antonio Cruz González


Editado por El Viejo Topo. 19 €
pedidos a la Editorial: www.elviejotopo.com/web/index.php
o a: despage@nodo50.org

Virgilio Leret fué el primer oficial republicano ejecutado por los golpistas que se levantaron en Melilla el 17 de julio de 1936. Era el Jefe de las Fuerzas Aéreas de la circunscripción Oriental, con sede en la Base de Hidroaviones de El Atalayón, Base que fué la única que resistió con las armas al golpe de Estado, ya que otros departamentos militares se rindieron sin acciones de guerra. Fué fusilado en aplicación del Bando de Guerra la tarde-noche del 17 al 18 de julio de 1936, sin poder especificar la hora exacta, ni saber dónde se encuentran sus restos. Pero Leret no fué sólo un oficial ejemplar, leal a la República, de talante progresista y de carácter abierto y familiar: además fué escritor, que firmó con el seudónimo “El Caballero del Azul” y también fué el primer inventor mundial del motor a reacción para aviones, denominado en el registro industrial como Mototurbocompresor de reacción continua, un avance que revolucionaría la aeronaútica y que el no pudo desarrollar, por culpa del golpe de Estado. Azaña que conocía en secreto el proyecto le aseguró que se comenzaría su construcción en septiembre. Lo cual, como es evidente, no pudo hacerse. Su esposa, Carlota O’Neill presa en la cárcel de Victoria Grande en Melilla, desde el día siguiente al Golpe, consiguió salvar los planos y la memoria del proyecto de las manos de los fascistas, y hacerlos llegar al gobierno inglés; a partir de ahí se perdió el rastro, no pudiendo ignorarse que Gran Bretaña logró el motor a reacción en 1941. Tal vez el proyecto de Leret ayudó a ello.
Su esposa Carlota O’Neill, escritora y periodista destacó como dramaturga y directora del periódico Nosotras. Escribió sus Memorias con el título Una mujer en la guerra de España. Estuvo presa durante seis años acusada de asociación ilícita,e injurias al ejército. De la primera causa fué sobreseida. Mientras estuvo detenida en Melilla, le arrebataron la tutela de sus dos hijas, Mariela (María Gabriela) y Lotti (Carlota). La realidad de mantenerla en la cárcel, fué por ser esposa del capitán Leret, oficial republicano, que se resistió a los sublevados, si bien para conservarla en prisión se aceptaron denuncias de la familia de su marido, que no deseaba verla en libertad y con sus hijas. No obstante, tras vencer a sus perseguidores, consiguió salir al exilio con sus dos hijas.

Los represaliados de San Juan de Mozarrifar (Zaragoza) resurgen del olvido

El terror de San Juan de Mozarrifar se ha perdido en el tiempo

Prisión de San Juan de Mozarrifar (Zaragoza)



