Miles de personas agolpadas frente al
puesto fronterizo francés de Le Perthus, pretendiendo huir de las tropas
franquistas a principios de 1939
Literatos y rapsodas como Rafael Alberti, Antonio Machado, Emilio Prados, Ramón Gómez de la Serna, Salvador de Madariaga, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Luis Cernuda, José Bergamín, Pedro Garfias, Pedro Salinas, María Zambrano, Juan Larrea, Francisco Giner, Manuel Azaña, Max Aub, Ramón J. Sender, Arturo Barea, Manuel Andújar, Manuel Altolaguirre, Paulino Massip o Juan Gil-Albert, biólogos como Severo Ochoa o Enrique Rioja Lo Bianco, físicos como Arturo Duperier Vallesa o Blas Cabrera, químicos como Enrique Moles, matemáticos como Enrique González Jiménez, Ricardo Vinós Santos o Lorenzo Alcaraz, astrónomos como Pedro Carrasco Garrorena o Marcelo Santaló, oceanógrafos como Odón de Buen, cineastas como Luis Buñuel, artistas como Gausachs, Óscar Domínguez o Pablo Ruiz Picasso, historiadores como Claudio Sánchez Albornoz, filólogos como Tomás Navarro Tomás, pedagogos como José Castillejo o Lorenzo Luzuriaga, filósofos como Juan David García Bacca, ensayistas como Anselmo Carretero, políticos como Santiago Carrillo, Dorores Ibárruri, Diego Martinez Barrios, Juan Negrín, José Giral, Lluis Companys, Francisco Largo Caballero o Josep Tarradellas y militares españoles más tarde generales del ejército soviético antinazi como Enrique Lister, Juan Modesto y Antonio Cordón, fueron sólo algunas de las quizás más conocidas figuras de la diáspora española.
Literatos y rapsodas como Rafael Alberti, Antonio Machado, Emilio Prados, Ramón Gómez de la Serna, Salvador de Madariaga, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Luis Cernuda, José Bergamín, Pedro Garfias, Pedro Salinas, María Zambrano, Juan Larrea, Francisco Giner, Manuel Azaña, Max Aub, Ramón J. Sender, Arturo Barea, Manuel Andújar, Manuel Altolaguirre, Paulino Massip o Juan Gil-Albert, biólogos como Severo Ochoa o Enrique Rioja Lo Bianco, físicos como Arturo Duperier Vallesa o Blas Cabrera, químicos como Enrique Moles, matemáticos como Enrique González Jiménez, Ricardo Vinós Santos o Lorenzo Alcaraz, astrónomos como Pedro Carrasco Garrorena o Marcelo Santaló, oceanógrafos como Odón de Buen, cineastas como Luis Buñuel, artistas como Gausachs, Óscar Domínguez o Pablo Ruiz Picasso, historiadores como Claudio Sánchez Albornoz, filólogos como Tomás Navarro Tomás, pedagogos como José Castillejo o Lorenzo Luzuriaga, filósofos como Juan David García Bacca, ensayistas como Anselmo Carretero, políticos como Santiago Carrillo, Dorores Ibárruri, Diego Martinez Barrios, Juan Negrín, José Giral, Lluis Companys, Francisco Largo Caballero o Josep Tarradellas y militares españoles más tarde generales del ejército soviético antinazi como Enrique Lister, Juan Modesto y Antonio Cordón, fueron sólo algunas de las quizás más conocidas figuras de la diáspora española.
Con el paso inexorable de los años y la tan implacable
desmemoria, el masivo éxodo y la dispersión de cientos de miles de huidos por
todo el planeta quizás pudo hacer creer a quienes nos contemplaban desde la
distancia que desde 1936 todo una nación de cobardes se había sometido sin
lucha a la bota de la milicia, mientras todo un ejército de ovejas miedosas y
pusilánimes habían puesto pies en polvorosa buscando mejores pastos en los que
ramonear.
Pero no fue así. L@s ciudadan@s libres y conscientes de su
nueva libertad presentaron cruenta batalla contra los que pretendían
arrebatársela. Con poco más que palos, piedras y viejas escopetas de caza, los
jornaleros del campo y los obreros de las ciudades convertidos en milicias
¡¡hicieron frente durante tres años a un ejército profesional fuertemente armado
de más de medio millón de hombres, reforzado por 50.000 nazis alemanes enviados
por Hitler integrantes de la expedicionaria Legión Cóndor, 90.000 fascistas
italianos de Mussolini y 150.000 mercenarios marroquíes!! Organizados más tarde
en voluntarioso Ejército Popular, sólo la infatigable voluntad y el valor de
los republicanos izquierdistas impidieron que los franquistas traspasaran el
cerco de trincheras que rodeaba Madrid y que dejaba pequeños a los más afamados
combates de muchos frentes de la primera gran Guerra Mundial. Poco a poco, los
traidores sublevados fueron haciéndose a golpe de obús y fusil con ciudades y
comarcas y sólo encontraron una forma de impedir que el amor a la Libertad
provocara la inestabilidad en la retaguardia: fusilando a decenas de miles de
resistentes. 1000 días de guerra asesina acabaron con las hostilidades, pero no
con la voluntad ni con el espíritu de los vencidos, tanto de los 500.000
prisioneros del interior como de los 550.000 exiliados al exterior.
Y allí, tras "La Retirada" en el sur de Francia,
en el norte de África, en Gibraltar, se dieron cita los huidos unos para
regresar --al menos 300.000, de los cuales varias decenas de miles fueron
asesinados a su regreso--, otros para organizar su éxodo a América y otros para
mantener la resistencia contra el fascista español y contra el presentido nazi
alemán del que ya se barruntaba su entraba en Francia.
Los huidos a América en los conocidos como "Barcos
del Exilio" fueron excelsos poetas y literatos, modernos y dinámicos
periodistas, eminentes científicos y técnicos, muy especializados obreros,
altamente cualificados profesionales, editores, industriales, agricultores,
ganaderos, pequeños y medianos comerciantes, empresarios de la madera, la
minería, el mueble, la pesca y la conserva, profesores, etc., etc., y
realizaron un valioso aporte y un enorme enriquecimiento --nunca bien evaluado,
jamás correctamente ponderado-- en el desarrollo y la potenciación de la
cultura, la ciencia, la industria, el agro, la empresa y el comercio local de
los países de acogida. En Chile, por ejemplo, los conocidos José Balmes, Roser
Bru, José Ricardo Morales, Leopoldo Castedo, el caricaturista Antonio
Romera, Leopoldo Castedo, el tipógrafo
Mauricio Amster, los hermanos Juan, Manuel y Francisco Vallejo, el afamado
dramaturgo Luis Fernández Turbica, etc., etc. Hoy, 70 años después muchos han
sido olvidados.
Guerrilleros españoles de la 10ª Brigada de la Resistencia francesa, Pau, 1944
Los que se quedaron para combatir al fascismo y al nazismo
dieron batalla durante más de veinte años. Hasta 35.000 de ellos engrosaron las filas de la Resistencia francesa,
dándose el caso de que en determinadas regiones y agrupaciones del país vecino
eran más numerosos los integrantes españoles de la resistencia antinazi que los
propios franceses. Muchos, 7.000, dieron con sus huesos para siempre en los
infames campos de exterminio de Mauthausen, Buchenwald, Dachau,.... Otros
muchos se alistaron en masa en el ejército de liberación francés a las órdenes
de De Gaulle y Leclerc dando ejemplo insuperable de valor y combatividad en el
norte de África, en Normandía y en toda la campaña europea hasta el fin del nazismo.
