martes, 28 de agosto de 2012

Un labrador, un médico, un alcalde y un socialista asesinados abren la querella argentina sobre las víctimas de la dictadura

Investigación sobre los crímenes del franquismo. Los hechos que estudia la jueza María Servini de Cubría

Inés García Holgado y Darío Rivas



A. DEL CAMPO | 29/julio/2012
Ante el interés de la querella admitida por la justicia argentina que investiga los sucesos referidos a las víctimas del franquismo, EL PLURAL.COM inicia la publicación todos los lunes de una serie de testimonios de los querellantes que prestarán declaración ante la jueza María Servini de Cubría, cuya llegada a España está anunciada para el próximo 10 de septiembre. Tras la inhabilitación del juez Baltasar Garzón quien fue juzgado por prevaricación y luego absuelto por declararse competente para investigar estos hechos, ha tenido que ser la justicia argentina quien en base a la jurisdicción universal haya abordado esta investigación que afecta a decenas de miles de ciudadanos españoles ejecutados, represaliados o desaparecidos y cuyo paradero, en muchos casos se desconoce.
Severino Rivas Barja labrador lucense, el médico nacido en Buenos Aires, Vicente García Holgado, y sus tíos Elías, alcalde de Lumbreras y Luis, socialista, ugetista y masón, son las cuatro víctimas cuya historia encabeza la querella argentina que investiga la jueza María Servini de Cubría desde el año 2010. Su terrible muerte puede arrojar luz sobre la de decenas de miles de españoles cuyas familias desean recuperar sus cuerpos, reivindicar su memoria, o denunciar su trabajo esclavo. En otros casos quieren averiguar donde se encuentran aquellos bebés separados de sus madres o exigir justicia ante procesos que se realizaron con los criterios legales de la dictadura y llevaron a resultados de prisión injusta, de torturas e incluso de ejecuciones en tiempos no muy lejanos.
Jueza María Servini de Cubría

