El profesor ha saltado a
las portadas por ser el forense que recondujo el caso Bretón con el
análisis de los huesos de los niños. Pero es mucho más que eso: lleva
años liderando las exhumaciones de las fosas de la Guerra Civil y ha
contribuido a esclarecer casos como el de los etarras Lasa y Zabala o
las muertes de Víctor Jara.
Francisco Exteberria, instantes antes de la entrevista. FERNANDO BUSTAMANTE |
Diario información 14 Octubre 2012
EL ADN se ha convertido en el nuevo lucero, incluso dios,
para la Justicia. ¿Es tan difícil una condena sin su omnipresencia?
No,
en absoluto. El ADN es muy poderoso cuando te incrimina, pero en el caso
de los niños de Córdoba, por ejemplo, no incrimina más a quien ha
cometido el delito. Cuando el autor niega haber estado en el lugar o
niega una agresión sexual, si encontramos restos biológicos suyos en la
escena o en la víctima, está perdido. Aquí, en caso de que se obtuviera
ADN de los restos esqueléticos de los niños, no hay una mayor
incriminación del padre, porque él admite que estuvo ese día en la finca
y que la hoguera la hizo él. Lo que haría es determinar con expresión
matemática que son esos niños, pero ya sabemos que sí lo son: los restos
pertenecen a dos homínidos de sus edades, dos y seis años;
desaparecieron esa tarde, en la que está documentada la hoguera porque
fue vista hasta a 33 kilómetros de distancia de lo grande que era; en
esa hoguera hay más elementos, como el botón metálico o el trozo de
tela; no había ni un solo hueso de animal entre la cenizas; y obviamente
no son restos de un cementerio que alguien ha ido a quemar allí. Así
que, ¿de quién van a ser? Para que se entienda, si los niños hubiesen
aparecido ahogados en un pozo, podría surgir la duda de si fue un
accidente, pero incinerados, porque ese fuego se hizo arder a más de 650
grados durante horas, con mucho acelerante y mucha madera, no cabe la
menor duda.
¿Le
molesta ser más conocido por el caso Bretón que por sus años al servicio
de la recuperación de la memoria colectiva española?
No.
Yo era conocido en otro tiempo por otras cuestiones y ahora me toca
serlo por el caso Bretón, que tiene un impacto mediático a lo mejor
superior. Yo participé en Chile en la investigación de la muerte de
Víctor Jara, que puede tener importancia para media Humanidad, no sólo
para los españoles, porque era un cantante popular, de una ideología
concreta y porque ha dejado para la posteridad un legado que nos puede
seguir emocionando. Víctor Jara murió asesinado de varios disparos y le
rompieron más de 50 huesos. A lo mejor yo era más conocido por aquello
que por esto. Y también puedo volver a ser conocido dentro de tres años
porque me equivoque en un caso y eso me lleve a un gran desprestigio
profesional. También puede ocurrirÉ
¿Considera
sano que un país no sea capaz de sepultar a todos sus muertos? ¿Qué le
diría a quienes opinan que poner nombre a los cadáveres de una represión
es tener ganas de remover el pasado?
Si se
prestan y me dejan quince minutos de su tiempo, estoy preparado para
convencer razonablemente a quienes están en contra de las exhumaciones
de la Guerra Civil española de que ese asunto encierra tal cantidad de
contenidos de derechos humanos y sirve para reforzar la democracia de
tal manera, que sus valores pedagógicos superan con creces esa frase
hecha de que esto divide a los ciudadanos o reabre heridas; eso es de
una simpleza fenomenal. Cada vez tengo más claro que ahí se encierran
una serie de valores muy útiles, porque la tragedia de nuestros padres
nos sirve hoy para consolidar valores democráticos, para construir más
democracia cada día. Cada fosa que se abre, cada resto que se entrega y
cada homenaje que se hace consolidan valores democráticos hoy. Esto
debería verse con naturalidad. Si hay gente que está en desacuerdo, que
se identifique.
Hay quien se aferra a que es una cuestión política…
¿Que
hay una reivindicación política detrás? ¡Naturalmente! Hay gente que te
dice: “Ustedes están abriendo ahora las fosas por una cuestión
política”. Y yo les contesto: El no abrirlas durante todo este tiempo
fue por una cuestión política, no por falta de infraestructuras o de
medios. ¡Claro que detrás de las exhumaciones hay también una razón
política, pero nuestro trabajo es objetivo y científico! ¿Cómo puedes
pretender investigar las fosas de Libia hoy y decir que no se pueden
recuperar los restos de una fosa clandestina en tu pueblo donde está
enterrado el padre de tu amigo, con el que has ido al colegio toda la
vida, y que fue injustamente asesinado? En esto, de verdad, cada vez
tengo las cosas más claras…
¿Alguna vez han rechazado alguna de sus verdades periciales por incómoda?
Sí, en algunos casos de malos tratos y de torturas.
¿En qué casos? ¿En el de Lasa y Zabala, por ejemplo?
No,
precisamente en ese caso prosperó porque era también muy contundente,
muy demostrativo, tanto que no se podía esconder por más tiempo. Eran
otros casos de torturas, en los que yo tengo el convencimiento de que
esa persona fue tratada abusivamente. Y yo no tolero que en el siglo XXI
y con mis impuestos haya funcionarios públicos que se sobrepasen. Me
supera, qué le vamos a hacer… Será porque estoy influido por los
jesuitas o será porque me interesa la criminología, pero es intolerable
que esto ocurra.
¿Se refiere a casos recientes?
No,
son de hace ya unos años, pero a mí me tocaron bastantes casos de estos.
Algunos de los asuntos sirvieron para condenar a policías, pero en
otros yo no fui suficientemente demostrativo y el tribunal no apreció mi
opinión, así que mi verdad pericial no prosperó. Son las reglas del
juego.
Usted ha trabajado codo con codo con Baltasar Garzón. ¿Considera justa la justicia que le ha sido aplicada?
No,
no ha sido justa, por supuesto que no. A Garzón no le ha querido ayudar
nadie, se le ha dicho: “Esta vez, te aguantas”. Es un asunto que
probablemente en otro contexto se habría resuelto de otra manera. Y le
han dejado solo, unos y otros. Además, se produce la paradoja de que en
otros lugares del mundo, porque Garzón es muy conocido fuera de España,
esto no se entiende, resulta incomprensible lo que le ha sucedido. ¿Cómo
puede ser que lo hayan hecho desaparecer por completo de la carrera
judicial?
¿Su gran crimen ha sido estar del lado de la memoria histórica?
Su
gran crimen ha sido dar amparo a los desamparados, que eran personas que
le estaban tocando la puerta y el corazón cuando estaban diciéndole:
“Oiga, mire, yo soy víctima de una injusticia. Mi padre está enterrado
en una fosa aquí, enfrente del juzgado, y creo que esto se debería
estudiar”. Cuando Garzón se declara competente, algo que nadie quería
hacerlo y que él hace porque cree que tenía alguna responsabilidad, se
le echa encima toda la clase política española.
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