viernes, 21 de diciembre de 2012

GALICIA: MEMORIA HISTÓRICA DE LAS MUJERES CON LAS QUE EL FRANQUISMO NO PUDO

Elvira Varela, de A Coruña, tiene 10 años cuando encarcelan a su madre. La represión y el acoso de las autoridades franquistas marcan toda su infancia y juventud. Luz Fandiño, compostelana, no solo sufre la persecución y coacción en su familia sino también la pobreza, su madre se muere de hambre con solo 37 años. A los 21 años, Luz deja Galicia para emigrar a Argentina“. ¡Ojalá hubiese roto una pierna y no me hubiese marchado! ¡Allí quedó mi juventud amargada!”. En Galicia, entre 1936 y 1939, 77 mujeres fueron asesinadas, 274 represaliadas y son incontables las silenciadas y reprimidas.



Elvira Varela




FEMINICIDIO.NET / Ana Costoya Viqueira / 18-12-2012
España, Galicia - Con la mirada alegre y llena de historias, Elvira Varela y Luz Fandiño disfrutan traspasando a las posteriores generaciones sus experiencias. Con más de 80 años y una infancia truncada por la Guerra Civil española, confían en que todavía estemos a tiempo de construir nuestra memoria histórica reciente. Elvira y Luz no solo narran un pasado de represión e injusticias sino que enseñan una parte de la historia de las mujeres de Galicia, una historia que solo saliendo a la luz puede impedir su repetición en el futuro.
LA HISTORIA DE ELVIRA BAO: MAESTRA REPUBLICANA
“Mi madre era la presidenta de la Agrupación Republicana Femenina en A Coruña, Elvira Bao. Siempre me decía que ellas eran de una organización de mujeres que iban en contra de la guerra. Las mujeres daban clase a las hijas e hijos de las afiliadas, ten en cuenta que mucha gente no podía costearse la educación. Además, mi madre era maestra en el Sanatorio de Oza. Todo esto, en el 36, con el Movimiento, se lo echaron encima. Fue terrible. Me acuerdo de todo, tenía 10 años y siempre me llevaba. Yo estaba ahí”. Elvirita Varela, hija de Elvira Bao, 86 años después de su nacimiento en A Coruña, sigue viviendo en esta ciudad, su salón está repleto de fotos de la Agrupación Republicana Femenina, galeguistas vinculados a las Irmandades da Fala, a la que pertenecían sus padres, regalos de los hijos, dibujos de la nieta junto a la bandera gallega y la de “Nunca Máis” calcetadas por ella misma. Sus ojos azules, enormes, no olvidan todo lo que han visto y aprendido a lo largo de sus 86 años.
“Mi padre era capitán de la Marina, el más joven de su promoción en España. A los 15 era piloto y a los 17 terminó de capitán”. Bernardino Varela, además, era “un ferviente galeguista” con carnet de afiliado a las Irmandades da Fala, fechado en 1918 “. Se fundaron en el 16, ¡de los primeritos! “. Bernardino y Elvira recorrieron Galicia haciendo obras de teatro en gallego, “fueron los que promocionaron el teatro en gallego de la mano de las Irmandades. También estaba metida Teresa Chao, la hermana de Micaela que estaba casada con Antón Vilar Ponte. Todos formaban parte del cuadro artístico de las Irmandades da Fala”. Hacer teatro en gallego era una acción reivindicativa en sí misma, “aquí en el Teatro Rosalía de Castro era la primera vez que se hacía”.
En la República “se legalizó el aborto controlado, se abrieron centros para mujeres, incluyendo las prostitutas y las madres solteras; se divulgó información sobre el control de natalidad y se instituyó el “matrimonio de hecho”.  A pesar de estas importantes conquistas, “la revolución no alteró fundamentalmente los papeles tradicionales [1]. “La República creó ciudadanas y las mujeres se creyeron ciudadanas”, explica Raquel Osborne al equipo de UNED [2].
ELVIRA BAO EN EL VERANO DE 1936
Elvira Bao fue maestra de colonias durante 2 veranos en el Sanatorio de Oza, en A Coruña, en donde los niños de los barrios del interior de Galicia y el resto de la Península acudían a este Sanatorio para terapias con el agua del mar. Después, hicieron a Elvira maestra fija. “Con la República, las maestras también supervisaban la cocina, es decir, las dietas de los niños”. La situación cambió de cara a los últimos años republicanos. “Vinieron las monjas del Paul para encargarse de esto”. Los proveedores, los Petra Sabio, hacían exportación de pescado y marisco a Madrid y proveían al Sanatorio con ello. “Con las monjas, los lenguados iban para arriba y la trapallada para abajo, para los niños.”
Pero su madre no pudo hacer nada por cambiar esa situación hasta que, en el verano de 1936, el director, Fernández Obanza, que también era médico, la obligó a hacerse cargo de la División. “Ella no quería ir por nosotros, pero el director le dijo que era obligado que fuera y, que en todo caso, podía llevarnos. Y así hizo. Esto fue unos meses antes de que empezase la guerra”. Una de las primeras acciones que hizo su madre fue quejarse de la comida que les daban a los niños “cuando los profesores comían a la carta”.  “Eso sentó fatal, a las monjas, a los profesores, al administrador… a todos”.

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