miércoles, 12 de septiembre de 2012

Guadalajara, marzo de 1937.

Guadalajara, marzo de 1937. La primera derrota de Mussolini, victoria de la República.
Brigadistas en la Batalla de Guadalajara. No todo era combatir;
también hubo tiempo para el fútbol, la música y la distracción de la dureza del frente.

  Búscame en el ciclo de la vida 2012




La batalla de Guadalajara, junto con la de Pozoblanco, fue una de las escasas victorias de la República Española durante la Guerra Civil Española (GCE). Las tropas del Ejército Popular Regular (EPR) de la República lograron frustrar los planes del enemigo y desbaratar la fuerza atacante, obligándola a retirarse y a tener que ser completamente reconstruida, esto nos basta para calificar los combates que tuvieron lugar en la meseta de Trijueque entre el 8 y el 22 de marzo de 1937, como una victoria para la causa republicana y una derrota de sus contrarios, pero la imposibilidad de explotar el éxito por falta de reservas ha llevado a muchos a minusvalorar aquel duro enfrentamiento. Intentaremos realizar un breve resumen de los hechos y aportar un análisis que ayude, en este setenta aniversario, a mejor comprender lo sucedido.
Sanguinario Mussolini, de Miguel Hernández
Ven a Guadalajara, dictador de cadenas, // carcelaria mandíbula de canto,
Verás la retirada de tus hienas, //veras el apogeo del espanto.
Rumorosa provincia de colmenas, // la patria del panal estremecido,
La dulce Alcarria, amarga como el llanto, // Amarga te ha sabido.



Un ejército italiano en España

Sorprende la naturalidad con la que se toma por parte de mucha gente la presencia de unidades completas italianas, todo un cuerpo de ejército con cuatro divisiones, en lo que se supone que es una guerra civil, pero el hecho fue que Guadalajara supuso la prueba palpable de la intervención extranjera en la GCE y de la agresión que las potencias fascistas realizaron contra la España democrática.

No se trató de unidades sueltas, de técnicos, especialistas o pertrechos, era algo más que eso, Guadalajara representa cómo un ejército extranjero completo toma como objetivo la capital de España, diseña un plan de ataque y ruptura del frente y se apresta a un avance rápido que estrangule la capital y con ello la supervivencia de la República. Un objetivo que hubiera sido posible, nada descabellado si se estudia la situación vivida en los frentes españoles en el invierno de 1937.




La situación militar previa

La batalla por Madrid se había desplazado a su entorno. El fracaso del ataque frontal en noviembre de 1936 no había alejado el peligro. Los esfuerzos rebeldes buscaron rodear, envolver la capital en vista de que la lucha se había estancado sangrientamente en la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria. El éxito defensivo, lo señala Martínez Bande, había creado una subjetividad positiva en las fuerzas republicanas, pero sobre todo había permitido profundizar en la formación de unas nuevas fuerzas armadas al servicio de la República Española, tras la desintegración del ejército español con el golpe de julio de 1936. Este nuevo ejército, sobre las base de las milicias y las fuerzas leales, tenía en la región central, la defensa de Madrid, sus mejores y mas fogueadas fuerzas. Madrid sería la mejor escuela para el naciente EPR, y aunque se libraban combates muy duros en otros frentes, la continua presión sobre Madrid impedía liberar unidades que acudieran a otros escenarios. En marzo de 1937, la batalla de Madrid vio su última ofensiva encaminada a la toma por la fuerza de la capital. Antes de esta batalla, los intentos directos (en noviembre del 36) o indirectos de la carretera de la Coruña y el Jarama (enero, febrero de 1937) habían fracasado.

Guadalajara había sido prevista por el mando de Burgos como una acción complementaria de la ofensiva del Jarama, pero el retraso en la concentración de las fuerzas italianas había impedido una acción simultánea. Las tropas de infantería italiana habían estado llegando en gran número desde diciembre de 1936. Lo hicieron protegidas por los barcos de la Escuadra Italiana y por las disposiciones de la Sociedad de Naciones que no reconocía a la República Española derechos de beligerancia en el mar. En otras palabras, el viaje desde Italia de miles de toneladas de material de guerra y de decenas de miles de hombres había sido sencillo y con riesgos limitados, al aceptar el gobierno español una legalidad internacional que condenaba la suerte de la República, pues una guerra en la que no se puede disparar al enemigo es una guerra en la que no se puede ganar.

