Milicianas |
Publicado el 28 Julio 2011 por Gervasio Sánchez
Hace
75 años empezó la Guerra Civil española. Hace 75 años empezó la soledad
de los familiares de las víctimas y la cobardía de nuestros políticos.
Durante el franquismo se promulgó el silencio. Los familiares de las
decenas de miles de asesinados y desaparecidos tuvieron que convivir con
el miedo. La memoria, la verdad y la justicia quedaron sepultadas por
grandes paladas de infamia.
La
llegada de la democracia incorporó el olvido a la agenda de los
políticos democráticos. Su comportamiento es aún más execrable. El
dictador y sus adláteres prescribieron la historia para ocultar sus
crímenes. Los demócratas impusieron el silencio y pisotearon la memoria
para preservar sus privilegios.
Demostraron
ser aún más cobardes que los representantes de la dictadura sangrienta.
Algunos de estos prohombres han vendido el ideal de una transición
española modélica cuando, en realidad, son responsables de la imposición
de la ley del silencio.
Los
medios de comunicación, el poder judicial y los responsables de las
universidades españolas han participado sin compasión y con gran desidia
en este gran drama que sigue pendiente y que algún día habrá que
solucionar.
El
1 de abril de 1939 acabó la Guerra Civil, hace 36 años, siete meses y
27 días. El 20 de noviembre de 1975 murió el dictador Francisco Franco,
hace 35 años, ocho meses y 8 días. El postfranquismo y la democracia
serán virtuales ganadores el 20 de junio de 2012. Ese día habrán pasado
en este país más años y días de democracia que de dictadura y ya no
habrá excusa para no resolver el gran drama de la Guerra Civil y el
franquismo: la búsqueda de las decenas de miles de asesinados y
desaparecidos que siguen enterrados en fosas ilegales.
En
Guatemala se desentierra a los asesinados de hace 25 años. En Iraq a los
fusilados de hace 20 años. Cada año se entregan centenares de nuevos
identificados a sus familias y se sigue buscando a las víctimas de hace
15 años en Bosnia-Herzegovina.
Hace dos semanas, el 11 de julio, se entregaron los 613 desaparecidos
identificados en el último año en Bosnia-Herzegovina y sus familiares
los enterraron en el cementerio de Potoçari, cerca de Srebrenica, donde
hace 16 años empezó la masacre más brutal en Europa desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial.
Aunque sólo han pasado 16 años del fin de aquella guerra, 5.317 personas
ya han sido identificadas y enterradas en ese cementerio del este de
Bosnia-Herzegovina y otras 188 en otros cementerios del país. Varios
miles de cuerpos han sido exhumados y están guardados en almacenes a la
espera de ser identificados. En los próximos 11 de julio se seguirán
enterrando centenares de bosnios identificados. Una gran lección
histórica de la que todos deberíamos aprender.
Exhumaciones |
Las
preguntas que me hago son lógicas: ¿Por qué es tan difícil aclarar un
pasado tan remoto en mi país? ¿Por qué las generaciones implicadas en
guerras de otro países intentan ordenar el caos y aquí nos sacudimos el
bulto con la intención de que sean nuestros hijos y nietos los que se
encarguen de los desastres de una guerra que no hicieron? ¿Cómo
denominamos a un Estado que incumple durante más de 70 años (de ellos 35
en democracia, no lo olvidemos) con el derecho internacional, que
obliga a buscar a todos los desaparecidos, encontrarlos y entregarlos
identificados a sus familiares?
¿Por qué son más valientes los guatemaltecos, los iraquíes o los bosnios
que los españoles? Sus guerras fueron tan brutales como la nuestra. Sus
transiciones tan complejas como la nuestra. Sus políticos tan viciados
por el olvido y la comodidad como los nuestros. Pero ellos han avanzado y
nosotros seguimos empantanados. Y lo más grave: nos permitimos
utilizar el drama de otros como arma arrojadiza.
No
sé si tuvo que debatirse en plena transición. Pongamos que no era el
momento. Busquemos, entonces, el mejor momento en los 35 años
siguientes: 1982, 1986, 1990, 1995, 2000. Hace 29, 25, 21, 16 ó 11 años.
Elegida la mejor fecha, los grupos políticos tenían que haber negociado
una salida constructiva al problema, estableciendo un protocolo de
acción coherente, haberlo preñado con todas las prerrogativas posibles y
con el máximo presupuesto, llamarlo de una manera aceptable para la
mayoría y articularlo como una ley modélica. Y hoy estaríamos más cerca
del final del túnel y no a años luz.
La
conclusión es que a los responsables de los partidos políticos les
quema este tema como si fueran conscientes de que pueden ser salpicados
por los crímenes del pasado. Por supuesto unos más que otros. Algunos
saben que hicieron la vista gorda durante los desmanes. Otros fueron
colaboracionistas con la dictadura. Otros, demasiados cobardes para
revelarse contra la infamia. Todo el mundo tiene más que perder que
ganar y es como si se hubiese producido una vergonzosa alianza a favor
del silencio y contra las víctimas.
El
milagro de que en España se haya abierto más de 200 fosas y desenterrado
5.300 cuerpos (menos de un millar han sido identificados) se debe al
trabajo anónimo de miles de familiares que decidieron enfrentarse a la
cobardía de sus representantes políticos y que han contado con el
inestimable apoyo de grupos de antropólogos forenses, arqueólogos,
historiadores y muchos voluntarios para realizar el largo proceso de
búsqueda, exhumación e identificación.
Siento vergüenza de la totalidad de la clase política de mi país. Cuando
me preguntan en el extranjero qué está pasando en España tengo que
contestar lo evidente: mis políticos son indiferentes al dolor de los
familiares de las víctimas. Todos, sin excepción.
Los
políticos del Partido Popular y del Partido Socialista Obrero Español
son más culpables por su gran influencia en el poder ejecutivo y
parlamentario de los últimos 35 años. Pero la actitud de Izquierda
Unida, Esquerra Republicana, Convergencia y Unió, el Partido
Nacionalista Vasco y el resto de fuerzas minoritarias tampoco ha ido a
la zaga y se han comportado con la misma indiferencia que los dos
partidos mayoritarios.
Ojalá este 75 aniversario del inicio de la Guerra Civil sirviese para
potenciar un gran proyecto de búsqueda de los desaparecidos similar al
que hay en Bosnia-Herzegovina y que está siendo copiado por países como
Colombia e Irak. Porque, nos guste o no, una guerra sólo finaliza cuando
sus consecuencias se solucionan.
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