Todos los Rostros, - 27 mayo 2012
Sus desdibujadas siluetas emergen de la oscuridad. Se alzan entre las espesas brumas del olvido y desde los deslavazados jirones de tiempo demandan nuestra atención y nos exigen que recobremos su memoria, la nuestra y la suya; que rescatemos sus nombres, ahora anónimos, de los inclementes torbellinos que engulleron sus recuerdos; que restauremos el lugar que sus malhadadas vidas aún deben seguir ocupando en nuestro presente y en nuestra propia historia; que señalemos, marquemos e identifiquemos a los ejecutores que los arrastraron al cadalso y los sumergieron en la honda negrura del vacío y que caractericemos a los herederos y beneficiarios de los que les dieron prisión y martirio, asesinando su cuerpo y aniquilando su espíritu.
Están ahí. Sólo hay que buscarlos. Nos llaman. Son los cientos de miles de hombres y mujeres que padecieron prisión y muerte en cientos de lugares de encierro, terror, tortura y eliminación diseminados por todo el relieve de la vieja España. Como tantas otras localidades, San Juan de Mozarrifar, pequeña población cercana a Zaragoza, tampoco estuvo al margen de las inexorables corrientes de la todopoderosa intrahistoria fascista. En las naves de su antigua papelera convertida en campo de concentración y más tarde en prisión, miles de republicanos vieron naufragar sus vidas entre el dolor y el miedo. 80 años después todavía viven algunos de ellos, los últimos, y en sus sueños aún huyen del acecho y de la persecución eterna de los feroces adoradores de la muerte. Siguen rememorando los meses y años de zozobras, de padecimientos, penuria y sufrimiento gratuito. Pero entre nosotros sus recuerdos se han ido difuminando, sus terribles historias de represión han sido literalmente borradas por la inexorable marea de los indiferentes nuevos tiempos y sus ejemplos de vida política y de compromiso con la libertad ya no interesan a nadie.
Cierto es que historiadores comprometidos con la dignificación de los represaliados por el franquismo, como Julián Casanova, Javier Rodrigo o Ángel Viñas se han referido con frecuencia al campo y prisión de San Juan de Mozarrifar en sus numerosas publicaciones dedicadas al proceso de Recuperación de la Memoria Histórica. También en ponencias y comunicaciones presentadas a congresos y jornadas centrados específicamente en la represión suele aparecer el nombre de San Juan entre las cárceles y campos de concentración más duros del terrible régimen penitenciario franquista. Pero es la edición de la obra de Ramón F. Ortiz Abril titulada “El campo de concentración de San Juan de Mozarrrifar (Zaragoza)” [ISBN 978-84-613-1813-1 www.huelladigital.net] la que ha permitido rescatar del férreo abrazo de la desmemoria los nombres, apellidos y vicisitudes más humanas y personales de las desgraciadas vidas y muertes de los miles de hombres que por allí pasaron.
En 1936 era San Juan de Mozarrifar un pueblo tranquilo, laborioso e industrial, pero el fracasado golpe y la subsiguiente guerra lo cambio todo. El exitoso avance franquista de 1937 que ocasionó el derrumbe en todos los terrenos del Frente Norte y la derrota del Ejército Popular Republicano en la cornisa cantábrica provocó que más de 50.000 soldados republicanos fueran hechos prisioneros en pocas semanas por los franquistas triunfantes en Asturias, Santander y Pais Vasco. Tras su interrogatorio, clasificación y posterior depuración, los presos fueron hacinados en campos y prisiones improvisadas en las provincias de Burgos, Soria y Zaragoza. Uno de ellos fue San Juan, a orillas del río Gállego, junto al Tejar de San Juan. Las naves de la antigua Papelera de las Navas habían estado ocupadas hasta entonces por un batallón del Cuerpo Expedicionario Italiano y por prisioneros integrantes del Batallón de Trabajadores nº 20, pero a partir de febrero de 1938 el ejército franquista procede a asegurar puertas y ventanas, electrifica el campo y levanta tapias, alambradas y garitas.
