La hija del brigadista judío Emilio Rosenstein dona la colección de fotografías a Cultura
El País, 14/12/2011
El médico Emilio Rosenstein fue uno de los 5.400 polacos que no
titubeó en sumarse a una guerra que, de entrada, no era lo suya.
Rosenstein, como tantos otros judíos del siglo XX, se acostumbró pronto
al trasiego -forzoso o voluntario- entre fronteras: para estudiar
Medicina tuvo que instalarse en Francia porque su país limitaba con una
cuota anual la presencia de judíos en las facultades. En 1929, año de
crisis y revueltas, se implicó en las luchas ciudadanas en Francia, tal
vez con la creencia ya establecida de que los ideales no tenían lengua
ni territorio. Y con esa premisa interior debió llegar a España, como un
voluntario de las Brigadas Internacionales, inscrito con un nombre
falso (Emil Vedin) para tratar de proteger a su familia en Varsovia. En
vano. Hoy su hija, Yvonne, ha recordado que no volvió a verles. Ya saben
las razones que borraron a la mayoría de judíos polacos de la faz de la
tierra.
Durante sus primeros seis meses en Madrid atendió a 700 heridos y vio
morir a 350 compañeros. Rosenstein, como capitán médico, fue destinado
al batallón Dabrowski de la XI Brigada Internacional y luego a la unidad
de tanquistas rusos a los que también servía de intérprete. En medio
del frenesí que debió de rodearle, no descuidó una afición que ayudará
en el futuro a los investigadores del pasado: la fotografía. Rosenstein
retrató escenas del frente y la retaguardia en Madrid, Albacete,
Guadalajara y otros lugares aún sin precisar. Hay una imagen, en la que
se apiñan el presidente Juan Negrín, los ministros Indalecio Prieto,
Vicente Uribe y Jesús Hernández y el jefe de Estado Mayor, Vicente Rojo,
en Barcelona, probablemente el día que despidieron a los integrantes de
las Brigadas Internacionales en 1938, según deducciones de Severiano
Hernández, subdirector general de los Archivos Estatales.
Durante 70 años, las fotos han vivido la huida, el exilio y las
sucesivas mudanzas de su autor, fallecido en México en 2001. Hace unos
meses, su hija, Yvonne Jane Rosenstein Azoulay, decidió donar el legado
al Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH), del Ministerio de
Cultura, que incluye 700 fotos en papel y 28 rollos de película. “Se
cierra el círculo. Él vino a España a luchar por sus ideales, pasó
momentos difíciles de los que no hablaba fácilmente. A mi padre le
hubiera dado mucho gusto estar aquí”, expuso, recién llegada de México.
Hay dos colecciones muy interesantes aún sin positivar. Una documenta
la situación de las colonias de niños españoles en Francia, con las que
colaboró el médico tras la disolución de las Brigadas Internacionales.
La segunda es un vívido reportaje de la travesía de republicanos
españoles que zarparon en el barco Sao Tomé hacia México desde
Casablanca en 1942. Para entonces, el médico polaco ya tenía la
nacionalidad española -distinción que el Gobierno republicano concedió a
los brigadistas- , que contribuyó a salvarle la vida al huir de Francia
tras la invasión nazi. “Este archivo nos da otra visión de la guerra,
junto a otros fondos fotográficos que hemos recibido en estos años”,
señaló Rogelio Blanco, director general del Libro, Archivos y
Bibliotecas.
Al igual que otros exiliados españoles se instaló en México, gracias a
la política de brazos abiertos del presidente Lázaro Cárdenas. Allí
acabaría editando un vademécum anual sobre especialidades farmacéuticas.
Su hija recordó que en 1988 volvió a España para participar en una
reunión de brigadistas. “Fue muy emotiva para él pero tampoco habló
mucho de ello”.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Memoria/blanco/negro/medico/polaco/Guerra/Civil/elpepucul/20111214elpepucul_8/Tes
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