sábado, 3 de diciembre de 2011

Regreso al exilio


Imagen del exilio Republicano

El País, 27/11/2011 


Amadeo Gracia es el protagonista de Historia de una foto, un artículo publicado en el especial sobre el exilio republicano de EPS



LOLA HUETE MACHADO
La película. 22 de septiembre de 2003. Amadeo Gracia Bamala, aragonés, de 69 años, contiene la respiración ante el televisor. Para él, este es un gran momento. Después de 65 años se va a contemplar en una vieja película junto a su familia mientras cruzan a Francia en febrero de 1939. Durante aquellos días, medio millón de españoles, civiles y militares, salió de España, huyendo del acoso del ejército de Franco. Amadeo es el protagonista de Historia de una foto, un artículo publicado en el especial sobre el exilio republicano de EPS (12 de enero de 2003). La imagen de su familia, los Gracia, es un clásico, un símbolo de los refugiados españoles, del éxodo que los franceses llaman “la Retirada”.
Amadeo creyó siempre que esta foto, su foto, era el único documento gráfico que quedaba del drama que un día sufrió. Ahora tiene delante el filme Levès avant le jour (…), en el que aparece en movimiento, de niño, junto a los suyos. Su padre, Mariano, falleció al poco de cruzar la frontera francesa con sus tres hijos. Su madre había muerto tiempo atrás en Monzón (Huesca) reventada por la misma bomba franquista que a Amadeo le segó media pierna y a su hermana la extremidad entera. De la madre no tiene recuerdos Amadeo; de su progenitor, apenas unos pocos. Hoy lo verá andando, mirando a la cámara, alto, delgado, abatido, con mantas a la espalda, llevando de la mano a su cría, Alicia, inválida; seguido por el pequeño Amadeo, agarrado a un señor también mutilado, y por su otro hijo ya adolescente, Antonio… Pero para entender la situación que se produce en casa de Amadeo es necesario volver atrás en el tiempo, a enero de 2003.
La carta. Primeros días de 2003. El año comienza con un interés creciente de las generaciones más jóvenes por lo sucedido durante y después de la Guerra Civil española (1936-1939). Libros, películas y programas de radio ofrecen testimonios de exiliados, de supervivientes. Una exposición de la Fundación Pablo Iglesias, Exilio, lleva material altamente doloroso de gira multitudinaria por España.
EPS pide a los lectores que envíen también sus testimonios. Y una de las cartas que aterrizan en la redacción es la de Amadeo. Su título: Ni perdono, ni olvido. En ella se identifica como el niño de una fotografía de la que manda copia. Un detalle que ha ocultado durante décadas. Él es, dice, el que señala con una flecha. Los demás son su padre y sus dos hermanos. De aquel grupo ya no queda nadie, asegura el autor de la misiva. Solo su hermano Antonio habló alguna vez de la triste historia familiar. Hoy, él es el único testigo. Su carta termina: “No creo que nunca, a pesar de los esfuerzos realizados por tantas y tantas personas de bien, se llegue a hacer la más mínima justicia sobre tanto dolor, escarnio y humillación”. EPS habla con Amadeo en Alcalá de Henares (Madrid), donde vive jubilado. Su condición de hombre contenido no le impide emocionarse al relatar su pasado: huérfano, discapacitado físico, un niño marcado por un acontecimiento político desgraciado… Amadeo expone toda la miseria de la España de su infancia y la que luego sufriría con la posguerra.
El 12 de enero, EPS se ocupa de aquellos que tuvieron que huir de España. La vida de Amadeo (…) era una pequeña parte de un monográfico repleto de recuerdos tristísimos, de pérdidas… El editorial del EL PAÍS del día siguiente decía: “Gracias a cuatro décadas de celo sectario del franquismo, la memoria colectiva de los españoles ha integrado las injustificables atrocidades cometidas desde un bando, el de los vencidos. Afortunadamente, nuestra memoria colectiva va haciendo lo equivalente con las también injustificables atrocidades cometidas por los vencedores. La democracia española no puede acomodarse a la convivencia con la injusticia del olvido”.
El libro. Primavera de 2003. La reacción de los lectores al extra sobre el exilio no se hace esperar. Cartas, llamadas telefónicas… Varias personas escriben a la redacción interesándose por este aragonés. (…) Algunas misivas proceden de una localidad francesa llamada Prats de Molló, exactamente el lugar donde Amadeo y su familia fueron a recalar tras atravesar los Pirineos. Así, la presidenta de la asociación Prats Endavant, Marguerite Planell, le escribe: “Pude leer con emoción el artículo en El País Semanal y enterarme de que ignoran el nombre del señor Thomas Coll, que le llevaba de la mano en la foto. En la página 64 del libro que le regalo añado a lápiz rojo el camino que usted siguió; la cruz indica el punto donde se tomó la foto”. (…) Le envían a Amadeo un ejemplar y en él se oculta además otro tesoro: la imagen de una escultura en el municipio catalán de La Vajol. Se trata de dos figuras, un hombre y una niña coja: el padre y la hermana de Amadeo.
El sobre de Líster. Junio de 2003. La historia de Amadeo queda ahí, aletargada, entre el goteo de noticias sobre hallazgos aquí y allá de restos de fusilados o desaparecidos de la Guerra Civil. La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica se afana tras los cuerpos de esos 30.000 españoles que se calculan desaparecidos; tras hijos, primos, abuelos o poetas, como García Lorca. Un día de junio aparece un sobre en la redacción. (…) Procede de Poitiers (Francia). El remitente es Enrique Líster, hijo del coronel del V Cuerpo del Ejercito Republicano, el último en salir de España tras la derrota… En su carta agradece la información de EPS sobre la imagen de los Gracia: “Resulta agradable (y al tiempo triste) poderles poner nombre y apellido a los personajes de una foto que has estudiado de cerca, analizado, comentado. (…) Y añade: “Durante años (hasta 1999) creí que se trataba de un documento fotográfico”. Ahora, dice, ya no lo cree. “En 1999 recuperé una parte de los archivos de mi padre, seis cajas que contenían cintas de celuloide… Se trata de un montaje cinematográfico realizado en 1947-1948. (…) Contiene una corta secuencia donde van avanzando lentamente cinco personajes, entre los cuales -en primer plano- una niña, de 8-9 años, amputada de la pierna izquierda”.
La familia en vivo. Otoño de 2003. Enrique Líster, hijo, mandó copia de la película a EL PAÍS. En ese momento se celebran algunas exposiciones (Las Brigadas Internacionales, recuperadas) y se preparan otras, muy emotivas, para finales de año (El exilio de los niños). (…) En las librerías se agolpan nuevas publicaciones sobre la España de hace seis décadas. Y al acabar septiembre, Amadeo se contempla a sí mismo en el vídeo de su casa. Se sienta, curioso, en el sofá del salón acompañado de su mujer, Mari Paz Gallego, y sus dos nietos. Cuando la secuencia termina (“Mira, mira, esos, esos, ahí estamos nosotros”, susurra) y es preguntado sobre sus sensaciones al ver en vivo a su familia, solo dice: “Lo siento”. Contiene la respiración. (…) “Nunca hablé… siempre me avergoncé. Porque durante años pensé que si todo eso me pasaba a mí, era porque algo había hecho yo, que yo era culpable”.