Las fuerzas italianas desembarcadas empezaron a ser muy superiores a las esperadas por las autoridades rebeldes. La ayuda solicitada era sobre todo en material, especialistas, artillería, aviación, carros, transportes. Franco deseaba también algunas unidades de apoyo, pero consideraba peligrosa la existencia de tropas de infantería en masa o que pudieran tener un mando autónomo. Lo que podría estar en juego era la autonomía real del movimiento rebelde respecto de sus protectores italo-alemanes. El plan pasaba por crear unidades mixtas, brigadas reforzadas compuestas por tropas selectas de legionarios, regulares (tropas coloniales), o voluntarios carlistas o falangistas junto con batallones italianos y sus fuerzas blindadas, artillería y otras especialidades. Pero entre diciembre del 36 y marzo del 37, la Italiana de Mussolini realizó sus propios planes y las tropas llegadas en ese periodo lo hicieron en la cantidad, ritmo y características que Roma había decidido. Hubo que esperar al desenlace de la batalla de Guadalajara para que esa situación retornara al modelo ideal deseado por Franco.


Columna de tropas italianas durante la Batalla de Guadalajara


La naturaleza de las fuerzas italianas

Hay un cierto debate sobre el carácter de las fuerzas italianas que combatieron en Guadalajara y aún en toda la GCE. ¿Eran tropas regulares italianas? ¿Fueron trabajadores engañados quienes en vez de ir a África a construir carreteras se vieron en una guerra que no esperaban? Pese a que los datos están a la vista de todos, la confusión parece persistir, algo sin mucho sentido.

Las tropa italianas se presentaron en España con una organización tomada de la milicia fascista territorial que existía en la Italia del régimen de Mussolini. El Ejercito Real italiano prestó sus cajas de Recluta, sus cuarteles, sus depósitos de material y sus oficiales profesionales para encuadrar a los voluntarios y pertrecharlos debidamente. La Armada Real italiana protegió los convoyes y la Aviación Real italiana creo sus propias unidades de voluntarios con todo su material para ir a combatir en España. En Guadalajara combatieron 4 divisiones reforzadas por algunos regimientos independientes (grupos de banderas) y otras unidades especiales (carros, lanzallamas, artillería); toda la alta oficialidad era de carrera, veteranos del ejército italiano, la mayoría de los oficiales también, y gran parte de los oficiales procedentes de la Milicia Fascista habían combatido en Etiopía. Una división concretamente, la Div. Littorio, estaba reclutada al completo entre las filas del Ejército Real. Toda la impedimenta y recursos era italiano y de los depósitos de sus fuerzas armadas, el gobierno rebelde de Burgos no tuvo que desviar ni un solo cartucho, uniforme o granada para dotar a estos voluntarios. Estamos pues, ante un ejército completo, puesto en el frente y en orden de batalla, a coste cero para el bando rebelde.

