Emilio Silva, fundador de la
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, cree que el
juicio a Baltasar Garzón es el mejor ejemplo de que España contribuye a
la justicia universal y, sin embargo, mantiene lo que denomina
«injusticia local». Aun así, afronta con optimismo un proceso en el que
testificará a petición de la defensa.
-¿Cómo se siente al ver a Garzón en el banquillo por investigar los crímenes franquistas?
-Tengo sensaciones encontradas. No me puedo creer que sea realidad; tengo la misma sensación que cuando Garzón tuvo que abandonar la Audiencia Nacional. Pero, por otro lado, tiendo a ver el lado positivo porque, después de años de silencio, muchas personas que han visto cómo las instituciones les han dado de lado van a poder declarar y contar lo que les pasó a sus familiares.
-¿Y cómo reaccionó al saber que Garzón aceptó instruir la causa ?
-Emocionado al ver que la justicia iba a investigar el daño hecho a miles y miles de familias. En España todavía hay mucha gente con miedo y recibimos una pequeña avalancha de peticiones de gente que quería saber qué les había pasado a sus allegados. Gente que vio un respaldo y se atrevió a pedir justicia, que es lo que quiere cualquier humano cuando le asesinan un ser querido. Aquí lo anormal es que ningún presidente del Gobierno haya hecho ningún acto público con las víctimas como si fuera un grupo social que hay que mantener en cuarentena.
-¿Qué supuso para las familias que la investigación se remitiese a los juzgados territoriales?
-Nos pareció un insulto y una falta de respeto a la inteligencia y a la legalidad. Casi 114.000 asesinados no son crímenes aislados. La operación de limpieza tuvo una estrategia. Alguien dio la orden de comenzar y acabar. Además, hay un efecto secundario: ¿qué juez de pueblo se va a atrever a dar el paso después de ver lo que le ha pasado a Garzón?
-¿Qué imagen de España transmite este juicio de cara al exterior?
-Produce incredulidad que el país que ha detenido a Pinochet no arregle lo de casa. Demuestra que contribuimos a la justicia universal y mantenemos la injusticia local.
-¿Se atreve a augurar un veredicto?
-Yo soy optimista, porque en el hipotético caso de que la ley de amnistía tuviera vigor, un delito de desaparición es permanente y ocurre todos los días hasta que se resuelve. Tarde lo que tarde, la ley acabará estando del lado de las víctimas.
PATRICIA MARTÍN
MADRID 24 Enero 2012
Información publicada en la página 18 de la sección de Política de la edición impresa del día 24 de enero de 2012 VER ARCHIVO (.PDF)
MADRID 24 Enero 2012
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-Tengo sensaciones encontradas. No me puedo creer que sea realidad; tengo la misma sensación que cuando Garzón tuvo que abandonar la Audiencia Nacional. Pero, por otro lado, tiendo a ver el lado positivo porque, después de años de silencio, muchas personas que han visto cómo las instituciones les han dado de lado van a poder declarar y contar lo que les pasó a sus familiares.
-¿Y cómo reaccionó al saber que Garzón aceptó instruir la causa ?
-Emocionado al ver que la justicia iba a investigar el daño hecho a miles y miles de familias. En España todavía hay mucha gente con miedo y recibimos una pequeña avalancha de peticiones de gente que quería saber qué les había pasado a sus allegados. Gente que vio un respaldo y se atrevió a pedir justicia, que es lo que quiere cualquier humano cuando le asesinan un ser querido. Aquí lo anormal es que ningún presidente del Gobierno haya hecho ningún acto público con las víctimas como si fuera un grupo social que hay que mantener en cuarentena.
-¿Qué supuso para las familias que la investigación se remitiese a los juzgados territoriales?
-Nos pareció un insulto y una falta de respeto a la inteligencia y a la legalidad. Casi 114.000 asesinados no son crímenes aislados. La operación de limpieza tuvo una estrategia. Alguien dio la orden de comenzar y acabar. Además, hay un efecto secundario: ¿qué juez de pueblo se va a atrever a dar el paso después de ver lo que le ha pasado a Garzón?
-¿Qué imagen de España transmite este juicio de cara al exterior?
-Produce incredulidad que el país que ha detenido a Pinochet no arregle lo de casa. Demuestra que contribuimos a la justicia universal y mantenemos la injusticia local.
-¿Se atreve a augurar un veredicto?
-Yo soy optimista, porque en el hipotético caso de que la ley de amnistía tuviera vigor, un delito de desaparición es permanente y ocurre todos los días hasta que se resuelve. Tarde lo que tarde, la ley acabará estando del lado de las víctimas.
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