Buena prueba de ello lo constituyó una de las unidades de españoles enrolados
entre los Aliados, la NUEVE compañía de la 2ª División Blindada de la Francia
Libre de la División de Leclerc, formada inicialmente por 2.000 socialistas,
anarquistas, miembros del POUM catalán, apolíticos hostiles a Franco y
comunistas españoles. Sus blindados (el "Ebro", el
"Guernica", el "Madrid", el "Brunete") llevaban
la bandera republicana española pintada en su blindaje y fueron españoles los
primeros soldados en hacer su entrada en París cuando aún estaba en poder de
los nazis, combatiendo y terminando con la resistencia de los últimos alemanes
y el soldado español Antonio Gutiérrez haciendo preso al general Dietrich von
Choltitz, comandante nazi de París. Mientras esperaban la capitulación final,
los españoles tomaron al asalto la Cámara de los Diputados, el Hôtel Majestic y
la Plaza de la Concordia y al día siguiente, el 26 de agosto de 1944, las
tropas españolas desfilaron frente a la Catedral de Notre Dame y escoltaron al
general Charles de Gaulle por los Campos Elíseos llevando en sus estandartes
los colores de la segunda República Española.
Los soldados republicanos del blindado "Gernica" de la "Nueve" compañía española de Leclerc desfilan triunfalmente por los Campos Elíseos tras haber liberado París
Pero no fueron los únicos. Soldados españoles republicanos exiliados resistieron valerosamente en Bir-Hakeim (Libia), ocuparon Narvik (Noruega) o fueron quienes conquistaron y entraron a sangre y fuego en el famoso Nido del Águila de Hitler en la villa de Berchtesgaden (Alpes de Baviera, Alemania). Podríamos hablar y no parar de interminables batallas, medallas al valor, distinciones y actos de loco heroísmo, como el protagonizado por el soldado español Emilio Vilaró Ustrell al enarbolar desafiantemente y en pleno tiroteo la bandera tricolor republicana desde el balcón de la embajada española en Berlín mientras sus camaradas soviéticos tomaban el búnker de Hitler. O la suicida y quijotesca invasión por el Pirineo del Valle de Arán de 4.000 guerrilleros españoles dispuestos a reconquistar España tras haber expulsado a Hitler de Francia, destinada al fracaso al enfrentarse contra 50.000 bien pertrechados soldados regulares franquistas mandados por el general Moscardó (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Invasi%C3%B3n_del_Valle_de_Ar%C3%A1n ). O la loca, numantina, demencial y casi romántica resistencia de varios miles de resistentes maquis antifranquistas durante 26 años, hasta la liquidación del último de ellos en 1965 (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Maquis_%28guerrilla_antifranquista%29 )
Partisanos españoles republicanos antinazis integrados en el ejército soviético
Enrique Lister, Antonio Cordón y Juan Modesto, generales del ejército soviético antinazi durante la II Guerra Mundial
Los
soldados republicanos de la Nueve fueron quienes conquistaron y acceder
al Nido del Águila de Hitler en la villa de Berchtesgaden, en 1945. En
la imagen, a la derecha y sobre un muro peuede verse extendida la
bandera tricolor republicana española
Todavía en algunas poblaciones pueden
verse pinturas murales en homenaje a los maquis españoles, Este es de la
población de Sallent
Pero antes de terminar con este capítulo de hazañas, la pequeña historia de los microrrelatos individuales y la gran Historia de los sucesos memorables nos obliga a recordar que el exilio español, el éxodo hispano, la huida masiva de decenas de miles de españoles y españolas transterrados, en torno a casi 200.000, se compuso de cientos de miles de pequeñas vivencias, acaecidas a personas hoy anónimas, desconocidas para todos, perdidas en la inmensidad del eterno olvido, dispersadas por los vientos del Destino, diseminadas entre campos y ciudades de los cinco continentes, allá en los lugares en los que esos españoles y españolas de los que ya nada sabemos tuvieron que empezar desde la nada, para comenzar a reconstruir un universo particular y personal, que tenía como génesis un escenario de guerra, muerte, tortura, pérdida, pavor y miedo.
