![]() |
Cuadro de Ministros Fascistas |
- Ahaztuak 1936-1977 Lunes 21 Mayo 2012
Hace
pocos días
murió José Luis Villar Palasí, de quien las esquelas han dicho que fue
"Letrado del Consejo de Estado, Catedrático de la Universidad
Complutense de Madrid, Letrado de la Seguridad
Social y Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y
Legislación”. Todo un fastuoso curriculum del que, sospechosamente, ha
desaparecido el florón franquista: que fue ministro de la llamada
Educación Nacional entre 1968 y 1973. Ministro desde el
16.abril.1968 hasta el 11.junio.1973: cinco años durante los cuales el
excelentísimo finado Villar Palasí (VP) y su mano derecha Díez
Hochtleitner tuvieron bastante tiempo para expulsar de la enseñanza a
quienes no fueran de su agrado inquebrantable. Claro está que
compensaron esa mano dura con una mano pródiga en regalar a sus amigos
direcciones generales, becas, cátedras, dineros y prebendas a mansalva.
Aunque todo eso no es nada comparado con el hecho de que, como ministro
tiralevitas de Franco, VP firmó sentencias de muerte a manos llenas.
“Sentencias de muerte a manos llenas”. Manos llenas… ¿Cuántas firmó VP
mientras estuvo a la vera verita de Franco? ¿No estaremos exagerando?
Pues no exageramos porque sabemos que, por lo menos, su firma quedó
estampada en una: la de Pedro Martínez Expósito, fusilado el
08.enero.1972. Y un autógrafo así es una inmensidad de autógrafo, máxime
cuando VP, en su calidad de excelso jurisperito, conocía que la pena de
muerte comenzó a ser abolida hace siglo y medio, exactamente en la
Venezuela de 1863. Item más, como fervoroso católico, también tuvo que
saber que incluso el Vaticano la abolió en 1969.
Además de esa
sentencia por fusilamiento y de otras que –por ahora- no hemos
investigado, VP es culpable de haber ordenado sentencias de muerte por
omisión. Con esta expresión imposible, queremos recordar que durante el
mandato de VP, los franquistas perpetraron docenas de asesinatos que
siguen sin investigarse judicialmente porque gentuza poderosa como VP y
sus colegas ministros conspiraron, amenazaron, chantajearon y
prevaricaron para que quedaran impunes. Veamos una lista parcial –aún
más incompleta por no incluir a las víctimas sociales o comunes- de los
antifranquistas asesinados por omisión durante el relativamente corto
mandato de VP:
El vasco Txabi Exebarrieta (en 1968), los vascos
Manuel Andueza Elizalde, Roberto Pérez Jaúregui, Antonio Goñi y los
tres obreros granadinos Antonio Huertas Remigio, Cristóbal Ibáñez y
Manuel Sánchez Mesa (en 1970), el madrileño Pedro Patiño y el barcelonés
Antonio Ruiz (en 1971), los gallegos Amador Rey y Daniel Niebla y los
vascos Jon Ugutz Goikoetxea “Txapela”, José Benito Mugika “Xenki”, Mikel
Martínez de Murgia y Jonan Aranguren “Iharra” (en 1972), el catalán
Manuel Fernández y el vasco Eustakio Mendizabal “Txikia” (en 1973).En cuanto al obituario que hoy nos ocupa, mención especial merece el
navarro Javier Escalada, asesinado en marzo de 1970 después de diez días
de tortura. Su delito: haberse manifestado contra la ley de Educación
maquinada por VP.
Asesinatos a los que cualquier jurista
meticuloso añadiría otros muchos no sólo en grado de omisión sino
también en grado de tentativa: ¿O acaso cuando la Policía ‘suicidó’ al
estudiante Enrique Ruano (20.I.1969) la campaña calumniadora que
permitió o protagonizó VP, entonces ministro del ramo, no fue una
sentencia de muerte post mortem? ¿O acaso rubricar los decretos de
estado de excepción (ejemplo, el de 24.I.1969) no era dar carta blanca a
los asesinos? Más aún, VP supo que en el “Proceso de Burgos” (1970), se
pidieron dieciséis penas de muerte de las cuales seis fueron concedidas
aunque, para probable desengaño de VP, gracias a la sublevación
ciudadana no llegaron a ejecutarse.
Según las esquelas, VP ha
fallecido “habiendo recibido los santos sacramentos”. En el lecho de
muerte, ¿confesó sus inconfesables crímenes, aunque sólo fueran aquellos
en los que tuvo una responsabilidad más directa, los de P.M. Expósito y
J. Escalada? Lo dudamos pese a que tamaña demostración de caridad,
responsabilidad y arrepentimiento hubiera sido la propia de un señor
que, si hemos de creer a los periódicos, fue espejo luminiscente de
“bonhomía”.
Bonhomía, palabra que no suele faltar en las
necrológicas de los prebostes franquistas. Arcaísmo o galicismo sinónimo
de bondad, sencillez y candor. Pues bien, entre las decenas o centenas
de miles de palabras del idioma castellano, bonhomía es la menos
adecuada para definir a los franquistas. Veamos porqué: ¿bondadoso aquel
que adulaba día y noche al Genocida y, por tanto, genocida él mismo?
¿Sencillo quien para llegar a las más altas cumbres de la miseria moral
pasó décadas delatando, vengándose de afrentas imaginadas, calumniando a
sus competidores, ocultando su poquedad y pregonando un sadismo sólo
comparable a su ignorancia? En cuanto a ‘candoroso’, ¿merece comentario?
![]() |
José Luis Villar Palasí |
En los próximos tiempos, leeremos las rimbombantes elegías de los diez ministros de Franco que todavía viven. A saber:
López de Letona y Núñez del Pino, José Mª (89 años, ministro de Industria 1969-1974; pariente del magnate Rafael del Pino)
Fuente de la Fuente, Licinio de la (88 años, ministro de Trabajo entre 1969 y 1975)
Monreal Luque, Alberto (85 años, ministro de Hacienda 1969-1973)
Gamazo Manglano, José Mª (81 años, subsecretario de la Presidencia 1973-1974)
Barrera de Irimo, Antonio (83 años, ministro de Hacienda 1973-1974)
Liñán y Zofio, Fernando de (81 años, ministro de Información y Turismo 1973-1974)
Carro Martínez, Antonio (88 años, ministro de Presidencia 1974-1975)
Suárez González, Fernando (78 años, ministro de Trabajo en marzo-diciembre de 1975)
Sánchez-Ventura Pascual, José Mª (89 años, ministro de Justicia en marzo-diciembre de 1975)
Utrera Molina, José (85 años, ministro de Vivienda 1973-1974 y
secretario general del Movimiento 1974-1975; suegro del actual ministro
de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón)
Es obvio que una legión de
paniaguados, amnésicos voluntarios y lameculos congénitos ya tiene
redactados los descarados panegíricos de estos diez redomados
franquistas. Por ello, hoy sólo les pedimos que respeten la lengua
castellana, ahora que todavía están a tiempo. Que no añadan el agravio a
la injuria. Que borren de sus lamentosos obituarios la palabra
bonhomía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario