Lo peor tal vez sea el franquismo sociológico que tan a fondo inculcó la virtud de la obediencia en la cabeza de los españoles
Anxel Vence. Farodevigo.es, - 19 Mayo 2011Cuenta cierta leyenda que el general Franco solía dar siempre el
mismo consejo a los ministros que iba incorporando a su gabinete:
“Joven, haga como yo y no se meta en política”. Puede que los
manifestantes que estos días se congregan en la Puerta del Sol de Madrid
y otras plazas de España para clamar contra los partidos estén
adoptando sin saberlo aquella vieja recomendación del Caudillo al que
tanta alergia le causaba la “partitocracia”. O puede que no.
Unos dicen que la inspiración de esta movida es el manifiesto
“Indignaos” del nonagenario Stéphane Hessel, quien –dicho sea de paso–
apoyaba hasta ahora al jefe del FMI, Dominique Strauss–Kahn, como
candidato a la presidencia de la República Francesa. Otros sugieren que
las revueltas árabes han cruzado el Estrecho para instalarse en España:
la vieja Al Andalus que acaso no en balde estuvo ocho siglos bajo
ocupación musulmana. Y no falta siquiera quien vea en el movimiento
español del 15 de mayo una imitación de las protestas por el pago de la
deuda que tanto éxito tuvieron en Islandia.
Todo es bastante confuso, incluido el manifiesto “Democracia real,
ya” en el que los manifestantes abogan vagamente por “cauces directos”
de participación política al margen de los partidos. No es seguro –ni
aun probable– que estén apostando por una democracia asamblearia como la
que Franco practicaba a menudo en la Plaza de Oriente, desde luego.
Llama la atención, sin embargo, que no usen ni una sola vez la palabra
“libertad” en una declaración de intenciones que abunda en apelaciones a
la igualdad, a la solidaridad, a la “sostenibilidad ecológica”, al
desarrollo y al derecho al consumo. Muy revolucionario no parece el tan
mentado manifiesto; aunque razones no les falten a sus promotores para
la indignación o, al menos, la incomodidad.
Incómodo ha de resultar, inevitablemente, que la actual democracia
española sea de clase B, tirando a C desde sus mismos orígenes. No sólo
se trata de que a los candidatos los elijan los caciques de los partidos
–y no el pueblo– en listas electorales a las que se accede bajo el
principio de la obediencia. Con ser eso grave, lo es más aún el hecho de
que no se pueda elegir a la más alta magistratura del Estado que
desempeña vitaliciamente un rey designado por el Caudillo.
La herencia de Franco es demoledora: y no sólo en los dos aspectos
anteriormente citados. Lo peor tal vez sea el franquismo sociológico que
tan a fondo inculcó la virtud de la obediencia en la cabeza de los
españoles. Acostumbrados a hacer lo que diga el que manda a cambio de un
pisito y un Seat 600, los vecinos de este país no supieron cambiar el
chip con la llegada de la democracia. Simplemente, cambiaron de casa y
de modelo de coche; pero en modo alguno de hábitos.
Lejos de instruir a la ciudadanía en los valores de la libertad y la
autonomía personal, los partidos no tardaron en descubrir las ventajas
que esa herencia del franquismo podría reportarles. Pronto cayeron en la
cuenta de que los españoles son gente disciplinada y con una
irrefrenable tendencia a dar por bueno lo que les digan sus gobernantes:
tanto da si se les propone entrar o salir de la OTAN, bajarles el
sueldo o subirles los impuestos. Los que cortan el bacalao saben ya por
experiencia que la única respuesta será el silencio lanar de los
corderos.
Convertido en tierra de Sancho Panza el que un día fue país de Don
Quijote, podría esperarse que el actual movimiento de oposición a todos
los partidos fuese un soplo de aire fresco en la España machadiana de
cerrado y sacristía. Pero ni siquiera eso es seguro. Nadie sabe aún si
estos módicos insurgentes se inspiran en Egipto, en Islandia o en el
indignado manifiesto de un abuelo francés. De momento, sólo se intuye
que a los manifestantes no les gustan los partidos: y de eso,
francamente, hay mucha tradición por aquí.
anxel@arrakis.es
http://www.farodevigo.es/opinion/2011/05/19/meta-politica-joven/546098.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario