Por esas mismas fechas supimos que el nuevo ayuntamiento de La Zubia (Granada) optó por retirar los nombres a tres calles que llevaban inscritos los de Miguel Hernández, Che Guevara y Buenaventura Durruti según acordó en su día el primer ayuntamiento democrático (1979), en sustitución de los nombres de los militares franquistas Queipo de Llano, comandante Castejón y general Varela. Obviamente, también en La Zubia gobierna ahora el Partido Popular.
Unos meses antes, en la ciudad de Granada, la placa que había sido descubierta en las tapias del cementerio en memoria de los casi cuatro mi republicanos fusilados durante la Guerra de España y los primeros años de la dictadura franquista, fue retirada por el gobierno municipal conservador, sin que ocurriera lo mismo con el monolito fascista en homenaje a José Antonio Primo de Rivera.
Siguiendo esa misma estela revisionista, el pasado mes de noviembre el ayuntamiento de Villamayor de Calatrava, en Ciudad Real, optó por anular el nombre de las calles que llevaban los de Pablo Iglesias, Tierno Galván y Pablo Neruda, y aprovechar la ocasión para dar a una plazuela de la localidad la denominación con que se conoce a la selección española de fútbol: La Roja.
Desde el pasado 26 de marzo, el teatro de Huércal-Overa (Almería) ha dejado de llevar el nombre del poeta gaditano Rafael Alberti por acuerdo del gobierno municipal del Partido Popular, dado que, según su concejal de cultura, el poeta no vende bien la ciudad al no tener ninguna vinculación histórica con el municipio. También considera el mismo gestor cultural que la manera en que se eligió el nombre de Alberti no fue la más democrática ni la más correcta, pues tal decisión se tomó a través de una encuesta por las redes sociales en la que podían votar todos los vecinos cuando gobernaba el PSOE.
El poeta Rafael Alberti escribió en el exilio, en 1956, Noche de guerra en el Museo del Prado. La obra se desarrolla en el mes de noviembre de 1936, cuando el gobierno republicano opta por trasladar las obras pictóricas del museo a Valencia en evitación de que puedan ser destruidas por los bombardeos de la aviación nazi durante el asedio franquista. En un momento dado, los personajes del cuadro de Goya Tres de mayo cobran vida y se aprestan a levantar una barricada en defensa de la pinacoteca y, con ella, de la cultura y democracia republicanas.
De nada vale ocultar o erradicar los legados y los nombres que representan esa cultura y esa memoria, pues siempre podrán recobrar vida, como en la obra de Alberti. Pretender anularlos por ignorancia es malo, pero por resentimiento es mucho peor.
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