Otra cuestión debatida ha sido la supuesta carencia de formación militar en las tropas italianas. No es el caso de los artilleros o de los aviadores, por supuesto, sino el de la “masa“ de infantería que combatió en Guadalajara. “No eran soldados”, “las unidades no estaban cohesionadas pues se acababan de crear”, “no tenían apenas instrucción militar”, son los argumentos empleados para disculpar o mejor comprender lo sucedido en esta batalla. Es lícito preguntarse si esto es cierto o no. Añadimos una pregunta: ¿En la campaña de Málaga cómo actuaron esas mismas tropas italianas? La respuesta es clara, en Málaga, las bisoñas tropas italianas actuaron con notable éxito, muy bien secundadas por fuerzas mas fogueadas, eso sí, y arrasaron por completo a un enemigo muy mal organizado y dispuesto. Las tropas italianas habían estado llegando desde diciembre, habían tenido tiempo de viajar juntas, de formarse y hasta de participar en una campaña militar con todo éxito. La diferencia no estaba en ellas, sino en la naturaleza del contrincante, las tropas italianas tenían una formación parecida o superior a la de la mayoría de las tropas de segundo nivel españolas (fueran rebeldes o leales), iban bien amparadas por la cadena de un ejército mas amplio y que cubría sus espaldas y sus cabezas, pero en Guadalajara chocaron con la elite del EPR, con las mejores fuerzas de la República, esa fue la principal diferencia con Málaga, no su falta propia de experiencia. Cuando la fuerza italiana aplastó el frente de Guadalajara y penetró en dirección a Madrid, no se suele argumentar su carácter bisoño, sino a raíz de su posterior derrota.

En resumen, las tropas italianas de Guadalajara no fueron batidas por su falta de experiencia, sino por otros elementos: el mas importante, el acierto en la defensa por parte del EPR, y en segundo lugar los errores de sus mandos (todos ellos, recordemos, profesionales), como el propio transcurso de los acontecimientos demostraría.
Tropas italianas durante la Batalla de Guadalajara



El plan y el escenario inicial

Demasiado tarde para coordinarse con los choques en el Jarama, las tropas italianas victoriosas en Málaga y las recién llegadas a Cádiz posteriormente, reciben la orden de concentración en Miranda de Duero y en la linde entre Soria y Guadalajara.


Orden de batalla italiano

Unidad nombre efectivos comandante
1ª DIVISIÓN Dio lo vuole 6.360 Gral. Edmundo Rossi
2ª DIVISIÓN Fiame Nere 6336 Gral. Guido Amerigo Coppi
3ª DIVISIÓN Penne Nere 6241 Gral. Luigi Nuvoloni
4º DIVISIÓN Littorio 7689 Gral. Annibale Bergozoli
4º grupo banderas XXIII de Marzo 1801 Cor. Francesco Gidoni
5º grupo banderas 1800 Cor. Enrico Francisci
Artillería 4379
Unidades de apoyo 612

En total, y según estos datos aportados por Martínez Bande del Servicio Histórico Militar, un total de 35 222 soldados, con unidades motorizadas en muy alto grado, unidades de carros ligeros en gran número y una notable artillería. El comandante del cuerpo italiano era el general Roatta, profesional de valía y con ordenes directas de Mussolini.

Además de la fuerza italiana, el flanco norte, la comarca de la Campiña de Guadalajara, desde la meseta de Trijueque hasta las estribaciones de la Sierra, la llamada División Soria al mando del ya general Moscardo, con la Brigada del coronel Marzo que protagonizaría los combates principales en ese sector, en torno a unos 12.000 soldados que han de añadirse al cómputo. El frente no era continuo, constaba de posiciones fijas en los pueblos y cruces, pero existían espacios vacíos muy amplios por los que penetraría la caballería nacional con notable éxito, aprovechando que las reservas republicas eran desviadas a la zona del ataque principal a cargo de los italianos.

Por el lado republicano suele exponerse el orden de batalla del contraataque, pero esto falta a los hechos. El día 8 de marzo de 1937 ¿qué fuerzas del EPR estaban en línea? (…)

El extenso frente de Guadalajara iba desde la Sierra del Guadarrama en su extremo este, bajaba por la campiña del Henares, subía a las altas mesetas (alcarrias es su nombre) que lindan con Soria (área de Algora, Almadrones, Alaminos) , descendía de nuevo al valle del Tajuña y del Cifuentes y, ya en el Alto Tajo terminaba por mezclarse con la fuerzas de la Serranía de Cuenca. En total unos 90 kms. cubiertos por la 12 División del EPR, compuesta por unidades de milicias recién militarizadas tras la creación del EPR, estas sí, con muy poca experiencia de combate. La densidad de fuerzas era muy escasa, apenas unas baterías y muy escasas armas automáticas apoyaban la delgada línea de resistencia. Había planes en marcha para reforzar el sector, e incluso algunas compañías de carros estaba desplegadas en segunda línea o retaguardia, pero lo cierto era que la sangrienta batalla del Jarama había fijado las reservas republicanas y no había con qué cubrir adecuadamente tan extenso frente. Esto le ocurría igualmente a los rebeldes, pero la intervención italiana, con la entrada en liza de un ejército extra, venido desde Italia al completo, había desequilibrado la balanza y hecho posible el ataque.

