lunes, 16 de abril de 2012

Regreso a Albatera 73 años depués

El campo de concentración alicantino reúne a supervivientes y expertos.



Asistentes a la concentración dirigiéndose al campo de Albatera


El País / ROSA BIOT / 14-04-2012

“Los presos cavaron al pie de la alambrada una zanja para hacer sus necesidades, pero cuando se hacía de noche y alguno iba hasta allí se le aplicaba la ley de fugas y se les disparaba allí mismo”. Julián Ramos ha escuchado mil veces contar esta y otras historias sobre el campo de concentración de Albatera a su padre, Juan Ramos, que ayer volvía por primera vez a aquel recinto en el que permaneció tres meses retenido por el ejército nacional al acabar la Guerra Civil. Apenas tenía 13 años.
Juan fue uno de los supervivientes que ayer relató sus recuerdos en una de las mesas redondas de la V Jornada sobre el campo de concentración de Albatera que organiza la Coordinadora de Asociaciones por la Memoria Histórica de la Provincia de Alicante (Coamhi). Este campo, en el municipio de San Isidro y ahora pegado a las obras del AVE, fue uno de los más duros de los 188 habilitados tras la Guerra Civil. Por él pasaron entre 12.000 y 15.000 personas. Allí acabó parte de lo que quedaba del ejército republicano y de los ciudadanos que intentaban escapar de las tropas franquistas. Por el campo pasaron el historiador Manuel Tuñón de Lara, el cineasta Ricardo Muñoz Suay o el poeta Marcos Ana. Muchos, como Juan, se quedaron sin poder zarpar en los muelles del puerto de Alicante.

 reclusos trabajando en Albatera

El padre de Juan era alcalde republicano de San Bartolomé de las Abiertas, provincia de Toledo, y junto con su esposa y sus cinco hijos logró unos pasaportes para llegar a México. Su aventura acabó en el puerto de Alicante. La familia se dividió allí y junto con sus dos hijos mayores el exregidor fue enviado primero al campo de los Almendros de Alicante y después “en vagones de ganado” a Albatera. “Cuando se acordaban les daban un chusco de pan para seis personas y una lata de sardinas para dos”, asegura Julián. La vida era “la lucha por la supervivencia”.

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