Iñaki Egaña |
Ahaztuak 1936-1977, febrero 02-2012
Hemos aprovechado la presencia de Iñaki en Barakaldo para entrevistar a Iñaki Egaña, historiador vasco con una amplia trayectoria en el campo de la investigación de lo que ha sido la historia de Euskal Herria.
Anda centrado Iñaki, en el trabajo de Euskal Memoria, un proyecto
ambicioso y necesario que se plantea como objetivo que este pueblo no pierda jamás el conocimiento de las luchas y sufrimientos que han pasado muchísimas personas y que traerán mas temprano que tarde la independencia y el socialismo
Iñaki, háblanos para empezar de “Euskal Memoria” ¿Qué pretendéis y cuales son vuestros objetivos?
Nuestra pretensión es sencilla. Poder recoger de manera notoria el testimonio de varias generaciones, las nuestras y las que nos han precedido, a través de documentos, investigaciones, trabajos, listas, entrevistas, etc. El recuento de lo sucedido durante la guerra civil, que más de 70 años después aún estamos investigando, nos llevó a una lectura estratégica. Tenemos que comenzar a llenar nuestra propia mochila sin esperar a que lo hagan otros. Porque, además, cuando lo han hecho ha sido de manera interesada. Manipulando y sustituyendo lo sucedido en función de determinados intereses políticos. Queremos ser imparciales en la recogida de todo este bagaje, pero como actores de este país no podemos ser neutrales. ¿Objetivos? En la medida de lo posible ir rescatando la historia oculta, poniendo nombre, apellido y rostro a miles de protagonistas anónimos, manifestando cuáles eran sus proyectos, sus luchas, sus sueños y sus ambiciones políticas. Tenemos una historia colectiva que es patrimonio de nuestro país y nuestra labor debe de ir encaminada en poner los medios para que así sea.
B-¿Qué acogida ha tenido el proyecto a lo largo y ancho de Euskal Herria?
Es un proyecto joven que hay que difundir, al que las aportaciones de debates locales tienen que encaminar hacia esos objetivos marcados previamente. Tiene la juventud necesaria para poder convertirse, en unos años, en una referencia indispensable para el futuro de nuestro país, una herramienta para conocernos a nosotros mismos. Aceptación: excelente. La charla de Barakaldo es el paradigma. Con un salón a rebosar y un interés general en participar en este proyecto.
¿Os estáis encontrando con colaboración por parte de la gente, de quienes son en realidad los y las actores e nuestra historia?
Sin ellas y ellos nuestra mensaje sería hueco, apenas humo. Además, creo que es algo que les debemos. Y la colaboración es hasta el momento excepcional. Lo cual no deja de intrigarme. Semejante acogida significa que el proyecto estaba ya maduro antes de empezar. Y que quizás lo deberíamos haber iniciado hace tiempo. Se han abierto todas las puertas, lo que nos llena, al menos a mi personalmente, de orgullo, por poder aportar un empuje más a este camino que nos lleva hacia los objetivos históricos.
Vuestro último trabajo nos refresca la memoria acerca de lo que supuso el franquismo en Euskal Herria, ¿Nos puedes hacer unas pinceladas de lo que supuso para este pueblo la dictadura fascista española?
En primer lugar un claro retroceso para la sociedad vasca, no sólo en los aspectos relacionados con la libertad, sino en todos los órdenes de la vida, incluido y por supuesto, el económico. Hubo casos aislados, pero los hubo de muertos por hambre. En lo general, lo sabido, decenas de miles de presos, miles de fusilados, torturados sistemáticamente, esclavos en batallones de trabajadores, decenas de miles de hombres y mujeres al exilio… Luego la aplicación de un sistema fascista, de adulación del jefe, de una pléyade de seguidores que los hubo (muchos vascos también), de corrupción, de chivatos. De la imposición de los códigos militares y religiosos a la vida civil, lo que trajo consigo una represión sistemática sobre las costumbres y la moral. Y una conculcación absoluta de los derechos humanos, políticos, colectivos, sindicales, etc. En resumen, un sólo color, una sola lengua, un partido, un sindicato… Un desastre del que todavía nos estamos recuperando pues las secuelas han sido muy amplias.
Es desalentador ver que personas como Fraga con mucha sangre chorreando de sus manos o antes Franco, murieron en la cama, impunes y además alabados por la prensa oficial. ¿Cómo crees que podemos darle vuelta a esta situación y que al menos en Euskal Herria pasen a la historia como lo que realmente fueron?
