lunes 20 de junio de 2011
Nadie
escapó a la emoción que ayer se vivió en el alto de Igal-Vidángoz,
donde todos los años desde hace ocho, se vive una entrañable jornada
para recordar la cautividad y la represión sufrida de los 2.354
esclavos del franquismo que hicieron la carretera entre los años
1939-1941, y brindar un homenaje a ellos y a sus familiares que
sufrieron castigos, penurias, y la incertidumbre de no saber de sus
seres queridos.
Y como
la vida pasa, los protagonistas de aquella crueldad se van marchando.
Setenta años más tarde, su presencia se resiente en el alto. Ayer
participaron en el acto: Luis Ortiz Alfau, de Bilbao, de 95 años, que
vivió en su piel dos de trabajos forzados. Marce Melgar, compañera de
José Luis Múgica, del mismo batallón que Luis, recién cumplidos los 94.
De la Asociación de familiares de Fusilados y Desaparecidos de Navarra
acudió Josefina Lamberto, a quien la guerra le arrebató a su padre y a
su hermana, Maravillas, en Larraga, en 1936.
Resultaba
del todo imposible escuchar sus testimonios y contener la emoción,
emoción que marcó la mañana de ayer de forma especial en la despedida
de dos luchadores por esta causa: Juantxo García de Azilu (Memoriaren
Bideak) y Álvaro Fernández, (Colectiu Baix Llobregat. Dos personas que
trabajaron en el mismo tiempo para rescatar esa parte de la historia
silenciada, y que se han ido a la vez.
Para
todos ellos los sonidos del txistu de Santi Begiristain y Kepa Vales,
las notas amigas de Xabier Barriola y del cantautor, Fermín Valencia,
cuya potente voz se quebró, tal vez por el recuerdo del amigo y la
presencia de Josefina Lamberto. Ayer en el alto de Igal, ante unas
trescientas personas, se escucharon también saludos internacionales,
desde Colombia; de Cataluña se oyó la voz de familiares de Pepe Barajas,
del Colectiu Republicá del Baix Llobregat, representantes de la
plataforma, Lau Haizetara Gogoan, del Autobús de la Memoria, al
bertsolari, Aimar Karrika, y la lectura del comunicado de Memoriaren
Bideak, a cargo de Amaia Larumbe y José Mari Jimeno, en el que
denunciaron la represión sufrida , la falsa democracia y expresaron el
rechazo a la monarquía, sin olvidar la importante labor de los amigos,
Juantxo y Álvaro. A continuación, se hizo entrega a Ana Barrena,
compañera de García de Azilu, una escultura de Joseba Burusko, en nombre
de Memoriaren Bideak y Hutsarte.
Tras
ellos desgranaron sus dolorosos recuerdos, Luis Ortiz, Marce Melgar y
Josefina Lamberto. Las hijas de Txomin Uriarte, prisionero y
expresidente de Ahaztuak, de Bakio, cantaron el tango que los
prisioneros entonaban cuando recobraban la libertad. Flores,
agradecimientos y recuerdos de los ausentes, entre ellos del prisionero
Félix Padín, que un día escribiera: "No llegaron a matarnos la moral,
ni a perder dignidad. Hemos seguido tiesos". Tiesos para contar, para
que no se olvide y nunca se repita.
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