Recuerdo de una tragedia
El
colaborador de La Opinión de Málaga, Rafael Aldehuela, rastrea los
territorios lorquianos para buscar respuestas a las preguntas sobre su
muerte
Una foto icónica de Federico García Lorca. La Opinión |
RAFAEL ALDEHUELA La Opinión de Granada 21 Agosto 2012
Cuando
subimos la carretera que nos acerca a la zona sur de la Sierra de
Alfaguara, vamos dejando atrás las calles y casas de Alfacar y
comenzamos a observar las primeras casas de Víznar, el otro pueblo de
nuestra historia, separados uno del otro por apenas una calle, que es en
realidad una empinada cuesta.
Nos
detenemos en la Fuente de las Lágrimas, quizás un nombre acorde con lo
que nos espera después, que sin embargo debe su denominación a su forma,
una lágrima que envuelve un nacimiento de agua, mágico y caudaloso que
en días no muy lejanos surtieron de frescura y saciaron la sed de los
habitantes del Albaicín y La Alhambra.
Aquí
el sol golpea con fuerza sobre nuestras cabezas, así que, el refrescante
líquido elemento es bienvenido y más apreciado que nunca. El aire está
impregnado del enloquecedor ruido que producen las chicharras, que
aportan un aire de melancolía al hecho de que estamos buscando una
tumba.
Nos
acompaña una mujer del pueblo, simpática y carismática, que se conoce
muy bien la historia porque un día se la contaron algunos de sus
protagonistas. Con ella, visitamos el Parque García Lorca mientras ella
no para de repetirnos que allí, término municipal de Alfacar, nunca pasó
realmente nada. Contemplando el olivo donde se dice que fue fusilado
Federico, nos hace saber la gran diferencia existente entre la historia
oficial y la que ella relata como real: «Aquí, junto a este olivo, no
encontraron enterrado ni tan siquiera un hueso de aceituna €refiriéndose
a las recientes e infructuosas excavaciones realizadas€ «porque ¿cómo
van a encontrar algo aquí, si no pasó nada…?»
Nos
cuenta que según la historia oficial, trajeron a Federico García Lorca y
a cuatro más, porque habían ordenado su fusilamiento, «se lo cargaron y
lo enterraron sin más, justo al lado del olivo donde se le fusiló, pero
esto no es cierto; en realidad, esto se lo contó uno al que llamaban El
Comunistilla al irlandés (Ian Gibson), para ponerse flores y el guiri
se lo tragó entero, aunque El Comunistilla no participó en el
fusilamiento».
Luego,
nos cuenta del tirón, la historia oficiosa: «Lorca era un hombre
incómodo pues representaba a un burgués metido a izquierdista y encima
republicano, un buen chivo expiatorio para el objetivo de dar
escarmiento a los que como él eran demócratas. Además era odiado por una
parte de su familia, los Roldán Alba, que no le tragaban por ser marica
y por líos de esos que hay en todas las familias», hace una pausa para
beber agua y me mira como interrogándome, yo no contesto y señalando la
acequia de Aynadamar que pasa junto a nuestro lado continua, «en algún
sitio de por aquí lo mataron. Ahí, todo el mundo lo sabe que fue en esa
finca de enfrente, en el Cortijo Pepino. Allí pasó toda la noche hasta
que por la mañana se lo cargaron. Allí lo enterraron y todavía queda en
el pueblo quien sabe el lugar exacto, lo que ocurre es que cuando ganó
Franco y se le fue de las manos, lo desenterraron y lo metieron en la
fosa común, donde están los otros».
Diciendo
esto se levanta y comienza a andar la carreta en dirección a Víznar.
Llegados al Barranco, nos dirigimos a la Fosa Común de Los Pozos, señala
y dice «Ahí está Lorca, pero con dos mil fusilados más, así que… ¿Quién
va a encontrarlo?».
El
camino de regreso está cargado de silencios. No puedo dejar de pensar en
Lorca y el resto de fusilados que yacen en Los Pozos, me obsesiona la
idea de que se pueda matar a un ser humano por pensar de un modo
distinto al de sus verdugos o por ser homosexual. Las chicharras siguen
cantando, el sol, de justicia, golpea nuestros cogotes y mi cabeza se
enreda entre pensamientos extraños de silencios y muertes de un periodo
histórico que, personalmente se me antoja muy lejano.
Un
día como hoy, seguramente con el miedo anidado en los ojos, Federico
García Lorca, un poeta, un pensador, un ser humano, en este paraje fue
fusilado y desde ese día, todos somos un poquitín huérfanos.
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