El viaje. Noviembre de 2003. Una foto, una película, una escultura y… un viaje. A Amadeo solo le falta ir allí donde se puede seguir su rastro. EPS le propone regresar al lugar por el que cruzó la frontera. Revivir el episodio más importante de su pasado. Él acepta. (…) Y según se acerca el día, crece la evidencia: abundan los datos, existen mil organizaciones y gentes que se han ocupado y se ocupan de recopilar, ordenar, proteger la información de aquel tiempo…
El camino hasta Prats de Molló es soberbio. Amadeo regresa a este lugar del Vallespir seis décadas después de su primera visita. Ahora, igual que entonces, le esperan. (…) Se organizan cenas, mesas redondas, visitas a lugares simbólicos, Coll d’Ares, La Vajol, el punto exacto donde se tomó la foto en 1939… Durante gran parte del viaje, Amadeo guarda un silencio obstinado, roto solo por algunas reflexiones en alto: “Por aquí debimos subir, ¡qué frío debimos pasar!”.
Desde lo alto del Coll d’Ares, la vista corta la respiración. Hacia el sur se ven los valles españoles; al norte, la mole nevada del Canigó y el Costabonna; en el este, el azul del Mediterráneo; al oeste, más montañas. Miquel Torner, Toni Clos, Jordi Torné y Carles Trinxé, de la asociación Marxaires de Mataró (que despliegan banderas republicanas en la frontera francesa para saludar a Amadeo), explican así la ruta que siguió la familia Gracia en febrero de 1939: “Debieron de llegar a Coll d’Ares desde Camprodón y Molló”.
El 5 de febrero nevó en Prats. (…)
“Yo te vi llegar”, le dice a Amadeo a bocajarro una mujer. Se trata de Rosa Roda, de 83 años. “Yo tenía 18 años y me acuerdo de haber ido a la escuela a prestar ayuda. (…) Había muchos niños, sí, pero dos hermanos mutilados juntos, no… Yo le vi”. (…) Y es en ese momento, ante el testimonio personal, ante la mirada cercana, nada institucional, de Rosa, cuando la coraza de Amadeo se resquebraja. Todo lo vivido, toda la emoción contenida durante estos días, aflora en sus ojos. Llora. (…) “He conocido más sobre mi vida en estos cuatro días que en seis décadas”, dirá Amadeo en el coche de vuelta.
“Nunca Nadie se disculpó conmigo”
Amadeo Gracia. “Aquel viaje a Prats de Molló me abrió una ventana muy grande, amplió mi horizonte, me hizo reflexionar, me dio amigos, y sorpresas: ¡los franceses sabían más de mí que yo mismo!”, cuenta hoy Amadeo, de 77 años, enfermo de cáncer. “Yo ni perdono, ni olvido”, nos dijo entonces y repite ahora. “Nunca nadie se disculpó conmigo por lo sucedido”. Se indigna, dice, cuando oye a muchos descendientes de franquistas exigir que ETA pida perdón, “cuando a sus padres nunca se lo pidieron”.
Memoria Histórica. Ante el escaso empuje político y judicial (Garzón fue apartado por remover los crímenes del franquismo), el proceso de recuperación de la memoria se empezó a despertar en 2000 de un largo y consensuado letargo de seis décadas desde la base: los familiares de las víctimas. El camino recorrido se cuenta en el reciente Diccionario de Memoria Histórica. Conceptos contra el olvido (Catarata).
Cien mil desaparecidos. Equipos multidisciplinares han abierto fosas (280) e identificado restos (5.388). El libro Desvelados, de Clemente Bernard y otros, hace balance.
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