Los expertos datan huesos sin calcificar, lo que denota que parte de los restos corresponden a individuos «muy jóvenes»
Felechosa (Aller), C. M. BASTEIRO
La
investigación de la fosa común de Cabacheros, exhumada en Felechosa en
noviembre de 2009, está sacando a la luz datos escalofriantes. El
departamento de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid ya ha
finalizado el informe antropológico, un paso imprescindible para
identificar los cuerpos, y ha individualizado a cincuenta personas. La
mayoría de los restos corresponden a varones adultos y algunas mujeres,
pero los expertos dejan la puerta abierta a la presencia de niños. En
concreto, se hallaron una serie de huesos sin calcificar, que denotan la
juventud de algunas de las personas que fueron asesinadas en la orilla
de la carretera de San Isidro.
El
trabajo antropológico, encabezado por el profesor Ángel Fuentes, se
desarrolló en cuatro meses y fue exhaustivo. Servirá para arrojar la
primera luz sobre la identificación pero, según consta en el informe, es
un apoyo para las pruebas genéticas, siempre más fiables que el trabajo
de reconstrucción y reconocimiento. En el momento en el que el ADN
arroje una sola coincidencia, las labores de identificación se
facilitarán enormemente.
«No
sabemos quién está en Cabacheros pero sí que sabemos, a través de los
testimonios orales, qué personas viajaron juntas y qué día, por lo que
la deducción será más fácil», explicaron miembros de la investigación.
Fueron los testimonios orales los que ayudaron a encontrar la fosa de
Cabacheros y los que revelaron que las personas enterradas en la margen
de la carretera eran represaliados del franquismo que murieron
asesinadas por disparos en noviembre de 1937, cuando se interrumpió su
viaje hacia la cárcel de San Marcos de León.
El
informe antropológico confirma, al menos en parte, esta teoría. Muchos
de los restos encontrados presentan signos de violencia «perimortem»
(durante la muerte o alrededor de la hora de la muerte). «Muchos huesos
quedaron grandemente afectados con la muerte, presumimos que violenta y
por arma de guerra, como es el caso de los cráneos cuando han sido
sometidos al “tiro de gracia” que ha provocado el estallido craneal»,
destaca el dossier de los investigadores.
La
mayoría de los restos, teniendo en cuenta las medidas, corresponden a
varones adultos pero también se han recuperado huesos de mujer. En
concreto, se trata de una cabeza de húmero de 27 milímetros, una medida
que no llega al mínimo estipulado para los hombres (35 milímetros). Los
expertos también identifican como un hueso de mujer otro húmero derecho,
encontrado en buen estado de conservación. Según las medidas, podría
corresponder a una mujer con un índice de masa corporal de 20,3 y una
altura de 1,62 centímetros.
Los
individuos femeninos son, a lo largo del informe, prácticamente una
excepción. En muchos casos es imposible reconocer el sexo por el mal
estado de conservación en el que se encuentran los restos. En el
dossier, llama la atención la presencia de varias piezas óseas que están
sin calcificar. Esta característica, según los expertos, denota la
juventud de los individuos, que podrían no haber terminado de crecer en
el momento en el que fueron asesinados.
El
informe registra una vértebra lumbar que muestra un «avanzado
aplastamiento vertebral, pero el individuo es joven porque no presenta
calcificación». Los expertos también dataron un fémur que no tenía los
extremos soldados, un rasgo que se debe a «la juventud del individuo, en
este caso muy joven». Uno de los cráneos que se recuperaron del
enterramiento, según consta en el dossier, también pertenece a un joven
pero los expertos no pueden precisar más datos. La pieza se encuentra
fragmentada «por estallido, en relación con un disparo que entra por
región parieto-occipital y salida frontal».
La
Asociación Memoria Allerana, que promueve la investigación junto al
colectivo estatal Foro por la Memoria, ha estado trabajando codo con
codo con la Universidad Autónoma de Madrid y ha puesto a disposición de
los expertos una base de datos con la descripción detallada ofrecida por
los familiares de personas desaparecidas en el concejo durante la
Guerra Civil. Por el momento, no han hecho declaraciones sobre una
posible identificación, ya que los propios antropólogos necesitan que se
finalicen las pruebas genéticas para informar a los familiares.
«Nuestro respeto por las familias es máximo y ellos serán los primeros
en conocer los resultados, pero queremos que sepan que la investigación
sigue adelante», destacaron desde el colectivo.
El
concejo de Aller fue uno de las zonas de España más golpeadas por la
guerra civil y la represión, según un reciente estudio sobre las
víctimas elaborado por el historiador Manuel Fernández Trillo y recogido
en el libro «La representación fascista en el concejo de Aller». La
presencia de huesos que podrían pertenecer a niños ha sido un jarro de
agua fría, pero no es la primera vez que el municipio escucha una
historia triste y sobrecogedora con un joven como protagonista.
Memoria
Allerana tiene registrado en sus archivos a Marcelino Sánchez, un niño
de Levinco que pudo ser asesinado tras pasar unas semanas encarcelado en
Cabañaquinta y Moreda. Era el mayor de siete hermanos, tenía 13 años
cuando lo apresaron, y su padre también fue víctima de la represión.
También buscan a Manuel Escalante, de 17 años, que fue fusilado con
otros miembros de su familia.
Es
pronto para saber la verdad sobre Cabacheros, pero faltan pocos datos
para completar la historia. Los vecinos saben dónde, los testimonios
orales apuntan al cuándo y los antropólogos ya casi han respondido a la
pregunta del cómo. Ahora solo falta que la investigación siga su curso y
se termine por desvelar quién encontró la muerte en la orilla de la
carretera del puerto de San Isidro.
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