sábado, 15 de septiembre de 2012

La memoria de Etxeberria

El forense inaugura la exposición ‘Exhumando fosas, recuperando dignidades’
La muestra recorre las diversas fases de los trabajos


El forense Francisco Etxeberria ayer durante la inauguración de la exposición. / JAVIER HERNÁNDEZ




“Cuando era estudiante no me imaginaba que terminara haciendo una cosa así”. Caprichos del destino o un compromiso férreo con una causa, pero aunque ni lo sospechara de joven, para muchos el nombre del forense Francisco Etxeberria se asocia a memoria histórica, a exhumación de decenas de fosas de la Guerra Civil y a recuperación de la dignidad para los que fueron ejecutados y enterrados sin justicia. El también profesor de la UPV inauguró ayer en el campus de la Universidad en San Sebastián la muestra Exhumando fosas, recuperando dignidades, acompañado de un buen puñado de sus alumnos.
La exposición recoge a través de 34 paneles, en los que se combina información y fotografías, los diversos trabajos y fases que implican la exhumación de una fosa. Desde uno de los puntos iniciales, los informadores, “hijos, testigos o dueños de terrenos que saben que allí se enterró a personas”, hasta el homenaje final que las familias brindan a sus allegados. Etxeberria, presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, ha participado desde 2000 —siete años antes de que el Congreso aprobara la Ley de Memoria Histórica—, en 120 exhumaciones en 11 comunidades, el 30% de los trabajos realizados en toda España. El forense advirtió que aún no se han resarcido los derechos de las víctimas del franquismo, para lo que se necesita “verdad, justicia y reparación”.
El profesor recordó durante su intervención, acompañado de la vicerrectora del campus de Gipuzkoa de la UPV, Cristina Uriarte, el factor suerte inherente a la exhumación de unos restos. La fotografía a escala real de una fosa pegada al suelo de una de las salas del Centro Carlos Santamaria lo atestigua.
“Esta fue la cuarta fosa que descubrimos en La Andaya [Burgos]. Cuando creíamos que ya habíamos terminado todos los trabajos, de repente pasamos un detector de metales que comenzó a pitar por las balas”, rememoró Etxeberria. El aparto no se equivocaba y los investigadores hallaron 29 cuerpos más.
Los trabajos del forense y del resto de especialistas y alumnos que le han acompañado estos últimos años están plagados de anécdotas. Como el descubrimiento de un cadáver con un anillo de boda o el hallazgo de un reloj parado. “Lo primero que piensas es que tal vez dejó de funcionar en el momento exacto en el que fue asesinado, es algo muy emocional, pero los relojes, al igual que los móviles en determinados atentados siguen funcionando o sonando en la sala de autopsias”, puntualizó.
La exposición se cierra con la foto de una anciana, “una viuda” a la que Etxeberria pudo entregar los restos de su marido y algo casi excepcional por la imposibilidad de encontrar, por el paso del tiempo, a coetáneos de los desaparecidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario