ENTREVISTA: Filóloga
e historiadora ovetense residente en California. Estudia las relaciones
entre Gran Bretaña y Asturias en el período de entreguerras y la Guerra
Civil española
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La investigadora Silvia Ribelles de la Vega |
04/03/2012 / JAVIER G. CASO /OVIEDO
ARICO
Silvia
Ribelles de la Vega (Oviedo, 1969), reside desde hace años con su
marido y sus dos hijos en California. Tras licenciarse en Filología
Inglesa por la Universidad de Oviedo, Ribelles obtuvo su doctorado en la
Universidad de Extremadura con La Marina real británica y la guerra
civil en Asturias (1936-1937). Política, estrategia y labor humanitaria .
Aquel trabajo estuvo dirigido por el catedrático asturiano de Historia
Contemporánea Enrique Moradiellos. En 2011, Silvia Ribelles publicó su
último trabajo de investigación histórica, una biografía dedicada a un
auténtico héroe antifascista, el ovetense Luis Montero Álvarez. El libro
se titula Luis Montero Sabugo. En los abismos de la historia. Vida y
muerte de un comunista (Ediciones Pentalfa). Con anterioridad ha
publicado varios artículos sobre las relaciones entre Gran Bretaña y
Asturias durante el periodo de entreguerras y la guerra civil española.
Usted
es licenciada en Filología Inglesa y ha ejercido como profesora de
inglés, ¿por qué una filóloga se transforma en historiadora y cuándo
decidió cambiar de oficio?
Siempre me gustó la historia, pero a la hora de escoger mis estudios universitarios me decanté por estudiar filología inglesa.
¿Por qué lo hizo?
Pensaba
que una licenciatura en una lengua como el inglés tendría más salidas
para el futuro. Cuando terminé la carrera y los cursos de doctorado
decidí escoger un tema para mi tesis más relacionado con la historia que
con la literatura o la lingüística.
La
Guerra Civil española estuvo presente en su tesis doctoral y también,
en cierta forma, en su biografía sobre Luis Montero, ‘Sabugo’. ¿Sus
próximos trabajos seguirán centrados en este período histórico tan
concreto?
Hace
unos meses terminé un artículo sobre los informes generados por el
Foreign Office británico relacionados con la revolución del 34 en
Asturias que será publicado por la Wake Forest University de Salem,
Carolina del Norte, junto con más artículos sobre el Principado,
recogidos y editados por otro asturiano, el profesor Jorge Abril
Sánchez, que trabaja allí. No es la guerra civil, pero sí un episodio de
la historia de Asturias acaecido durante un periodo muy cercano en el
tiempo, e íntimamente relacionado con ella. Tengo bastante documentación
que he recogido en The National Archives de Londres recientemente sobre
las navieras británicas cuyos buques visitaron Asturias durante la
Guerra Civil, pero aún está sin mirar. Eso será lo próximo que haga en
cuanto termine lo que tengo ahora mismo entre manos.
Su
tesis doctoral estuvo dirigida por otro ovetense. A la hora de afrontar
ese trabajo, ¿qué supuso para usted contar con un director con el
bagaje y la talla del catedrático Enrique Moradiellos?
Me
enseñó el oficio de historiadora. Además de ser un excelente docente, es
el mayor especialista sobre las relaciones entre España y el Reino
Unido durante la Guerra Civil española. Acudí a él con toda la
información que había encontrado en los archivos en Londres y en España,
pero todo en bruto. Me recomendó montones de bibliografía pertinente,
puso orden a mis ideas y a los datos que reuní. El resultado fue, desde
mi punto de vista, excelente. Siempre le estaré inmensamente agradecida
al profesor Enrique Moradiellos por aceptarme bajo su tutela. Estoy muy
satisfecha con ese trabajo de investigación y el libro que publiqué a
partir de él.
Reside
usted en los Estados Unidos desde hace varios años, ¿eso le hace más
difícil continuar con sus investigaciones históricas?
Efectivamente,
la distancia física pone muchas trabas a la investigación histórica. A
veces me gustaría estar en España para tener más a mano las fuentes
primarias que me interesan. Siempre que llego a Asturias, en verano, voy
con una larga lista de lugares y personas a los que visitar. Pero, por
otro lado, trabajar sobre Asturias desde tan lejos, me mantiene más
cercana a mis raíces, aún a pesar de estar a 9.000 kilómetros de
distancia.