Se trata de un trabajo de denuncia permanente. Los historiadores tenemos que ser objetivos pero no podemos ser neutrales, como decía antes. Y en esa línea, la descripción del régimen debe llevar pareja una denuncia, de obviedades pero también gracias a las interpretaciones que de las investigaciones se puedan derivar. Fraga es parte de ese esperpento que fue la transición, la ley de punto final que convirtió a fascistas en demócratas. Ese fue el gran triunfo del franquismo, que circuló a paso firme por la historia, avasallando y eliminando a su disidencia y oposición en las cárceles y en los paredones, y luego no fue siquiera amonestado por ello. Y la culpa no fue únicamente de los franquistas, que a fin de cuentas intentaron camuflarse entre el paisanaje, sino de los que permitieron semejante tropelía. Uno a uno debían haber sido identificados y condenados por sus crímenes de lesa humanidad. Que Fraga haya muerto sin ser juzgado es una mala noticia.
La generación que sufrió en primera mano el fascismo, esta desapareciendo por razones lógicas de edad ¿Con que tipo de acogidas os encontráis? ¿La gente quiere olvidar o recordar?
En general hay un cambio de actitud con respecto a unos años atrás. Cuando comencé a investigar hace 20 años la guerra civil, había reticencias en la mayoría de los casos y aunque nos resulte increíble entender, por miedo. Creo que ello nos da una imagen de lo que fue la época. Que 50 años después todavía el miedo atenazase a las víctimas es una señal de lo que fue el régimen. Con respecto al franquismo, creo que hay un efecto contrario. La lucha contra Franco, sobre todo a partir de los 60, la protagonizó una generación que no había conocido la guerra y que, precisamente, achacaba a la oposición veterana de inmovilismo, de una cierta lectura consternada de la historia. Por eso, su testimonio es más vigoroso.
¿Esta en vuestra intención unir la memoria histórica con la más reciente historia de Euskal Herria y que tiene sus propias historias de lucha y sufrimiento?
La historia es la que es, para bien y para mal, pero nosotros formamos parte también de ella. No podríamos hacer un relato completo sin ensalzar la continuidad y por tanto, reflejar similitudes en los comportamientos, en los compromisos, en las luchas de distintas épocas. Sé perfectamente que somos hijos e hijas de nuestra época, pero por encima de ello creo que hay unos valores universales y, me atrevería a decir, que inmortales. Me siento identificado en miles de hombres y mujeres del siglo XIX o del XX, por ejemplo, en sus movimientos políticos, humanos, sociales, al margen de que fueran o no acertados desde una visión materialista de la historia. Y, en la misma medida, con otras y otros compañeras y compañeros del presente. A veces es difícil delimitar donde comienza el pasado, donde se asienta el presente y cuando ha nacido el futuro. Somos parte de un río que avanza hacia el mar y con nuestra fuerza, abre un surco u otro.
Ya para terminar, no queremos ametrallarte a preguntas…La memoria debe ser usada como herramienta para el futuro, ¿Consideras esa una de las funciones que debe tener Euskal Memoria?
La memoria es un terreno a cultivar en cualquier faceta del trabajo político. La experiencia nos dice que es una batalla que, en determinadas coyunturas, tiene una importancia crucial. Aznar y Rubalcaba definieron recientemente la cuestión como la “batalla del relato”. No tiene tras de sí cañones, aviones o tanques, pero sí una fuerza descomunal para desinformar, manipular e incluso movilizar. Por eso no la podemos descuidar. Porque nosotros ofrecemos verdad y objetividad, sin neutralidad como he dicho antes, y un relato completo. No parcial. La historia nos dice que cuando España y Gran Bretaña incendiaron y exterminaron Donostia en 1813, ola Alemaniade Hitler yla Españade Franco acabaron con Gernika en 1937, el relato fue parte de aquellas agresiones. Primero negando el crimen. Y luego manipulando la evidencia. No quiero decir con esto que la memoria sea un arma de guerra, sino que los que consideran que están en guerra permanente contra la disidencia la van a usar en su beneficio y, por tanto, no debemos abandonar los escenarios que proponen. Porque, además, es un terreno en el que tenemos mucho que ganar. Las atrocidades del capital, del fascismo, de los ejércitos de ocupación han sido de semejante magnitud que la huella que han dejado afecta, en mayor o menor medida, a la mayoría de la sociedad vasca. Y eso lo debemos recordar continuamente.
Pues eskerrik asko por tu tiempo y tus respuestas, agradecerte además el trabajo inmenso que estáis haciendo y desear que lleve a buen puerto, es decir, a la contribución necesaria para esa Euskal Herria socialista que todas y todos anhelamos
Eskerrik asko zuei. Todas y todos somos protagonistas de la historia y, por tanto, no debemos caer en la trampa que nos tienden diciendo que la historia hay que dejarla en manos de tres o cuatro especialistas. En este terreno debemos ser, también, sujetos activos. Así ganaremos un futuro a nuestra medida, no a la de los que han puesto los cimientos de la injusticia y la desigualdad.
(Boltxe. 2 / 02 / 2012)
http://ahaztuak1936-1977.blogspot.com/2012/02/los-franquistas-uno-uno-debian-haber.html
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