sábado, 26 de febrero de 2011

La represión franquista sobre los colectivos gays, lesbianas, transexuales y bisexuales

Cartagena 26/02/2011


El próximo día 25 de febrero la Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena  y el Colectivo Galactyco,  organizamos una Conferencia sobre la represión franquista sobre los colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. El conferenciante será D. Manuel Angel Soriano Gil, Licenciado en psicología por la Universidad Complutense de Madrid.
IMAGENES DE LA CONFERENCIA
D. Manuel Angel Soriano (Licenciado en psicología Universidad Complutense de Madrid
José María García (Colectivo Galactyco)
Enrique J. Nicolás Paredes (MHC)

miércoles, 23 de febrero de 2011

Enrique Martínez Godínez murió el 25 de mayo de 1939, víctima de una paliza, por negarse a firmar una declaración falsa.

Pedro Cerezuela Navarro
Enrique Martínez Godinez
   


















Pepa Martínez
Cartagena 22/02/2011
Magdalena vivía en Barrio de Peral, en el número dos de la Calle de Santa Teresa. No podía imaginar, en los primeros tiempos de su noviazgo con Florencio, ese chico de Los Dolores, que su familia pudiera tener ninguna lejana relación con sus vecinos. Pero conforme fueron tomando confianza, con el paso del tiempo, él le contó que su padre, Pedro Cerezuela Navarro, había sido fusilado después de la guerra. Nada tenía esto de extraño; en una ciudad como Cartagena, en la que más de un sesenta y cinco por ciento de la población había sido víctima de una cruel represión, era normal la cotidiana relación con hijos, hermanos, nietos o sobrinos de personas que habían sido fusiladas o se encontraban en prisión.
Lo que sí podía considerarse una casualidad era que su novio le comentara que su padre había sido detenido junto con alguien de su barrio, un practicante llamado Enrique Martínez Ros. – “¡Claro! ¡El de la Homeopatía!” – exclamó su madre cuando se lo comentó.
El practicante había vivido, y lo seguía haciendo su familia, en el número ocho de su misma calle, y todos los vecinos conocían perfectamente los sucesos relacionados con su muerte.  No llegó a ser condenado a muerte, como lo fue el que, de haber vivido, se habría convertido en su suegro. Enrique Martínez había muerto a consecuencia de los golpes recibidos en un interrogatorio al que fue sometido por el S.I.P. Su cadáver fue arrojado al mar para aparecer tres días más tarde en la costa de Mazarrón.
Ese relato lo había oído muchas veces en su infancia. Recuerda perfectamente cuando apareció la esquela en el periódico y su madre dijo: “¡Qué valor ha tenido doña Pepa! ¡Qué valor!”. Se refería a que la viuda mandó publicar una esquela en la que, debajo del nombre, hizo figurar “cuyo cadáver fue hallado el día 28 de Mayo del corriente asesinado en la playa de Mazarrón” y realmente era necesario tener mucho valor para hacer constar ese texto en una esquela en el año 1939.
Nadie supo en el barrio por qué lo asesinaron. Tampoco su novio sabía por qué su padre había sido fusilado.
Su suegra le habló de la gran amistad existente entre su marido y el practicante, a pesar de la diferencia de edad existente entre ellos. Florencio, el padre de Pedro Cerezuela, maestro del ramo de Artillería retirado, había sido una persona muy estimada durante el tiempo en que estuvo trabajando en el Arsenal, época en la que Enrique Martínez lo conoció, y de cuya laboriosidad y sentido de la responsabilidad guardaba muy buen recuerdo. Al coincidir en el mismo buque con el hijo, y reconocer en él los mismos rasgos de formalidad, responsabilidad y eficiencia que en su padre, se sintió inmediatamente movido por un gran afecto hacia él. Por eso, durante todo el tiempo que navegaron en el Lepanto, siempre que se encontraban libres de servicio, marchaban juntos a todas partes.
Isidora, que así se llamaba su suegra, le dijo que en una de las visitas a su marido cuando se hallaba en prisión, éste le contó que al principio de la guerra, en un atraque del buque, bajaron los dos a tierra con la intención de comprar juguetes, él, para Florencio, su único hijo, el practicante, para sus dos pequeñas, Pepita y Carmelina. Esa tarde se cruzaron con un vehículo en el que llevaban a unos prisioneros y los que lo conducían los invitaron a ir con ellos. Se imaginaron que esos hombres iban con destino al paredón y se negaron a subir. Según le dijo su marido, alguien había dicho que sí los acompañaron, pero no era cierto. Pedro fue fusilado el 14 de febrero de 1940.
Ahora, tantos años después, la familia conoce algunos detalles de lo ocurrido.
Ahora han podido, por fin, leer el resumen de la sentencia y conocer que fue declarado culpable de haber presenciado el fusilamiento de los oficiales del Lepanto.
Ahora han podido, por fin, leer la denuncia que contra él presentó Pedro Tárraga, el barbero del barco.
Ahora han podido, al fin, saber que según los informes del S.I.P. era considerado como persona de derechas y que, siendo hombre reservado y poco comunicativo, nunca hizo ninguna manifestación en ningún sentido.
Lo que no saben es por qué fue declarado culpable de haber presenciado unos hechos en los que nunca estuvo presente.
Tampoco saben por qué fue acusado de ello, qué motivo pudo inducir a nadie a declarar que se encontraba en un lugar en el que nunca estuvo.
Pedro Cerezuela fue sacado un día de su celda para ser llevado a declarar. Volvió con múltiples heridas, abatido, humillado… “¿Qué ha pasado?” – le preguntó Enrique Martínez – “Que he tenido que firmar lo que me han dicho, porque si no… me mataban” – respondió – “Pues a mí me tendrán que matar” – Dijo Enrique Martínez – “Me tendrán que matar antes que firmar esa infamia”.
Enrique Martínez Godínez murió el 25 de mayo de 1939, víctima de una paliza, por negarse a firmar una declaración falsa.
Pedro Cerezuela Navarro escapó a la muerte en el interrogatorio, pero lo hizo ante el pelotón de fusilamiento el 14 de febrero de 1940, declarado culpable de ser testigo de unos hechos que no presenció