¿Internet le permite acceder a la documentación que necesita para sus investigaciones?
Se ha
convertido en una herramienta clave. Ya no sólo para acceder a fondos
de algunos archivos y bibliotecas de una manera inmediata, algo que, en
algunas ocasiones, me ha ahorrado un viaje; sino también para ponerme en
contacto con especialistas en el tema que, casi siempre, me han
contestado inmediatamente y me han prestado la ayuda que les pedí.
Además me ha permitido meterme en foros donde me han puesto en la pista
de muchas cosas que me interesaban.
¿En qué está usted trabajando en estos momentos?
Ahora
mismo estoy novelando la vida de Luis Montero Álvarez, Sabugo . El
personaje me resultó tan interesante, tan atractivo, tan paradigmático
en muchos aspectos de una época que me fascina, que no pude evitar la
tentación de ponerme a novelar su vida.
Tendrá que ser un libro muy distinto al que ya le ha dedicado.
Ahora
ya no me veo atada por los datos contrastados y puedo dar rienda suelta
a la imaginación. Supongo que ahí me salió la vena literaria de mis
estudios de filología.
¿Ha quedado satisfecha de su biografía sobre Luis Montero?
Sí,
creo que puedo estar satisfecha. Considero que he llegado bastante lejos
en la investigación. He descubierto cosas que la familia, por ejemplo,
no sabía, sobre todo referentes a su etapa francesa: su paso por el
campo de Gurs, por una compañía de trabajadores, o sus actividades en la
resistencia.
¿Algo más?
También
he podido demostrar que fue eliminado por el propio partido, y no en
España sino en Francia, cuando ya estaba a salvo, supuestamente. Este
era un aspecto de su vida sobre el que había muchas dudas, y creo que
mis conclusiones son totalmente acertadas en este aspecto. Además, y lo
que es más importante para mí, creo que le he devuelto el honor que el
propio partido le había quitado. Hasta ahora no he sabido de nadie que
haya leído el libro y no le perdonara su último y único momento de
debilidad.
¿Es una figura que merecería algún tipo de homenaje en su memoria?
Creo que no hay mayor honor que ser recordado por la historia en el lugar que uno se merece. El libro es un homenaje en sí.
¿Pretendía acabar con cualquier duda que pudiera existir sobre su compromiso con la lucha antifranquista?
Sí,
ése era uno de los objetivos del libro: demostrar que Luis Montero no
era un traidor. Y creo que lo he conseguido, sinceramente.
¿Considera que la Guerra Civil en Asturias está bien estudiada?
La
bibliografía sigue creciendo exponencialmente, sin embargo aún quedan
aspectos por estudiar, como es, yo creo, el internacional. Cuáles fueron
los buques mercantes británicos que recalaron en nuestros puertos y
cómo fueron fletados y por quién; también hubo buques franceses, aunque
muchos menos, ¿qué función cumplieron? Hubo asesores soviéticos que
estuvieron viviendo en Gijón durante meses, ¿qué sabemos de ellos? En
los archivos de fuera de nuestras fronteras tiene que haber información a
la espera de que algún investigador se decida a afrontar el trabajo.
Tal vez haría falta una obra canónica, imparcial, del estilo de la de
Hugh Thomas sobre toda la contienda en Asturias y sus diferentes
aspectos: militar, político, estratégico, internacional, social y
humano; un trabajo que, de alguna manera, aúne todo lo que se ha escrito
hasta ahora.
¿Cómo asiste desde los Estados Unidos al debate que existe en España sobre la memoria histórica?
Hay
muchos foros y páginas web en la red sobre la memoria histórica. También
aparece en la prensa española, que intento leer siempre que puedo. En
los últimos ocho años se han escrito infinidad de libros que evocan con
su título a la ley de la memoria histórica. En fin, puedo decir que no
se me escapa en absoluto aunque no viva en España.
¿Qué significa para usted la memoria histórica?
No he
querido mencionarla en mi narración. Remite a un contexto político muy
concreto, que, en mi opinión, no debe utilizarse en una obra literaria o
histórica, ya que yo aspiro a que el texto hable por sí mismo. Así, con
la exposición de los hechos, contrastados con la documentación
histórica pertinente, ha de ser suficiente para que el lector se dé
cuenta de esa desmemoria, sin necesidad de acudir a conceptos
circunstanciales. El máximo deseo de cualquier escritor es crear un
texto que perdure, y estas expresiones políticas le ponen fecha de
caducidad.