El plan era aparentemente sencillo. En la alta meseta de Trijueque, a la altura del km. 112 de la carretera nacional II (llamada de Francia por el cronista italiano), se concentrarían las cuatro divisiones italianas. En un frente de unos 15 kms de ancho, con una zona especial de concentración de unos tres kms., se produciría el ataque y la ruptura. Dos divisiones en cabeza con toda la artillería divisionaria atacarían a la vez. El día D se lograría la ruptura y el avance inicial, el D+1 se tomaría Trijueque, en el borde la meseta y sobre la carretera, el día D+2, Torija, en el valle de acceso a la meseta y que desciende hacia Guadalajara y Alcalá de Henares, el día D+3 caída de Guadalajara, enlace con las tropas de la Brigada Marzo que vendrían por la campiña y avance hacía Alcalá de Henares. Con tales objetivos cubiertos, Madrid estaría virtualmente rodeado, sus fuerzas embolsadas y el pánico se adueñaría de la situación. El plan de Roatta, el mando italiano, era lograr en cuatro días una acción de gran calado estratégico que acelerara la derrota de la República.
Las Brigadas Internacionales por la carretera de Barcelona, camino del frente

Éxito inicial y avance italiano.

El día 8 de marzo de 1937 tronaron los cañones italianos dirigidos desde el observatorio del Cerro de San Cristóbal junto a Algora. La sencilla línea mantenida por los batallones Alicante Rojo y Dimitroff fue pulverizada y las unidades italianas lograron una rotura completa. El avance comenzó rápidamente, pero el espacio para moverse era estrecho, la carretera se vio saturada rápidamente y el campo estaba lleno de barro por las continuas lluvias, para colmo los derrotados republicanos se retiraban combatiendo hacía su retaguardia. Tras unos 10 kms de avance, la resistencia se hizo notar de nuevo. En el km. 103 de la N-II, el cruce con el pueblo de Almadrones resistiría durante unas horas cruciales. Imposible avanzar sin tomar ese pueblo al flanco norte de la ruta. Las voladuras en los puentes de la carretera, el fango arcilloso bajo la lluvia, el atasco inmenso de vehículos y la feroz defensa de la infantería republicana atrincherada en Almadrones en el flanco del avance italiano y que combatiría hasta la última bala, pulverizó las previsiones del mando italiano. Las líneas telefónicas y telegráficas con la retaguardia republicana quedaron cortadas, pero Madrid ordenó reconocimiento aéreo inmediato. La meseta estaba cubierta por nubes espesas de lluvia y nieve, pero uno de los cazas descendió temerariamente y pudo comprobar que Almadrones resistía y la fuerza italiana estaba atascada a su altura. Desde ese momento, y pese al tiempo, el reconocimiento aéreo permitiría a las unidades de primera línea saber que había más allá de la colina gracias a un excelente flujo de información recogido por la aviación y comunicado a los mandos sobre el terreno- El peligro era claro e inmediato. El tiempo empeoró en la retaguardia nacional y la aviación no pudo operar, enfangados sus aeródromos de campaña; los aeropuertos de Barajas y Alcalá tenían pistas de cemento y eran completamente operativos. Serían una de las claves de la batalla; el campo de lucha quedaba a unos 20 minutos de vuelo.