En el inicio de su actividad, miles de republicanos son encerrados en este campo de concentración divisionario bajo la vigilancia de soldados fascistas italianos para ser interrogados, clasificados según su grado de supuesta “culpabilidad” o vinculación con los leales a la República y posteriormente remitidos a otras prisiones y campos de sus lugares de origen, para allí ser juzgados, condenados y en muchos miles de casos, asesinados. Las nuevas derrotas del EPR en Teruel (febrero/abril 1938), Ebro (julio/noviembre 1938) y Cataluña (diciembre 1938/febrero 1939) provocaron nuevas oleadas de prisioneros a San Juan. El incesante trasiego no finalizó con la guerra. Miles de republicanos procedentes de los antiguos frentes vascos, catalanes y aragoneses, de las antiguas retaguardias navarras y castellanas y de las nuevas conquistas en Madrid, Ciudad Real, Extremadura, Andalucía y Levante fueron deportados a San Juan y desde allí, posteriormente, trasladados a Aranda de Duero y Miranda de Ebro (Burgos), San Marcos (León) y tantos otros lugares. Pero antes de abandonar San Juan hacia sus nuevos destinos, los presos eran tratados muy duramente por sus carceleros. Muchos de ellos recibieron severas torturas, siendo atados de pies y manos a árboles y postes eléctricos a la intemperie a lo largo de varios jornadas. Otros fueron colgados de cuerdas durante días enteros. España era una inmensa prisión y las condiciones de San Juan eran similares a las del resto de los centros de detención e internamiento: torturas, malos tratos, suciedad, hambre, enfermedades sobrevenidas, parásitos, sacas, paseos y muerte. De San Juan de Mozarrifar se enseñoreó el espanto.
Convirtiose más tarde San Juan en un centro de cumplimiento de penas, el conocido hasta finales de 1943 –fecha de su cierre– como Prisión Habilitada de San Juan de Mozarrifar y albergó también un Destacamento Penal y a un Lazareto de presos estables. Incluso acogió a presos comunes, algunos de los cuales golpeaban sañudamente a los políticos para ganarse el favor de sádicos y fríos carceleros. Entre los funcionarios más señalados, podemos encontrar, por ejemplo y entre muchos otros, a los directores Francisco Franco Blas y Teodoro Quirós Toledano, a los subdirectores y administradores Joaquín Garnica Grijalúa, Manuel Pinillos Cruels, Isaías Castellanos Sánchez, Juan Lafuente Gallego y a cientos de funcionarios y personal civil. Por acción, omisión u obediencia debida, estos funcionarios provocaron o consintieron que los presos fueran retenidos, maltratados cruelmente, torturados o sacados y asesinados.
En algún lugar de San Juan o de San Gregorio o de Zaragoza está la fosa ignota de los allí fallecidos. En su momento, era fácilmente identificable: muchas tumbas, filas de tumbas destacando sobre el terreno por la pequeña elevación del breve montículo de tierra, sin una cruz, con una pequeña plancha de madera y una minúscula chapa del tamaño de una moneda corriente, con un número inscrito en ella. Este era todo el rastro vital que dejaron en este mundo los republicanos muertos en San Juan de Mozarrifar.
Entre tal terror, como en tantas cárceles de hombres y mujeres, los presos dormían en finos petates tendidos en los suelos, todos juntos y prietos, en largas hileras sin fin, y como en el Pabellón 4º de San Juan, hombro con hombro, en una única lonja, con un único pasillo de 50 centímetros en el centro de dos grandes hacinamientos de 500 presos a cada lado. Algunos, muy pocos, consiguieron fugarse o desaparecieron cuando lo intentaban, reptando bajo una alberca por un estrecho túnel que comunicaba con la acequia que conducía al río Gállegos. Los escasos supervivientes recuerdan los cacheos indiscriminados, los recuentos en mitad de la noche, los gritos de los funcionarios reclamando por sus apellidos a los que iban a ser trasladados o paseados, el miedo, la incertidumbre….
El terror de San Juan de Mozarrifar se ha perdido en el tiempo. Las arenas del olvido se adueñaron de las memorias de quienes tenían el deber de recordar. Hoy, sólo unos pocos como Ramón F. Ortiz Abril se esfuerzan por impedir la prescripción del vergonzoso pasado. La premeditada amnesia y la indiferencia cómplices son sus mayores enemigos.
Publicado por paco_de_jerez@yahoo.es
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La rapiña organizada contra las víctimas de la represión



