Niños de la guerra (Moscu) |
30 NOV 2011 | Ignacio Ortega (Efe)
Han
dirigido sus quejas al Príncipe de Asturias, al Defensor del Pueblo y a
empresarios en busca de ayuda, pero por ahora sin demasiada suerte.
- El histórico Centro Español de Moscú, que durante decenios ha aglutinado a los "niños de la guerra" y a sus descendientes, está a punto de cerrar sus puertas debido a la falta de fondos, denuncia su presidente, Francisco Mansilla.
"España
nos ha denegado la subvención. Sólo nos quedan fondos para subsistir
este año. Si en enero no pagamos, no sólo nos echarán, sino que nos
desahuciarán", aseguró a Efe el madrileño Mansilla, que llegó a la Unión
Soviética con diez años.
El
Centro Español se encuentra en un espacioso local frente a la céntrica
estación de metro moscovita Kuznetski Most que en 1965 fue cedido por las autoridades soviéticas al Partido Comunista Español (PCE).
"Los
viernes nos reunimos los varones, nos hacemos nuestra comida, nos
tomamos un trago, brindamos por lo que sea, jugamos a las cartas y
pasamos un rato bueno. Los martes se reúnen las mujeres", apuntó.
Miles de personas de todas las edades subieron desde la década de 1960 la
empinada escalinata de la tercera planta del edificio del centro para
reunirse con la comunidad española, aprender su idioma y su cultura y
combatir la nostalgia por la patria perdida. El local incluye un salón
de actos, donde se imparten clases de español, baile y coros, un bar que
recuerda a las tradicionales tascas españolas con numerosos objetos con
genuino sabor español y varias mesas para jugar a las cartas y al
dominó.
Parada
obligatoria para todos los presidentes españoles, desde Felipe
González, el Centro Español tiene centenares de socios, pero son muy
pocos los que pagan la cuota anual, que asciende a 2.000 rublos (50
euros). "No es mucho, pero en Rusia todo es caro. La vivienda es muy
cara y la ropa también. Muchos 'niños de la guerra' reciben la
prestación española, pero la dedican a ayudar a sus familiares", señala.
Mansilla,
de 85 años, ha convocado una asamblea extraordinaria de socios para el 3
de diciembre para abordar la crítica situación financiera de la
institución, que dejó de recibir el 1 de enero pasado la subvención del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales).
"Plantearé la necesidad de aumentar las cuotas hasta los 5.000 rublos
(125 euros). Somos capaces de recaudar hasta 10.000 euros entre cuotas,
ayudas y algunos ahorros, pero necesitamos otros 30.000 para afrontar
los gastos", explica.
El
alquiler del piso asciende a casi 12.000 euros anuales, a lo que se
suman los altísimos gastos de comunidad y la retribución del personal.
"El Imserso nos dice que no cumplimos con los criterios, pero tampoco
nos explican en qué consisten. Debían venir al centro en las fiestas,
cuando se reúnen más de cien personas. El centro está vivo", responde.
Mansilla
considera que es "mentira" el argumento del Imserso, que en 2010
concedió al centro una subvención de 4.900 euros, que no contribuyan a
la divulgación de la lengua y la cultura españolas. "Tenemos tres ciclos
de lengua española, dos de flamenco y un coro. Además, no se puede
comparar el coste de la vida y las condiciones que existen en Rusia con
las de Argentina o México", replica.
Este "niño de la guerra", que nació en 1926 en el Rastro de Madrid, asegura que se han
dirigido al Príncipe de Asturias, al Defensor del Pueblo y a
empresarios en busca de ayuda, pero por ahora sin demasiada suerte.
"Parece
que a nadie le importa, pero a nosotros sí nos importa. Nosotros
vivimos gracias al centro. Es el que se interesa por nuestras vidas.
Todos los privilegios que hemos recibido, desde la ciudadanía a las
prestaciones, las obtuvimos gracias al centro", señaló.
Mansilla,
uno de los 3.000 "niños de la guerra" civil española acogidos en su día
por la URSS, explica que para empezar habría que contratar a personas
que se dediquen a gestionar el centro, ya que él y varios de sus
ayudantes son mayores de edad que no cobran nada por su trabajo. "Cada
vez quedamos menos 'niños de la guerra', pero estamos todos muy unidos
al centro. En Moscú quedan unos 70. El que menos tiene llega ya a los 79
años y el que más supera los 90. Nos cuesta andar y nos falla la
memoria", comenta.
Mansilla
reconoce que el Imserso siempre se ha portado muy bien con los "niños
de la guerra", que "todos los años pueden descansar gratis durante
quince días a España". "Le aconsejé al Gobierno español que comprara el
local, ya que hemos invertido mucho dinero en el centro, pero no me
hicieron caso. Si nos echan, se perderá todo. Si el centro desaparece,
desaparecerán también los 'niños de la guerra'", comentó.
Mansilla
insiste en que para los "niños" que no quieren dejar este país por que
"han echado raíces y tienen a sus hijos y nietos en Rusia", el centro es
como "un pedazo de nuestra patria en Rusia, instalada en el centro de
Moscú".
"Queremos
seguir siendo españoles", sentencia el niño del Rastro que desembarcó
en 1937 en "el paraíso del proletariado", como describía su padre a la
URSS.
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