75 aniversario del golpe de Estado. Los historiadores presentes hoy en el Foro Público, organizado por este periódico, desmontaron el mensaje revisionista de la derecha heredera del franquismo. Ángel Viñas, Mirta Núñez y Nicolás Sánchez-Albornoz repasaron las claves del boicot a la democracia de la II República llevado a cabo por los sublevados el 18 de julio de 1936
El público abarrotó el Círculo de Bellas Artes ayer en el Foro Público.-ÁNGEL NAVARRETE |
DIEGO BARCALA
Madrid
21/07/2011
El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 quedó ayer condenado por unanimidad durante el Foro Público
celebrado por este diario en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Los
ponentes y las cerca de 250 personas que asistieron al acto –un
centenar quedaron fuera por motivos de aforo– argumentaron con recuerdos
e investigaciones los motivos por los que el 75 aniversario de la
insurrección militar debería ser recordado como el día en el que la
democracia fue agredida en España.
“El golpe tuvo una trama civil que se expresó en tres vertientes: la petición de ayuda extranjera, la generación de un clima de inestabilidad y la financiación de la sublevación”, resumió el catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid Ángel Viñas. El profesor explicó al público que la conspiración tuvo su origen en 1931. Viñas ejemplificó las diversas intentonas golpistas sufridas por la República como la que, según sus investigaciones, pactaron “los tradicionalistas carlistas, los alfonsinos y Mussolini el 30 de marzo de 1934”.
El momento más emotivo de las ponencias tuvo lugar con la descripción, en primera persona, del profesor emérito de la New York University Nicolás Sánchez-Albornoz, de sus recuerdos del 18 de julio. “Yo vivía en la calle de Ferraz, esquina con la plaza de España, y recuerdo la toma por parte de los milicianos del cuartel de la Montaña. Lo recuerdo bien, porque el Gobierno utilizó el teléfono de mi casa para organizar el asalto que contó hasta con bombardeos”, explicó.
Sánchez-Albornoz, hijo del entonces embajador republicano en Lisboa, el también historiador Claudio Sánchez-Albornoz, describió cómo su padre le embarcó en dos buques enviados por el Ejecutivo luso para evacuar a la población portuguesa.
“Tardamos un día en llegar desde Cartagena a Lisboa. Cuando llegamos, los marineros se sublevaron contra Salazar disparando contra el puerto, pero las tropas les hundieron y fueron condenados a prisión en Cabo Verde”, recordó con un valioso testimonio que demuestra que queda mucha historiografía por explorar sobre la Guerra Civil.
Para concluir las exposiciones, la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid Mirta Núñez denunció la utilización por parte de la derecha actual del revisionismo que sufre el estudio de la historia del golpe y de la Guerra Civil. “¿Cómo puede decir el señor [Francisco] Granados [secretario general de los conservadores madrileños] que el PP no es heredero de ningún partido de 1936? El PP es heredero directo de Alianza Popular. Se empeñan en meternos en una amnesia patológica, pero los que leen un poquito o conocen la Historia saben lo que tienen que asumir”, espetó antes de recibir una de las más grandes ovaciones del acto.
Los historiadores rechazaron hacer analogías con el presente, como les solicitaron algunos asistentes, pero quisieron desmontar los mitos que rodean el recuerdo del 18 de julio, fomentados ya desde el franquismo. “Los golpistas no estuvieron dispuestos a aceptar la democracia ya desde 1931 y llevaron con insidias el conflicto a la calle, el campo y las ciudades para hacer germinar la violencia. Una vez hecho eso, echaron la culpa a lo que ellos llamaban hordas, como en el discurso de Calvo-Sotelo de junio de 1936”, esgrimió Núñez.
Viñas reveló algunas de sus últimas investigaciones como la de que Franco se deshizo del general Balmes para posicionarse en la estructura de poder que se iba a producir tras el golpe. “Eso de que Franco dudó hasta el último momento es falso. Cogió carrerilla. La guerra estaba perdida en septiembre por el apoyo de las potencias fascistas, pero la entrada en el frente de la URSS permitió frenar la toma de Madrid. Hasta septiembre aquello fue una campaña militar, no una guerra”, explicó.
Las intervenciones del público pusieron sobre la mesa las inquietudes que algunas polémicas relacionadas con la memoria histórica han suscitado en los últimos años. Los asistentes denunciaron el proceso a Baltasar Garzón por abrir una investigación de los crímenes del franquismo o la treta llevada a cabo el pasado martes por Bono en el Congreso para no condenar el golpe manipulando a la vez un discurso de Manuel Azaña de 1938.
