Kaballido. Memoria.Hace calor en Ateca (Zaragoza) esa tarde del 18 de agosto de 1936.
Fusilados de Torrellas
La población está tomada, desde hace casi un mes, por las tropas insurrectas que cuentan con la ayuda de la guardia civil y de los falangistas. Cinco días después del alzamiento militar, los vecinos intentaron obstaculizar el paso de una columna del ejército procedente de Calatayud, serrando olmos y cruzándolos sobre la carretera nacional Madrid-Zaragoza. Pero fracasaron, y ha habido muchas detenciones
para averiguar la identidad de los autores. Esa misma mañana, la
guardia civil ha ido deteniendo a numerosas personas casa por casa, que
están siendo retenidas en el ayuntamiento.
La mayoría de los habitantes de Ateca se está congregando en la plaza. Allí les han convocado para “hacer un acto de sumisión a la patria y a los representantes legales”.
Cuño de la iglesia parroquial de Ateca de la época de los fusilamientos. Imagen del libro aludido anteriormente.
La multitud ya no soporta la tensión. Algunos gritan: “¡Soltad a los detenidos!”. Otras voces suplican entre lágrimas que no los ejecuten. Entre la gente concentrada en la plaza se va extendiendo una sensación de fatalidad, rayana en el pánico generalizado.
Los detenidos de la mañana son introducidos en camiones. Les dicen que no se preocupen, que van a ser conducidos a Calatayud para asistir a un acto propagandístico. Con ese pretexto obligan también a gran número de los concentrados en la plaza a subir a otros camiones.
Por fin la mayoría de los camiones llega a la Plaza del Fuerte de Calatayud. Los últimos camiones, entre los que se encuentra el de los detenidos de esa mañana, se han retrasado intencionadamente. Algunos han podido ver que, una vez pasado Terrer, han girado a la izquierda internándose en el barranco de la Bartolina.
Después del desfile los vecinos de Ateca comprueban horrorizados que el camión que transportaba a sus paisanos detenidos llega vacío. El viaje de retorno a Ateca se hace en medio del silencio y el desconcierto. Nadie alberga dudas sobre cuál ha sido su destino. Al llegar, algunos se acercan a cumplir el penoso deber de informar a sus familias.
Esa noche nadie en el pueblo puede dormir. Más tarde se sabrá que uno de los fusilados en el barranco de la Bartolina, el primer teniente de alcalde y vicepresidente de la U.G.T. de Ateca, Antonio Alvaro, había conseguido arrastrarse malherido hasta la carretera y pedir ayuda en una casa. Nadie le auxilió, por miedo a las represalias. Tras doce horas de agonía en soledad, un tiro de “gracia” a bocajarro acabó con su sufrimiento. Tenía 43 años. A día de hoy se ignora qué hicieron con sus restos.
La tierra fue removida con máquinas para sellar el vertedero de Calatayud, situado en el mismo barranco. Muchos de los huesos salieron entonces a la superficie y forman el sellado del vertedero. De hecho, mientras caminan se van encontrando con casquillos de bala y restos óseos. Algunos comentan que muchas veces se ven perros que llevan en sus hocicos huesos humanos.
Y mientras se van marchando, unos con lágrimas en los ojos, otros con indignación contenida por la afrenta a la memoria de sus familiares, van poniéndose de acuerdo en que ha llegado el momento de dignificar a los suyos rescatándolos del olvido. Su deseo es que cuenten al menos con un monolito o un símbolo que los recuerde...
Una vez realizadas las localizaciones con el georadar, se irá procediendo al inmenso y delicado trabajo de las exhumaciones. Todos los alcaldes de la comarca apoyan la iniciativa, pues raro es el pueblo que no tiene uno o varios desaparecidos que podrían encontrarse allí.
Ojalá. Todos os lo deseamos de corazón.
La realización de esta entrada no habría sido posible sin la colaboración desinteresada de Javier Alvaro, el cual no sólo se ha prestado a que parafrasee párrafos enteros de su libro, sino que además me ha cedido imágenes propiedad de su familia, las cuales enriquecen considerablemente el texto. Sus sugerencias para que investigue sobre mi abuelo, uno de los Fusilados de Torrellas, seguro que me serán también, muy útiles. ¡Gracias, Javier!.