Con todo, el día 9 de marzo el avance se reanuda. La 12 División republicana ha sido batida. En la campiña las tropas del coronel Marzo penetran en las zonas no cubiertas y aíslan posiciones republicanas, avanzando hacia el oeste, con orden de no sobrepasar la punta de lanza italiana. En la meseta se sigue la línea de la carretera N-II en dirección a Trijueque con el grueso de la fuerza italiana y se envía al Grupo de Banderas del coronel Bulgarelli por una carretera lateral en dirección a Brihuega. En el flanco Sur, el valle del Tajuña está casi abierto tras ser batidas las débiles posiciones republicanas. Cifuentes, la cabeza de comarca, se mantiene firme no obstante y lastropas de ese sector lograran formar una línea de contención por ese sector; pero el objetivo italiano es más ambicioso, el Tajuña, la meseta, Brihuega, Trijueque y, por supuesto, Torija, la llave del corredor del Henáres, la puerta de Madrid. Esa noche del 9, una unidad de infantería italiana, en una audaz marcha nocturna siguiendo la carretera secundaria que va por el estrecho valle del río, toma la importante villa de Brihuega, adelantándose a las fuerzas motorizadas que por la meseta tienen orden de tomarla a la mañana siguiente. Todo parece ir bien al segundo y tercer día de la operación, pese al evidente retraso del plan inicial.
Una madre con su hijo huyendo de Brihuega

Llegan refuerzos y el avance se complica.

Agotados tras el Jarama, los republicanos no disponen de fuerzas de reserva o de una mínima fuerza de maniobra disponible en el frente de Madrid, salvo unos pocos hombres en camiones en Alcalá de Henáres. La rotura en Algora y Almadrones causa un impacto en el mando del sector atacado, situado en Alovera y la primera reacción es comenzar a construir trincheras en Guadalajara, pero las cosas no se ven igual en el mando superior de la Defensa de Madrid. La única opción es confiar en las posiciones del frente continuo que ha blindado el Jarama y Madrid y sacar a las unidades que allí habían combatido de su reorganización y enviarlas de nuevo al combate. Primero unos pocos batallones, luego un puñado de Brigadas. La orden es retrasar el avance enemigo a cualquier precio, hasta poder concentrar ante él fuerzas capaces de asegurar la situación; pero si Trijueque cae y luego Torija, el enemigo se desparramaría por el valle del Henares, bajaría de la alta meseta alcarreña, se coordinaría con las tropas de Moscardó y Marzo y Madrid se vería envuelto. Combatientes del Jarama que apenas han tenido tiempo de reponerse, unidades que se están recomponiendo de las bajas sufridas serán enviadas de nuevo al combate. Las horas ganadas por los valientes soldados de la 12 D en Almadrones serán bien aprovechadas. Lister llega con su reducida escolta al mando del sector en Alovera y los encuentra evacuando, pero hay nuevas ordenes y nuevos mandos. Para sorpresa de los que se veían ya derrotados, una fila de camiones con tropas avanza por la carretera de Barcelona camino de Valdenoches y Torija, son los primeros batallones de la División de Lister. Los carros T-26 salen de sus bases en pesados camiones plataforma y aguardan las ordenes de despliegue bajo los árboles que flanquean la carretera en el valle de Torija. En lo alto de la meseta, horas antes, en la noche, algunas compañías de brigadistas alemanes lograron ser desplegadas de urgencia, conteniendo también a los que ya flaqueaban y retrocedían, pero una vez más la voluntad de vencer y un mando ágil ha logrado cambiar la situación. La orden es avanzar al encuentro del enemigo que avanza y atrincherarse hasta que se pueda contraatacar.

Las tropas cumplirán la orden. Fuerzas de las Brigadas Internacionales y de otras Brigadas Mixtas del EPR se atrincheran a lo largo de la N-II, en sus cruces y en los campos que la flanquean. La batalla se renueva con toda crudeza. Los italianos son muy superiores en número a los escasos batallones que los frenan, pero sus mandos no desean desligarse de la carretera. Los carros lanzallamas Ansaldo aniquilan secciones enteras de voluntarios antifascistas alemanes; la lucha se hace feroz y hay muchas bajas por ambas partes. A los escasos carros T-26 presentes en el sector previamente comienzan a unirse las fuerzas blindadas llegadas de la retaguardia más lejana. Entre Brihuega y Torija, una sola sección de carros contiene un día entero a los italianos tras una exitosa emboscada a una unidad de infantería motorizada y resiste hasta la llegada de nuevas fuerzas.

