Formada por ex combatientes de la Guerra Civil, la Nueve entró en la capital francesa en agosto de 1944
La Nueve entra en la calle Rivoli, en el centro de París, donde los franceses acogieron a los españoles como héroes.GETTY |
"Parisinos: la insurrección del pueblo de París ha obtenido
sus primeras victorias. Más que nunca, todos al combate. ¡Derribad los
árboles, excavad fosos antitanque, levantad barricadas!". Con este
llamamiento, la Resistencia francesa esperaba, con el corazón en puño, a
que los tanques aliados entrasen en la capital. Era el 21 de agosto de
1944 y, aunque para los americanos París había dejado de ser un objetivo
militar, para el general De Gaulle era esencial.
La 9ª Compañía, integrada en la 2ª División Blindada de la Francia Libre, dirigida por el General Leclerc, estuvo integrada por numerosos combatientes españoles. "La 9ª compañía de voluntarios extranjeros deben ser los primeros en liberar París. Debéis ser vosotros, porque sé que no retrocederéis y que tendréis en alta estima el honor de las fuerzas francesas", ordenó Leclerc.
La Nueve, como era conocida, era una línea de vanguardia, a la postre decisiva, capitaneada por Raymond Dronne. Sus hombres, apodados los Cosacos, que apenas pasaban de la veintena, eran ex combatientes del bando republicano en la Guerra Civil. Llegaba desde los campos franceses, donde habían sido humillados por el trato y la miseria.
Natural de Burriana (Valencia), Amado Granell había llegado a Orán en marzo de 1939, desde el puerto de Alicante. Tras ingresar en el Cuerpo Franco de África en diciembre de 1942, poco después del desembarco aliado, fue invitado a integrarse en una unidad americana. "Prefirió los cuerpos franceses y combatió en la Guerra de Túnez contra las tropas de Rommel, donde consiguió los galones de teniente", explica Mesquida.
Después fue nombrado adjunto del capitán Dronne en La Nueve, quien recuerda así sus hazañas: "Siempre en cabeza de sus hombres, con desprecio total del peligro, arrastró su unidad al asalto de Bandevillers y, a pesar de las pérdidas severas, consiguió desalojar a un enemigo tenaz y muy superior en efectivos, conquistando brillantemente la posición".
Liberar París no fue fácil. Los alemanes poseían explosivos y habían dispuesto baterías de 88 milímetros en lugares estratégicos. Por si fuera poco, los aviones de la RAF confundían a los aliados con los alemanes. Otros soldados murieron ametrallados en emboscadas en las calles, donde se oían explosiones, tiros y ráfagas: las SS seguían combatiendo. La clave del éxito de la operación se basó en la insurrección de la resistencia, que organizó huelgas, boicots y hasta barricadas. Al final, la avanzadilla aliada llegó, fusil en mano, zigzagueando y ocupando con rapidez el terreno.
"La población civil se abalanzaba sobre nosotros. Vivas, aplausos, aclamaciones. Siempre besos y siempre flores. Las botellas de buen vino francés se vaciaban sobre nuestras cabezas a manera de bautismo pagano. Pero, aun así, nos costó más trabajo vencer la admiración de los parisinos que la resistencia alemana", dijo Granell.
El día 25, en el desfile de la Victoria, los vencedores se pasearon por los Campos Elíseos. Delante, por el centro de la avenida, el teniente Granell abría conduciendo un vehículo blindado que portaba dos banderas: la de la Cruz de Lorena de la Francia Libre y la de la bandera republicana española.
Tras residir en Francia, Granell regresó a España en 1952, donde vivió en varias ciudades de forma clandestina, hasta que murió en un accidente de coche cerca de Valencia. Tras el suceso, el capitán Dromme reaccionó así: "¿Un accidente? No creo. Habrían encontrado trazas de balas en el coche".
