El histórico dirigente del Partido Comunista Santiago Carrillo
ha muerto hoy en Madrid a los 97 años, según han confirmado fuentes de
la familia.
Santiago Carrillo manifestándose en Madrid 1937 |
18 Septiembre 2012
La muerte le sobrevino en su domicilio, durante la siesta y
sus restos mortales serán trasladados esta tarde a un tanatorio de
Madrid. La salud del exdirigente comunista se había resentido en los
últimos meses. El pasado julio había sido ingresado en el hospital madrileño Gregorio Marañón por un problema de riego sanguíneo, aunque recibió en breve el alta hospitalaria.
Revolucionario durante su juventud de militante socialista, secretario general del Partido Comunista de España (PCE)
desde 1960 a 1982 y uno de los protagonistas de la Transición, la
biografía de Santiago Carrillo ha recorrido casi un siglo de grandes
acontecimientos de la historia de España. La revolución de 1934, la
Guerra Civil, un largo exilio, la evolución del estalinismo al
“eurocomunismo”. Carrillo dimitió como secretario general del PCE
después de 22 años, una vez confirmado que su partido había sido
relegado definitivamente por el PSOE en la confianza electoral de la
izquierda. Fue excluido del PCE en 1985 y desde entonces se limitó
prácticamente a ser un observador, a través de libros, artículos
periodísticos e intervenciones radiadas, hasta su fallecimiento este
martes.
Santiago Carrillo y los dirigentes del PCE 1978 |
Carrillo era un adolescente cuando
inició su fuerte compromiso con la política. Con 19 años de edad ya era
secretario general de las Juventudes Socialistas, y en abril de 1934 se
integró en el comité que intentó preparar la insurrección de octubre
frente a la derecha republicana en el poder. Ese comité, que se miraba
en el espejo de los bolcheviques, estaba apoyado por el sector radical
del PSOE, seguidor de Francisco Largo Caballero, y en un primer momento
también por el más pragmático Indalecio Prieto, frente al ala más
moderada de Julián Besteiro.
La insurrección se limitó finalmente a
Asturias y fracasó en el resto de España. Carrillo fue encarcelado junto
con los demás miembros del comité revolucionario. “A estas alturas yo
estaba plenamente ganado para las ideas leninistas sobre el Partido y la
Revolución”, ha dejado escrito, “pero empeñado a la vez en que el
partido en el que yo había nacido y comenzaba a actuar, el PSOE, y sus
Juventudes fueran quienes asumieran el papel de protagonistas de la
revolución”, porque el PCE era por entonces un grupo muy pequeño. Salió
de prisión el 17 de febrero de 1936, al día siguiente del triunfo
electoral del Frente Popular, cuando quedaban solo cuatro meses para la
rebelión militar que dio origen a la Guerra Civil. Fue el periodo en que
Carrillo, deslumbrado por aquel Moscú al que se veía como la meca del
proletariado, se dedicó a la unificación de las Juventudes socialistas y
comunistas, pero con la vista puesta en la Internacional Comunista.
Carrillo y los suyos no tenían “ni idea”
del alcance de la rebelión militar del 17-18 de julio de 1936, según
confesión propia. A principios de septiembre se formó el Gobierno de
Largo Caballero que, el 6 de noviembre, con las tropas sublevadas de
Franco a las puertas de Madrid, se marchó a Valencia y dejó al general
Miaja como jefe de una Junta de Defensa de la capital integrada por
partidos políticos y organizaciones sociales. Ese mismo día, Carrillo se
afilió al PCE y se integró en la junta con el cargo de comisario de
Orden Público, enfrentado a problemas como la “quinta columna”
–anunciada por uno de los sublevados, el general Mola-, los miles de
milicianos armados que pululaban por la capital y 2.000 militares
profesionales encarcelados desde los primeros días de la rebelión.
Santiago Carrillo 23-F |
Cuando la vanguardia franquista llegó a
200 metros de la cárcel Modelo, la junta decidió sacar de ella a todos
los militares presos. Un convoy de autocares les trasladó fuera de
Madrid y fueron asesinados en Paracuellos del Jarama. En días
posteriores hubo otras sacas de presos, fusilados a su vez en Torrejón
de Ardoz. A posteriori, el régimen franquista hizo responsable de estos
hechos a Carrillo, que en vida nunca dio demasiadas explicaciones de
este grave episodio, limitándose a negar su responsabilidad
en matanzas que atribuyó a “grupos incontrolados”. Reconoció no haber
intentado tampoco ninguna indagación, argumentando que los agobiantes
problemas de la defensa de la capital “nos tenían cogidos por el cuello a
todos”, según ha dejado escrito en sus memorias. “No trato de
justificarme ni de buscar atenuantes. En noviembre de 1936 yo, Miaja Y
toda la Junta de Defensa nos encontramos en medio de una situación
difícilmente controlable y no conseguimos controlarla en muchos
aspectos”.
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