Sobre el empleo de los carros T-26 y su comparación con las tanquetas Fiat Ansaldo, mucho más ligeras y sin cañón, deben tenerse en cuenta algunas cuestiones. El tanque T-26 era vulnerable a todas las piezas de artillería presentes en el campo de batalla; su mayor altura le hacía especialmente visible a distancia en un terreno llano como la meseta de Trijueque; por lo demás, apoyado por infantería y bien emboscado, en Guadalajara jugó un excelente papel, logrando imponerse rotundamente sobre su enemigo, si bien a costa de sensibles bajas. Por su parte, las muy denostadas tanquetas Ansaldo si bien no eran rival para el T-26 en modo alguno, eran muy peligrosas para la infantería enemiga. Actuaban en masa, formando líneas de avance y apoyándose mutuamente, cubriendo el asalto de los infantes propios. Algunos tanquetas eran lanzallamas y se mostraron muy eficaces. Su baja altura las volvía menos visibles en la meseta y no se debería despreciar su uso en un contexto en el que inicialmente la superioridad artillera y de efectivos propios eran total.


Concentración republicana y detención italiana

Los días pasan y la ofensiva hacia Madrid ya no existe. Ahora es la batalla de Guadalajara, o quizá la de Trijueque o Brihuega. El mando central republicano comprende que el ataque italiano es muy peligroso y ha reorganizado completamente sus fuerzas. Se forman tres grandes agrupaciones. En la campiña, en torno a la 12 división con N. Nanetti al mando, en la alta meseta, un importante concentración de brigadas, artillería y carros con el mayor Lister, en el Tajuña, las fuerzas quedan al mando de C. Mera. Todos bajo el mando del Tte. Coronel Jurado. El sacrificio ante Trijueque ha tenido éxito. El día 12 de Marzo se inicia el contraataque. Los italianos son desalojados de Trijueque que habían tomado a un alto coste el día anterior. El bosque de Brihuega, la extensa zona triangular ente esta villa, Torija y Trijueque, había visto duros combates y ahora con intenso fuego artillero procedente de Torija, las brigadas republicanas pasan al contraataque. El Palacio de Ibarra, una señorial posesión agrícola en la linde del bosque se convierte en un icono de la guerra civil entre italianos cuando es copada en esta posición un batallón fascista completo que será aniquilado por los voluntarios italianos del batallón Garibaldi.
Camión requisado por la XII Brig. Internacional.
En el lateral se lee: "Tomado a la canalla fascista"

La contraofensiva republicana.

Las tropas italianas están agotadas. Sus mandos no han sabido aprovechar su superioridad numérica y material, no han querido, en realidad. Ante la enconada resistencia se imponía desplegarse en campo abierto y atacar en toda la línea de forma aplastante, pero hacer tal cosa implicaba crear un nuevo frente y renunciar a intentar avanzar rápidamente por la carretera principal y con ello a la resonante victoria estratégica que alcanzar Alcalá de Henares y Madrid suponía. No lo lograron y fracaso les sobrepasó. La aviación republicana mantuvo su superioridad casi todo el tiempo y trituró las largas columnas italianas, los hombres de la 12 división y los primeros refuerzos se hicieron casi matar en sus últimas posiciones antes de retroceder, de forma que cuando se logra tomar Trijueque, las fuerzas italianas están casi agotadas mientras los republicanos ya han logrado concentrarse para un contraataque. La punta de lanza italiana se alargó y estiró por la carretera sin lograr llegar a Torija, sometida al fuego de flanco de posiciones emboscadas que han ido nutriendo los refuerzos llegados en segundo escalón, son los alemanes del Thaelman y los franco-belgas. Los carros Ansaldo les asaltan frontalmente y hay muchas bajas. Sobrepasada la carretera lateral que une Brihuega con la nacional II, la infantería italiana se despliega finalmente a lo ancho de toda la meseta y avanza a través del bosque en dirección a Torija, la puerta de salid de la meseta y el comienzo de la carrera hacia Madrid. Pero los sacrificios de los antifascistas alemanes y franceses no han sido en vano, la infantería republicana empieza a llegar en masa a Torija, un grupo de artillería del 15,5 bate las zonas de concentración y de partida italiana, desde pocos kilómetros y con buenos observadores, el fuego es muy preciso. Las brigadas de la 11 división bajan de sus camiones entre el cruce con Fuentes de la Alcarria y los pabellones agrícolas del llamado Palacio de Don Luis, forman una línea de ataque y se internan a su vez en el bosque al encuentro de la infantería italiana. La lucha es muy dura y la línea italiana retrocede a la carretera de Brihuega; un batallón queda aislado en el Palacio de Ibarra, una propiedad señorial con un casón del XVIII y diversos edificios agrícolas circundado por un sencillo muro, una isla en el denso bosque. La nieve cubre el campo de batalla y la visibilidad es muy escasa. El combate por el Palacio de Ibarra se convertirá en el icono de la batalla; el batallón italiano antifascista Garibaldi, combatirá a las tropas de Mussolini y logrará rendir la posición. Los italianos han vencido a Mussolini por primera vez, una Italia libre es ya algo más que un sueño desde Guadalajara.

