Guillermo
Ascanio fue fusilado en Madrid el 3 de julio de 1941 después de haber
sido comandante en jefe de la 8ª División del Ejercido Popular y Jefe de
Estado Mayor de la misma División.
Nacido en
Vallehermoso en 1907, ingeniero industrial por Barcelona y Berlín,
comandante en jefe de la 8ª División del Ejército Popular, jefe de
Estado Mayor de la misma división, promocionó en el cuartel general de
El Pardo las mejores cualidades de los gomeros, en compañía de
Hemingway, Alberti y Miguel Hernández.
De
mediana estatura, aspecto agradable, tez blanca, cabello endrino, se
traslada a Santa cruz de Tenerife a estudiar Comercio, Perito Industrial
en Las Palmas y en 1930 llega a Barcelona para iniciar sus estudios de
Ingeniería Industrial, carrera que finaliza en Berlín teniendo como
compañero al embajador nazi en Burgos, Von Fauper. Precisamente Franco
negó a Von Fauper la solicitud que había presentado para insultar a
Ascanio.
Su buena capacidad para los estudios
quedó demostrada cuando aprendió el alemán en seis meses, ya que el
dominio de esta lengua era condición indispensable para ingresar en la
Universidad de Berlín. En Santa Cruz de Tenerife fue alumno de Andrés
Pérez Faraudo, un gran intelectual de la época y uno de los animadores
del Círculo de Bellas Artes. Fue gran amigo también del poeta Pedro
García Cabrera.
Regresa a Madrid en víspera
del 18 de julio y se incorpora a toda la actividad militar y política,
donde creó el Batallón Canarias, curiosamente con el mismo nombre que
otro batallón nacional que se enfrenta a Ascanio en Madrid.
No
pierde su contacto con la isla en la que nació y que visita con mucha
frecuencia. De hecho, y con tan solo 23 años, funda las Juventudes
Republicanas. Por entonces también existía en La Gomera una sociedad
llamada 8 de septiembre, embrión de la posterior Federación Obrera,
lugar d encuentro de los campesinos locales.
La
última vez que estuvo en La Gomera fue en 1935, cuando llevó a la isla
los planos del edificio de la Federación Obrera de Vallehermoso que se
construyó en terrenos cedidos por la familia Ascanio. Estuvo en los
nacientes Chorros de Epina donde se retrató con todos sus familiares con
el puño en alto.
Su irrefrenable inquietud
intelectual lo llevó a firmar algunas colaboraciones en los diarios La
Prensa, Esparta y El Altavoz, órgano de la juventud gomera en La Laguna.
Guillermo Ascanio tenía una personalidad
deslumbrante. Era adorado en Vallehermoso, un poco porque venía de lejos
y podía contar un sinfín de historias y otro porque su carácter amable y
aventurero conseguía siempre despertar la admiración de familiares y
amigos. Ni antes ni ahora es frecuente encontrar una persona de la alta
burguesía, al menos de una familia bien situada económicamente, que
renuncie a sus bienestar para dedicarse a de lleno a reivindicar los
derechos de los obreros y la igualdad de clases. Su familia tenía
propiedades en Santa Cruz de Tenerife y La Gomera. Entre esos terrenos
se encontraban los que posteriormente ocuparía en la capital tinerfeña
la refinería de la Compañía Española de Petróleos (Cepsa), desde Reyes
Católicos hasta el mar. Su dominio de la oratoria era tal que incluso se
recuerdan al menos tres discursos que pronunció en la Plaza de Triana.
‘Levanta al obrero de sus sueños’ decían algunos.
Batallón Canarias
El núcleo primitivo del Batallón Canarias republicano tuvo a Guillermo Ascanio como uno de sus principales valedores. Muchos de los antifascistas de Canarias respondieron a llamadas similares a los carteles de todas las ciudades, donde se indicaban varias direcciones de reclutamiento.
El núcleo primitivo del Batallón Canarias republicano tuvo a Guillermo Ascanio como uno de sus principales valedores. Muchos de los antifascistas de Canarias respondieron a llamadas similares a los carteles de todas las ciudades, donde se indicaban varias direcciones de reclutamiento.
Gracias a esas llamadas, a
los canarios estudiantes y trabajadores en el Madrid de 1936 se unieron
combatientes de barriadas populares y aristocracia madrileñas. Además,
en los días críticos de los combates en la Casa de Campo, muchos
milicianos de la barriada de la Puerta del Ángel y del Puente de Segovia
quedaron encuadrados en el Batallón Canarias. Junto a Guillermo
Ascanio, algunos integrantes del mítico Batallón también hablan del
carácter del camarada Iglesias, del canario Balcells Pinto y del
comisario José María Varlea (afiliado a las Juventudes Comunistas de la
Puerta del Ángel), además de muchos extranjeros que hicieron de este
batallón un ejemplo de la solidaridad internacional contra los
nacionales.
Así, se encontraban checos y
austríacos que se comunicaban con Ascanio en alemán o francés, idiomas
que éste dominaba perfectamente. Estos extranjeros fueron los primeros
combatientes internacionales en España.
Guillermo
Ascanio fue comandante en jefe de la 8ª División del Ejército del
Centro, con sede en El Pardo. Fue distinguido con la Medalla al Valor de
la República, una de las más valiosas condecoraciones del Ejército y
con la que se premiaban las proezas de las Canarias en la defensa de
Madrid.
Participó en la lucha para tomar el
Alcázar de Toledo, donde fue herido. Se hizo cargo del batallón el
segundo comandante, José María Montero, profesor de la Universidad de La
Laguna. Estuvo en varias cárceles y fue fusilado finalmente el 3 de
julio en Madrid.
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