Gracias también a quienes en su momento cedieron imágenes de sus familiares a Javier Alvaro para la realización de su libro y he tomado también yo para enriquecer la entrada.
Me he basado sobre todo en el texto de Javier Alvaro y también en el libro "República y Republicanos. Socialistas y republicanos de izquierda en Zaragoza y provincia (1931-1936), de E. Bernad, E. Casanova, R. Ceamanos, J. Cifuentes, J.L. Ledesma, V. Lucea y P. Maluenda.
De las muchas webs y blogs consultados, me gustaría destacar el excelente blog de Dimas Vaquero, Guerra Civil y Memoria.
La mayoría de los habitantes de Ateca se está congregando en la plaza. Allí les han convocado para “hacer un acto de sumisión a la patria y a los representantes legales”.
Ayuntamiento de Ateca, en los años 30. La imagen pertenece al libro "Segunda República y Represión Franquista en Ateca. La historia oculta en una fosa común del barranco de la Bartolina", de Javier Alvaro. Es propiedad del autor, que la ha cedido para la realización de esta entrada.Hay un gran nerviosismo. La gente está convencida de que van a ejecutar a quienes están detenidos en el ayuntamiento. Los discursos de las nuevas autoridades civiles y militares no presagian nada bueno. Pero el clímax llega cuando comienza su intervención el párroco del pueblo, Mosén Benigno, con una soflama más política que religiosa, en la que afirma que Ateca debe limpiar, como un campesino limpia con su criba, separando “la mala hierba de la simiente”. Y mientras habla, para dar más énfasis a sus palabras, va moviendo las manos imitando el movimiento de una criba.
Cuño de la iglesia parroquial de Ateca de la época de los fusilamientos. Imagen del libro aludido anteriormente.
La multitud ya no soporta la tensión. Algunos gritan: “¡Soltad a los detenidos!”. Otras voces suplican entre lágrimas que no los ejecuten. Entre la gente concentrada en la plaza se va extendiendo una sensación de fatalidad, rayana en el pánico generalizado.
Los detenidos de la mañana son introducidos en camiones. Les dicen que no se preocupen, que van a ser conducidos a Calatayud para asistir a un acto propagandístico. Con ese pretexto obligan también a gran número de los concentrados en la plaza a subir a otros camiones.
Guardias civiles subiendo a un camión, posiblemente para realizar una "faena" similar a la descrita en estas líneas. Imagen tomada de la web Camiones de la Guerra Civil.Los escasos 15 km que hay hasta Calatayud se viven con gran angustia. Se respira una tensión irrespirable. Todos creen que el “paseo” acabará en un fusilamiento general.
Por fin la mayoría de los camiones llega a la Plaza del Fuerte de Calatayud. Los últimos camiones, entre los que se encuentra el de los detenidos de esa mañana, se han retrasado intencionadamente. Algunos han podido ver que, una vez pasado Terrer, han girado a la izquierda internándose en el barranco de la Bartolina.
Calatayud, Puerta de Terrer. Grabado tomado del blog Paisajes Variados.Allí son fusilados 13 atecanos afiliados a Izquierda Republicana, al PSOE, la UGT y las Juventudes Socialistas y a la CNT. La guardia civil los describirá más tarde en sus informes como “agitadores y extremistas peligrosos” y “contrarios al Movimiento patriótico nacional”. También les acusará de haber proferido gritos de desafección y levantar el puño en alto cuando a principios del mes los reclutas de Ateca fueron despedidos en la estación de ferrocarril para incorporarse a sus destinos en el servicio militar. Hijos muchos de ellos de atecanos de izquierdas, sus padres intentaron evitar que fueran a engrosar el ejército que se ha rebelado contra la República.
Cuño del puesto de la Guardia Civil de Ateca. Imagen del libro aludido anteriormente.Los atecanos que han llegado a Calatayud se disponen a presenciar, como se hacía en tiempos que ellos creían pasados, una ejecución pública. En medio de la plaza han levantado un patíbulo. A un lado, formados militarmente, los soldados, los falangistas y los requetés. Al otro, no menos de 2000 civiles de Calatayud y de otros pueblos de la comarca. Por un papel tirado en el suelo se enteran de que el que va a ser ajusticiado es Francisco Bueno Herrero, el Estirao, conocido socialista bilbilitano al que apresaron días antes en Sediles. El papel es una de las muchas octavillas repartidas para convocar a los bilbilitanos a la ejecución.