Las tres agrupaciones republicanas incluyen algunas de las mejores brigadas y divisiones del EPR, cuentan con superioridad local y aérea a partir del día 14 y con ello pasan a preparar la ofensiva. El día 18 de marzo, tras un intenso ataqe artillero, los carros y la infantería republicanas toman la salida de Brihuega a la meseta y en una acción conjunta con las Brigadas de carabineros mandados por C. Mera al sur del Tajuña, envuelven casi por completo la hondonada junto al río donde está la histórica villa. El mando italiano del sector se encuentra al borde del copo definitivo; la situación se vuelve insostenible. Desde la cota 709 que domina la ciudad los carros del coronel Paulov cañonean continuamente, la aviación ataca la localidad y la infantería republica ocupa los accesos principales. Cuando Mera ordena cruzar el río y rodear la villa por el este, la orden se cumple sin problemas y apenas queda ya un camino libre el enemigo. El mando italiano ordena la evacuación y abandonan la villa en dirección a Villaviciosa dejando atrás numeroso material, heridos y prisioneros. La victoria republicana en Brihuega es total. Atrás quedan doce días de ocupación fascista en la que numerosos vecinos fueron ejecutados por los grupos de falangistas que acompañaban a las tropas italianas para tareas de ese tipo.

La línea italiana ha retrocedido en la meseta y tras Brihuega. Es toda línea la que retrocede buscando romper el contacto con el enemigo. Una división, la 4ª Littorio, la mejor división, sigue casi intacta, pero las otras tres están muy desgastadas por una intensa semana de duros combates. Los italianos han luchado con mucho valor y han sabido sacrificarse cuando era preciso, pero en un combate la acción del enemigo es un factor a tener en cuenta, no a despreciar. Y en Guadalajara, la conducta del EPR mostró grandes cualidades; mostró ser un ejército que de estar dotado de recursos materiales suficientes podía vencer, pues sus hombres reunían temple y voluntad de victoria.

Recogida de fusiles abandonados en una calle de Brihuega

Derrota y retirada ordenada

Después de la caída de Brihuega y ante el lento avance republicano en la meseta que amenazaba con ir copando las unidades italianas, el mando italiano ordena la retirada. Se trata en realidad de romper el contacto y retroceder hasta una línea segura. El coronel Faldella, sobre el terreno ordena la retirada por entender que las unidades corren grave peligro de ser batidas y por ello ordena el repliegue. La Littorio, al mando del veterano general Bergonzoli recibe la orden de establecer una línea de contención a la altura del km. 90 de la N-II (Gajanejos), pero la disposición del terreno le aconseja fortificarse a la altura del km. 97. Las tropas se retiran en la meseta y en el flanco sur hasta posiciones seguras. El pequeño avance territorial logrado es magro consuelo para quienes tan importantes objetivos pretendieran. El mando central en Burgos ordena la inmediata afluencia de unidades de refuerzo que cubran las nuevas líneas, la orden tardará varios días todavía en ser cumplimentada por completo, pero los republicanos no están en condiciones de forzar las posiciones de retaguardia que han escogido los italianos y los franquistas para poner fin a su retirada.