El 14 de abril de 2010, un mes antes de que el juez Baltasar Garzón fuera suspendido en sus funciones de magistrado de la Audiencia Nacional acusado de presunta prevaricación por haberse declarado competente para investigar los crímenes del franquismo, en Argentina los familiares de varios asesinados y desaparecidos españoles decidían presentar una querella criminal en los juzgados de Commodoro Py en Buenos Aires. Denunciaban la comisión de delitos de genocidio y o lesa humanidad que tuvieron lugar en España entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977. La querella sería admitida por la jueza argentina María Romina Servini de Cubría quien inició el proceso y que en septiembre vendrá a España a tomar declaración a demandantes y víctimas.
Los descendientes piden justicia
Las personas que iniciaron esta acción legal son Darío Rivas Cando, e Inés García Holgado. A ellos se sumaron en aquella fecha una serie de ONG y asociaciones de recuperación de la memoria histórica. Hoy a estos demandantes iniciales se han añadido un centenar de particulares y numerosos colectivos que agrupan a afectados por la represión franquista.
La historia de los familiares de Darío Rivas por una parte y de Inés García por otra, se explicitan en la querella y son los testimonios que abren este proceso. Darío Rivas, de 91 años en la actualidad y residente en Argentina desde los nueve, reclamaba justicia por la muerte de su padre, Severino Rivas Barja nacido el 13 de septiembre de 1875 en el pueblo de San Esteban de Loentia, en Lugo.
Labrador y demócrata
“Tuvo una destacada vida política, que incluye su militancia contra la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1929), a favor de la Segunda República Española, proclamada el 14 de abril de 1936 tras ganar dos días antes las elecciones municipales la coalición republicana socialista – se relata en el documento-. Severino Rívas compartía los ideales del Frente Popular (febrero de 1936), y fue elegido democráticamente alcalde de su pueblo el 9 de mayo de 1936. En 1931 había sido elegido presidente de la Agrupación Socialista Agraria de Castro de Rei”.
Detenido por orden de Falange
“Producida la insurrección de un sector de las Fuerzas armadas el 17 de julio de 1936, en pocos días los sublevados ocupan Galicia y específicamente la provincia de Lugo, siendo preponderante allí la actuación de la Falange Española, movimiento fascista subvencionado por Benito Mussolini desde Italia. El 29 de julio del mismo año 1936 se persona la Guardia Civil en las dependencias municipales de Castro de Rei para destituir y detener al alcalde Severino Rivas, junto a los demás miembros de la corporación municipal, cumpliendo una orden de Falange Española que les acusa de traición a la patria y tenencia ilícita de armas”, continúa la denuncia.
Asesinado el día de su liberación
El expediente procesal de Severino Rivas menciona su ingreso a la prisión provincial de Lugo el día 26 de Agosto de 1936, y su liberación el día 29 de octubre de ese año, por orden del gobernador militar de Lugo, según cuenta su hijo. Lo habían pedido los vecinos y el sacerdote del lugar. La partida de defunción fija su deceso el mismo día de su liberación, “por hemorragia profunda por proyectil de arma de fuego”, en “la margen derecha de la carretera que va de Lugo a [Portomarín]”. Fue enterrado anónimamente en una fosa común en lo que hoy es el cementerio de Cortapezas). En 1994, tras 50 años de búsqueda, Darío Rivas consiguió localizar el cuerpo de su padre y tras largas gestiones pudo recuperarlo.
El médico que desapareció
Inés García Holgado, se personó en la demanda por tres familiares, su tío y sus dos tíos abuelos. Vicente García Holgado, nació en Buenos Aires, Argentina, el 4 de enero de 1915, y estudió medicina en España, en Salamanca. El 10 de agosto de 1936, se alistó en las Milicias Castellanas Organizadas por el Centro Abulense. El 2 de marzo de 1937 fue trasladado, por orden de la Jefatura de Sanidad, a la 11 División, Brigada Lister, donde fue ascendido a teniente médico. Aquí se pierde el rastro: Vicente García está desaparecido.
Fusilado por “adhesión a la rebelión”
Elías García Holgado nació en Madrid el 15 de agosto de 1891. Fue alcalde de Lumbrales y
Diputado Provincial en Salamanca entre 1931 y 1936. En el año 1936 fue encarcelado en las prisiones de Madrid y de Salamanca y fusilado el 5 de julio de 1937 tras un proceso sumarísimo. Fue condenado por “adhesión a la rebelión”.
Concejal, socialista, sindicalista y masón
En cuanto a Luis García Holgado, su vida fue intensa. Nació en La Fregeneda, Salamanca, el 8 de febrero de 1897. Trabajó como oficial de Correos en León y Astorga. Durante la II República fue concejal en el Ayuntamiento de Astorga (1934). Relata el escrito que ha visto la jueza que “ya por entonces defendía postulados anticlericales y era miembro de la Masonería”. Participó en la Revolución de Asturias (1934) y, tras ser detenido, fue trasladado a Hervás, donde rápidamente se incorporó a la vida política y sindical como miembro del PSOE y la UGT en 1935. Destacado líder sindical de la comarca, en las elecciones de febrero de 1936 hizo campaña en la provincia de Cáceres a favor del Frente Popular junto a José Giral (más tarde primer ministro de la II República y presidente de la misma en el exilio).
Asesinado y aplastado
La sublevación de julio de 1936 le encontró en Madrid. Fue detenido, y torturado, en la cárcel de Hervás. El 21 de septiembre de 1936, con 40 años, a Luis García Holgado le sacaron de la prisión y le fusilaron en la carretera de Baños de Montemayor en la curva del cementerio. Cuentan los habitantes del pueblo que una vez asesinado de varios disparos, aplastaron su cuerpo con un carro que le pasó por encima repetidamente. En los años 50 sus familiares consiguieron llevar sus restos a Astorga. En el Registro Civil de Hervás consta como causa de muerte “heridas por armas de fuego”.
La técnica homicida de “los paseos”
Resume el escrito de los querellantes: “El señor Severino Rivas y los familiares de Inés García Holgado fueron víctimas de una técnica de homicidios perfeccionada por la Falange Española, que denominaba ‘paseos’ los fusilamientos por la espalda de los presos a los que los sublevados no sometían a un juicio, cuyos cadáveres eran dejados al costado de los caminos”.

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