El Ejército del Ebro,una noche el río pasóAy Carmela!
Y a las tropas invasoras
buena paliza les dio
Ay Carmela!
buena paliza les dio
Ay Carmela!
Milicianos republicanos cruzando el Ebro Julio 1938 |
AABI 26 Julio 2013
Esa
noche a la que alude la famosa canción fue la del 24 al 25 de julio de
de 1938; desgraciadamente la misma noche en que una tragedia ferroviaria
ha conmocionado a España ante el alto número de muertos, 80 hasta el
momento. Aquella operación comenzó con el paso del río por distintas
zonas desde Mequinenza hasta Amposta, aunque las más importantes fueron
las de Flix-Ascó y las de Miravet-Benifallet, que dieron paso a las
principales divisiones de los XV y V Cuerpos de Ejército.
Aparte de escuchar esta versión de la popular canción, traemos aquí dos documentos:
+ unos extractos del libro Soy del 5º Regimiento en el que el jefe del Ejército del Ebro, Juan Modesto Guilloto, narra el inicio de la operación
+
un escrito del voluntario John Longstaff, miembro del "British", el
batallón británico de la XV BI, que en sus Memorias narra sus primeras
impresiones antes y después del cruce del Ebro al sur de Ascó:
Juan Modesto: "Hemos pasado el Ebro"
El
paso del Ebro se inició con los primeros parpadeos del día 25 de julio
de 1938. Los escalones de sorpresa, seguidos de las vanguardias de las
unidades pertenecientes a la brigada 226, las divisiones 3, 35 y 11 y
las brigadas 10 y 14, comenzaron la acción forzando el río en lanchas
por doce puntos distintos.
- La 35 división,
que mandaba Pedro Mateo Merino, con José María Sastre de comisario y
Julián Henriquez Caubin de jefe de E.M. Por el primer sector de paso,
2-3 km. al N. de Ascó, atravesaron el río las brigadas 13 y 15. La 11
brigada lo hizo con retraso por el segundo sector, 2-3 km. al SE de
Ascó.
Iba en vanguardia la 13,
que mandaba Mikhail Kjarchenco, soviético, (a partir del 30 de agosto
la mandaría Boleslaw Molojec, polaco) y tenia de comisario a Lorenzo
Varela y de jefe de E.M. a Henryk Turunczyk, comunista polaco.
Protegiéndose de Ascó con fuerzas de cobertura, la brigada desarrolló su
acción en dirección al cruce de comunicaciones de la Venta de
Camposines, donde a las 7,00 horas sorprendió en su puesto de mando e
hizo prisionero a un teniente coronel, jefe de un sector de la defensa y
a su Estado Mayor. Se apoderó de un grupo de artillería.
La 11 brigada,
que mandaba el antifascista húngaro Otto Flatter (Ferenc Múnnich), cuyo
comisario era Ernst Blank, atacó Ascó, donde el enemigo ocupaba los
puntos dominantes de las alturas, lo que exigió una serie de enérgicos
ataques de la 11 para tomarlo ya pasado el mediodía.
La 15 brigada,
que mandaba Valledor, con John Gates de comisario, colaboró con dos de
sus batallones en la conquista de Ascó por la … y prosiguió su avance en
dirección Gandesa. Pasado el mediodía, la 35 división había salido a
Camposines, punto neurálgico de aquella zona, en el centro del
territorio donde se desarrollaba la operación y que seguiría siéndolo en
el periodo defensivo, y hasta el fin de la batalla, como eje de nuestro
movimiento durante el repliegue.
...
Al final de la jornada, las unidades de la 35 división habían
profundizado 25 km. en su avance, conquistando Corbera y estaban sobre
Gandesa, que no pudieron tomar por falta de apoyo de artillería y
tanques. Era la unidad que tenia aquella misión. Su avance facilitó
extraordinariamente el de la 11 división. La 35 hizo al enemigo
centenares de prisioneros y cogió como trofeo un grupo de artillería de
75 mm a tracción mecánica, dos depósitos de intendencia en Venta de
Camposines y Corbera y un parque de pontones pesados de fabricación
extranjera.
...
