viernes, 12 de octubre de 2012

BARCELONA Y LAS LARGAS COLAS PARA PODER COMPRAR PAN, Y ALIMENTOS...DURANTE LA GUERRA 1936-1939...

Barcelona, Pastisseria Forn Mateu Serra. Gran Vía 546

Las largas colas que se producían, para comprar pan durante la guerra 1936.39

Este horno Forn SERRA, dio de comer pan , a mucha gente de Barcelona durante la guerra, esta pastelería-panadería era y es entonces de los abuelos de Cristian Escribá, el Genio de la pastelería, de casta le viene al galgo, buena persona,  un trabajador incansable y muy amigo de sus amigos y sobre todo honrado, como sus antepasados, abuelos y bisabuelos dedicados a la pastelería artesana.

                                               



Los bisabuelos de Cristian  Escribá y su abuela 5ª por la derecha




 Repartiendo pan, con cartillas de racionamiento...
            









Cartillas de racionamiento

Durante los bombardeos, los andenes del  metro eran un refugio, Barcelona .
                                       
Niños en la Navidad de 1936
                                             
Colas de hambrientos 1938, Barcelona
                                           

Muchedumbre...
                                                      
Hemos hablado muchas veces del hambre de la guerra, incluso hemos memorizado fragmentos del libro “Amb ulls de nena” que reflejan a la perfección la falta de alimentos y como afectaba eso a la vida cotidiana. Por lógica era mucho mayor en la ciudad que en los pueblos, en los pueblos siempre se puede sobrevivir de la pequeña agricultura, ganadería, etc... En la ciudad esto no es posible, se depende de los suministros, ya lleguen del interior o a través del mar. En Barcelona se celebraba con euforía la llegada de un barco con alimentos al puerto, no era extraño que fuesen torpedeados o abordados, por eso cuando llegaba comida al puerto la alegría se desataba.

Esta historia nos sitúa a principios de 1939, Catalunya está perdida y los republicanos van saliendo de sus ciudades mientras los nacionales van entrando poco a poco. Muchos autores y testigos se refieren a esa época como la de mayor libertad de la Guerra, se poducen vacíos de poder que son aprovechados por los ciudadanos.
Ante un vacío de poder parece que algunas personas están abocadas al desorden y el pillaje (o quizás no, pero desde luego es lo que ocurrió en 1939). La gente tenía hambre y decidió solventar dicho problema.
Centenares de almacenes fueron asaltados antes de la entrada de los sublevados, la gente entraba y cogía todo lo que podía con cualquier recipiente que encontrase, los sacos de trigo eran rajados por la mitad y los granos cubrían el suelo, todos se agachaban y peleaban por conseguir la mayor porción de comida, lo mismo pasaba con el resto de alimentos que los republicanos custodiaban para su reparto. Las patatas, el azúcar, la sal... probaron el suelo sucio de los almacenes.

Especial gravedad revistieron los hechos en Sabadell, ciudad industrial cercana a Barcelona. Todo empezó con los vecinos alrededor de una zapatería (la Noguès) que demandaban al propietario la venta de los zapatos almacenados al precio de 1 peseta por el par (aunque ya se sabía que la moneda emitida a partir del 18 de julio de 1936 no tendría valor en el régimen que se iba a implantar). Al principio todo transcurrió dentro de los cauces de la normalidad (o de la máxima normalidad posible) el tendero ofrecía los zapatos requeridos a través de una ventana pero la gente se descontroló, entraron por la fuerza en la tienda y cogieron todo aquello que quisieron.
Ese fue el principio de unos actos de auténtica locura colectiva, evidentemente asaltaron los almacenes oficiales pero, la parte que más nos ha sorprendido, también se dirigieron a los Hospitales de Sangre de la ciudad. En esos hospitales estaban los heridos de guerra, los enfermos “normales”, el personal sanitario, etc... Todos se llevaron un gran susto cuando vieron entrar a la turba. Los soldados sufrían en la cama mientras la muchedumbre les arrebataba las sábanas, los cojines, medicamentos, colchones, e incluso a algunos les arrebataron sus posesiones más privadas.
Estos actos de locura colectiva más o menos intensa se produjeron en todo el territorio del Estado, la guerra había acabado pero aún quedaban unas horas de libertad que algunos decidieron aprovechar...

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