Carta enviada por los falangistas a la familia de Francisco Bueno, antes de ser fusilado. Tomada de la web Kaosenlared.Una descarga cerrada de los fusiles del pelotón abate al dirigente socialista. La sentencia se ha cumplido. Tras la ejecución, a ritmo de marchas militares, los vecinos de Ateca son obligados a desfilar por delante del reo, como espectáculo y escarmiento popular. “(…)También desfilaron centenares de señoritas de Ateca y varones que, en manifestación, habían venido a Calatayud (…). Las ovaciones al Ejército, los vivas a España y mueras a los traidores fueron enormes”. Así recogió el “magno” acontecimiento el Heraldo de Aragón del 22 de agosto.
Después del desfile los vecinos de Ateca comprueban horrorizados que el camión que transportaba a sus paisanos detenidos llega vacío. El viaje de retorno a Ateca se hace en medio del silencio y el desconcierto. Nadie alberga dudas sobre cuál ha sido su destino. Al llegar, algunos se acercan a cumplir el penoso deber de informar a sus familias.
Esa noche nadie en el pueblo puede dormir. Más tarde se sabrá que uno de los fusilados en el barranco de la Bartolina, el primer teniente de alcalde y vicepresidente de la U.G.T. de Ateca, Antonio Alvaro, había conseguido arrastrarse malherido hasta la carretera y pedir ayuda en una casa. Nadie le auxilió, por miedo a las represalias. Tras doce horas de agonía en soledad, un tiro de “gracia” a bocajarro acabó con su sufrimiento. Tenía 43 años. A día de hoy se ignora qué hicieron con sus restos.
Antonio Alvaro, primer teniente de alcalde de Ateca, asesinado el 18 de agosto de 1936. La imagen pertenece al libro aludido anteriormente y es propiedad de su autor, que la ha cedido para la realización de esta entrada..Así comienza la macabra historia, contada siempre en voz baja en las casas, del barranco de la Bartolina, que se fue convirtiendo en el mayor y el más activo cementerio de la comarca de Calatayud. Jamás se sabrá cuántas personas de Ateca y de los restantes pueblos de la comarca se hayan enterradas en él. Pues fueron innumerables los detenidos en cada población que jamás volvieron a sus casas. Incluso en Ateca se realizaron varias “acciones de limpieza” más. Como el fusilamiento del alcalde, Agustín Ayerbe, el 29 de octubre. Tenía todos los números para ser asesinado pues había incomodado a muchos que no veían con buenos ojos su afán por deshacer las injusticias y llevar a cabo sus ideales republicanos y socialistas. Los últimos fusilamientos parece que se realizaron en el mes de noviembre.
Agustín Ayerbe, alcalde de Ateca, asesinado el 29 de octubre de 1936. La imagen es propiedad de A. Ayerbe y aparece en el libro aludido anteriormente.Algunos pudieron huir, como Enrique Bendicho, alcalde de Ateca durante el primer bienio republicano. Tras diversas vicisitudes terminó en un campo de concentración francés, país donde falleció. El asesinato de su hijo por los fascistas fue su venganza por no haber encontrado al padre, algo de lo más habitual en aquel verano del 36, llamado también del “terror caliente”.
Enrique Bendicho, anterior alcalde republicano de Ateca. Ostentaba el cargo de administrador subalterno de la Compañía Arrendataria de Tabacos cuando tuvo que huir, posiblemente el 19 de julio de 1936. En la imagen, propiedad del ayuntamiento atecano y perteneciente al libro aludido, aparece en medio de dos compañeros en un campo de concentración francés donde fue recluido.16 de diciembre de 2007. Varios vecinos de Ateca y personas de ideología de izquierda se han dado cita en el punto kilométrico 233,1 de la antigua Nacional II, entre Terrer y Calatayud. Es la entrada al barranco de la Bartolina.
