miércoles, 27 de febrero de 2013

Los ‘niños de la guerra’, al borde del desahucio en Moscú


El presidente del Centro Español de Moscú, Francisco Mansilla, en una imagen de archivo. / Efe

LUIS DíEZ | 26 de febrero de 2013


Eran tres mil y apenas sobreviven unos setenta y tienen más de 80 años. Son los “niños de la guerra”, víctimas inocentes de la conflagración civil española que fueron enviadas a Rusia en 1937 y han desvivido toda su vida en el exilio. En abril, si nadie lo remedia, serán desalojados del Centro Español en Moscú que fundaron como sede cultural y punto de encuentro hace 57 años en el 18/7 de la calle Kuznetski. Con sus exiguas pensiones ya no pueden pagar el alquiler y los gastos del también titulado Centro de Estudio de la Cultura Española, entidad que recibió del Gobierno español la medalla de honor de la emigración en su categoría de oro.
La voz de alerta sobre el desahucio inminente la ha dado Dolores Cabra desde la asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE). Ya que no parece posible que la plataforma contra los desahucios pueda saltar las fronteras para evitarlo, “sólo nos queda apelar a la prensa como último recurso”, dice esta veterana activista de la lucha por la recuperación de la Memoria Histórica, un poco cansada de los portazos institucionales y la corriente crisis.
Zapatero conversa con algunos "niños de la guerra" durante la visita que hizo al Centro Español de Moscú en 2005. / Efe
Para hacerse idea de la importancia que los “niños de la guerra” dan a los medios de comunicación, vale recordar que hace dos años, cuando la Hacienda de Moscú subió diez veces el precio del alquiler del piso que ocupa el Centro Español, la información en el diario El País llevó a la hacienda moscovita a reconsiderar la subida y disculparse diciendo que desconocía que los titulares del centro fueran aquellos niños españoles acogidos en la antigua Unión Soviética.
El presidente del colectivo, Francisco Mansilla, expuso hace un año la maltrecha situación económica del Centro a la directora general del Imserso, Purificación Causapié, a quien solicitó una magra subvención “porque la reducida cantidad de españoles que vamos quedando no nos permite ya autofinanciar los gastos”. En su carta le decía que quedaban unos 170 “ex niños de la guerra, la mayoría de ellos esparcidos por todo el territorio ruso; tenemos a una que vive en el lejano Oriente, a más de 8.000 kilómetros de Moscú”. Recalcaba que “queremos seguir siendo españoles” y añadía que la ayuda era imprescindible “para no tener que pedir limosna a otros organismos o cerrar el centro”.
Les respondieron con un formulario, lo rellenaron y recibieron la respuesta negativa a la petición de ayuda porque no cumplían los parámetros de un baremo burocrático al uso, y de nada sirvió una segunda carta de Mansilla en la que escribía: “no podemos vivir sin el Centro Español, que es un pedazo de nuestra Patria en Rusia”.
Cartel_entrada_del_Centro_Español_Moscú
Cartel que preside la entrada del Centro Español de Moscú.
Solicitaron después la ayuda del diputado socialista Ramón Jaúregui, quien envió una carta a la ministra Fátima Báñez con la petición de una consideración especial, pero sin resultado. Así las cosas, y puesto que la mayoría son de origen vasco –todavía impresionan las imágenes de la filmografía rusa sobre la evacuación de Bilbao tras los bombardeos de los nazis (Gernika y Durango) y el embarque de los niños–, el lehendakari socialista Patxi López se comprometió a aportar la ayuda de 10.000 euros anuales que solicitaban.
Pero ¡ya es fatalidad!, entre el dicho y el hecho, el expediente de ayuda de la Agencia de Cooperación Vasca quedó sin tramitar, según informó la exdirectora de Acción Exterior del Gobierno Vasco, Marta Arés. Su sucesora, Marian Elorza ha recomendado a la dirigente de la AGE, Dolores Cabra, que reinicien el proceso de tramitación, lo que a tenor de los plazos, no evitará el desalojo cuando en abril llegue la factura trimestral del alquiler y los socios del Centro Español de Moscú no puedan pagarla. Puesto que de los gobernantes del PP no cabe esperar nada y de los demás, sólo largas, el foco de cultura y memoria española en Rusia desaparecerá.

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