miércoles, 18 de julio de 2012

"Lo mataron por que era un hombre de ideas"

Isla de San Simón (Pontevedra)




Valminor.info, - 17 julio 2012


“Querido abuelo, me llamo Ana y tengo 43 años. Es la primera vez que puedo escribirte porque hasta hoy desconocíamos tu paradero. Te hemos buscado durante 71 años. Primero tus hijos, ahora tus nietos. Y por fin hemos dado contigo. No ha sido fácil te lo aseguro. Aquellos que tú sabes se encargaron bien  de ponernos todo tipo de trabas. Dejaron que transcurriera demasiado tiempo  y el paso de los años se fue llevando las voces de quien de primera mano nos podía contar tu verdad.  A otras se encargaron de silenciarlas, segando sus vidas y las demás callaban llenas de dolor y de miedo, haciendo casi imposible que pudiésemos llegar a ti.
Nuestra victoria ha sido fruto del cariño y del respeto hacia ti y hacia la abuela Ofelia. Esos sentimiento empujaron a tus hijos a negarse a olvidar tu recuerdo. Y enseñaron a tus nietos  a pronunciar tu nombre con orgullo, para que tarde o temprano se le devolviese la dignidad a un hombre honrado, trabajador y bueno. Que defendía a pesar de lo que algún historiador fascista quiera contarnos, un gobierno legal, democrático y elegido en las urnas.
Homenaje a los republicanos fusilados Isla San Simón (Pontevedra)

Te arrancaron de nuestro lado los delincuentes, los asesinos, los chivatos y los traidores. Tapando con décadas de silencio la más mínima posibilidad de recuperar siquiera tu nombre. Mientras ellos los Maseiras, Enriqueta, Ceferino o “El Rabioso”, gozaban de prebendas ganadas con sangre inocente.
No fuiste el único. Tus hermanos, los dos asesinados. Manuel con 29 años, preso primero en San Simón y fusilado el 11 de diciembre de 1936 en El Castro junto a tus amigos los Moreda. Y Alfonso, de 26, desaparecido del Frontón de Vigo.  Tu tío Benito encarcelado 10 años en Pamplona. Tu tía Amadora, 4 meses en la cárcel de Vigo.
Y tu madre, Carmen Gómez Sácara Villona, por la muerte de su marido y sus tres hijos en dos años, secaron en ella todo abismo de sentimiento.  Tu padre, Enrique Acuña, que aunque nunca te dio su apellido, murió de pena 10 meses después de haber reconocido tu cadáver. Y tu hermano Antonio,  exiliado en Brasil donde murió sin volver a España.
Tus hijos Carmen de 9 años, Enrique de 8, Celia de 5 y Carlos de 15 meses, solos y desvalidos, se criaron cada uno como pudo. Hambrientos y señalados.
Y tus nietos, tus nietos abuelo, privados de tus enseñanzas, de tu rostro y de tus caricias. Esas caricias que te llevaste apretadas entre los puños el día que caíste abatido por aquellos asesinos, como si de una alimaña se tratara. Con heridas múltiples y mortales de armas de fuego , en Louredomos, en el margen izquierdo de la carretera de O Porriño a Redondela, el  12 de julio de 1937.
Pero sobre todo ella, Ofelia Benigner Dacosta, a la que maltrataron, vejaron, humillaron y violaron cada vez que la interrogaban para saber de tu paradero. Mujer valiente, siempre
Unha solta de pombas pechou a homenaxe en San Simón
callada para salvaguardar la vida del padre de sus hijos, con la esperanza de que algún día volvieras  a su lado.
Y cuando esa posibilidad se desvaneció, el dolor y la impotencia la transportaron y se refugió en un mundo de locura triste y pacífica, de la que sólo salía para abrazar a sus hijos y llorar.
Murió pocos años después.
Todos de una u otra manera hemos sido víctimas de aquellas bestias. Elegidas en salva patrias que en nombre de un dios impasible ante la barbarie, y de una patria nueva, cruel sangrienta e ilegal, fueron cegando la vida de hombres honrados y aplastaron posibilidades de libertad.  Ellos aplicaron la razón de la fuerza y ganaron. Los representantes de su dios bendijeron  su victoria y pasearon bajo palio al mayor genocida que haya conocido nunca este país.
Victoria de la fuerza. Pues la victoria de la razón es nuestra. Os creían olvidados, pero nunca consiguieron acallar los susurros escondidos en cada casa. Y que al abrigo de la noche siguieron pronunciando con orgullo vuestro nombre que quedaron grabados en nuestra memoria para siempre, así como el indigno nombre de los asesinos.
Hoy, tres décadas después de la muerte del dictador y con la ley en la mano reivindicamos la dignidad de tu nombre: Enrique Gómez o Acuña, hijo amado aunque sin su apellido de Enrique Acuña Barciela  y de Carmen Joaquina Gómez Lores “La Carabillona”.
Natural de Río Mao, Lavadores, de profesión albañil, hoy tienes tu sitio en el osario general del cementerio de Mos, carretera de O Porriño a Redondela. Un lugar donde por fin tus hijos, tu nuera, tus nietos y demás familia podemos llorarte y rendirte honores.  Por buen hijo, esposo, padre, y abuelo. Pero sobre todo por ser un hombre honrado, cabal y valiente.
La justicia si llega tarde no es justicia. Así que a mí que no me pidan perdone ni muchísimo menos que olvide. No lo haré nunca. Pero a partir de hoy cerraré mis heridas, y conviviré en paz con todos aquellos que piensen diferente. Porque tu ejemplo de hombre demócrata, justo y  libre así me lo enseñó.
Gracias por todo abuelo. Recibe allí donde estés todo el cariño de tu familia que te y no te olvida. Yo, te mando un beso y te digo que seguiré reivindicando la justicia histórica y la memoria de todos aquellos que como tú dieron la vida por la democracia y la libertad hoy y siempre : ¡Vivala República!
http://www.valminor.info/novas/xerais/4604-qo-mataron-porque-era-un-home-de-ideasq-testemunas-da-homenaxe-nacional-as-vitimas-do-franquismo

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