El Foro Público terminó con decenas de personas ocupando los pasillos del Círculo de Bellas Artes. Entre los oyentes hubo caras conocidas como la del historiador Ian Gibson; el presidente de CEAR, Carlos Berzosa, y el monje benedictino Hilari Reguer.
“El golpe tuvo una trama civil que se expresó en tres vertientes: la petición de ayuda extranjera, la generación de un clima de inestabilidad y la financiación de la sublevación”, resumió el catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid Ángel Viñas. El profesor explicó al público que la conspiración tuvo su origen en 1931. Viñas ejemplificó las diversas intentonas golpistas sufridas por la República como la que, según sus investigaciones, pactaron “los tradicionalistas carlistas, los alfonsinos y Mussolini el 30 de marzo de 1934”.
El momento más emotivo de las ponencias tuvo lugar con la descripción, en primera persona, del profesor emérito de la New York University Nicolás Sánchez-Albornoz, de sus recuerdos del 18 de julio. “Yo vivía en la calle de Ferraz, esquina con la plaza de España, y recuerdo la toma por parte de los milicianos del cuartel de la Montaña. Lo recuerdo bien, porque el Gobierno utilizó el teléfono de mi casa para organizar el asalto que contó hasta con bombardeos”, explicó.
Sánchez-Albornoz, hijo del entonces embajador republicano en Lisboa, el también historiador Claudio Sánchez-Albornoz, describió cómo su padre le embarcó en dos buques enviados por el Ejecutivo luso para evacuar a la población portuguesa.
“Tardamos un día en llegar desde Cartagena a Lisboa. Cuando llegamos, los marineros se sublevaron contra Salazar disparando contra el puerto, pero las tropas les hundieron y fueron condenados a prisión en Cabo Verde”, recordó con un valioso testimonio que demuestra que queda mucha historiografía por explorar sobre la Guerra Civil.
“La muerte como sistema”
Para dar paso al lamento al respecto del uso de la fuerza que los franquistas llevaron a cabo en la posguerra, Sánchez-Albornoz describió el método utilizado por los golpistas como una “aceptación de la muerte como sistema”. Este historiador, que fue detenido y condenado a trabajos forzados en el Valle de los Caídos, de donde consiguió escapar, recordó que en su época de preso, en 1947, se fusilaba a los opositores “en Carabanchel y en Alcalá de Henares”.Para concluir las exposiciones, la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid Mirta Núñez denunció la utilización por parte de la derecha actual del revisionismo que sufre el estudio de la historia del golpe y de la Guerra Civil. “¿Cómo puede decir el señor [Francisco] Granados [secretario general de los conservadores madrileños] que el PP no es heredero de ningún partido de 1936? El PP es heredero directo de Alianza Popular. Se empeñan en meternos en una amnesia patológica, pero los que leen un poquito o conocen la Historia saben lo que tienen que asumir”, espetó antes de recibir una de las más grandes ovaciones del acto.
Los historiadores rechazaron hacer analogías con el presente, como les solicitaron algunos asistentes, pero quisieron desmontar los mitos que rodean el recuerdo del 18 de julio, fomentados ya desde el franquismo. “Los golpistas no estuvieron dispuestos a aceptar la democracia ya desde 1931 y llevaron con insidias el conflicto a la calle, el campo y las ciudades para hacer germinar la violencia. Una vez hecho eso, echaron la culpa a lo que ellos llamaban hordas, como en el discurso de Calvo-Sotelo de junio de 1936”, esgrimió Núñez.
Viñas reveló algunas de sus últimas investigaciones como la de que Franco se deshizo del general Balmes para posicionarse en la estructura de poder que se iba a producir tras el golpe. “Eso de que Franco dudó hasta el último momento es falso. Cogió carrerilla. La guerra estaba perdida en septiembre por el apoyo de las potencias fascistas, pero la entrada en el frente de la URSS permitió frenar la toma de Madrid. Hasta septiembre aquello fue una campaña militar, no una guerra”, explicó.
Las intervenciones del público pusieron sobre la mesa las inquietudes que algunas polémicas relacionadas con la memoria histórica han suscitado en los últimos años. Los asistentes denunciaron el proceso a Baltasar Garzón por abrir una investigación de los crímenes del franquismo o la treta llevada a cabo el pasado martes por Bono en el Congreso para no condenar el golpe manipulando a la vez un discurso de Manuel Azaña de 1938.
El Foro Público terminó con decenas de personas ocupando los pasillos del Círculo de Bellas Artes. Entre los oyentes hubo caras conocidas como la del historiador Ian Gibson; el presidente de CEAR, Carlos Berzosa, y el monje benedictino Hilari Reguer.
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