Francisco Mansilla, Manuel Arce, María Sánchez Puig y el alcalde de Obninsk
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18-01-2012 Miguel Bas Moscú
Rusia rindió homenaje a los niños españoles evacuados a la URSS durante
la Guerra Civil con un monumento inaugurado frente a la antigua casa de
niños en la ciudad de Óbninsk, a unos 100 kilómetros de Moscú.
Una
niña tiende las manos hacia una paloma sobre la lápida de granito rojo,
en la que una inscripción en ruso y español reza: “Aquí en los años
1937-1941 estuvo ubicada la Casa de Niños Españoles Nº5″.
En
realidad, la antigua casa de niños está situada tras una alta valla y ni
siquiera sus antiguos discípulos pueden acercarse a ella, pues hoy
alberga una institución altamente secreta.
No
obstante, el alcalde de Óbninsk, Alexandr Avdéev, prometió que para la
siguiente visita de los “niños de la guerra” de las 16 casas de niños
que hubo por aquellos años en la URSS les conseguirá el permiso de
entrada.
La
idea de colocar una placa conmemorativa pertenece a Manuel Arce,
exdiscípulo de la Casa Nº5 y presidente de la Fundación Nostalgia, que
mucho ha contribuido a conservar la memoria de los españoles, niños y
mayores, que murieron en la URSS, incluido su hermano Cesar.
Fue
la Alcaldía de Óbninsk la que asumió el gasto y dio a los “niños” la
grata sorpresa del monumento a los que fueron de hecho pioneros en esta
ciudad, que albergó el primer reactor nuclear del mundo.
Allá
por 1937, la casa de niños “estaba situada en un lugar precioso, rodeada
de bosques y verdes prados, y un río que pasaba muy cerca de nuestro
internado”, recuerda Arce, que aquí, entre guerra y guerra, pasó algunos
de los días más felices de su infancia, pues en 1941, tras la invasión
nazi, la casa de niños tuvo que ser evacuada.
En
uno de sus anteriores viajes, Manuel contó a sus anfitriones rusos que
cerca del camino que a través de un bosque de pinos y abetos conducía de
la estación ferroviaria hacia la casa de niños, había un árbol con el
tronco bifurcado en forma de lira.
Aquella
lira era el lugar para las citas de enamorados, y sobre su corteza
quedaron grabadas a navaja casi todas las historias de amor vividas por
los 500 niños españoles que llegaron a estos lugares.
En el
lugar de aquel bosque hoy está el centro de la ciudad, y cuál sería la
sorpresa de Manuel cuando se enteró de que aquel árbol sigue en pie, en
medio de una de las avenidas urbanas.
“Sesenta y cinco años después, cuando volví a visitar Óbninsk, le saludé como a un viejo amigo”, relata.
Tras ver el monumento, Manuel Arce dice sentirse “feliz y satisfecho”, pues considera que ha cumplido con un deber.
Un
deber más, pues el primero fue cuando él, médico y próspero empresario,
fundó Nostalgia con el objetivo de conseguir una pensión capaz de
“proporcionar una vejez digna” a los niños de la guerra que siguen en
Rusia.
Luego
fue la preparación y edición del álbum “Memoria”, que recogió los
nombres y datos de los 206 españoles caídos en combate defendiendo la
URSS y de otros 216 que murieron en la retaguardia a causa de los
bombardeos, el hambre y las enfermedades.
“Las
tumbas españolas, cuando las hay, están diseminadas por el vasto
territorio de la ex URSS, desde el Báltico hasta Crimea y el Cáucaso, y
desde Bielorrusia hasta los Urales y Uzbekistán”, dice.
En
total, durante la Guerra Civil española fueron evacuados a la URSS unos
3.500 niños españoles, en su abrumadora mayoría vascos y asturianos, a
los que se sumaron después unos 1.500 adultos.
“Los
españoles en Rusia somos muy queridos hasta hoy. Por las circunstancias
dramáticas en que llegamos, por nuestra manera de ser y porque, en
general, nos comportamos como personas dignas y honestas, compartiendo
con los rusos los buenos y los malos momentos”, dice Arce.
Hoy, está volcado en una nueva tarea: “hermanar” Óbninsk con una ciudad española.
“No
sé lo que habría sido de mi vida si no llegan a enviarme a la entonces
URSS -opina-, pero hoy día me siento feliz de haber vivido 30 años en
aquel país, haber conocido a aquel pueblo sufrido y generoso”.EFE
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