Pero antes de terminar con este capítulo de hazañas, la pequeña historia de los microrrelatos individuales y la gran Historia de los sucesos memorables nos obliga a recordar que el exilio español, el éxodo hispano, la huida masiva de decenas de miles de españoles y españolas transterrados, en torno a casi 200.000, se compuso de cientos de miles de pequeñas vivencias, acaecidas a personas hoy anónimas, desconocidas para todos, perdidas en la inmensidad del eterno olvido, dispersadas por los vientos del Destino, diseminadas entre campos y ciudades de los cinco continentes, allá en los lugares en los que esos españoles y españolas de los que ya nada sabemos tuvieron que empezar desde la nada, para comenzar a reconstruir un universo particular y personal, que tenía como génesis un escenario de guerra, muerte, tortura, pérdida, pavor y miedo.
Uno de estos héroes anónimos protagonistas de mil pequeñas
microhistorias fue Florencio Castelló Sánchez. Había nacido en Sevilla en el
año 1905. Era un actor español, muy conocido en la farándula sevillana y
madrileña pues en sus obras e intermedios interpretaba notables papeles de
secundario, alternándolos en ocasiones con coplas y cantes andaluces para los
que estaba apreciablemente bien dotado. Ya antes de la guerra podemos
encontrarlo actuando durante muchos años en el Teatro del Duque de Sevilla.
Podemos hallar en la prensa de la época diversas referencias a su presencia en
los escenarios. Pero como tantos otros artistas que conocían el sentir de los
sublevados contra la gente del arte, Florencio Castelló determinó salir de
España en 1936 huyendo de lo que hoy se conoce como guerra civil, es decir,
huyendo del mayor atentado criminal y terrorista de la historia de Europa. Ese
mismo año llegó a Argentina junto con una compañía de teatro Lírico en la que
interpretaba obras andaluzas y mientras duró la contienda realizó una gira por
toda Latinoamérica hasta que el 5 de agosto de 1939 llegó a México, procedente
de Guatemala, entrando en el país por Tuxtla Chico, en el estado de Chiapas. En
el Registro Nacional de Extranjeros en México del Archivo General de la Nación
--consultable desde el portal español PARES-- podemos encontrar su ficha
personal:
http://pares.mcu.es/MovimientosMigratorios/detalle.form?nid=14502
Recorte de un "ABC" del 1 de enero de 1936, en el que aparece la figura de Florencio Castelló como actor y cantaor de mucho estilo
Ficha de Florencio Castelló Sánchez en el Registro Nacional de Extranjeros en México del Archivo General de la Nación
Una vez en México, Florencio Castelló comenzó a demostrar sus dotes artísticas, por lo que rápidamente fue invitado a participar en obras de teatro y sobre todo en largometrajes cinematográficos, actuando en lo que posteriormente se conoció como la "Edad de Oro del Cine Mexicano". Allí compartió cartel y protagonismo con grandes actores como Pedro Infante, Mario Moreno Cantinflas, la española Lola Flores, etc., etc. Llegó a participar en más de 100 películas, especializándose fundamentalmente en papeles de español con acento andaluz, aunque también interpretó todo tipo de papeles, como los que desempeñó en "El ángel exterminador" (1962), de Buñuel; "Ahí viene Martín Corona" (1951), de Miguel Zacarías, con Pedro Infante y Sara Montiel; "Ni sangre ni arena" (1941), de Alejandro Galindo, con Cantinflas; "Limosna de amores" (1955), de Miguel Morayta, con Lola Flores; o "Gitana tenías que ser" (1953), de Rafael Baledón, con Carmen Sevilla y Estrellita Castro. Y muchas otras películas del ciclo andaluz de México, como "La gitana y el charro" (1965), "Chachita la de Triana" (1947), "Los siete niños de Ecija" (1947), "La morena de mi copla" (1946) o "El verdugo de Sevilla" (1942). Años más tarde, y con el desarrollo del boom televisivo, también fue muy conocido en su papel de Rudecindo Caldeiro y Escoviña, por sus apariciones en la versión televisiva de "Tres Patines".
