“… nos lo robaron todo, las palabras, los nombres, los cuerpos, el dolor, el luto, el deseo de vivir, la crítica, la historia, pero no consiguieron robarnos la memoria .”
Carretera de entrada a Aguilar de la Frontera (Córdoba) lugar de fusilamientos masivos |
Rafael Espino Navarro 22 Mayo 2012
José José María Tubino Montesinos, fue ejecutado, como tantas otras personas inocentes, por las hordas de asesinos, que desinhibidos , exaltados y excitados por el poder que sobre la vida y la muerte, les confirieron los famosos bandos de guerra publicados en los primeros días del alzamiento militar, convirtiendo las noches y el alba de los días de aquel caluroso verano de 1936, en un aquelarre de sangre. Asesinos, gente que mataba por el placer de matar, entregada con servil entusiasmo a la abyecta tarea de hacer desaparecer a sus vecinos y paisanos, por el solo hecho de no poder soportar que la localidad fuera gobernada por partidos y personas con proyectos y sueños de progreso, de justicia e igualación social, de convivencia y de un mejor reparto de lo mucho o lo poco que era necesario para no morir de hambre y también como no portadores de sueños de revolución.
José María Tubino Montesinos, sin militancia política ni sindical alguna conocida, fue detenido en la fábrica de “Las Puentes”, de la cual era apoderado algunos días antes de su asesinato. Sería encarcelado en la cárcel local y sacado de la misma en una cuerda de presos al alba del día 16 de agosto de 1936. Todos ellos serían reunidos en la curva de la antigua bascula, junto al río en dirección a Montilla a otro grupo de presos procedentes de las localidades vecinas de Montemayor y Fernán Núñez para ser asesinados en ese mismo día.
Todos ellos, diez y siete personas de la saca de ese día, entre los que se encontraban dos mujeres (una de ellas embarazada de cinco meses) trasladados en un camión, requisado en la misma fábrica algunos días antes al cementerio municipal de Aguilar de la Frontera.
Arrojados, todos ellos caerían a la gran fosa común de la ignominia española, abierta por la guerra y ampliada por la victoria. Una gran fosa común mandada excavar por una gran parte de la sociedad, para albergar, sin nombre, sin vida, los restos de las personas asesinadas, convirtiendo a este país en general y a esta localidad en particular en un campo sembrado de sepulturas secretas, sin permitir durante más de tres cuartos de siglo recobrar su nombre, recobrar su dignidad.
Para la familia de José María, su viuda, sus hijos/as, sus nietos/as, el tiempo detuvo su reloj vital, un día 16 de agosto de 1936. Las circunstancias de su desaparición física, significó, al igual que para otras muchas familias,no volver a verlo jamás, por lo que en su interior comenzaron a regañadientes a entender que ya nunca más se produciría un reencuentro.
Pero nunca, nunca pudieron entender ni aceptar el imposible atemperamiento de la memoria, la imposición social y política del olvido, por que el derecho a la memoria, al contrarío de lo que la justicia española nos dice de estos delitos … jamás … jamás prescribe.
Hoy. los restos mortales de José María Tubino Montesinos y los de su hija Carmen Tubino Tubino , han sido trasladados por la familia y miembros de AREMEHISA al Cementerio Municipal de Villafranca de Córdoba, donde han sido inhumados junto a los de su viuda y madre política.
El camino ha sido largo, con tiempo para la reflexión y el recuerdo para muchas personas que no han podido hoy estar aquí, pero que han contribuido con su trabajo y pleno compromiso a que de nuevo se restituya la reparación de unos acontecimientos que jamás debieron de ocurrir. Y la reflexión profunda de saber que con este nuevo acto de hoy volvemos a cerrar otra página de la historia de esta localidad, donde nos hemos atrevido a tomar decisiones que otros no se atreven todavía a tomar, por miedo aún o recelos del pasado. Una localidad, Aguilar, que cierra páginas hasta ahora desconocidas, y lo hace de acuerdo con la normalidad que se supone ha de ser hoy, enterrar de una vez a todos los muertos y “desaparecidos”, victimas de la represión del franquismo.
Sus frágiles cuerpos han sido inhumados en un espacio rodeado de muros de piedra, junto a los suyos, como siempre debió de ser. He de decir que contemplando su inhumación los olores me han traído aromas del tiempo y el pasado lejos ya de un posible futuro de dolor, sin nadie a quien llorar ni enterrar.
José María Tubino Montesinos y su hija Carmen Tubino Tubino, descansan por fin en paz
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