LA REPRESIÓN FRANQUISTA EN
Autor: Pedro Mª Egea BrunoProfesor de la Universidad de Murcia. Historiador
Reedición de la publicación de 1987
Cuando la ciudad de Cartagena fue oficialmente ocupada, ya tenía perfectamente organizada la maquinaria jurídica para controlar la situación:
Los tres juzgados militares permanentes que se ubicaron en las Escuelas Graduadas de la Calle Gisbert se sumaron a los establecidos por las Autoridades de Marina, que además de un Consejo de Guerra Permanente, llegaron a dar vida a 57 juzgados instructores a las tres semanas de la ocupación.
La culminación de etapa más sangrienta, con las últimas ejecuciones, llevadas a cabo el 13 de enero de 1945, no supuso el final de la ruptura entre vencedores y vencidos, radical diferenciación reflejada incluso en los hábitos más cotidianos de la vida ciudadana.
En Octubre del 45 se cerró, de un modo más aparente que real, la represión, con un indulto total a los penados por delitos de rebelión militar, aunque por una serie de excepciones permaneció en las prisiones el 75 por ciento de los reos políticos.
Pero los cauces para reprimir cualquier intento de subvertir el nuevo orden siguieron abiertos.
Con estilo magistral, Pedro Mª Egea Bruno nos pone en contacto con la realidad del miedo y el silencio del día a día de los primeros años de la represión en Cartagena, del ambiente tenso en que no era de extrañar la aplicación de castigos infamantes, como el corte de pelo y empleo de aceite de ricino, y en cuyo fondo latían una serie de condicionantes religiosos derivados de la implantación del Nacional catolicismo. El resultado final no pudo ser otro sino el de la profundización en la ruptura.
Asociación Memoria Histórica de Cartagena
"EL HIJO DEL HERRERO"
Autora: Pepa Martínez
Edita: Asociación Memoria Histórica de Cartagena
Los sucesos ocurridos a bordo del Destructor
“Lepanto” durante los primeros días posteriores a la insurrección del 18
de julio de 1936 son muy poco conocidos. El hecho de que su comandante,
Don Valentín Fuentes, manifestara desde el primer momento su fidelidad a
la República hace
suponer a algunos investigadores e investigadoras de los hechos de la
guerra civil, que no existió conflicto a bordo entre la marinería y la
oficialidad; muchas personas ignoran la detención
y fusilamiento de los oficiales en Málaga, y pasan por alto, por tanto,
la represión que tuvo lugar sobre los miembros de la dotación del buque
por parte de los tribunales franquistas.
Siete meses después de la victoria del bando
rebelde, los distintos sumarios abiertos contra 31 tripulantes del
barco, se traducen en el resultado de la condena de tres de ellos a
separación del servicio, a distintas penas de prisión a otros doce, a
siete ejecuciones y a una muerte a consecuencia de las torturas sufridas
durante un interrogatorio.
Tras morir a manos de sus torturadores en el
interrogatorio sufrido en las dependencias del S. I. P., el cuerpo de
Enrique Martínez Godínez es arrojado al mar. Su cadáver aparece a los
tres días, pero su muerte siguió siendo negada durante mucho tiempo por
sus verdugos. Siete décadas después, su nieta investiga acerca de las
circunstancias de su asesinato. A lo largo de la investigación, las
diferentes pistas que sigue le van ayudando a reconstruir la verdad de
los hechos de aquellos trágicos días.
En “El hijo del herrero”, lo que podía haber
sido el relato de la represión, únicamente sobre el practicante del
“Lepanto”, se convierte en una historia mucho más amplia: la de aquellos
tripulantes de ese barco que permanecieron fieles al gobierno legítimo
de la República y la represión que esta postura les acarreó. Pero
no queda en esto la narración, ya que para una mayor comprensión de las
motivaciones de estos hechos, es preciso hurgar en sus precedentes y
sus consecuencias. De este modo, nos encontramos en este libro con un
acercamiento a la historia de la vida cotidiana de Cartagena que abarca
desde la etapa pre-republicana hasta los umbrales de la década de los
sesenta, utilizando como hilo conductor la historia de Enrique Martínez
Godínez y su familia, una familia cartagenera, víctima de los efectos de
la represión franquista en la ciudad.
Las
dos obras editadas hasta ahora por la Asociación Memoria Histórica de
Cartagena, “La Represión Franquista en Cartagena (1939, 1945)”, de Pedro
Mª Egea Bruno y “El hijo del herrero (Primer episodio de la serie El
último bastión)” , de Pepa Martínez, se pueden encontrar en las
siguientes librerías de Cartagena:
Librería Escarabajal, en la calle Mayor
Librería Áglaya, en la calle Ramón y Cajal
Librería-papelería Centro, en la calle Santa Florentina
Librería Alcaraz, en la calle Wssell de Guimbarda
Papelería Técnica Alfonso XIII, en el Paseo Alfonso XIII
Leer librería, en la plaza Castellini
Librería–papelería Floan, en la calle Covadonga, Barriada José Mª de Lapuerta
Librería–papelería El Duende, en la calle Submarino, Bº Peral.
Librería Áglaya, en la calle Ramón y Cajal
Librería-papelería Centro, en la calle Santa Florentina
Librería Alcaraz, en la calle Wssell de Guimbarda
Papelería Técnica Alfonso XIII, en el Paseo Alfonso XIII
Leer librería, en la plaza Castellini
Librería–papelería Floan, en la calle Covadonga, Barriada José Mª de Lapuerta
Librería–papelería El Duende, en la calle Submarino, Bº Peral.
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