viernes, 18 de julio de 2014

La columna minera que plantó cara a Queipo de Llano

El 19 de julio de 1936, un grupo de mineros de la provincia de Huelva, prácticamente indefensos, se desplazaron hasta Sevilla para defender el orden constitucional de la República. La Guardia Civil les tendió una emboscada asesinando a 25 de ellos. 68 más fueron ejecutados tras un Consejo de Guerra.


La columna minera, camino de Sevilla.

La columna minera, camino de Sevilla.www.cosasdeandalucia.com


ALEJANDRO TORRÚS Madrid 28/07/2013
Esta es la historia de un grupo de mineros que sacrificó su vida por la República. Pero también es la historia de una traición. La del comandante de la Guardia Civil Gregorio Haro Lumbreras, que condujo hasta la muerte a una columna formada por alrededor de 500 mineros. Una columna que se había formado espontáneamente durante el 18 de julio y que decidió sin más medios que las escasas armas que habían confiscado y la dinamita de sus almacenes ir a defender a la República hasta Sevilla, donde las tropas de Queipo de Llano habían entrado a sangre y fuego. Es la historia de la columna minera que entregó su vida en La Pañoleta (Camas, Sevilla).
"La reacción de los mineros de la provincia de Huelva en defensa de la República tiene una importancia enorme.Fueron los únicos que consiguieron inquietar los planes de Queipo de Llano. Quizá por ello la venganza fue brutal. 25 personas murieron en el momento, 68 fueron fusilados tras un Consejo de Guerra y 6.000 personas fueron asesinadas en toda la provincia de Huelva", narra a Público Francisco Espinosa, historiador y autor de la obra La justicia de Queipo.
Cuando el 18 de julio de 1936 el golpe militar llega a España, un grupo de mineros de la cuenca minera de Huelva (Nerva, Río Tinto, Valverde, Peña de Hierro, Mesa de los Pinos, San Juan del Puerto, Zalamea la Real, Campillo, entre otros) requisó coches, camiones, maquinaria agrícola, dinamita y todas las escopetas de caza y se organizó en milicias para defender al Gobierno republicano salido de las elecciones de febrero de 1936.
Mineros asesinados en Camas (Sevilla)
Con Sevilla ya tomada por las fuerzas de Queipo de Llano, el inspector general de la Guardia Civil Sebastián Pozas (nombrado Gobernador Civil el mismo día 19) ordenó a un grupo de guardias civiles, comandado por Gregorio Haro Lumbreras, sofocar la rebelión y luchar contra las tropas de los golpistas. Por detrás, una columna civil, formada en un 90% por mineros y encabezada por los diputados Luis Cordero Bell y Gutiérrez Prieto, intentaría ayudar en la medida de lo posible.
Gregoria Haro ya había participado en el golpe del general Sanjurjo en agosto de 1932 y había destacado en la fallida revolución de Octubre de 1934 por su dureza en la represión. Sin embargo, acató las órdenes de Madrid y juró fidelidad a la República. Fidelidad que ya había traicionado. "Cuando Haro y sus hombres llegan a Sevilla, se presentaron ante Queipo de Llano, quien los manda a la entrada de la ciudad, en el barrio de La Pañoleta en Camas, a esperar a la columna minera. Fue una encerrona terrible", señala Espinosa.

Una encerrona terrible

La llegada de la columna minera se produjo a las 11 de la mañana. En Camas esperaban cientos de hombres de Haro y Queipo de Llano. El ABC de Sevilla habló de cerca de 1.000. "Cuando llega el primer coche de la columna, los que esperaban abrieron fuego. En ese primer momento, explotó la dinamita que llevaban y murieron 25 de ellos inmediata", prosigue Espinosa.
Los camiones más atrasados, al oír la explosión pudieron dar marcha atrás y regresar. Otros, sin embargo, "se vieron apresados entre el camión explosionado que encabezaba la columna por un lado y por otro la barrera del tren que había sido bajada para impedirles la salida", según recoge la instrucción judicial. 25 personas murieron en el acto y 71 fueron apresados por las fuerzas golpistas.
El 31 de agosto de 1936, 68 de ellos fueron ejecutados en seis sacas diferentes tras un Consejo de Guerra celebrado en la Plaza San Francisco (Sevilla). Sólo se libró un menor de edad y dos hombres que en ese momento pasaban por allí pero que no tenían nada que ver con el enfrentamiento. "Esperaron hasta que el ejército golpista hubiera conquistado Huelva para ejecutarlos. De esta manera, se aseguraban que no habría venganza con la población reclusa en las localidades donde no había triunfado el Golpe", asegura Espinosa, que relata que las ejecuciones se repartieron por toda la ciudad "para darle un tono de ejemplaridad".

La búsqueda continúa

Cuando se cumplen 77 años del suceso, las familias siguen buscando a las víctimas. Actualmente, la Junta de Andalucía, en colaboración el Ayuntamiento de Camas y la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática está desarrollando un proyecto de indagación y localización de la fosa común donde se enterraron nueve de las víctimas del enfrentamiento. "Creemos que la fosa común debe existir en el antiguo cementerio municipal de Camas, que actualmente es el Parque de Educación Vial", asegura a Público Andrés Fernández, arqueólogo del proyecto.
Este proyecto nació de la fuerza e insistencia de María del Pilar Comendeiro y Nélida Bravo, sobrinas de José Palma Pedrero, quien formaba parte de la columna minera tiroteada en el Barrio de la Pañoleta y cuyos restos descansan, supuestamente, en la señalada fosa común. Estas dos mujeres conocieron a través de internet la obra de Espinosa y entre sus páginas encontraron el nombre de su tío. Desde entonces han movido cielo y tierra para poder enterrar dignamente a su tío. Su deseo está más cerca que nunca.
"Cuando ya era una niña con edad de entender un poco mejor las cosas, le pregunté a mi madre cómo habían muerto sus padres y sus hermanos y ahí fue cuando, en lo que respecta a la muerte de su hermano, dijo lo que siempre escuchamos mi prima Nelly y yo: "El día que estalló la Guerra, Joselito salió con otros del pueblo a detener a Franco y lo mataron camino a Sevilla. Y eso era todo, nunca mencionó la Columna Minera ni La Pañoleta", narra María del Pilar Comendeiro a Público, que señala que su único deseo es el de poder encontrar y exhumar los restos de los "nueve mineros sepultados" para enterrarlos en Camas con "una placa que lleve su nombre".

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