Estela de Carlotto, presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, afirma que la "herida de la injusticia sólo se cierra con memoria" |
Estela de Carlotto durante el congreso de víctimas del franquismo.JAVIER OCAMPOS |
ANNA FLOTATS RIVAS-VACIAMADRID 21/04/2012
Poco antes de que varios expresos políticos cogieran un avión
rumbo a Argentina para sumarse a la querella presentada en Buenos Aires
para que se juzguen los crímenes del Franquismo, aterrizaba en el
aeropuerto de Barajas un referente mundial en la lucha contra la
impunidad. Estela de Carlotto, presidenta de de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, participa mañana domingo en el primer congreso de víctimas del franquismo.
Su experiencia es la prueba de que "si no cejas ni un minuto de luchar", como ella dice, "la recuperación histórica de la verdad es posible". Han tenido que pasar más de 30 años para que el tiempo dé la razón a esta mujer a quien la dictadura le arrebató a su hija Laura, de 23 años, y al bebé de dos meses que acababa de dar a luz. Carlotto se unió al movimiento de las Abuelas de Plaza de Mayo, que ya ha encontrado a más de 100 de los cerca de 500 niños robados como botín de guerra durante la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983.
Estela de Carlotto anda con paso seguro, pero tranquilo. "Es esta pierna que no me deja tranquila", se queja esta mujer de 82 años, también presidenta del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Tiene mucha esperanza en la querella contra el franquismo que sigue su curso en Argentina. "Es un signo de amistad y reciprocidad con el pueblo español, además Servini [la magistrada que lleva la causa] es una muy buena juez y sé que está recabando toda la información posible para hacer un buen trabajo". Al margen de las actuaciones judiciales, "lo primordial para recuperar la memoria es la respuesta social". "Si en un país se han estado vulnerando los derechos sociales durante 40 años sin que nadie dijera nada, eso queda enterrado, sepultado", cuenta.
En Madrid, cada jueves se reúnen víctimas del franquismo en la Puerta del Sol, como hicieron y siguen haciendo las abuelas y las madres en la Plaza de Mayo de Buenos Aires. "Esa es la manera de luchar. Unirse y no dejar ni un día de hacer visibles a los represaliados de la dictadura y exigir al Estado que se haga justicia", afirma. En su última visita a España participó en una de esas manifestaciones, pero tiene un mal recuerdo de esa tarde. "Unos adolescentes que paseaban por allí nos dijeron que no sabían quién era Franco". Para Carlotto es imprescindible que "la historia llegue a las escuelas y se incorpore en el currículum para que los jóvenes no estén indefensos". "La historia del franquismo tiene que dejar de ser una hoja en blanco", remata.
Su experiencia es la prueba de que "si no cejas ni un minuto de luchar", como ella dice, "la recuperación histórica de la verdad es posible". Han tenido que pasar más de 30 años para que el tiempo dé la razón a esta mujer a quien la dictadura le arrebató a su hija Laura, de 23 años, y al bebé de dos meses que acababa de dar a luz. Carlotto se unió al movimiento de las Abuelas de Plaza de Mayo, que ya ha encontrado a más de 100 de los cerca de 500 niños robados como botín de guerra durante la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983.
Estela de Carlotto anda con paso seguro, pero tranquilo. "Es esta pierna que no me deja tranquila", se queja esta mujer de 82 años, también presidenta del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Tiene mucha esperanza en la querella contra el franquismo que sigue su curso en Argentina. "Es un signo de amistad y reciprocidad con el pueblo español, además Servini [la magistrada que lleva la causa] es una muy buena juez y sé que está recabando toda la información posible para hacer un buen trabajo". Al margen de las actuaciones judiciales, "lo primordial para recuperar la memoria es la respuesta social". "Si en un país se han estado vulnerando los derechos sociales durante 40 años sin que nadie dijera nada, eso queda enterrado, sepultado", cuenta.
La historia del franquismo en las escuelas
Carlotto todavía recuerda el momento en que dos jóvenes, en Barcelona, se le acercaron para preguntarle qué tenían que hacer para buscar los cuerpos de sus abuelos, que fueron fusilados durante la guerra. "Sus abuelas, las mujeres de esos hombres, habían permanecido calladas todos esos años", se sorprende. Por eso, a la derechona que argumenta que mirar al pasado significa, a reabrir las heridas le responde que eso no puede ser y además es imposible: "Las heridas no se van a abrir porque no están cerradas. Además, la herida de la injusticia sólo se cierra con justicia y memoria". "Y yo sospecho de quien prefiere el olvido, detrás de ese deseo hay algo oscuro", señala Carlotto, que apunta además que guardar los recuerdos "debajo de la alfombra" entraña el riesgo de que la historia se repita.En Madrid, cada jueves se reúnen víctimas del franquismo en la Puerta del Sol, como hicieron y siguen haciendo las abuelas y las madres en la Plaza de Mayo de Buenos Aires. "Esa es la manera de luchar. Unirse y no dejar ni un día de hacer visibles a los represaliados de la dictadura y exigir al Estado que se haga justicia", afirma. En su última visita a España participó en una de esas manifestaciones, pero tiene un mal recuerdo de esa tarde. "Unos adolescentes que paseaban por allí nos dijeron que no sabían quién era Franco". Para Carlotto es imprescindible que "la historia llegue a las escuelas y se incorpore en el currículum para que los jóvenes no estén indefensos". "La historia del franquismo tiene que dejar de ser una hoja en blanco", remata.
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