Una comisión de expertos sobre el Valle de los Caídos ha recomendado sacar de allí los restos mortales de Franco.
De ese tema poco le puedo decir porque es algo que no he seguido en absoluto.
Tras
la publicación de su libro dedicado a la guerrilla y la represión de la
dictadura en Asturias, Gerardo Iglesias ha propuesto la creación en
Asturias de un museo dedicado a la guerrilla antifranquista, ¿lo
considera oportuno?
Todo
lo que sea recordar nuestra historia me parece una idea excelente. ¿Pero
por qué centrarse sólo en los guerrilleros? Hubo muchos aspectos muy
interesantes de la guerra civil en Asturias que se podrían llevar a un
museo. Los guerrilleros es uno, sin duda. También está el sitio de
Oviedo. Otro puede ser las distintas batallas que se libraron hasta la
caída del Frente Norte. La salida desesperada de decenas de miles de
personas desde puertos asturianos merecería, yo creo, un lugar en un
museo de este tipo.
¿Se le ocurre a usted algún contenido museístico más?
Se
podría hacer una comparación entre la vida cotidiana en Gijón y Oviedo:
la una bajo poder nacional, y la otra bajo poder republicano, en salas
paralelas por las que el visitante puede avanzar cronológicamente
observando los cambios en una y otra según se va desarrollando la
guerra. Sería interesante construir réplicas de las fortificaciones de
ambos bandos, perfectamente ambientadas con pertrechos, armas, maniquíes
vestidos con el uniforme de cada lado, trincheras con los sonidos,
incluso con los olores del frente. Una sala donde el visitante pueda
tener las sensaciones de un bombardeo en un refugio: el estruendo de las
bombas, la falta de luz, el temblor de la tierra, etc. Para los que les
gusta caminar por el monte, visitas guiadas a las fortificaciones que
existen alrededor de la capital y en otros sitios de nuestra región.
¿Qué
me dice de exponer las fotos que hay sobre la guerra de la magnífica
colección del Museo del Pueblo de Asturias y de la Asociación de
Defensores de Oviedo, pero de forma permanentemente?
Se podría hacer un museo interesantísimo y muy completo. Material no nos falta.
La
Federación Asturiana Memoria y República ha pedido reconocimiento
oficial para Cristino García y José Antonio Alonso Alcalde, el
comandante Robert. Tras perder la Guerra Civil, estos dos asturianos
combatieron el nazismo en Francia, ¿Considera necesario este
reconocimiento?
Ambos
fueron luchadores incansables que merecen toda nuestra admiración. Si
Carrillo recibió nombramientos de este estilo, Cristino y el Comandante
Robert, desde luego, lo tienen mucho más merecido. No sé por qué no se
les concedió a ellos.
¿Qué opina del mapa digital de fosas de la Guerra Civil levantado por la Universidad de Oviedo y publicado en 2011?
Lo desconozco. No puedo opinar sobre él porque no sé exactamente en qué consiste.
¿Considera
necesario que se señalicen todos esos lugares y se levanten monolitos
en recuerdo a las víctimas de la represión franquista?
No me opongo a ello en absoluto. Si allí descansan seres humanos, me parece necesario y justo marcarlos.
¿Cómo se vive la crisis económica en los Estados Unidos, que aún es la primera potencia mundial?
La
crisis ha golpeado fuerte a este país. En California, por ejemplo, el
paro asciende al 11%, una cifra astronómica: cuando yo vine aquí por
primera vez en 1997 la tasa de desempleo era del 6%. En este estado,
California, el 13% de los niños no tienen hogar.
Describe usted un panorama muy distinto de esa California hollywoodiense que nos transmiten las películas.
No
pocas familias se han visto obligadas a abandonar sus casas por la
crisis de las hipotecas y viven en refugios, moteles pagados por
asociaciones benéficas, incluso en caravanas, camiones y ¡coches! Es una
cifra escalofriante. En mi campo, la educación, le puedo contar que los
Colleges (que equivalen a las escuelas técnicas superiores) han dejado a
250.000 alumnos sin clases -sólo en el estado de California- por falta
de profesorado. Es una situación grave. Dicen que nos estamos
recuperando. Ojalá este 2012 sea un año mejor, no sólo para este país,
sino para toda la humanidad en general. Buena falta nos hace, desde
luego.
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