La imposible explotación del éxito

El EPR logró evitar el peligro mortal que se cernía sobre la capital de la república, contuvo al enemigo y lo contraatacó con éxito. Sin fuerzas de refresco que explotaran el éxito, perseguir al enemigo y batirle por completo estaba fuera de sus posibilidades, pero esto no significa que, en esta ocasión, no les asistiera la victoria.

Además de la frustración completa del plan enemigo, Guadalajara fue una victoria moral para la república porque demostró a cuantos quisieron verlo que la España democrática era objeto de una agresión por parte de la Italia fascista. Por supuesto que Guadalajara fue una batalla que la propaganda tomó como propia, pero sin la derrota de las divisiones italianas no hubiera sido posible la campaña de la propaganda que la República emprendió de forma intensa tras combatir a un ejército extranjero completo en tierras alcarreñas.


Balance

Fue una sangrienta lucha. Al no producirse una persecución decisiva del perdedor, el balance final de bajas fue equilibrado entre los dos bandos si nos fijamos en los números totales. Las bajas republicanas fueron altas en las tropas de la 12 Div. que cubría el frente inicialmente y entre los primeros batallones que llegaron de refuerzo, los italianos por su parte vieron completamente deshechas tres de sus cuatro divisiones. El conde Ciano reconoce sobre unas tres mil bajas totales (entre muertos y heridos); informes oficiales italianos hablan de 490 muertos, 2150 heridos y 257 prisioneros. Lo cierto es que tras el combate las divisiones fueron disueltas y sus supervivientes encuadrados en nuevas unidades.

Para el bando nacional, Guadalajara significó el final de la pretensiones italianas de dar un golpe definitivo a la República y con ello hegemonizar en cierto modo la situación política del bando faccioso. La derrota de ese proyecto italiano autónomo, significó un refuerzo de la posición de Franco ante sus aliados, aunque sin rebajar por ello su dependencia. Para Mussolini, la necesidad de lavar la afrenta implicó que su apoyo se mantendría hasta la derrota del enemigo. Implicó también el final de la larga batalla de Madrid y la orientación del conflicto a otros escenarios antes de retornar de nuevo al centro.

Para los republicanos, Guadalajara fue una victoria ante un peligro cierto y letal. Significó probar ante el mundo lo que el mundo ya sabía y no deseaba ver, que España veía una agresión extranjera contra su República. Para la República fue una victoria local, que proporcionó moral y confianza, pero que no pudo tener consecuencias estratégicas a su favor. Para el Comité de no intervención las contundentes pruebas de la intervención italiana no eran necesarias, conocían sobradamente la injerencia aunque no se dieran por enterados de ella. La batalla de Guadalajara, precisamente por ser la prueba casi absoluta de la agresión italo-alemana en España, se volvió contra las acciones diplomáticas españolas para poner fin a la No-Intervención, pues reforzó precisamente el temor franco-británico a una generalización del conflicto y les convenció de la necesidad de seguir bloqueando las peticiones de ayuda de la España republicana.

Pedro A. García Bilbao, URJC.
Bibliografía
  • Alcofar Nassaes J.L., Los legionarios italianos en la Guerra civil española 1936-1939, Dopesa, Barcelona, 1972.
  • Martínez Bande, J. M., La lucha en torno a Madrid, San Martín, Madrid, 1984.
  • Lister Forjan, E., Nuestra guerra. Memorias de un luchador, Silente, Guadalajara, 2007.
  • Conforti, O., Guadalajara, la primera derrota del fascismo, Oikos Tau, Barcelona, 1983.
Publicado por gentileza de: Foro de la Memoria de Guadalajara.

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