Himmler, jefe de las SS y uno de los mayores criminales del III Reich, fue agasajado en la capital guipuzcoana en 1940
Himmler y dirijentes de la Falanje en San Sebastian |
El Correo, 09-07-2014
ANJE RIBERA | 9 julio 2014
El turista más famoso que en 1940 visitó Euskadi, por entonces las Vascongadas, fue alemán, concretamente nazi. Respondía al nombre de Heinrich Himmler. El 19 de octubre al comandante supremo de las SS se le recibió en San Sebastián como a un héroe, pese a que ya era uno de los mayores criminales del III Reich y de la historia de la humanidad, además del gran inspirador de la política racista y represiva del régimen de Adolf Hitler.
Al día siguiente contaba nuestro periódico que entró en España a través de Irún, concretamente cruzando el puente internacional de Santiago. Eran las nueve y cinco de la mañana cuando, escoltado por una brigada del regimiento de Infantería número 24 de la guarnición de la capital guipuzcoana, que le rindió los oportunos honores, pisó suelo hispano mientras una niña de la colonia teutona, vestida con uniforme nazi, le ofrecía un ramo de flores. Fue recibido en una estación abarrotada de autoridades del régimen franquista y engalanada con numerosas esvásticas.
Tras pasar revista a las tropas desplegadas bajo los acordes del himno nacional, la comitiva se encaminó hacia Donosti, donde tuvo lugar la recepción oficial en el palacio de la Diputación con presencia de más personalidades y una centuria de honor de la Falange, sin olvidar los consabidos maceros y txistularis. Allí fue el ‘Agur jaunak’ el que sonó de fondo.
Visita a Igeldo
La prensa de San Sebastián hablaba de “un gran recibimiento del pueblo al íntimo colaborador del Führer a su paso hacia Madrid”. “Rebasando el homenaje los límites de un tránsito protocolario, el señor Himmler permaneció algunas horas entre nosotros aprovechándolas para visitar algunas dependencias del Palacio Provincial, admirar las maravillas pictóricas de Sert en el Museo de San Telmo y contemplar desde el monte Igeldo el incomparable cuadro de nuestra bahía. Deferencias éstas que, por venir de tan ilustre personalidad, hemos de agradecer en cuanto significan grata prueba de amistad dada espontáneamente por el representante de la gran Alemania. Complacidísimo de su visita a San Sebastián y de las atenciones que nuestras dignísimas autoridades y el pueblo donostiarra le hicieron presentes, así se dignó manifestarlo el ilustre jefe de la Policía del Reich”, contaban nuestros colegas de aquellos tiempos.
Himmler abandonó Donosti poco después del mediodía para encaminarse por el alto de Etxegarate hacia Alsasua, donde almorzó antes de dirigirse a Burgos, para partir a su vez a continuación hacia Madrid con el fin de entrevistarse con el Generalísimo. En medio dejó un puñado de fotografías para la historia.
Al parecer, según comentó más tarde el jefe nazi, su intención era quedarse más tiempo en el País Vasco. Incluso, confesó que en su equipaje había incluido sus escopetas por si podría realizar una montería de caza, una de sus grandes aficiones. Pero la lluvia lo impidió. “¡Todo el tiempo diluviando!”, contó a su regreso a Alemania.
Los nazis y su atracción por los vascos
De cualquier manera, sí quedó prendado de los rasgos de los vascos. “Uno todavía puede ver en las fisonomías del norte de España rastros de sangre alemana que ha ido perdiendo el Reich a lo largo de los siglos”, según declaró a un diario teutón.
Los nazis siempre se sintieron atraídos por Euskadi, sobre todo tras la capitulación francesa de 1940, cuando la Wehrmacht ocupó la zona sur gala. Euskadi se convirtió para ellos en un lugar de descanso durante sus permisos y fue habitual que los oficiales viajaran con cierta asiduidad a San Sebastián para alejarse de las contiendas. La capital guipuzcoana, con amplia tradición turística, saciaba sus necesidades de diversión y descanso.
También el político fascista belga Léon Degrelle acabó en San Sebastián tras huir de Noruega cuando los aliados liberaron el país nórdico. El 2 de mayo de 1945, momento en el que la derrota alemana era ya evidente, escapó a España en el avión Heinkel del ministro Albert Speer. Pero, tras atravesar las líneas enemigas, se le acabó el combustible y el aparato tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en la bahía de La Concha. El régimen franquista le garantizó asilo político tras desoír constantemente las solicitudes de extradición de Bruselas. Murió el 31 de marzo de 1994 en Málaga, a la edad de 87 años. Permaneció en España cinco décadas como fugitivo de la justicia internacional.
Entrevista Hitler-Franco
Aunque los comunicados oficiales de la época hablan de un viaje de relax en devolución de una visita realizada a Alemania por el jefe de Policía de Franco, José Finat y Escrivá de Romani, conde de Moyalde; la estancia en Donosti de Himmler formaba parte de un viaje de tres días a España, preparatorio de la entrevista que Hitler y nuestro propio dictador mantuvieron algunos días más tarde en la estación de la localidad francesa de Hendaya para analizar la posible intervención española en la Segunda Guerra Mundial dentro de las fuerzas del Eje.
En la agenda también estuvo, según documentos de la época, un intento de que la Policía española y la Gestapo estrecharan lazos. Ya en 1937 Franco pidió ayuda a Hitler para constituir en España un cuerpo de seguridad político a semejanza del dirigido por Himmler. Dos años más tarde, el líder de las SS era galardonado con la Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, condecoración creada por la dictadura para premiar a sus partidarios.
Desde aquella visita la Gestapo colaboró con el régimen franquista en el establecimiento de campos de concentración en los que confinar a los miles de prisioneros republicanos. Además, se alcanzó un acuerdo para que los exiliados españoles capturados por los nazis en Francia fueran entregados, aunque sólo los que tenían relevancia política. Entre éstos estaba el expresident catalán Lluís Companys, que fue fusilado tras ser extraditado. El resto acabó en diferentes stalag alemanes, donde resultaron exterminados.
La Gestapo asimismo se encargó de asesorar en los experimentos médicos dirigidos por el doctor Antonio Vallejo Nájera para ‘purificar’ la raza española eliminando lo que Franco llamaba el ‘gen rojo’. El ‘científico’ del régimen proponía que las mujeres sólo debían leer libros religiosos. Así conseguirían hijos sanos.
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