martes, 22 de febrero de 2011

La Asociación Memoria Histórica de Cartagena, pide la retirada de los bustos y nombre de las calles y plazas de Cartagena que recuerdan la represión franquista


 ASOCIACIÓN MEMORIA HISTÓRICA DE CARTAGENA

SRA. ALCALDESA DEL EXCELENTÍSIMO AYUNTAMIENTO DE CARTAGENA.

La Asociación  Memoria Histórica de Cartagena se dirige a este Excmo. Ayuntamiento, con el fin de reiterar la petición de retirada del monumento situado en la plaza de la Iglesia de la Aljorra, que ostenta el yugo y las flechas, símbolo de FET y de las JONS, así como la placa dedicada a José Antonio Primo de Rivera en el mismo lugar.
Del mismo modo, reiteramos nuestra petición de retirada de los bustos del Almirante Bastarreche y del General López Pinto, así, como el cambio de nombre de las plazas en que se encuentran ubicados.
CONSIDERAMOS UNA EXIGENCIA MORAL HACIA LOS CIUDADANOS Y CIUDADANAS DE CARTAGENA QUE SUFRIERON LA REPRESIÓN, LA ELIMINACION DE ESTOS SIMBOLOS.
Como ya señalábamos en nuestros anteriores escritos del 31 de mayo y 30 de Septiembre de 2010, estos nombres pertenecen a significativos personajes del régimen franquista, que sostuvieron  ideológicamente el fascismo y estuvieron implicados  en la sublevación  golpista y en el mantenimiento de la tiranía durante los años de la dictadura.
El mantenimiento en nuestras calles de sus nombres, de sus bustos, o de los símbolos falangistas, supone la exaltación del franquismo, régimen que privó a la inmensa mayoría de la población de las más elementales libertades democráticas. La política de represión, organizada y ejercida  por los vencedores se ejerció en Cartagena sobre un elevado número de ciudadanos y ciudadanas, que se vieron envueltos en la espesa malla tendida al efecto por los representantes de un orden dictatorial vengativo y represivo, que se tradujo en un auténtico genocidio manifestado en la celebración de juicios sumarísimos que desembocaron en el fusilamiento de 180 personas e innumerables penas de prisión, cuantiosas  formas de represión  hacia los familiares de condenados, penas de separación de servicio, pérdida de empleo, etc.…
La denominada “Paz” del franquismo se perpetúa en el yugo y las flechas de la Aljorra, en los bustos del Almirante Bastarreche y del General López Pinto y en el mantenimiento de sus nombres en la vía pública.
Los daños  causados a las victimas  fueron inmensos. Ahora es inaplazable la reparación que la democracia debe a quienes  sufrieron tan  brutal represión.
¿Qué espera el gobierno municipal de Cartagena para contribuir a esta reparación?
No queremos que nuestro Ayuntamiento pertenezca por más tiempo impasible y en silencio ante estos monumentos, no sólo por el incumplimiento de la Ley  de la Memoria Histórica, que esto supone, sino también  porque nuestra ciudad,  por su trayectoria e historia, no se merece mantener ninguna referencia monumental  a los que participaron en el levantamiento militar y posterior represión.
Por todo ello reiteramos una vez más nuestra PETICIÓN de la retirada  urgente  del  monolito de la Aljorra y los bustos y nombres de las Plazas Almirante Bastarreche y General López Pinto.
En la seguridad de que nuestra legal petición, será atendida  favorablemente por nuestra corporación en su integridad.
Cartagena, 21 de Febrero de 2011
Fdo. Enrique J. Nicolás Paredes
Presidente de la Asociación