La 9ª Compañía, integrada en la 2ª División Blindada de la Francia Libre, dirigida por el General Leclerc, estuvo integrada por numerosos combatientes españoles. "La 9ª compañía de voluntarios extranjeros deben ser los primeros en liberar París. Debéis ser vosotros, porque sé que no retrocederéis y que tendréis en alta estima el honor de las fuerzas francesas", ordenó Leclerc.
La Nueve, como era conocida, era una línea de vanguardia, a la postre decisiva, capitaneada por Raymond Dronne. Sus hombres, apodados los Cosacos, que apenas pasaban de la veintena, eran ex combatientes del bando republicano en la Guerra Civil. Llegaba desde los campos franceses, donde habían sido humillados por el trato y la miseria.
El teniente Granell
"Más de 15.000 refugiados habían muerto a causa del frío, las heridas o la enfermedad", recuerda Evelyn Mesquida en La Nueve: los españoles que liberaron París (Ediciones B). "La única salida a los campos era ingresar en el ejército de la Francia Libre, que preparaba a sus tropas en África del Norte e Inglaterra". Después desembarcaban en Francia, donde libraron batallas, pueblo por pueblo, hasta llegar a París.Natural de Burriana (Valencia), Amado Granell había llegado a Orán en marzo de 1939, desde el puerto de Alicante. Tras ingresar en el Cuerpo Franco de África en diciembre de 1942, poco después del desembarco aliado, fue invitado a integrarse en una unidad americana. "Prefirió los cuerpos franceses y combatió en la Guerra de Túnez contra las tropas de Rommel, donde consiguió los galones de teniente", explica Mesquida.
Después fue nombrado adjunto del capitán Dronne en La Nueve, quien recuerda así sus hazañas: "Siempre en cabeza de sus hombres, con desprecio total del peligro, arrastró su unidad al asalto de Bandevillers y, a pesar de las pérdidas severas, consiguió desalojar a un enemigo tenaz y muy superior en efectivos, conquistando brillantemente la posición".
Liberar París no fue fácil. Los alemanes poseían explosivos y habían dispuesto baterías de 88 milímetros en lugares estratégicos. Por si fuera poco, los aviones de la RAF confundían a los aliados con los alemanes. Otros soldados murieron ametrallados en emboscadas en las calles, donde se oían explosiones, tiros y ráfagas: las SS seguían combatiendo. La clave del éxito de la operación se basó en la insurrección de la resistencia, que organizó huelgas, boicots y hasta barricadas. Al final, la avanzadilla aliada llegó, fusil en mano, zigzagueando y ocupando con rapidez el terreno.
Vítores, cantos y bengalas
Un total de 120 hombres a bordo de tres carros ligeros Sherman y una veintena de blindados half-tracks con nombres como Guadalajara, Teruel y Guernica, alcanzaron la calle Rivoli y el Estado alemán fue hecho prisionero. Granell, al mando de la operación, fue recibido por los parisinos como un héroe entre vítores y cantos a la Marsellesa, bengalas y disparos al aire. Granell, "un oficial de una valentía temeraria", se convirtió en el primer soldado francés en liberar París."La población civil se abalanzaba sobre nosotros. Vivas, aplausos, aclamaciones. Siempre besos y siempre flores. Las botellas de buen vino francés se vaciaban sobre nuestras cabezas a manera de bautismo pagano. Pero, aun así, nos costó más trabajo vencer la admiración de los parisinos que la resistencia alemana", dijo Granell.
El día 25, en el desfile de la Victoria, los vencedores se pasearon por los Campos Elíseos. Delante, por el centro de la avenida, el teniente Granell abría conduciendo un vehículo blindado que portaba dos banderas: la de la Cruz de Lorena de la Francia Libre y la de la bandera republicana española.
Tras residir en Francia, Granell regresó a España en 1952, donde vivió en varias ciudades de forma clandestina, hasta que murió en un accidente de coche cerca de Valencia. Tras el suceso, el capitán Dromme reaccionó así: "¿Un accidente? No creo. Habrían encontrado trazas de balas en el coche".
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