Familiares de los fusilados en La Bartolina, 16 de diciembre de 2007. Imagen de Fernando Lampre, tomada de la web ARICO-Memoria Aragonesa.Se trata de los descendientes de algunos de los republicanos fusilados y enterrados en ese lugar desde 1936 a 1939. La mayoría de ellos ya se han enfrentado al hecho de que la naturaleza pero sobre todo la mano del hombre han modificado ese maldito lugar de manera que han destrozado por completo los restos de muchos de los que allí yacen.
La tierra fue removida con máquinas para sellar el vertedero de Calatayud, situado en el mismo barranco. Muchos de los huesos salieron entonces a la superficie y forman el sellado del vertedero. De hecho, mientras caminan se van encontrando con casquillos de bala y restos óseos. Algunos comentan que muchas veces se ven perros que llevan en sus hocicos huesos humanos.
Casquillos de bala encontrados en La Bartolina. Imagen tomada de la web Bilbilitanos. Un espacio para la libertad en Calatayud.Se va leyendo los nombres de los asesinados. Algunos pronuncian unas palabras de recuerdo, un poema…Rosas rojas, una por cada uno de los nombres que se han leído, permanecen plantadas como sencillo homenaje a tantos asesinados por sus ideales, por permanecer fieles a la República legítimamente constituida pero derribada por la sinrazón del fascismo.
Y mientras se van marchando, unos con lágrimas en los ojos, otros con indignación contenida por la afrenta a la memoria de sus familiares, van poniéndose de acuerdo en que ha llegado el momento de dignificar a los suyos rescatándolos del olvido. Su deseo es que cuenten al menos con un monolito o un símbolo que los recuerde...
Imagen de los familiares en La Bartolina, el 14 de abril de 2008. Puede vérseles plantando rosas rojas.Está tomada también de la web ARICO-Memoria Aragonesa.Agosto de 2009. Los familiares están esperanzados. Si todo va bien, al año que viene comenzará el trabajo de localización de las numerosas fosas del Barranco de la Bartolina. Este proyecto, aunque ya ha habido algunas exhumaciones aisladas, establecerá la cifra de personas que están enterradas en lo que se piensa podría ser una de las mayores fosas de todo el país, con cientos de muertos en distintos lugares. De hecho, Santiago Carcas, de la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido (Arico), explica que la cantidad total de cuerpos ascendería a unas 2.700 personas. “La gente mayor recuerda que cuando había riadas el agua arrastraba huesos”, asegura.
Una vez realizadas las localizaciones con el georadar, se irá procediendo al inmenso y delicado trabajo de las exhumaciones. Todos los alcaldes de la comarca apoyan la iniciativa, pues raro es el pueblo que no tiene uno o varios desaparecidos que podrían encontrarse allí.
Portada del libro de Javier Alvaro del que están tomadas varias de las imágenes que ilustran esta entrada.“Ójala que pronto podamos ofrecerles a los nuestros ese homenaje”, dice Javier Alvaro, nieto de uno de los fusilados de Ateca.
Ojalá. Todos os lo deseamos de corazón.
La realización de esta entrada no habría sido posible sin la colaboración desinteresada de Javier Alvaro, el cual no sólo se ha prestado a que parafrasee párrafos enteros de su libro, sino que además me ha cedido imágenes propiedad de su familia, las cuales enriquecen considerablemente el texto. Sus sugerencias para que investigue sobre mi abuelo, uno de los Fusilados de Torrellas, seguro que me serán también, muy útiles. ¡Gracias, Javier!.
Gracias también a quienes en su momento cedieron imágenes de sus familiares a Javier Alvaro para la realización de su libro y he tomado también yo para enriquecer la entrada.
Me he basado sobre todo en el texto de Javier Alvaro y también en el libro "República y Republicanos. Socialistas y republicanos de izquierda en Zaragoza y provincia (1931-1936), de E. Bernad, E. Casanova, R. Ceamanos, J. Cifuentes, J.L. Ledesma, V. Lucea y P. Maluenda.
De las muchas webs y blogs consultados, me gustaría destacar el excelente blog de Dimas Vaquero, Guerra Civil y Memoria.
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