Al finalizar la jornada del 25, las fuerzas del Ejército del Ebro
habían derrotado a la 50 división enemiga, parte de la 150 y una brigada
de la 13 división, conquistando el territorio al E. del km. 161 del
ferrocarril Tarragona-Caspe, la divisoria de Sierra de la Fatarella,
Fatarella, Corbera, Sierra Pandols y vertientes N. del Canaletas,
cubriendo todos los objetivos de la primera fase y parte de los de la
segunda. Las guarniciones enemigas de Mora de Ebro, García y Benifallet
tenían cortados los caminos de repliegue y aquella zona cala por
envolvimiento. La aviación enemiga empezó a desplegar una gran actividad
contra los medios de paso. Se acusaban ya los primeros síntomas de la
irregularidad en el Ebro. En Gandesa, varias unidades enemigas ofrecían
una gran resistencia. La demostración del flanco derecho había tenido un
éxito completo. La del flanco izquierdo había cesado. Se habían hecho
más de 2.000 prisioneros y capturado varias piezas de artillería y otros
trofeos.
...
La maniobra del Ebro sorprendió al enemigo estratégica y tácticamente.
Lo primero, sin duda, por la confianza que tenía en el obstáculo que
representaba la barrera del río y por el conocimiento de nuestra pobreza
técnica. Lo segundo quedó demostrado en el desconcierto de que dio
pruebas el mando enemigo, desde los jefes de las unidades sorprendidas
hasta el Cuartel General de. Franco. La reacción de éste fue paralizar
totalmente su ofensiva en Levante. Le habíamos quitado la iniciativa de
las manos.
Milicianos republicanos cruzando el Ebro Julio 1938 |
John Longstaff: La batalla del Ebro
El
lunes 25 de julio 1938, mucho antes de que saliera el sol, embarcamos
en camiones y nos dejaron en un punto de la orilla del Ebro al otro lado
de Ascó. Mientras esperábamos a los botes de remo, los españoles y
brigadistas, pensábamos en silencio en la lucha que iba a seguir; el
silencio apenas se rompía con el sonido de los remos. Yo iba bien
cargado: el fusil, cerca de 100 balas y una manta enrollada a mi cuerpo.
En el interior de la manta llevaba mis pocas pertenencias, que
incluían un plato y una botella llena de agua. Llevaba además dos
banderas para hacer señales de día y las lámparas para hacer señales de
noche. Me subí a la barca como si fuera un árbol de Navidad; durante la
travesía se me cayeron las banderas y chocaron las lámparas; el ruido
hizo que una docena de cabezas se dirigieran hacia mi con ojos de
preocupación.
Pronto
llegamos a la otra orilla, desembarcamos con rapidez y, como si
estuviéramos en un ejercicio de entrenamiento, preparamos nuestros
fusiles con las bayonetas caladas. Comenzamos a avanzar en plena
oscuridad junto con otros compañeros que habían ido llegando. Todavía no
se había oído ningún tiro y creo que todos, británicos y españoles, nos
preguntábamos por qué el enemigo no había disparado. Los jefes de
nuestra Compañía ?David Guest, John O'Connor, Johnny Power, George
Green, John Angus, Alan Gilchrist y yo? seguimos a los pelotones
delanteros. Habíamos cruzado el Ebro y estábamos avanzando sin un solo
incidente, fue notable...
El
sol aún no había salido y no se había producido una sola baja. El
entrenamiento había valido la pena. Todos, internacionales y españoles,
sabíamos que era la calma antes de la tormenta. El batallón canadiense
Mackenzie Papineau había cruzado en primer lugar; en nuestro flanco
izquierdo avanzaba el Lincoln-Washington. Nuestra Compañía nº 2 avanzó
rápidamente por los campos y viñedos con la vista completamente alerta.
Al salir el sol los pelotones y secciones ya estaban en el camino que
conduce a Gandesa, la población en que el batallón británico y otras
unidades habían tenido algún enfrentamiento contra el avance enemigo
durante la retirada de marzo/abril de 1938. ¡Y el enemigo seguía sin dar
señales! "¿Dónde están?" Eran mis pensamientos y los de muchos otros.
Yo iba aligerando mi equipo. El sol comenzó a ser abrasador. El pelotón
principal estaba unos 250 metros por delante y las secciones avanzaban
por los dos flancos. La compañía seguía el horario previsto, y habían
pasado cuatro horas desde el cruce del Ebro. Seguíamos sin escuchar un
solo disparo. Todo parecía irreal. ¿Íbamos hacia una trampa? Ni siguiera
habíamos visto aviones enemigos. Seguimos adelante. Era evidente que
los fascistas no habían imaginado que un ejército mal vestido y mal
armado osaría cruzar el Ebro, un río con una corriente caudalosa y
rápida, y atacar en el corazón de sus posiciones fascistas.