Miércoles, 28 de marzo de 2012 Asociación Salamanca Memoria y Justicia

Perseguir la verdad ha sido una constante en la vida de Natividad Rodrigo (Burgos, 1931). Cuando apenas contaba con 5 años, su madre, embarazada de cinco meses, y su padre, un labrador de Villanueva de Odra, «desaparecieron». Según las autoridades franquistas, el matrimonio había abandonado a sus tres hijos. Pero en casa sabían la verdad.

«Lo que más rabia me daba era que dijeran que se habían marchado dejando a tres niños pequeños». Y en el pueblo también conocían lo sucedido, hasta el punto de saber el lugar en el que enterraron a las 18 personas fusiladas aquella noche del 2 de septiembre de 1936, una información que nadie quería proporcionar. «Cuando en 2006 abrimos la fosa donde estaban mis padres enterrados con otros vecinos, nadie decía nada, incluso un primo mío dio una patada en el suelo de rabia cuando la máquina encontró el punto . No querían que abrieran la fosa. "Sin muertos, tampoco hay culpables", relata Natividad, quien además cuenta, por la memoria de su abuela, cómo antes del 18 de julio estaba todo preparado: «Había armas guardadas en el pueblo y, a las afueras, estaban excavadas dos fosas enormes».

Para los hermanos Rodrigo Fernández el sufrimiento no terminó con el asesinato de sus padres. Una providencia judicial fechada el 20 de mayo de 1937 requería al padre de Natividad en un proceso de incautación de bienes. Restituto Rodríguez Pérezllevaba ocho meses muerto, pero toda la maquinaria judicial del franquismo se puso en marcha para legitimar el robo de las propiedades que tenían él y su mujer, Natividad Fernández Calvo.

Transcurrido el plazo de diez días para que el afectado por el expolio se personara en el juzgado de incautaciones, el siguiente paso era la petición de informes sobre la conducta de la víctima al alcalde de la localidad, al juez municipal y al párroco, quienes se hacían valer a su vez de testimonios de vecinos. En el caso del padre de Natividad, todos los informes que integran su expediente de incautación -al que ha tenido acceso Memoria Pública- apuntaban en un único sentido: se trataba de un hombre de izquierdas que había participado en una comisión gestora del Ayuntamiento y que asistió a la manifestación del primero de mayo por los derechos de los trabajadores. «En las últimas elecciones votó al Frente Popular», testimonió un vecino de Villanueva de Odra. «Se mostró contrario al movimiento y se le consideraba afiliado al Partido Socialista», rezaba el informe de octubre de 1937 del regidor municipal.

De la madre de Natividad, en cambio, los informes decían que se le observó «una conducta irregular con anterioridad al movimiento» pero «sin que se demostrara pertenecer a ningún partido político». Incluso el juez municipal aseveró en un documento del 22 de octubre de 1937 que Natividad Fernández Calvo «demostró unirse al movimiento». Pero estas consideraciones llegaron más de un año después del asesinato de la pareja, el 2 de septiembre de 1936. Ese día ella llevaba«un vestido fino de fiesta»,;y él «un traje de paño fino, boina y calzaba zapatos», según el escrito del juez municipal que certificaba la desaparición de ambos.

Agotado el procedimiento, que incluía la tasación de todos los bienes del afectado – en este caso se valoraron en 1.279 pesetas e incluían una casa, varias fincas, un huerto y todo tipo de enseres – se procedió al embargo en 1939. «Se lo dieron todo al marido de una tía mía que se afilió a Falange», recuerda Natividad. El mismo hombre que se oponía a retirar la tierra encima de sus padres. A pesar de la incautación, esta burgalesa no cejó en su empeño de recuperar el nombre y las propiedades de sus progenitores. «Ellos no habían desaparecido, les habían matado», vuelve a insistir, dejando claro que fue su perseverancia lo que la condujo, en 1956, a recuperar sus pertenencias cuando su primo se dispuso a venderlas. «Nos dieron una parte del dinero de la venta», aclara Natividad.

ENTRAMADO JURÍDICO DEL ROBO

«Los rojos no solo perdieron la vida o la libertad, también sus bienes». Bajo esta premisa arranca el proyecto ‘Rapiña’, la iniciativa de un grupo de investigadores pertenecientes a una asociación andaluza de memoria que está documentando las prácticas de pillaje, incautaciones, robos y expolios de bienes a ciudadanos durante la represión franquista.

El Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (CGTA) ha buceado en el entramado jurídico que posibilitaba estas prácticas. Cecilio Gordillo, uno de sus integrantes, explica que se trata de una iniciativa abierta a la participación de quienes puedan aportar su testimonio.

La arquitectura legal que dio cobertura a estos expolios comenzó, en todo el Estado, con la Comisión Central de Incautaciones, creada el 10 de enero de 1937, de la que dependían las comisiones provinciales, presididas por gobernadores civiles. El nuevo estado franquista «se benefició de todos los procesos de incautación que se siguieron contra partidos políticos, sindicatos, colectivos sociales y personas», subraya el CGTA. La posterior ley de Responsabilidades Políticas, de febrero de 1939, continuó el proceso de represión económica, estableciendo que «todas las condenas conllevaban sanción pecuniaria y, en caso de fallecimiento, ésta recaía sobre la familia», explica el Grupo de Trabajo. Una estructura de 60 juzgados posibilitó la aplicación de la norma.

En 1941 ya había más de 114.000 expedientes, una cifra que, según estima el CGTA, pudo alcanzar el cuarto de millón a finales de ese mismo año. El colapso administrativo obligó a reformar la ley «suavizando los supuestos de responsabilidad y restructurando la jurisdicción para agilizar los trámites».