Una vez en México, Florencio Castelló comenzó a demostrar sus dotes artísticas, por lo que rápidamente fue invitado a participar en obras de teatro y sobre todo en largometrajes cinematográficos, actuando en lo que posteriormente se conoció como la "Edad de Oro del Cine Mexicano". Allí compartió cartel y protagonismo con grandes actores como Pedro Infante, Mario Moreno Cantinflas, la española Lola Flores, etc., etc. Llegó a participar en más de 100 películas, especializándose fundamentalmente en papeles de español con acento andaluz, aunque también interpretó todo tipo de papeles, como los que desempeñó en "El ángel exterminador" (1962), de Buñuel; "Ahí viene Martín Corona" (1951), de Miguel Zacarías, con Pedro Infante y Sara Montiel; "Ni sangre ni arena" (1941), de Alejandro Galindo, con Cantinflas; "Limosna de amores" (1955), de Miguel Morayta, con Lola Flores; o "Gitana tenías que ser" (1953), de Rafael Baledón, con Carmen Sevilla y Estrellita Castro. Y muchas otras películas del ciclo andaluz de México, como "La gitana y el charro" (1965), "Chachita la de Triana" (1947), "Los siete niños de Ecija" (1947), "La morena de mi copla" (1946) o "El verdugo de Sevilla" (1942). Años más tarde, y con el desarrollo del boom televisivo, también fue muy conocido en su papel de Rudecindo Caldeiro y Escoviña, por sus apariciones en la versión televisiva de "Tres Patines".
Florencio Castelló Sánchez, actor español exiliado en México
Pero, ¿por qué el actor Florencio Castelló Sánchez forma
parte hoy de la microhistoria de "Todos Los Rostros"? Porque este
miembro involuntario de la diáspora española de postguerra fue quizás el
andaluz más conocido durante 20 años en los hogares españoles y en muchos de
los hispanoamericanos. Sin ver su cara, sin apreciar sus expresiones, sin
reconocer sus facciones, el soniquete, el timbre, el acento, los dichos y los
refranes de Florencio se metieron en nuestras casas para no salir nunca más de
ellas. Porque Florencio Castelló Sánchez, actor español exiliado en México, era
el doblador del gato Jinks, el "malévolo" minimo andaluz,
permanentemente malhumorado --como quizás correspondía a la imagen de un
español desterrado-- y eterno perseguidor de dos ratoncitos, Pixie y Dixie, uno
cubano y el otro mexicano, que sabían esquivar las malas artes del "joío
gato andalú" durante los siete minutos que venían a durar los capítulos de
los dibujos animados o cartones o historietas de Hanna-Barbera. Pero como el
mismo Florencio nos recordaba, muchos aprendimos el más puro, digno, bello y
gracioso andaluz occidental gracias a frases como "odio a muerte a ehto
mardito roedore", “ay mare mia de mi arma”, “oigan roeore: cuando oh
agarre oh voy a dar una sarta e’ palo’”...
Florencio Castelló Sánchez murió el 23 de agosto de 1986 en México distrito federal. Su voz y su figura aún está a la espera de recibir homenaje en su Sevilla natal, si bien el hecho de que permaneciera en México hasta el último de sus días una vez ya fallecido el dictador asesino Franco me hace pensar que pudiera sentir y haber sentido por México lo mismo que sintió José Balmes, el intelectual español afincado en Chile, que se expresaba de esta guisa hablando de nueva patria y de su amigo Neruda: “Nunca jamás, ni siquiera al final de mi vida voy a hacer lo suficiente por agradecer el hecho de estar en este país y de ser ciudadano chileno, gracias justamente a Pablo Neruda. Como alguien dijo alguna vez ‘las deudas de amor no se terminan de pagar nunca’ y esta es una gran deuda que yo tengo con él todavía”. ...................................................................................
A Miryam, por su inagotable paciencia, tantas veces puesta a prueba. A Patricia del Villar, antigua española de tercera
generación amiga hoy de valles frondosos y cerros resecos de Chile: que esta
lectura sobre los hechos de tus mayores te ayude a mantener tu vigilia y a
permanecer insomne frente a tanta
injusticia y tanto olvido. Y a Lorena González Rodríguez, íntegra mujer chilena, numantina ella.
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